martes, 31 de diciembre de 2019

LORNA, SU ROBOT Y ALFONSO AZPIRI, SPACE MENOISE A TROIS


EL FUTURO NO SERA MAÑANA

Oh amigos cyborgs, mutantes, operarios de baja y media cualificación de la corporación, ninjas urbanos, cowboys, buzos, chupadatos, copias de identidad virtuales, fantasmas de unos y ceros, hybridos genéticos, aumentados, y aumentadas en general, hoy se cumple la profecía del calendario alienígena de Tungsteno, hoy entra el 2020, el año 0 del futurísmo, el verdadero inicio del fin, la conjunción astral y planetaria de la reaparición del décimo planeta X. Hoy, el futuro seguirá siendo mañana.
Porque esta noche pasadas las 23:59 de vuestra zanja horaria global, los coches seguirán sin volar gracias a turbinas o reactores verticales modo “harrier”, hoy un miembro biónico seguirá siendo una precaria hazaña de la medicina, hoy las pantallas holográficas y los interfaces flotantes de colores flúor seguirán sin responder a nuestros dedos, hoy decepcionantemente seguiremos sin disfrutar de emocionantes vidas paralelas en el dataverso virtual.
Pero la distopía sigue siendo real, porque sí habrá más desigualdad social, el rico será más rico y el pobre será más pobre, un nuevo país desaparecerá tras conflictos bélicos para fundarse un nuevo gobierno revolucionario más corrupto que el anterior tiránico, seguiremos padeciendo enfermedades sin cura, seguiremos comiendo alimentos ultraprocesados.
Estos años de la edad oscura del presente hemos visto el primero intento de clonar seres vivos, generaciones barridas por la droga, carne hecha en placas de petri y probetas, la moda de comer insectos, el imparable cambio climático, y el acelerador de partículas de Ginebra sigue dando vueltas.

El futuro es sin duda, un fraude terrible, un sueño que cuando comienzas a roncar plácidamente se convierte en pesadilla. Pero vamos a seguir esperando todo eso, los viajes a Marte, colonias en la Luna, realidad virtual profunda, sexo con hombres y mujeres sintéticos, corporaciones comprando países, y el ratón Mickey Mouse decidiendo qué puedes ver en tu pantalla, cuantos actores y actrices debe haber, cuántos han de ser heteros u homos, cuantos negros, blancos o amarillos, y cuál debe ser la ética correcta que debes adoptar para que el mundo siga engrasado, feudal, imperial, exactamente igual. Porque el Ratón Mickey Mouse no pretende borrar esa sonrisa de su cara, porque su sonrisa te hace feliz, y no quieres verle llorar, no quieres verle apretar los colmillos ni corretear por tu ano, adentrarse en tu recto y comerte de dentro a fuera mientras estás despierto.

Así que un paso más al futuro sin fondos de pensiones, al futuro sin jubilados, al futuro de la robotización y la desaparición de empleo, al futuro no sostenible, el futuro del disturbio que no sucederá.
Amaos los unos a los otros porque es lo único que cambiará de verdad el futuro, ni Bezos, ni Musk. Sólo los pequeños héroes (Dios salve a Spinrad). Viva el frente de liberación de la realidad.

Sí, la Tierra es una fase maravillosa. Aquí estoy, algo triste, porque en éstas fechas cada año me someto a unos días de soledad en los que pese a que trato de mantenerme ocupado, ejercito mis relaciones humanas sin límites ni trabas, e intento dejar de dejar para mañana lo que puedo hacer hoy, valga la redundancia, por sacarle provecho a mi soledad, hay algo en el ambiente navideño que a solas me roba la energía. ¿Es ver felices a los demás? Creo que no. No se qué es. Pero comer hoy arroz con chile y carne enlatadas, en pijama, mirando el reloj contínuamente porque me toca un turno de 10 horas laborales de noche y no quiero ir, tampoco ayuda.
Así que me he abierto una botella de St. Bernardus Abt 12, y he abierto el ordenador portátil. Se que llego (literalmente) sobre la campana, que he vagueado estos días, pero no doy a basto ni en soledad.
Sin duda mi conclusión es que el trabajo es el peor invento de la humanidad.

En fin, todo esto me pone un poco nostálgico, y me retraigo antes de avanzar, y pese a que escribí de cómic en la última entrada, tengo la necesidad de repetirme, con alguien que ha sido primordial en mi crecimiento intelectual de niño a adulto. Y ojalá alguien pudiese decir eso de mi alguna vez, y lo más curioso es que se que hay gente que lo sentirá igual en realidad, y que mi yo con otro alias, de otra época, al que pretendo asesinar (metafísicamente) definitivamente éste 2020 y del que no pronunciaré su nombre en ésta nueva identidad bloggera, ha sido influyente y decisivo para el crecimiento artístico e intelectual de muchas personas, soy consciente de que he dejado huella (no escribiendo éste blog, aún, si no en otra vida, en otra actividad) y ni siquiera con eso me contento ni me regocijo, nunca es suficiente, todo es poco.
Esta persona que iluminó mi imaginación y prendió mi inquietud como un eterno vertedero de neumáticos en llamas que nunca se apagará, fue Alfonso Azpiri.





AZPIRI, TECNO-HISTORIETISTA SUPREMO DE LA RELIGION DEL TUNGSTENO


1947, Madrid, familia de músicos y Alfonso Azpiri vino al mundo para dibujar y hacernos soñar.
Pronto en 1971 comenzó con historietas en la revista Trinca, la Pilote patria, una publicación Bruguera de Editorial Doncel de contenido flojo, soso, insustancial pese a su alta calidad de encuadernado e impresión, que junto al elevado precio de la publicación, no le permitieron envejecer más de 65 números, pero que al menos sirvió de trampolín para artistas como nuestro protagonista de hoy y Antonio Hernández Palacios (Doc Savage y Mac Coi).

Los que saben de cómic, no dudan en evidenciar la influencia de Victor de la Fuente en el estilo y evolución de Azpiri, pero a mi, desde mi ignorancia, no me lo parece, y no encuentro practicamente ningún parecido en el estilo entre ambos, y a nivel esencial, solo les veo compartir temáticas fantásticas y ficciones en sus obras, con especial dedicación a la anatomía humana, pero mientras Victor se posiciona en un arte clásico de la vieja escuela americana, más cercano a Frazetta, Azpiri evolucionó a un (voy a inventarme la etiqueta) “post-afrancesamiento” de la escuela humanoide con un trazo único muy modernista, de línea gruesa, que no abandona el boceto en el entintado y rompe violentamente la curva con los ángulos en tradicionales perfilados clásicos como cabellos y plieges textiles que conviven con suaves moldeados y siempre exuberantes contornos anatómicos.
Sin duda, único, auténtico, personal e inimitable. Sabes cuando tienes un Azpiri delante, no lo dudas.



La primera vez que abrí El pequeño País, con mi cacao soluble en la taza sobre la mesa una mañana de domingo, y mis galletas Tostarica, y vi a MOT nada volvió a ser igual, porque de repente, mi yo niño, puso nombre al fin al héroe de las portadas de videojuegos de mi Spectrum más alucinantes. Porque Azpiri creó personajes de historieta fascinantes, como la Lorna que hoy nos va a robar el tiempo y el corazón, y la sangre que se va del corazón a otros apéndices involuntariamente, pero si algo lo elevó a la cumbre fueron las portadas de videojuegos de la denominada Edad de oro del software Español, y no hace falta que os lo cuente Iker Jimenez en un programa de ovnis y fantasmas para que lo flipéis, porque si esos juegos vendían, la mayoría de las veces no era por el juego en sí, que solía pecar de aburrido, imposible, o de horribles gráficos, si no por la portada. La Edad de oro del software español, bien podría rebautizarse como “la edad de oro del marquetin español”, porque aquellos porductos, sin meterme en la complejidad de producción y programación que por entonces tendrían, no hubiesen supuesto un éxito en más de la mitad de las veces si no hubiese sido por ilustradores como Azpiri, Luis Royo o Juan Gimenez de quien ya hemos hablado en la Casta de los metabarones.
¿Que no es cierto ésto? Vale, al grano, caso práctico, el juego Abu Simbel profanation, del coloso de la era dorada, Dinamic, 1985, con Victor Ruiz al frente de Snatcho, Florentino Pertrejo y Santiago Morga, un juego tan injugable por su dificultad que la compañía ofrecía 50.000 pesetazas de la época como premio al primero que se lo terminase, ¿qué narices? ¿A caso alguien disfruta comiéndose sin morir un cocido de 5 kilos sólo por llevarse el vuelo a canarias en turista irlandesa y hostal de carretera sin pensión que ofrece el restaurante del ataque al corazón por ingesta de legumbres y chorizo? No. Pues Abu Simbel lo mismo, no era una experiencia divertida, era una putada que me río yo del Dark Souls, sólo con la diferencia de que Dark Souls es bonito, es bello, y Abu Simel ponía nombre de héroe de acción (Johnny Jones, te cagas) a una albóndiga azul con patas que saltaba de plataforma en plataforma esquivando arañas de 6 patas y gotas de ácido.
¿Qué hacía que yo imaginase que esa bola deforme azul con ojos inertes y sonrisa perenne fuese realmente Johnny Jones? La portada, la jodida y puñetera portada que lograba que igual que cuando movía con la mano un argamboy sobre la alfombra lo viese mover sus rígidas articulaciones como si fuese de verdad gracias a la imaginación, esa deformidad azul llamada johnny Jones en la televisión de tubo a la que enchufaba el spectrum 128 cobrase vida y fuese el héroe que Azpiri había dibujado en la portada de la cinta.
Y Dinamic se dio cuenta, porque Abu Simbel fue la primera de docenas de portadas que firmó Azpiri con ellos, y con otras muchas compañías como Topo u Opera.
No vendía el juego, lo vendía Azpiri. Dios salve al tecno-ilustrador de la ficción y fantasía españolas en 8 bits. Que Dios lo tenga en su gloria, porque ya no contamos con su compañía desde 2017, pero él es inmortal.

Es inmortal en todas aquellas portadas de videojuegos, inmortal en MOT, inmortal en Lorna, inmortal en las fotos que me tomé con él en diferentes salones del cómic y el video juego, inmortal su rúbrica y sus dedicatoria en las páginas en blanco de los tomos que le llevaba para firmar. Gracias Azpiri, de todo corazón, gracias, porque tú me hiciste soñar con las historias de Leo y MOT como nadie había hecho hasta entonces. Porque tú me hiciste descubrir el líbido infantil con tus heroínas imposibles. Recuerdo recortar de Micromanias y Hobbyconsolas todas tus mujeres anatómicamente imposibles y guardarlas en una carpetita secreta de mi habitación para ojearlas de vez en cuando pecaminosamente pero libre de maldad, ingenuo e inocente, vergonzoso, adentrándome en un terreno inexplorado para mi aún, tanto que un día oía que se abría la puerta, y me dio tanta vergüenza estar ojeando aquellas amazonas galácticas tuyas, destapadas y siempre erguidas, que lancé mis recortes por la ventana para evitar que mi padre me pillase babeando con dibujos. Pero claro, la vecina del patio se encargó de decirle a mi padre que su patio había recibido una lluvia de recortes de descocadas musas de combate y ficción. Mi rubor no pudo ser máximo, culpable de que me hipnotizasen aquellos cuerpos de tinta.

Comenzaba la entrada nostálgico, ñoño, con ese sentimiento de que el tiempo se te va como agua entre los dedos, y casi que se me empañan los ojos escribiendo estos recuerdos. Por eso Azpiri es tan importante para mi.

Portadas como Phantis, Megacorp, Ulises, Coloseum, Bronx, Stardust, Zona 0, Tuareg, Silent Shadow, o Rescate en el golfo, alimentaron mi imaginación por siempre, me motivaron y empujaron a hacer mi propias historietas en cuadernos (¿en qué papel reciclado se habrán convertido?), mis primeros y vergonzantes relatos breves (aunque con alguno gané algún concurso escolar), y fantasías y proyectos infantiles de todo tipo.
Gracias otra vez y no me canso.





Y así, Azpiri paseó por Cimoc, por Penthouse Comix, por Heavy Metal, siempre haciendo gala de su sátiro interior, de su amante empedernido, de su lascivia, de su deseo, de su respeto a la mujer, madre, dadora, amante, heroína, con mujeres de ensueño seductoras, dominantes, hermosas, aunque sin querer enturbiar su honra (Dios me libre por al admiración que le tengo y lo que supuso su obra para mi) no siempre orgullosas ni empoderadas. Y ahí aparece Lorna, la coprotagonista de hoy.

Añadamos otros logros desbloqueados como sus pinitos en el cine con diseños de El caballero del dragón, un olvidadísimo film cargado de originalidad dirigido por Fernando Colomo (Bajarse al moro, El efecto mariposa...) con aquella mítica y ochentera jugada de hype dando un papelito al ya entonces todopoderoso Miguel Bosé, que mezclaba fantasía y ciencia ficción con toques de oscurantismo. Una película que seguro representa un clásico del género para algunos consagrados directores de hoy.

LORNA, DE NINFOMANA GALACTICA A HEROINA CERCENADORA DE MIEMBROS


Cuando Azpiri dibuja en la revista Mastia a mediados de los 70, Star Wars de Lucas irrumpe como un tsunami en nuestras vidas a través de las pantallas de cine, nunca volveríamos a ver la galaxia de la misma forma, y el concepto y la tendencia de la space opera cambiaría para siempre. Mira, qué curioso que éstos días estamos viviendo el final de lo que empezó entonces.
Alfonso crea para la publicación a Lorna, una despampanante femme fatal del espacio acompañada siempre de su robot. Según cuenta el propio Azpiri, fue precisamente la nueva moda y admiración que todo el mundo sentía por La guerra de las galaxias, que modificó los bocetos iniciales del primer robot por uno nuevo más parecido al androide de protocolo y traducción más famoso de la historia, C3PO, solo que el robot de Lorna, no tenía ni protocolo ni conocía idiomas, aunque se le daba muy bien la lengua, y sin faltar al respeto, la historieta pudo haberse llamado “la guarra de las galaxias”, porque el robot era un androide sexual que necesitaba litros y litros de 3 en 1 para seguir funcionando y saciar el infinito apetito sexual de su dueña, Lorna.
Y esa era la premisa, un cómic erótico festivo, de destape, no pornográfico (nunca se mostraban escenas explícitas, penetraciones, ni órganos genitales de ningún sexo) pero picante sin mayor pretensión que hacer reir y subir el color de algún lector que por aquél entonces, calentito aún el ataúd de Franco, o leía la Mastia o se iba a Francia a ver películas guarrillas.
Efectivamente eran otros tiempos, otra forma de entender la sexualidad, con poca libertad sexual, tabúes, vedettes de revista, pero mucho vicio y poco puritanismo pese a ir a misa cada domingo. El destape.
Y para bien que hemos evolucionado (o eso creo) no solo en la libertad sexual individual de cada uno, en quitarnos pudores y en normalizar conductas saludables consentidas entre adultos, si no materia de machismo que iba unida sinequanon a la sexualidad, como un chicle sucio a la suela de un mocasín pasado de moda. Porque aunque hago hincapíe en que eran otros tiempos, Lorna era una mujer florero, ninfómana, que cedía gustosa a violaciones de mal gusto y poca comedia (porque hoy en día a mi ninguna violación puede parecerme cómica) por alienígenas y terrestres de toda la galaxia. Yo ni había nacido, no se que decir al respecto de lo correcto, vanguardista, casposo o lo que fuesen las historietas de Lorna en aquellos comienzos de Mastia, pero tal vez solo fuese material para pajilleros fantasiosos, que actualmente me parecen de mal gusto.



Y no solo de mal gusto, ya que el dibujo de Azpiri aún estaba en evolución, no había alcanzado su zénit, estaba en una adolescencia fea, de esa con acne, y gaznate pronunciado, con ropa desconjuntada sin planchar... Era un polluelo desplumado con una apariencia a caballo entre el tebeo patrio más tradicional acercándose a Ibañez, Escobar, Vázquez o Jan, y las historietas verdes “S” de El Papus o El Cuervo
Lorna acaparaba el protagonismo artístico, mientras que sus “amantes” o fornicantes solían tener peor acabado, quedando claro el objetivo de que el elctor solos e fijase en Lorna, un poco en la metódica habitual del porno enfocado a público masculino.
Dentro del desaguisado sexual que suponían las aventuras de Lorna y su robot, se incluían continuos toques de humor y caricatura que incluyen versiones absurdas de la propia Star Wars o incluso de El Señor de los anillos. Y es que Gandalf y su báculo no podían resistirse a los persuasivos encantos de Lorna.
Lo más curioso es que pese a la vanalidad de las aventuras sexuales de Lorna en aquellos años 70, Azpiri trató de darle un sentido al personaje, dentro de lo absurdo y la “jaimitada” que sus aventuras representaban, y cada historieta enlazaba con la siguiente, creando un pequeño y tímido transfondo, un universo propio que no eclosionaría en aquella modalidad de historieta, pero que anunciaba que no iba a dejar morir a Lorna en el género destape, que pretendía llegar más allá con ella. Incluirá personajes secundarios persistentes, y otros elementos que ayudarán a la maduración del personaje.

Y llegaron los 80, y luego los 90, y Lorna evolucinó con los tiempos, y se adaptó, y ahí se me crea la duda de si Azpiri en Mastia sólo hacía lo que le pedían, estaba conforme con aquella casquibana y promiscua de las galaxias que se empotraba a todo ser viviente y sintético hasta dejarlo extasiado y sin baterías, y la hizo evolucionar acorde con los gustos de la sociedad y el nuevo target, o si realmente él quiso crear una heroína icónica desde el principio. ¿Obligaciones de guión o libertad creativa? No veo clara la línea que separa una cosa de la otra en el caso de Lorna y me fastidia, me deja un sabor agridulce.
Pero Lorna evolucionó y se posicionó como heroína de la ciencia ficción dejando atrás el rol de puta insaciable y sumisa. Se convirtió en una puta orgullosa e independiente. Y que nadie se ofenda con lo de puta por favor, no caigamos en la desnaturalización reinante de las morales equidistantes y superiores. Las cosas por su nombre y con el debido respeto.
El dibujo y el entintado de las obras crecieron en calidad exponencial convirtiéndose en un must estilístico y añadiendo valor al aún polémico enfoque de las historias de nuestra protagonista.



Junto a Cidoncha (que aún ni lo había mencionado, guionista de Lorna, que egoísta por mi parte porque tiene tantya culpa o más que Azpirin en todo esto) la rubia de generoso busto y espinazo hecho a compás continuó recorriendo la galaxia, pero su objetivo dejó de ser poco a poco tirarse a todo ser del cosmos y quitarse el picor del parrús, pese a que de forma paulatina fue evolucionando en sus deseos, ansias y necesidades sexuales titánicas y descomunales. Lorna continuó siendo una musa, oscuro objeto de deseo, pero tebeo a tebeo, fue consolidándose como una mujer de su época en cada cómic editado, aunque esto me parece, desde mi puinto de vista en el 2020, lamentable que siguiese siendo un personaje sumiso y atado a la opinión masculina hasta casi sus últimos números, y hubiese sido mucho más iompactante si Azpiri y Cidoncha la hubiesen adelantado a su época, ya que en realidad, era una mujer del futuro, y eso debía de haber representado desde el minuto uno, pero su nacimiento fue muy distinto, y supongo, les costó matar a su esclava sexual de fantasía de la noche a la mañana.

Entrega a entrega, Lorna iba resistiéndose a las violaciones a las que en sus inicios se entregaba encantada (puagh), cercenaba miembros de machirulos alienígenas sedientos de sexo como una Lorena Bobbit espacial, y consumaría tórridas escenas que no abandonaría nunca en ningún tomo, solo con amores platónicos que como protagonístas no le llegaban ni a la suela de los tacones. Se consolidó, gracias a Dios, como una amazona galáctica poderosa, fuerte, con control sobre sus deseos sexuales y guiones finalmente interesantes, aventuras emocionantes de búsquedas espaciales, rescate de planetas, recolección de botines místicos de civilizaciones alienígenas olvidadas, y todas las tramas habituales de la space opera de “a duro”, siempre provocativa, sus creadores nunca renunciaron a que pasease por cada viñeta con los pechos al aire y en escorzos seductores imposibles de “good girls” hipersexualizadas como ocurría en Cuentosde la era Xenozoica pero multiplicado por 10.

Esta sana pero incompleta evolución hacia lo que hoy consideramos como heroína de tomo y lomo se produjo en un largo proceso de 8 tomos:

  • Lorna (compilación de su época de la revista Mastia)
  • Las nuevas aventuras de Lorna y su robot
  • Mouse Club (donde comienzan a percibirse los primeros cambios tanto en estilo como en argumento)
  • Leviatán (una versión libre de Mobby Dick que comienza a presentarnos la Lorna heroína moderna)
  • El arka (comienza la verdadera evolución de Lorna hacia heroina, siempre picante y destapada pero heroína, con historias más profundas y maduras, que se continuará y mejorará de aquí en adelante)
  • El ojo de dart-ang-gor
  • Sombras perdidas
  • Las torres negras
  • Rescate


¿Satisfecho con el personaje en cuestión? No mucho, pero la nostalgia es un arma poderosa, y Lorna llegó para quedarse, así lo quiso su creador, y nunca dejó de ser lo que era, una venus con pistolas láser. 
Recomendaría directamente empezar con Lorna “en serio” desde el título Leviatán y tratar de obviar su pasado de Mastia, porque hay cosas, que no envejecen tan bien como el vino, no señor, y no es un pasado del que estar especialmente orgulloso pese a que su intencionalidad, su venta y su target estaban enfocados al destape.

Aquí mi reflexión personal, a riesgo de que se me malinterprete:
El cuerpo humano es bello, femenino y masculino (el mio no pero bueno), y el desnudo no debe escandalizar a nadie, ha de tratarse con naturalidad, y si Lorna se siente cómoda surcando el espacio desnuda, bienvenida sea. Si Azpiri quiso crearla así ¿Quienes somos nosotros para juzgar su imaginación? Nadie. No se debe censurar la exuberancia, y la hipersexualización no me parece ni mala ni insana. Cada cual crea a sus personajes como desea, célibes, castos, pendones o infieles, me da igual, son igual de enriquecedores si están bien formados.
Respecto al sexo, tampoco hay nada de malo en creaciones sexuales que fomenten la actividad sexual continuada, desinhibida, libre, entre ninguna persona ni personas. Y en multitud de ficciones encontraremos escenas de violación, porque desgraciadamente, existe la violación desde que el mundo el mundo, y por fortuna, el ser humano, inventó las leyes también, y lapena es que no se cumplan debidamente o no eviten semejantes atrocidades.
Dicho esto, me incomoda de cualquier modo que una violación sea frivolizada en cualquier tipo de ficción. Entiendo la necesidad de una escena que incluya una violación en una ficción, pero no creo que sea saludable ficcionar que la victima la disfrute de manera automática y que incluso quiera repetir. Cuidado con esto.
Y sin querer ser más papista que el Papa, que cada uno ficcione lo que le de la gana, que ya seré yo quien decida si leerlo o no, verlo o no, siempre teniendo claro que está en el marco de una ficción.
Nunca lo saquemos de ese marco. No es No.
Lorna debe ser ejemplo del poder de la mujer a decidir llevar la vida que desee y tener pleno control sobre ella, sus decisiones y su cuerpo. Y cuando es NO, rayo láser a la entrepierna!!. Y si es SI con un Klingon, un Mandaloriano y tres súcubos Eldar, si todos están por la labor, que corra el champán y no juzguemos a nadie por querer disfrutar en armonía como cada uno quiera.
No se es más puta por saciar más tus necesidades cuantas veces quieras como quieras.



Dicho esto, Lorna, mi primer amor platónico de la infancia junto a Turbo Girl, Hundra y Sabrina Salerno, se convirtió en el icono que aspiraba ser.
Tuvo su propio videojuego a cargo de la clásica Topo Soft (una birria de juego por otro lado, que si vendió algo fue por la ilustración, todo sea dicho de nuevo) y que hace relativamente poco, antes de la despedida final del maestro en la Tierra, estuvo a punto de resucitar en carne y hueso mediante un proyecto de mecenazgo que prometía el rodaje de una película homónima, proyecto que llevaba en el aire, de mano en mano y despacho en despacho, décadas.
En 2015 se comenzó el proyecto, pero la rubia no tuvo suerte. Miguel Mesas junto el propio Azpiri estuvo al frente del conato, con experiencia en FOX y Universal para largometrajes de bajo presupuesto fantásticos como Hércules y Clash of Titans.
Pero posiblemente, sea barbwire la inspiración más poderosa, intencionada o casual, que podremos encontrar en el cine de Lorna a fecha de hoy.



No exenta de polémicas, protagonizó una que enfrentó temporalmente a Azpiri contra Alex de la Iglesia, al incluir éste último un personaje femenino, sospechosamente similar a nuestra sexy heroína, de mismo nombre, encarnada por Carolina Bang en la serie Plutón BBRNero. En un principio se tildó de bulo o fake new, pero Azpiri confirmó su molestia al no haberle informado Alex de sus intenciones con el personaje.



También, y por supuesto, se ha intentado llevar a la animación en 2011 por Balieri Estudio, pero tristemente aquella nave espacial quedó a la deriva.



Por todo esto, Lorna es un imprescindible del cómic de ciencia ficción patrio, y a la vez del erotísmo o historieta “S”, y Azpiri una leyenda y un mito de la ilustración fantástica y cifi de nuestra cantera.

Un saludo maestro, allí donde estés, en la galaxia que hayas elegido. Con cariño.

lunes, 16 de diciembre de 2019

HARD BOILED DE DARROW Y MILLER


DUO DE TITANES

Buenas noches soñadores del número atómico 74, no lo llamemos Wolframio por favor, y espero que la conexión neuronal con mi cuchitril virtual sea estable y vuestros avatares no sufran de glitch mientras pasáis aquí un rato, compartiendo conmigo ciencia ficción, obras, opiniones, ideas y conceptos.
Os recuerdo que abajo hay un campo de opiniones, comentarios, quejas e insultos libre de la vigilancia del roboministerio corporativo de civismo y ciudadanía, gracias a unos firewall piratas de Ten-Tech cortesía de unos becarios de Bangladesh fans de William Gibson. Así que sentiros libres de aportar vuestro rastro genético en mi nodo, o de saludarme ene twitter, @pixel_van_gogh .

Cumplido el protocolo, cargamos la rutina del día, que versará sobre cómic en ésta ocasión, ya que hace más de un mes que no hablamos de viñetas distópicas.
Hoy voy a abordar una obra corta, pero artísticamente intensa, una que conocí precisamente gracias a la participación de un visitante, Eduardo Pérez, que en Julio compartía con todos nosotros sus percepciones sobre la obra The Future Is Now de Josán González. Gracias Edu, porque llevabas toda la razón, y como siempre reconozco, no soy ningún gurú ni catedrático versado en el universo inabarcable del tebeo, cómic o novela gráfica, llámalo X. Aprendo al tran tran, de forma autodidacta y gracias a aportaciones de gente como Edu, que repito, no pudo estar más acertado cuando mencionó a Geof Darrow.
Me apunté aquello, y me tomé mi tiempo para bucear en el dataverso, chocando con la protagonista de hoy, Hard Boiled.
Esta obra englobada en 3 pequeñas entregas, comenzó en 1990 y finalizó en el 93, editada en la siempre omnipresente Dark Horse, con historia de Frank Miller. Y siendo sincero, son dos pesos muy pesados para lo humildemente poco que he tratado con ellos. ¿por qué mentir? Así que me puse un poco las pilas al respecto para sacarle más jugo a un cómic breve pero intenso y muy gozoso.
Mano a mano, los dos colosos, se marcaron una obra ágil y light dentro de la densidad a la que nos tienen acostumbrados, pero que no lejos de su intención lúdica y relajante de crear sin presiones en Hard Boiled, de darse un caprichito rápido así hablando en plata, y desengrasar mente y muñeca, firmaron un interesantísimo título con un rápido pero directo cometido intelectual a cerca de la realidad, una ciber “vida es sueño” ultra violenta y cargada de humor negro. No es una obra superflua o poco meritoria, porque ni Miller ni Darrow suelen defraudar ni aunque se lo propusieran, y puede ofrecer mucho más de lo que pretendieron, sin aspiraciones, de forma innata y natural pese a su concepción de entremés. Y ahí está su grandeza y la prueba de la genialidad del dúo, su don de rey Midas.



Darrow, natural de Iowa, exhibe su admiración por el estilo europeo de Moebius en cada viñeta de Hard Boiled, recargando barrocamente cada espacio con delicias, saturando nuestra visión y sobre estimulando nuestro cerebro. Fiel a las paletas pastel que conviven en el mismo color pero a diferentes tonos, como ya vimos en The Future is Now, creando esa sensación de estar leyendo la página con unas viejas gafas 3D de papel charol en dos colores, y haciendo innecesario un coloreado realista con ésta suerte de relleno “vidriera” que todo completa de maravilla.
Toda esa influencia afrancesada proviene de su admiración y cooperación con el grupo de creativos Humanoides asociados de los que también hemos hablado ya por encima en el blog en La Casta de los Metabarones. De toda aquella experiencia y cooperación francesa, Darrow parió Bourbon Thret, asegurandose ya una clara seña de identidad en su arte desde entonces.
De hecho, fue Moebius quien hizo de alcahuete entre Darrow y Miller en Los Angeles, para que naciese Hard Boiled, y se llevase el premio Eisner.
También es importante mencionar su importancia en los artes de la saga cinematográfica Matrix. Podríamos intentar meternos en profundidad a desgranar la vida, obra y milagros de Darrow, pero ni soy tan fan como para empalmarme hablando de él (aún) ni voy a saber contar mucho más de lo que os ofrece la red si sois gente curiosa.
Con Miller me pasa un poco lo mismo, 300, El caballero oscuro, Sin City, principalmente para mis gustos Ronin (ya hablaremos de ella en el futuro distópico), así que tampoco voy a tirarme el folio con él, por ésta vez, la próxima lo habré masticado como un chicle.

SER O NO SER, 404 NOT FOUND.

En un distópico futuro cercano, Hard Boiled nos presenta a Nixon, ¿o es Carl Setz? No espera… ¿Carl Burns? ¿Harry Seltz? ¡Demonios ni él mismo sabe cómo se llama! ¿Cómo es posible? Pues porque éste perfecto esposo y padre de familia de dos querubines, cobrador de impuestos ejemplar, propietario de una vivienda unifamiliar y un utilitario vintage es en realidad un ciborg de la compañía Willeford, una herramienta de matar en contínuo incógnito incluso para él mismo.
De forma casual o no, no creo en las casualidades, la idea de la obra se centra en lo mismo en lo que se centró después Matrix, alguien que vive una realidad ficticia dentro de la realidad real que desconoce. Una versión techno noir de la maldición del hombre lobo, humano de día, bestia de noche, que al despertar cada mañana cree haber sufrido horribles pesadillas de asesinatos, carnicerías y carreras por el bosque a la luz de la luna. Eso le ocurre a Nixon.
Podríamos pensar que Hard Boiled es una obra corte de no más de 200 páginas ideada para que Darrow se luzca, sin duda, el arte gráfico prima sobre los diálogos, el trasfondo o el hilo argumental. Pero con una premisa tan sencilla, la semilla de la historia da sus frutos. Y la narrativa es sustituida por imágenes violentas, explosiones, tiroteos sanguinolientos y masacres en lugares públicos con un ciborg protagonista que se enfrenta a una nueva realidad al descubrir que no es un tipo normal, con un trabajo normal, y una familia de anuncio.
¿Tomará la pastilla roja o la azul? No pienso hacer el spoiler, bastante he desvelado ya aunque era imprescindible para poder dar unas pinceladas de la sinopsis.



FUTURE NOIR


El título, Hard Boiled, ya es toda una declaración de intenciones de la obra, haciendo alusión a un género en sí, popular en los 1920 y 1930, que era un subgénero derivado de la novela negra, de dudosa reputación en el ámbito pulp, por abusar explícitamente de violencia y sexualidad en sus historias.

Cumplirá canónicamente con la estética requerida, siendo nuestro ciborg protagonista un cliché estético del detective de novela negra, rudo, violento, con su gabardina y sus pantalones grandes de pinzas, la cartuchera bajo el sobaco, y su T-Bird con el interior hecho un vertedero de envases de comida rápida. Una suerte de blade runner. Todo con una estética ucrónica o retro futurista años 50.



Siguiendo estas características del dogma “hard boiled”, el cómic de mismo nombre ahonda de repente en la cuestión existencial, la revelación de la verdad, la aceptación o negación de los hechos y la capacitación de superar el shock. Y hablar más del tema, debido a su brevedad, sería pecar en spoiler.
Pero no todo es seguir el cánon a píes juntillas, los personajes que completan el elenco a parte de Nixon, como su mujer Becky, sus hijos, o el CEO de Willeford, son una auténtica canallada satírica, esperpénticos, especialmente éste último, un cachalote deformado con flequillo de Tintín agasajado continuamente de forma automática con servicios sexuales y comida basura, muy en la línea de los tróspidos que hemos visto en otros tebeos como Tokyo Ghost, humanoides infectos y repulsivos que representan todo lo que detestamos en el ser humano, la gula, la avaricia, la cosificación…humanos deshumanizados, una deprimente visión cyberpunk de nuestra evolución que quedará en manos de las máquinas que nosotros mismos hemos creado.
Así que poco más puedo hacer que recomendaros a todos éste homenaje de la novela negra pulp de “a duro”, con un confundido Philip Marlow cibernético de protagonista.
Sólo recomendárosla encarecidamente, dejaros llevar un rato en cada viñeta abarrotada de detalles de cultura popular y mensajes subliminales erótico festivos, grafitis provocadores y outfits inverosímiles entre las masas de peatones en la calle; Y paraos a pensar un momento en la situación de Nixon sin dejaros llevar por la orgía de sangre que va a salpizaros.
Si os gustó Transmetropolitan o The Future is Now, ésta obra va a ser sumamente esclarecedora para todos. Nos leemos pronto la próxima, ¡¡palabra!!




miércoles, 4 de diciembre de 2019

DEATH RACE 2000, EL FUTURO Y LOS COCHES, INSEPARABLES

AL VOLANTE DEL FUTURO QUE NO LLEGA



Bienvenidos y perdón por la tardanza, pero es que el tráfico rodado por la multipista de 9 carriles puede llegar a resultar infernal para desplazarse uno desde el sector industrial hasta las colonias de ciudadanos con permiso corporativo de baja cualificación en las afueras.
Claro, si tuviese uno de esas aero berlinas eléctricas Tesla Urano 5000 no me comería nunca estos atascos por vía terrestre, de 3 horas de embotellamiento. Al menos, como mi turismo esta geodirigido vía satélite, voy viendo mis concursos favoritos en la holored sentado, me encanta la nueva temporada de “Resort terminal”, me parto de la risa con “Gladiadores sin pasaporte” y la que me está defraudando algo en su nueva trigesimoquinta edición pero nunca falla es “La casa del Cyborg”. Dios salve a la tele ¿Qué haríamos sin ella? Y a los coches, por supuesto.

¿Recordáis hace décadas a ese tipo...Musk...¿Elon Musk? Algo así, que presentó un prototipo de coche indestructible con estética poligonal cyberpunk bautizado no sin menos descaro como Cybertruck, y le salió el tiro por la culata, se cargó la ventana del auto en la primera demostración pública, ¡Ja! Vaya tiempos aquellos, qué época debió de ser para vivir el SXXI.



Musk , el Steve Jobs de los coches, un multimillonario cercano y dicharachero, carismático, un adalid del cyberpunk, cofundador de paypal, del futuro hyperloop, Solar City, Neuralink, involucrado en proyectos de colonización interplanetaria, y bla, bla, bla, Todo lo que trae entre manos supone un exabrupto inalcanzable para los más escépticos, un sueño para los más crédulos, y por eso mismo es quien es, un vendedor de bloques de hielo en el polo sur.
Su hambre de cambiar el mundo, no sin llenar su caja fuerte, parece casi filantrópico si obviasemos lo segundo, y esa pasión es lo que hace que medio planeta confíe en él. Tesla ha sido todo un éxito por el momento, y disponer de vehículos de alta gama eléctricos con semejante autonomia empezaba a convertirse en una necesidad acuciante antes de ayer, ahora falta que la producción abarate los costes suficiente en función de la demanda para que todos podamos disfrutar uno, pero sospecho que queda mucho gas y petróleo por gasta en el mundo aún, y que una vez la democratización del vehículo eléctrico sea total, ya nos atarán las pelotas con un nuevo cable hecho de tasas, impuestos, o lo que sea.
Y bueno, no vine a hacer un articulo de Musk, pero sí de coches y la ciencia ficción, así que no podíamos pasar por alto a éste mecenas del cambio, un ciber Miguel Angel moderno. Un excéntrico soñador, que se permite soñar y ahcernos soñar a lso demás, que quiere diseñar nuestro futuro, y eso es de agradecer, sospecho que es un fan de la ciencia ficción, y que como todos los soñadores de tungsteno, extraña el futuro que llevamos imaginando décadas y que a las puertas de 2020 no ha llegado aún.

No tenemos aero patinetes como en regreso al futuro II, ni vehículos híbridos para aire y suelo como en Blade Runner. El futuro se resiste aún, y mucho. A veces da la sensación de que lo están retrasando a drede, que especulan con el progreso. ¿Industrias de combustibles fósiles? ¿Hay que agotar los recursos actuales antes de pasar a la siguiente fase comercial e industrial? ¿Estamos preparados para llenar el cielo de vehículos turismo voladores?
Hace poco veía el prototipo Skaide BMW de un híbrido tierra-aire, un huevo móvil convertible capaz de salir volando de un chasis terrestre de tracción rodada gracias a unas hélices tipo dron. Pero no soñamos con … eso...con un “gorrocóptero” de Doraemon tapizado en cuero, no. Queremos turbinas de despegue vertical, y las queremos ¡Ya!. No podéis seguir especulando con nuestro futuro ideal malditos traficantes de futuro (digo ésto en calzoncillos alzando el puño por la ventana, los asiáticos fumando y jugando majong en la acera me increpan algo en un dialecto que mi traductor neuronal de Google no logra convertir al español con decencia ni sentido para mi).

Pero las grandes corpos de la ingeniería del motor y transporte no cejan en su empeño, Airbus trabaja en ello, Porsche y Boing unen fuerzas para sus futuros prototipos, NEC en japón testea su homogéneo volador, Toyota diseña el coche personalizable FunVII, y todas quieren ser la primera en romper ese vacío del mercado. Y ya no es el diseño lo importante, si no las prestaciones, y las lunas digitales con realidad aumentada o características multimedia también se han convertido en una prioridad de la I+D automovilística, sin olvidar el "piloto automático" geolocalizado vía satélite.
Seguro que como siempre, la industria irá más rápido que la legislación y volveremos a vivir momentos como el del vehículoautotripulado por localización GPS atropellando a un androide en Las Vegas.


Ostras, a ver si el futuro sí está ya aquí, pero resulta que nos lo ha traido Aliexpress en vez de la Tyrell.
Sea como fuere, los coches siempre han sido un elemento propio del futuro, da la sensación en la mente y el imaginario colectivo, que es el coche volador el que inaugurará una nueva era y que hasta que no lo veamos no será cierto. Motor económico mundial desde la Revolución Industrial y Henry Ford, medio de transporte por excelencia, objeto de deseo, joya de la corona del diseño y la modernidad, citando a Marianetti con su manifiesto poético del futurismo en 1909:

Un coche de carreras es mas bello que la Victoria de Samotracia”

Algún día tendré que hablar de las vanguardias, pero hoy le toca al automóvil en una entrada de blog que es un extraño sueño de tungsteno, plácido, y diferente a los demás.

Cuando era crío coleccionaba cromos, y los que crecísteis en los 80 del SXX muy seguramente recordaréis la colección “Coches” de Motor16 si no recuerdo mal. Me parece ver un Ferrari F40 rojo en portada.
Aquél álbum traía algunos cromos de prototipos que ya por los 80 soñaban con el futuro, diseños lisos de una sola pieza, sin juntas, de carrocerías onduladas y carlingas moldeadas al viento, extrañas moles de metal tintadas con faldón tan bajo que no se veían los neumáticos... Y además, al final del album, había una zona de creación artística para los más peques, en la que nos invitaban a diseñar nuestro coche del futuro.
Recuerdo el mío, una especie de Interceptor con aletas en el capó y el tejado, faros retráctiles, y todo tipo de marcianadas salidas de la mente de un crío acostumbrado al cine de los 80, Mad Max, Knight Rider, etc... Una pesadilla de ingeniería similar al coche que diseñó Homer Simpson en la serie de animación que protagoniza.



Pero es que eran los prototipos que salían en el álbum, lo que más molaba de todo. Parecían burbujas cromadas con ruedas, fantasmas de la carretera, cápsulas tripuladas salidas de una ficción espacial.

Desde los 70, algunos prototipos estaban fuertemente inspirados por las películas de ciencia ficción, es un hecho, la música por sintetizador, los cómics franceses (con Moebius a la cabeza), era una década que ya añoraba el futuro como seguimos haciéndolo nosotros. Y en éste caso Europa tomo la iniciativa y no Asia ni EEUU. Bertone y Citroen abrieron al veda en los 70 arriesgando con diseños impensables. Y de ahí el Citroen Karin, todo un sueño de tungsteno , bello, anguloso y maravilloso, sobre todo en su interior.




Siguieron otros como el Ford Maya, o el Citroen Xenia, pero no eran tan atrevidos como lo pudo ser el Lancia Bertone Stratos, un auténtico misil cromado sobre ruedas salido de una novela pulp de “ a duro”.



En la misma línea el Maseratti Boomerang, inspirado por la serie de dibujos animados Transformers, dato literal.



Y desde oriente, se sumaban a la moda y presentaron el Insomnia y lo pusieron a correr en Lemans a finales de los 70. Su panel de control es de traca, una fantasía digital única.




Alfa Romeo lo petó con el Carabo y el Navajo, auténticos carros macarras cyberpunk.



¿Y qué me decís precisamente de los paneles de mando? Luces, pilotos y contadores digitales quisieron suplantar a las agujas, porque sí, amigos, antes de las pantallas táctiles y los ordenadores de a bordo hoy tan a la orden del día, había agujas y marcadores analógicos, así que en cierto modo, los siguientes modelos de “dashboard” son merecedores de considerarse el primer paso del vehículo actual.
El del Oldsmobile Inca es toda una verbena espacial con mandos de “Tie fighter” en vez de volante, toda una pasada para un crío de los 80 si ya lo flipábamos con el volante de la máquina arcade de Spy Hunter.



El del Lancia Orca, aunque tenía volante, estaba lleno de lucecitas increíbles y botones como Kit.



Y el mapa digital del coche del vector V8 pues vosotros me diréis, que chulada, parece salido de la barra de estamina de un videojuego de vehículos de combate.



En EEUU el primero que me viene a la mente es el Plymouth Slingshot, eso en 1988 sí era el futuro, sin duda, un 16 válvulas con un exterior en perla y negro, con una carlinga de apertura frontal que imitaba a un aeroplano de combate. Menudo un sueño de vehículo.



El Chevrolet Express era muy parecido, parecía un extraño vehículo de combate, o de policía como el que después aparecería en la película Demolition Man, un Ultralite de la General Motors, más moderno claro, ya de entrados los 90.





Porque pese a que la búsqueda del futuro en el mundo automovilístico suene a retro, y actualmente el reto siga siendo el vehículo aéreo, los diseñadores más soñadores no tiran la toalla de jubilar el presente y meternos de lleno en el futuro con estéticas bio técnicas como el BMW The Vision.



Y es que los coches y la ciencia ficción están tremendamente unidos, son protagonistas de docenas de historias, el Ford Taurus de Robocop, el Delorean de Regreso al futuro, el Ford Falcon “Interceptor” de Mad Max, el Lexus 2054 de Minority Report, el Audi RSQ de la asimoviana Yo Robot; Ninguna de esas películas serían lo mismo sin sus coches.

Y por eso mismo, hoy voy a hablar también de una película en la que los coches y el futuro distópico lo son todo.

DEATH RACE 2000


¡La carrera de la muerte del año 2000! Ya, calro, que me instalen a mi en el turismo un par de armas de fuego automáticas, ya veríais como me lo montaba en los atascos. 
En fin, así imaginaba Paul Bartel los coches y el futuro en 1975, pobre ingenuo.


Bartel, que proféticamente falleció en el 2000, año en el que imaginó esta loca distopía motorizada, fue un director y actor neoyorkino a quien debemos o hemos visto en títulos muy populares en la TV y el videoclub durante nuestra infancia como Piraña, Los Locos de Cannonball (le gustaban los coches a Paul, sin duda), la infame Munchies, Gremlins 2, o escape from L.A., por lo que sobra decir que la mayor parte de su desarrollo artístico sucedió en circuitos independientes y producciones de bajo presupuesto.
Death Race 2000 es sin duda su principal éxito junto a Private Parts, ambas gracias a la cooperación de su amigo Roger Corman, responsable de otra larga lista de títulos de dudosa reputación y otros más afortunados como La pequeña tienda de los horrores, El Cuervo o Los cuatro fantásticos.





¿De que va Death Race 2000? Podemos sintetizarlo con facilidad, una carrera de coches ultra violenta de costa a costa de los EEUU en un futuro sombrío gobernado por un tirano. Pero no vamos a conformarnos con ésto, oh no, Multivac sabe que no.

El gobierno de los EEUU ha asumido un control dictatorial tras la última hecatombe bélica, económica y social del siglo XX. Para fomentar la economía y entretener a la población, cada año organizan la retransmisión televisiva de La carrera de la muerte, en la que 5 vehículos con su piloto y copiloto, recorrerán la nación con dos objetivos.
Uno, ganar la carrera llegando el primero.
Dos, sumar puntos matando gente en el camino. Sí, habéis oído bien, un alegato de ultraviolencia desmesurada y demencialmente cómica en la que de forma surrealista, Paul Bartel predice el mecanismo del videojuego Carmaggedon. Atropellar varones adultos no da tantos puntos como atropellar mujeres, adolescentes, infantes...y los jubilados ya son el bonus especial. 1975, Sí , yo me he quedado sorprendido, ya que el cine de la época aún trataba de recuperarse de La Naranja Mecánica y su visión nihilista de la ultraviolencia hacía 4 años. Obviamente, éste film no tuvo nid e lejos la repercusión de la de Kubrick, ni los medios, ni es una película que podamos considerar siquiera buena siendo honesto. Pero poniéndonos en situación, es una película muy atrevida, muy irreverente, y seguiremos hablando de eso mismo un poco más adelante.

La carrera es una parodia distópica absoluta que uno no sabe si tomarse a coña, en serio, o 50/50. Es como Los autos locos en versión adultos. Los coches, son vehículos de combate con ese toque pasado de moda (ahora que es el 2020 casi claro, por eso insisto, hay que ponerse en situación) de un imaginario año 2000 que hemos dejado muy atrás ya en el rpesente. Parecen hot wheels de circuito infantil, con carrocerías carnavalescas, zoomorficas y exageradas y enormes cuchillas y armas como cuadrigas modernas de Ben Hur.
Los pilotos, tres cuartos de lo mismo, asumen roles exagerados de alter egos temáticos, entre el súper héroes y el personaje de dibujos de Hanna Barbera, ridículo al máximo. Tenemos en el elenco una cowboy fatal en su coche con cuernos vacunos, una demoledora nazi con su esvástica y todo en una especie de bólido-tanque, un Marco Antonio romano de palo, Sylvester Stallone en el papel del piloto gángster de los Chicago 30's que en ocasiones parece Paccino torciendo el morro en el papel de Tony Montana; Y por último a David Carradine como Frankenstein, un superpiloto mejorado biónicamente en quirófanos, el favorito, con su traje de super héroe barato de látex-cuero que podríamos confundir con un sumiso de mazmorra sadomaso bondage.


Dantesco todo. ¿Pero a que apetece verla?


Stallone y Carradine copan el protagonismo de ésta marcianada de culto, dos pilotos enfrentandos, rivales colosales, en una cinta que no hace ninguna gala de corrección política, y que como hablaba en otras pelis de la época, como Rollerball o America 3000, han envejecido de una insultante manera retrógrada que las convierten, en la equidistante era actual que nada tiene que ver con la distopía cruel y salvaje que imaginaron, en una ficción machista y gratuitamente violenta con un buen puñado de escenas que el Franquismo no censuró pero que hoy en día sí censurarían defensores y defensoras de ésto y de lo otro sin pararse a tratar de entender ni un momento que es una ficción, repetimos ficción, una vez más F-I-C-C-I-O-N, y que no tiene por que representar de forma exponencial ningún sector real de la sociedad, no pretende tener carácter educativo, y sólo responde a la imaginación, bizarra o no, del autor, que debe fluir libre sin atender a cánones éticos ni morales, aunque la firmase Srdan Spasojevic. ¿Por qué? Porque es una FICCION. Y con ésto no me posiciono en ningún caso que me caigan bien ni me parezca bien lo que hacen o hicieron ni Francisco Franco ni Spasojevic ¿vale? Que hay que ir con las manos en la nuca con la gente del SXXI como cuando la poli de Texas te pide que pares el coche a un lado de la carretera, porque todos tienen el ratón cargado y el dedo tiritando sobre el click.



La película presenta una sociedad hyperviolenta, alienada, que como en Rollerball, o en La naranja mecánica, necesitan su circo. Seguramente pretendió horrorizar al espectador de hace 40 años, mostrándole una caricatura grotesca de la sociedad americana, de su violencia innata enraizada en al sociedad, de la cosificación y la deshumanización, que acaba representada en un sainete sobre ruedas con mucha sangre hecha con botes de tomate frito, coches copiados de un reto escolar de carreras estudiantiles cuesta abajo, algunos pechitos al aire muy de revista, y Stallone cascándole un puñetazo a la playmate rubia y cateta que le hace las veces de copiloto, porque sí, porque su personaje Al Capone del Hacendado precisamente es eso, una caricatura del mal gusto machirulo y dominante de un líder del hampa.



Por lo demás, la pelicula incluye escenas de humor absolutamente absurdo, a lo Benny Hill pero con gore y coches de carreras, y ese pequeño intento de hacer sorna sobre el estilo de vida puramente americano, con un presidente de los EEUU que es un monigote, dando alguna puntada con hilo gordo a cerca de que los medios de comunicación están totalmente comprados al servicio del poder desinformando al espectador, y una pequeña moraleja revolucionaria y política que yo descifraría en clave de desencanto, pero no voy a hacer spoiler.

Como anécdota, reuniendo algunos de los actores que reúne, teniendo la solera que tiene, y prediciendo un futuro distópico, si empatizamos con la fecha de producción, los medios que seguramente tuvo la producción, y todos esos aspectos a poner boca arriba sobre la mesa antes de darle al mando a distancia, la película tiene un anecdótico pase cinéfilo, curioso, aunque no bueno.

Pero no podía quedar ahí la cosa, que va, en 2017 a alguien se le ocurre rodas Death Race 2050 con exactamente la misma premisa. El majadero que destroza cualquier atisbo de orgullo y humanidad que pudo tener el título original con éste remake es G.J. Echternkamp, que no tenía yo ni idea de quien era hasta que visualicé éste bodrio absoluto, y que tras investigar un poco, sigo sin saber quién es ni haber visto nada suyo. Lo peor de todo es que Roger Corman produció semejante ofensa a su película original.



Su revisión del clásico es si cabe, más absurda, más patética, con peor producción en retrsopectiva del tiempo pasado desde la original a la suya, y en fin, mala a rabiar, no voy a entretenerme mucho en hablar de algo tan malo.
Resumiré con que añade a la misma temática nuevos pilotos secundarios, manteniendo a Frankenstein encarnado ésta vez por Manu Bennet (el orco malvado e hiper carcterizado del Hobbit ), y repite la historia original, con licencias como añadir el fenómeno de la realidad virtual a la carrera televisada, y cambiar toda aquella morralla incorrecta de la primera, por chistes malos y situaciones sin sentido y efectos especiales de bazar ostentosos e ineficaces.
Pero en honor a la verdad, había que mencionar que semejante horror, que rivalizaría con Troll 2, existe, y no hace ni la mitad de gracia, ni logra transmitir la burla del estilo de vida y política americanas porque es tan mala, que no puede uno entrar en la onda sin avergonzarse.
O a lo mejor, teniendo en cuenta que Corman produjo esto, igual no he terminado de entender la película, aunque veo de lejos por donde quieren ir los tiros, pero no hay quien lo aguante. Delirante.


Atención, que uno de los documentos que aún no he podido cotillear, pero que pienso hacerlo a menos tardar, son los cómics de Death Race 2020 de Roger`s Corman Cosmic Comics, tienen una pinta pulp que no me quiero perder por nada del mundo.



El clásico de Corman, obtuvo una continuación cronológica de su universo con la trilogía Death Race de Paul W. S. Anderson (de quien ehmos hablado hace bien poco en el blog) protagonizada por Jason Statham, que retomaba la historia distópica original, dándola un acertado lavado de cara al gusto contemporáneo y consiguiendo cierto éxito comercial gracias a las tan deseadas escenas de acción y velocidad rodadas con medios actuales y un buen presupuesto. Pero de ésa trilogía y otros spin offs del universo Death Race de Corman, hablaré en un segundo capítulo de la entrada, porque esto se está iendo de las manos hoy, y no pretendo escribir la biblia, dosifiquemos, que aún me queda, y dediquémosle a ésta trilogía renovada el hueco que se merece en los sueños de Tungsteno.






Y POR SUPUESTO, VIDEOJUEGOS


Y como no podía ser menos, la distopía sobre ruedas, los duelos al volante, los destruction derby del futuro, donde mejor retratados han quedado es en los videojuegos.

Como la entrada de hoy, pese a que me está encantando, se hace demasiado densa, no voy a centrarme en un título en concreto, pero al igual que con esos modelos de coche real que hicieron y siguen haciendo volar nuestra imaginación, que menos que darles un repaso a granel.

Si hay un título que me encanta de coches compitiendo violentamente en el futuro, es F-Zero.
En ese clásico exclusivo de Super Nintendo, de 1990, firmado por Miyamoto, dios absoluto de la gran N en el panteón de seres supremos, pilotaremos vehículos futurístas, aéreos en ésta ocasión (un paso evolutivo imaginado por todos en la automoción), en aceleradas carreras en las que nuestro vehículo podrá quedar destrozado si no somos lo suficientemente hábiles.



La sensación de velocidad arrasó en el mercado de juegos de carreras de los 16 bits convirtiéndose en un pequeño portento técnico y un clásico inefable.
De hecho, se constituyó como saga, continuando en los títulos F-Zero X, F-Zero Maximum Velocity, F-Zero GX, F-Zero GP Legend y por último F-Zero Climax, y lejos de ser revisiones de carreras del futuro y poco más, como suele hacer Nintendo, incluye un trasfondo para darle profundidad al universo en el que se compite, narrando un almanaque de la historia de la competición, incluyendo eventos históricos, y mitificando pilotos. Todo éste universo expandido dio píe a una serie anime en japón incluso, lo que constata su éxito.

Hubo otros juegos intentando hacerse con el trono de la velocidad del futuro, como Wipe Out, de Psygnosis para Playstation, Saturn y PC en 1995. Las carreras del año 2052, dispuestas a hacer sombra al clásico susodicho de Nintendo, bautizadas como la F3600, carreras de anti-gravedad, con vehículos aerodeslizados. El jugador podía elegir diferentes vehículos pertenecientes a diferentes escuderías o equipos megacorporativos, y la historia sigue reduciéndose a lo mismo, ganar sin explotar en una curva. Nada nuevo, aunque a nivel técnico, la velocidad y los gráficos daban un salto exponencial respecto a su predecesor espiritual.



Hubo otros en el intento, como Mega Race, para PC, Sega CD y 3DO firmado por Cryo en 1993. Seguimos dándole vuelta al torno Perico, carreras futuristas y violentas, que en ésta ocasión, sí eran sobre ruedas.
El juego exprimía la tecnología 3D del momento e incluía secuencias digitalizadas de full motion video.
El juego aguantó una segunda y una tercera entrega, luchando contra el olvido.




Y entre carrera y carrera, no puedo despedirme sin mencionar Spy Hunter, el arcade con el volante más retrofuturista de la historia, que gozada era agarrar ese volante sudado en el salón recreativo y creerte Michael knight a los mandos de Kit. En aquel shooter vertical que ficcionaba las persecuciones de un espía modo 007 conduciendo su mortífero coche ultra tecnológico por la autopista.
Secuelas y una docena de ports avalan el incunable de Midway del 1983.



Y podríamos añadir otro porrón de títulos con coches de combate como protagonistas como Car Wars, Power Drift, Badlands, Fire & Forget, etc, etc, pero estos, aunque tienen coches armados y autopistas interminables, creo que más bien deben lo que son a Mad Max, que ya tocará otro día, con mimo, cariño, devoción y miedo por hacerle los honores necesarios.
Lo mismo con juegos de mesa y o rol como Gas Lands o Combat Cars.
Y por supuesto, seguro que me recordáis más títulos, o me descubrís muchos más del estilo, porque no lo se todo, ojalá.


Así que, perdón por el retraso, y hasta la próxima, que estoy oyendo como pita la alarma de mi buga aparcado abajo ene l callejón, y ya veo por la ventana que hay un par de punks llevándose los tapacubos, cojo el jamonero y bajo en bata. ¡Nos vemos en el futuro!