lunes, 21 de diciembre de 2020

ARMITAGE III, CYBERPUNK A LA JAPONESA

 

ARMITAGE III, MISMO NOMBRE, DOS OBRAS DIFERENTES

¿Qué pasa choomers? ¿habéis lanzado ya por la ventana vuestros ejemplares de cyberpunk 2077? ¿O sois como yo que defiende a Arasaka a capa y espada pese a sus obvios y decepcionantes fallos en el acabado y la jugabilidad? A tomar por culo con ello, si en cuanto vi que me cambiaban el tráiler de la chica guapa con implantes afilados tiroteada por la policía con un cartel de la ilustración original de Alt del manual Cyberpunk 2020 de R. L. Talsorian Games de fondo, por el del p.u.t.o. Keanu Reeves, ya supe yo que todo se iba a la mierda, y os lo dije, no me estoy haciendo el Capitán A Posteriori, os lo dije, P-U-T-O Keanu, blasfemias así contra Johnny Silverhand no podían ser perdonadas por los dioses digitales del cromo y han maldecido a CD Projekt Red  con buggs ancestrales.

Nos acercamos al final del año, el comienzo de una nueva década, crucémoslo como si fuese un tubo de conexión cegador, atravesando el ciber espacio a través de glitches, spam, y residuo eléctrico; o como si fuese un túnel de gusano a velocidad luz a los mandos de nuestra berlina interplanetaria mientras los destellos de azul cósmico se reflejan en la carlinga.

¡Vamos que nos vamos!

A mi el 2020 me ha defraudado profundamente, porque era el mejor año para vendernos la realidad virtual inmersiva, y ya no salir nunca más de nuestras celdas de pladur, trabajar en una oficina virtual, salir de copas con las amistades a clubs virtuales, sexo virtual… Maldigo a Sanyo, Apple, Microsoft, o quien quiera que no haya hecho los deberes debidamente para éste 2020, porque hubiese sido el año ideal para “Los sustitutos” versión ciberespacio, y quedarnos todos en casa ajenos a cualquier pandemia, recibiendo nuestras compras con drones a domicilio, haciendo vida con unas gafas y unos guantes desde una butaca o el sofá, mientras aquellos cuyo medio de sustento hubiese sido engullido por el progreso capitalista tuviesen que vivir en slums en el exterior, bajo puentes, en parques o en las cloacas, forjando una resistencia mutante antisocial; y la juventud sin estudios ni trabajo formase violentas pandillas motorizadas. Hemos perdido la mejor oportunidad de nuestras vidas para hacer realidad el futuro que llevamos décadas imaginando, somos unos parguelas.

En fin, que todo va a seguir igual que hace un año en cuanto se vacune a todo el mundo. Puede que a algunos y algunas nos caiga un rayo o nos caguemos encima, no se, pero es lo que hay.

Y tras un toque de humor absurdo, porque prefiero reir que llorar, y lamento si hubiese herido la sensibilidad de alguien, no era mi intención, voy a tirarme de cabeza al tema que me trae a mi buhardilla virtual hoy, un comic (manga) que primero fue una película de animación (OVA), y que parecen no tener nada que ver la una con la otra, para bien y o para mal.




Se trata de Armitage III, una obra cyberpunk que quedó eclipsada en los 90 patrios por méritos propios en los kioskos, y no solo por la mejor de las excusas que hubiese sido que no podía competir contra Akira, Patrulla especial GHOST ni Apleseed o Alita. Pero es que el manga de Armitage III se eclipsa a sí mismo con su dibujo y el giro de estilo narrativo posterior a su presentación como Anime.

Así que empecemos por el principio, 1995, Chiaki J. Konaka (Digimon) escribía la historia de Armitage III, reconocido fan de los mitos de Lovecraft (a ver si ahora los digimon estos van a estar inspirados en dioses primordiales, la leche) se puso al frente del screenplay de lo que serían los 4 primeros episodios televisivos que nos presentarían Armitage III.



La versión “papel” sin embargo fue escrita por Zarae Otana y Tatsuya Ikegami, recayendo la responsabilidad del dibujo en Hiroyuki Ochi, por lo que lo primero que queda claro es que Armitage III  no es producto personal de un solo autor, si no más bien, el juguete de una productora a disposición de diferentes creativos o dibujantes, en éste caso Tokuma Shoten. Esto, ya explica abstante bien por qué el manga no se parece en nada al film, en nada. Conservan el mismo guión dorsal y lore pero ni las personalidades de los protagonistas ni el estilo plástico concuerdan en absoluto de un soporte al otro.

COCKTAIL CASPOSO DE ASIMOV Y BLADE RUNNER

¿Qué puedo decir yo de Armitage III? Seguramente poco y mal dicho será lo que diga, ya que no soy un otaku, apenas me gusta el manga y solo consumo el de ciencia ficción y con reticencias. ¿Os preguntáis por qué? Pues si no os lo preguntáis os lo digo también, es lo malo de la retórica. Personalmente opino que los mejores tebeos cyberpunk son los firmados por japoneses, sin duda, y no voy a volver a enumerarlos, pero sin embargo, sí enumeraré algunos de los occidentales del género más galardonados o endiosados, como Ronin o Transmetropolitan, y joder, amo Transmetropolitan, lo amo, pero los japos se llevan la medalla de oro en el cyberpunk ilustrado.

Sin embargo, ya lo he comentado alguna vez, tal vez en mi entrada de Blame!, no recuerdo, pero no logro conectar con el sentido del humor japonés, esas cosas (perdonad mi ignorancia lso que sabéis del tema) que a veces creo que se etiquetan como wayfu o kawai, o no se, de verdad, no se, pero no entiendo sus conflictos ético sociales la mayoría de las veces, ni comulgo especialmente con su afán de sexualizar heroínas en historias que pretenden ser distópicas, serias o grimdark, porque si lo que quiero es ver tetas gordas en un cómic me leo un Kiss Comix. No solo esto, si no que el montaje occidental de su lectura oriental suele quedar confuso, no es consecuente, me dificulta seguir el hilo, y si lo intento de derechas a izquierdas casi que peor, y suelen dejar muchos flecos y cosas sin explicar, demasiadas, y estoy siempre estrujándome le cerebro y pasando páginas de atrás hacia adelante una y otra vez para ver qué no estoy entendiendo, y me desespera un poco.

Pero ni con esas puedo quitarles a los malditos japos locos el podio de la historieta cyberpunk.

Esto mismo, genera otra situación, la sobrecarga de la temática en el mercado noventero, y al final, cuando más de la mitad de las obras mejor consideradas por la crítica y el público son cyberpunk, el pescado está vendido, no todas las obras pueden ser perita, y algunas no van a pasar de paja.

Armitage III tiene un poco de éste handycap o San Benito. Primero, quiero comentar una majadería mía, que es el propio nombre de la serie, homónima a la de la protagonista, Armitage, que considero un guiño, tributo, a la obra de WilliamGibson, por su personaje del Neuromante de mismo nombre. Aunque esto solo lo pienso yo, porque al parecer el guiño va para el de Providence citado antes, y el Dr. Armitage del Horror de Dunwich. A mi que me lo expliquen.



Dicho eso, es el Anime el que comienza la historia, y el manga lo que la continúa en un orden cronológico de la historia, y leer el manga sin ver los episodios, empeora la experiencia. Nos vamos a ir al planeta Marte de 2046, colonizado por la humanidad en una campaña de expansión por el sistema solar, pero gracias a los trabajos llevados a cabo por los robots y androides, la mejor mano de obra posible, la de la inteligencia artificial.



Desplegado el tablero, tenemos al detective humano Ross Sylibus, un tipo duro, el protagonista perfecto de un hardboiled, pastiche de future noir fusilado hasta la saciedad, lobo solitario con un trauma en particular (no spoiler).

En la otra mano, la protagonista absoluta, Naomi Armitage, policía de marte, sexy y provocadora de más, con pintas entre lo bondage y el chapero, irreverente, macarra, no tiene nada de frágil, es una matona de élite, una heroína de armas tomar.

Unidos por lo laboral, van a tener que esforzarse en hacer equipo para detener a un criminal muy particular, un asesino de androides tipo 3, los “nexus 6” de la historia, el modelo más avanzado de la robótica marciana que incumple las normativas legales y deberían estar fuera de servicio, un modelo capaz de camuflarse perfectamente entre la humanidad ya que son de apariencia idéntica a la orgánica y pueden comportarse emocionalmente, crear arte incluso, prácticamente indistinguibles de los humanos reales.

Con estos elementos, cualquiera diría que estamos en una obra de Asimov o una versión spin off de Bladerunner, porque tenemos los elementos más empleados en la receta cifi de comedor escolar hasta la fecha.

Potaje de robots.

Como podéis imaginar, sin spoilers, encontraremos las sempiternas y caducas tribulaciones a cerca de qué diferencia al humano de la máquina, la conciencia de la máquina, el alma frente al software, el síndrome de Pinocho, revueltas “racistas” antirobots, los problemas sociales de la robotización, la revuelta robótica en contra de sus amos humanos, y es que lo hemos hablado tantas veces (y lo hablaremos inevitablemente) que tampoco quiero hacer hincapié en ello, porque lo tenemos muy sobado (podemos rebobinar a la entrada del videojuego Detroit o Alita GUNNM para seguir haciéndonos daño con este saco de cuestiones filosóficas).

Al menos, la película, nos los propone todo en un ámbito serio, melancólico, maduro, con muy leves toques de humor “amarillo”, siendo un ejercicio recomendable para todo fan del cyberpunk darle un repasito a sus 4 episodios, compilados en el largometraje Poly-Matrix y por qué no, la secuela del 2002, Dual-Matrix.

La banda sonora, las escenas de acción, y los momentos de “reflexión” con metáforas acerca de lo vivo y lo artificial, el arte, la fe y el amor, cumplen con la expectativa.

La búsqueda de identidad de Armitage en medio de una serie de conspiraciones policiacas corporativas entre Ross y los fabricantes de droides modelo 2 hará avanzar la trama de esta historia ciber noir de manual. Merece la pena.

Mientras que el manga, bueno, si no recuerdo mal son 5 números de unas 70 páginas aproximadamente, en el que se infantiliza las personalidades de todos los papeles, convirtiéndose Armitage en una ciborg algo ridícula y cuqui que abandona por completo su papel psicótico y violento que manifestaba en la peli en ocasiones (no quiero spoilear de más); el dibujo hay veces que no tiene perdón de Dios y la calidad dista mucho de la del anime, y seguimos dándole vueltas al tema de los robots, sus funciones, y un extraño propósito secreto en la programación de Armitage y su némesis de clase 3, el “Roy Batty” de la historia, que es un clase 3 anti humanos con ansias megalómanas. Está más en la línea de Alita, que en la de GITS que estaba la película, y es que todas esas droides quieren ser Kusanagi, y ella quiso ser Molly Millions, ¿o no?



El manga incluye un donaire absolutamente innecesario llamado Chika, que es el robot doméstico de Armitage, y que infantiliza aún más la secuela impresa del anime, dejando de muestra un botón.

 

Y poco más mutantes y mutantas, sota, caballo y rey, esto es lo que hay sin contaros toda la trama y sus pocas sorpresas, que podéis imaginar antes incluso de darle al play o pasar la primera hoja de papel, pero bueno, no os va a llevar mucho de vuestro tiempo libre tampoco, y el saber no ocupa lugar, o si, según los gigas o los teras. Yo le di su oportunidad y no me arrepiento.

jueves, 10 de diciembre de 2020

1984 EL AÑO DE LA DISTOPIA

 

EL GRAN HERMANO NOS VIGILA

 

Bienvenidos una vez más ciborgs, robots, mutantes, mutantas, aliens, y demás baja estofa y lumpen interplanetario e intervirtual que os reunís en mi  nodo por sorpresa y con alevosía, para masonear, difamar y supurar en torno a cuantas obras de ciencia ficción multi soporte y formato caigan en nuestras manos, o más bien en las mías que soy el panoli que invierte su tiempo libre en escribir éste blog infame, carente de rigor ni criterio (guiño, guiño a la A.C.H.U.S. si algún día se dejan caer por aquí, que sepan que serán bien recibidos, tengo ganchitos, refresco hiperazucarado y no les pasaré el antivirus neuroletal), ni ética, ni popularidad, ni nada de nada, pero que a mi para disgusto de puristas, oráculos y empollones, me sigue gustando escribir, porque bueno, me gusta escribir, y así no pierdo la práctica. Me gusta comunicar, aunque a veces hecho de menos no tener un interlocutor directo, claro, pero quien sabe, estoy barajando pasarme al podcasting, pero bueno, como diría El Nota del Gran Lebowsky “Más complicaciones”, y si a eso le sumamos mi cinturón negro en procrastinación, y mi superávit de hobbies… No hago más que liarme la manta a la cabeza.

Pero a llorar a la llorería, aquí estoy, una vez más, quién lo hubiese apostado, y hoy vamos a recuperar la literatura como hilo y vamos a charlotear informalmente, como siempre, pero con amor y pasión, sobre una obra que éste 2020 ha estado, y estará muy vigente, por los componentes políticos y conspiranoicos que predijo a mediados del siglo pasado, y es que, bajo mi humilde opinión de ignorante observador, no hemos cambiado tanto desde el final de la segunda gran guerra, y aunque parece precisamente distopía o ciencia ficción, si hago el esfuerzo de echar la mirada hacia atrás sin esforzarme mucho, recuerdo la caída del muro de Berlín, la independencia de Hong Kong, y otras consecuencias del mapeado post guerra fría, que yo diría que no más que haber terminado, sencillamente podríamos llamarla, la guerra templada, porque no ha dejado de estar vigente desde que empezó, y seguimos pendientes de soluciones en Palestina, en Los Balcanes, y en prácticamente toda la Africa post colonial, y así sucesivamente sin ser yo un entendido de nada ni pretenderlo, pero es que hasta los tontos, si prestamos un mínimo de atención, logramos sacar conclusiones de nuestro entorno, más o menos acertadas, y ya si nos da por documentarnos debidamente, pues podríamos hasta dar nuestras opiniones en voz alta, pero yo no me atrevo aún, porque no me gusta decir gilipolleces, aunque como todo semi humano, a veces, lo hago, pero siempre tiene uno la oportunidad de repensar, investigar, y retractarse o reafirmarse incluso.

Bueno, que para hablar con propiedad de algo hay que tener la info, que aquí todo el mundo opinamos muchas veces pero no tenemos ni puta idea, y a mi me pasa también, sí, pero al menos soy consciente y activo el firewall en medida de lo posible. Pero de eso va mucho también nuestra obra de hoy, de formar opiniones, porque al final, muchas veces opinamos a raíz de lo que nos cuentan, por ejemplo, políticos, medios de comunicación, conocidos y o familiares, y al final, si no contrastamos nada, igual le damos veracidad, porque ¿Qué necesidad de mentir tendrían todas estas personas que me están contando esto o aquello? Si no tengo datos para desmentirlo o rebatirlo, no estoy en posición de ninguna verdad, y entonces, acepto como verdad, la única info que recibo.

Esto dicho así, de andar por casa, porque para tesis doctorales y demás ejercicios intensivos al respecto, la red nos ofrece todo lo que deseemos conocer, pero preferimos el porno y el Candy crush, somos semi humanos, es así. Pero realmente, podríamos leer a Kant por ejemplo, para profundizar en la verdad, podríamos leer a cerca del Intituto Tavistock, para comprender la ingeniería social, podríamos… Pero nos conformamos con 1984.

Así que en un escenario que podríamos bautizar como El telón de cromo, ya que el acero tiene poco glamour distópico, la sociedad occidental sigue sumida en las mismas mierdas caducadas y retrogradas de la izquierda y la derecha, dejando en ridículo a todo aquél que se autodenomine centrista, porque siempre tiende a oscilar hacia uno de los otros dos lados o sencillamente el populacho no queremos medias tintas. Y dale vuelta al torno perico con las viejas etiquetas, los rancios abolengos, los rojos y los azules, encabestrándonos en un antiprogreso que a alguien debe favorecer, pero nunca al proletariado, ni siquiera al burgués de turno engañado en su trono de cartón piedra que como tiene su pan acepta que le llamen tonto, y yo que se quien será el verdadero señor del puro, ¿Los Bildelberg? ¿Los masones? ¿Arasaka y las grandes megacorporaciones? ¡¿Quién?! El Gran Hermano (risa malvada grave y prolongada).

Y no avanzamos, corremos en la rueda de hámster sosteniendo las mismas astas de bandera roída y descolorida, y si no lo haces, eres un apóstata social, un facha, un bolivariano, o peor…eres un librepensador o un miembro de la cínica tribu milenaria, y en verdad seguimos y seguimos creando categorías y subcategorías con las que camuflar el sentido común, y afloran aún de forma absolutamente incomprensible para mi cerebro chippeado, racismos, machismos, antisemitismos, homofobias, y odios irracionales para todos los gustos y colores sustentados por consignas políticas extintas, por proclamas fósiles. Y yo, demócrata convencido, de tinte socialista aunque a veces peco de capitalista, antisionista, antitotalitarista, llámenme burlonamente progresista si gustan con total libertad y sentido del humor, pues lo entenderé ya que me considero especialmente empático respecto a quienes se proclaman “liberales” , pero nunca frente a los cabestros y bueyes (con perdón a tan noble bestia de carga) que defienden todos esos odios tan asquerosos enumerados antes que desearía no tener que repetir jamás. Me siento un poco solo, saturado ante la decadencia y el surrealismo social reinante, porque no logro asimilar que haya cerebros orgánicos capaces de cometer y defender semejantes atentados hacia la humanidad y padezco el miedo o la preocupación de ser consciente de que conviven conmigo, los tengo a mi lado, muy cerca, y son una bomba de relojería a punto de estallar, o de sacar un  arma y al grito de viva cristo rey pegarme un tiro por la espalda al grito de rojo, judío o maricón (indistintamente de que lo fuese o no, ¿que más daría una vez apretado el gatillo?) como hace apenas 45 años aún pasaba en nuestras calles. ¿Cuántos millones quieren fusilar una panda de vejestorios que han formado parte de los cuerpos de defensa nacionales? Y eso que aquí no hay segunda enmienda, te cagas. Y yo pensando en que hay que promover el pensamiento global de humanidad y olvidarnos de los nacionalismos porque si no, a largo plazo, vamos a tirarnos al vacío como Lemmings. En fin, ¿qué sabré yo? Odia el juego pero no al jugador.

En verdad, como si de una campaña publicitaria se tratase, va a haber que defender el eslogan de que cada uno somos “algo más” que una cosa u otra visto lo visto, pero lo que nos falta es cemento de unión, nos falta ese puntito sardónicamente cristiano de amar al prójimo, o lo que llamaríamos actualmente los charlatanes pseudocientíficos, asertividad.

 

Y tal como decía al principio de mi reflexión, no, no hemos cambiado prácticamente nada, y no se si cambiaremos alguna vez, y hablo en plural de la primera persona, porque sería demasiado soberbio por mi parte excluirme del grupo humano occidental al que pertenezco por defecto, pese a ser consciente de nuestros defectos, ya que ejercitando la empatía de nuevo como presumía antes, tal vez, aquellos individuos que se mantengan en un eje radicalmente opuesto a lo expuesto piensen lo mismo de mi, y llegados a éste punto, podríamos leer en la red algo de Karl Popper también, pero eso es más aburrido que 1984. Y dicho todo esto, es imposible no tenerle miedo al futuro, porque estamos en manos de psicópatas, y convivimos con asesinos hambrientos. Es desalentador, pesimista, negativo, pero es una realidad, y el mundo, o mejor dicho la humanidad, seguimos funcionando como un virus, dejando al famoso COVID a la altura de cualquier santo católico apostólico románico. Y eso, sin enterarnos muy bien de que estará pasando en el resto del mundo, en países que nuestros pequeños no estudian aún en la ESO, y gobiernos demenciales cuyo líder podría ser un villano de la Marvel sentado en su castillo desayunando fetos humanos, porque muchos documentales vemos de Hitler, Mussolini, Stalin, Maho pero pocos de Duterte, o de señores de la guerra africanos mientras los medios nos bombardean con peleles como Bolsonaro  o Trump y volvemos a lo mismo, 1984, nos informan de lo que quieren que sepamos, pero George Orwell no imaginaba que hoy en día tendríamos internet, que podría ser la herramienta clave para eliminar el desconocimiento, pero creo que es incluso innecesario bloquearlo como hace el gobierno Chino, la red ya tiene suficientes laberintos de contrainformación, bulos, y demás trampas del conocimiento que nos harán crear opiniones deformes y monstruosas, auténticos ghoules intelectuales, que nos dejarán en el mismo punto de ignorancia y estupidez, como si internet no existiese. Menos mal que hay porno y póker online, ¿no? Yo que se, solo se que no se nada.

Parece esto un ensayo sobre la épica lucha entre el bien y el mal, el ying y el yang y demás magufadas erótico filosóficas.

Vamos allá con lo nuestro.




GEORGE ORWELL

Después de semejante chapa introductoria que podrá generaros sarpullidos y erupciones a todos aquellos y aquellas que discrepéis, os pediré, igual que hago yo, que empaticéis conmigo, y no me toméis demasiado en serio. Seguro que muchos y muchas tenéis opiniones contrarias, parecidas pero con matices, primas, hermanas o sobrinas, pero iguales lo que se dice iguales, ya será difícil, teniendo en cuenta además que no he expresado todo lo que llevo dentro, porque tampoco es mi intención adoctrinar a nadie ni vender ninguna moto, sencillamente, es lo que yo percibo, y seguro que mañana será otra cosa, porque el mayor valor del humano, es precisamente, que es mutante por naturaleza, cambiante, evolutivo o involutivo, pero cambiante. Según los estímulos recibidos, mutaré. Y ya sabéis lo que opino de las opiniones, valga la redundancia, y es que no son tan trascendentales hasta que lso datos objetivos demuestren lo contrario, y volvemos a darle vuelta a la ruleta del significado de la verdad.

Vamos a por la ya típica intro del autor, porque si me leéis habitualmente, sabréis que soy de los que sacan mayor jugo a la obra, si se algo del autor, si logro entenderle un poquito al menos, y Eric Arthur Blair, verdadero nombre de George Orwell (pseudónimo seleccionado con gran tiento britanófilo para firmar obras que creía avergonzarían a su familia) fue un señor de familia bien, o muy bien sinceramente, que estudió en colegios anglicanos de bien, con buenas notas, y que de ahí en adelante, se torció un poquito podríamos decir en broma. Porque podría ponerme en plan copy+paste para presentaros al autor, pero para eso ya tenéis la red, recordadlo.

Orwell se alistó al cuerpo de policía del cuerpo colonial del imperio británico en Birmania, colonia de la que era natural su madre, y allí comenzó a gestar su odio personal hacia el imperialismo británico y a tener conciencia de clases, haciendo ya sus primeros pinitos novelísticos al respecto.

Tras esa etapa de desencanto con el orden y la ley, muta a bohemio y ejerce de librero y de educador, y continúa sus pinitos como escritor, especialmente influenciado por Jack London.

Y entonces llega el momento más importante de su vida, la guerra civil española, antesala del desastre europeo en ciernes que fue la segunda guerra mundial, y se alista al POUM (partido de índole stalinista) bajo la famosa frase

alguien tiene que asesinar fascistas

 

Curioso que actualmente los partidos democráticos de extrema derecha utilicen su obra 1984 como punta de lanza a la hora de hacer oposición en el ojo del huracán COVID, la absurdez contemporánea es un tsunami de ignorancia descontrolada, menuda época para vivir, todo vale. Orwel debe estar descojonándose en su tumba.

El caso es que en la contienda patria, entendió que ningún bando totalitario era una solución, ni el comunismo, ni el fascismo, ni ningún derivado posible que no sea democracia. Y fue testigo de primera mano del adoctrinamiento, la contrainformación, el panfletismo, y el uso de las noticias como un arma más con el que conseguir el apoyo civil y de otras naciones.

Herido por arma de fuego en combate, y aquejado de una rampante tuberculosis, terminó sus días como periodista de medios liberales de tendencia izquierdista inglesa, vigilado con lupa por los servicios de inteligencia británicos, y con sus dos novelas cumbre, absolutamente inspiradas en su desencanto político a nivel europeo que nos avisaría de los problemas de no percatarnos de los objetivos de los líderes, Rebelión en la granja y la que nos atañe hoy, 1984.




LA DISTOPIA POR EXCELENCIA

Tras repasar a velocidad luz su obra y milagros, con luces y sombras que darían para mucho más, vamos a cortar la carnaza.

1984 Se edita al fallecer George, y nos traslada a un nuevo país, resultado de futuros conflictos bélicos y geopolíticos, que podría ser la nueva Gran Bretaña, en la que se ha instaurado un modelo de gobierno totalitario, autárquico, completamente vigilado por los ministerios y herramientas del partido para lograr la lealtad absoluta, el patriotismo forzado, y a grandes rasgos, la alienación del ciudadano.

El partido Ingsoc y su líder, El Gran Hermano, velan por la prosperidad y seguridad de los buenos ciudadanos.

Su futuro cercano, es sin duda, junto con Mundo Feliz y Fahrenheit 451, el gérmen de toda distopía actual y moderna, muy en boga últimamente, de la que beben prácticamente todos los taquillazos y best sellers del palo como Los juegos del hambre, Divergente, La Isla, El corredor del laberinto,  y clásicos incunables como La fuga de Logan, Brazil,  e incluso algunas obras de menor repercusión ya diseccionadas en este blog como Bionico. Aunque si buscamos si fue primero el huevo o la gallina, nunca llegaríamos al fin de la madeja, porque ahí está Metropolis también.

Todas las posteriores se cimientan sobre las bases de estas obras clásicas. Se repetirán hasta la saciedad con mayor o menor acierto los gobiernos autoritarios basados en la mentira y la desinformación, la lucha de clases, los atentados de falsa bandera; la alienación del individuo y su anulación para incluirlo en un sistema comunitario bien controlado, dócil, y eficiente, lo que incluye la anulación de sus emociones, sus principios, y cualquier rastro de un pasado que pueda poner en duda la gloria de la causa patria en pos del bien supremo de la nación.

Y no solo esas obras, si no que 1984 tuvo sus propias adaptaciones al cine, y televisión, destacando la dirigida por Michael Radford, o eso tengo entendido, no la he visto aún.

Por lo que tenemos patriotismo exhacervado, manipulación de la verdad, adoctrinamiento casi religioso o fanatismo, y un único objetivo nacional bélico de derrotar al enemigo (en muchas ocasiones como en ésta, invisible) como combustible de una sociedad futura basada en la productividad industrial de autoabastecimiento, el nacionalismo, el cierre de fronteras y la xenofobia.

Rectas instituciones velan por la integridad del ciudadano, tanto de carácter didáctico o escolar, sin ánimo de lucro, como las policiales y legislativas, para que se cumplan los modelos de vida estandarizados y saludables que no afecten a las bases de una recta y próspera sociedad. Por supuesto, cualquier conducta impropia, no considerada ética, ni mucho menos ilegal, es consentida, y los castigos son despiadados, y los procesos de reeducación e inserción a la sociedad también, poco menos que un lavado de cerebro pauloviano.

                                               

Osea, es fantástico, es como vivir en un gulag. Qué alegría.

Pero la naturaleza humana es la que es, y la curiosidad mató al gato. Y aquí entra Winston, el prota, un currito fracasado que como era de esperar y sin hacer spoilers, se hace demasiadas preguntas, hasta el punto de obsesionarse.

Tras la reflexión “introductoria”, creo que lo que hay en 1984 es obvio, pero recalcaría algunos aspectos.

El primero, la brillante idea de que destruir el pasado, o cambiarlo, convence a los que viven el presente de su verdad, y esto se está llevando a la práctica hoy día en prácticamente cualquier movimiento independentista o nacionalista.

Lo segundo, la importancia magistral que Orwell da al idioma, y la forma de comunicarse. Cuanto más sistemático es un lenguaje, menos oportunidades de expresar sentimientos tiene, y si además, modificamos el lenguaje para evitar expresiones o formas de comunicación que puedan herir al régimen, mejor. Brillante, muy genialmente hilado, ya que, el lenguaje, es lo que teje nuestro entendimiento de la realidad. Si vivimos en una sociedad en la que, ejemplo, guiño, guiño, la palabra “corona virus” no existe (o se prohíbe bajo pena capital), pues no tendremos ni un solo caso diagnosticado pro médicos en esa nación, ¿eh Turkmenistán? Orwell estaría orgulloso de vosotros.

Lo tercero, el punto más sorprendente y terrorífico que encontré en la lectura, aviso, mini spoiler, pero muy mini. La sorprendente posibilidad, de que un individuo, en creencia de poseer la verdad absoluta, sea capaz de ofrecerse a los actos más terribles, crueles e inimaginables, para de una forma tan maquiavélica de justificar los medios, se convierta, pese a negarlo, en lo mismo que su enemigo. Los inocentes, están a merced de los fanáticos, y el líder lo sabe, El Gran hermano lo sabe. Ese momento de la lectura, me dejó frío ante una verdad tan terrible y despiadada, que sencillamente, atestigua que convivimos con asesinos en potencia si les das la excusa adecuada.

Por último, y cuarto, cómo el sexo procede como vía de escape y terapia puramente fisiológica frente a la alienación humana, y no quiero haceros spoiler, pero claro, ésta novela tiene su puntito de romance también, como todas sus hijas e hijos contemporáneos, si es que está todo inventado. Pero la importancia del sexo como rompehielos en la anodina rutina proletaria de nuestros protagonistas, es la chispa y la causa de una serie de sucesos que no voy a adelantar.

Con todos estos temas de siempre candente actualidad, hemos hecho un mapeado de 1984 que debe servir como cebo a quien aún no lo haya leído, y que tal vez haya aburrido al que se lo sepa de memoria, pero por eso mismo, no he querido hacer una sinópsis tradicional, y me he permitido divagar sobre su naturaleza de una forma más personal y abstracta.



Como he dicho ya en otras ocasiones, un revolucionario sólo es un nuevo tirano en potencia. Bienvenidos a 202…  digo… 1984.