CYBERPUNK DE LOS 90
¡Despertad asquerosos lectores! …
Perdón....perdón... que me he dejado llevar. Tal vez ya sólo con
eso algunos sepáis ya de que vamos a hablar. Y si aún no os suena
de nada esa frase, tal vez si os digo que antes de empezar os
recomiendo bajar al filipino de la esquina de la 5 con al avenida 30
a por un bucket de ojos de delfín barbacoa, ¿os recuerda a algo?.
¿No? Ohh... ¿Cómo que no? No le mentáis a la pata de silla de la
verdad, porque se va a enfadar mucho...
¿Aún no? Entonces es que no habéis
leido aún transmetropolitan,
porque si lo hubiéseis hecho, recordaríais al instante todos esos
guiños, o mejor dicho, burdas imitaciones del único Spider
Jerusalem.
Desde
más o menos hace un año, me lancé a la lectura de la colección
completa de Transmetropolitan,
cómic cyberpunk
editado en Vértigo (DC) en
España. Y desde entonces, he disfrutado como un enano cada vez que
abría una de sus malditas páginas. Ha sido una experiencia
inolvidable, cruda, cruel, histriónica y muy, muy divertida. Una
delicia que entra directa al podium junto a otras obras magnas como
por ejemplo, Akira.
Sí, sí, no tienen nada que ver, excepto el oscuro futuro distópico,
corrupto y superficial, pero estando cada una en un polo opuesto del
cyberpunk, tienen que
compartir podio a fecha de hoy en mi palmarés de emociones
entintadas.
Así
de claro lo digo, 5 estrellas sobre 5, y es sólo mi opinión, pero
¡oh!, cual importantes son las opiniones en Transmetropolitan.
Opiniones que se convierten en verdades irrefutables, violentas,
incómodas.
EL ARTE DEL INSULTO
Warren Ellis a.k.a.
“Stalin”, alias “Internet Jesus”, apodado “Love Swami”,
es el responsable del ácido universo del futuro cercano de
Transmetropolitan.
Creador británico metido hasta el cuello en el mundo del cómic, los
guiones, la novela y el videojuego, vomita parte de sí mismo y
moldea el grumo hediondo a manos descubiertas, como Dios con Adán, y
crea a su imágen y semejanza al protagonista de la serie, Spider
Jerusalem. Un personaje tan
despreciable, esperpéntico, y egoísta, como idealista, justiciero,
ladino y afilado. Un periodista vocacional, que lleva la noticia en
las venas (o más bien en su testículo periodístico), vive y muere
por la noticia, la verdad, y disfruta arruinando la vida de los
“malvados” con la palabra. Un anti héroe con principio de
Tourette, gañán, violento, drogadicto, misójino, pero paladinesco,
con pelotas, ejecutor implacable, filántropo y sociópata. ¿Cómo
es posible juntar semejantes adjetivos en una sola persona? Ficción
es la respuesta. No creo que exista alguien tan íntegro y
desequilibrado como Spider jerusalem
en la vida real, y he conocido a muchos desequilibrados, creédme,
pero ninguno era tan legal.
Supongo,
que Warren Ellis,
extrapola en su personaje, sus defectos y sus virtudes, junto con los
del periodismo actual y su falta de ética y de vocación, y le añade
su característico sentido del humor soéz y grosero con el que tanto
comulgo.
Comulgo
tanto con ese estúpido sentido del humor, que antes de adorar a
Kartman de
Southpark
cuando comenzaron su emisión televisiva en castellano, mis amigos y
yo, cuando ya habíamos pasado la raya decente de alcohol y
narcóticos blandos, explotábamos en llantos con los más
surrealistas e hirientes insultos unos con otros, donde las madres,
hermanas, y las peores y más obscenas abominaciones escatológicas
tenían cabida sin compasión ni rencor, hasta conseguir el premio de
la carcajada grupal más larga, expulsando calimocho o vodka con
naranja por la nariz como el chorro de una ballena en el mar. “El
arte del insulto” lo llamábamos, y en ocasiones, cuando recibíamos
compañía espontánea en busca de un cubata furtivo en vía pública,
u otros placeres de la nocturnidad adolescente, y no era de nuestro
agrado o terminaba por agotarnos su presencia nod eseada, poníamos
fin a la situación con lo que bautizamos como “El 10 segundos”,
que lejos de ser una tunda violenta, era como el pasillo del famoso
juego infantil “Mosca”, pero verbal, todos contra el anónimo
durante 10 segundos, hasta que pillaba la indirecta de que su
presencia no era grata ni un minuto más.
Sí,
es una anécdota infantil, rídicula, propia de una edad del pavo de
lo más estúpida, de perfil bajo, pero es la verdad. Y la cuento
porque me parece una de las mejores formas de ilustrar por qué la
incontinencia verbal de Spider
Jerusalem me
hace tantísima gracia. Pero qué demonios, me crié a duelo de
espada en Isla
Mêlee,
¿cómo no iba a hacerme gracia?
Lo
políticamente incorrecto, la mala educación, la provocación, la
diarrea oral, a fin de cuentas, ya era practicada por Góngora
y Quevedo
elevándolo a la categoría de arte, y Spider
Jerusalem,
se hubiese merendado a los dos genios.
El
buen gusto del humor queda totalmente en entredicho si te ríes con
Transmetropolitan,
y en una época de la pseudo corrección obligatoria, el “bien
quedismo” (Que no el “buenismo” al que alude constantemente
iker Jiménez ni
de lejos) y la sonrisa de cara a la galería, Transmetropolitan
es una delicia adulta y no el chocolate puro sin azúcar de Coronado.
Es punk, controversia, sorna y cachondeo, es reírse de la sociedad
como Sid Vicious.
SPIDER JERUSALEM CONTRA EL MUNDO
Con
ese espíritu anti todo y omni hater, hasta los cojones de todo y
tras haber trasteado con otras obras cyberpunk
como Juez Dredd,
en 1997 Ellis pare
Transmetropolitan en
la antigua Helix,
junto a la mano de Darick
Robertson a la
ilustración. La ciencia
ficción, una vez más,
en el caballo de troya, de una cadena de críticas sociales agudas y
venenosas. Se convierte en el pastel hueco que lleva la striper
dentro, na stripper armada con una Mac 10 en cada mano y un cinturón
de explosivo plástico a la cintura.
En
una colección de cómics, larga pero conclusa, que cierran un
círculo, se agradece un principio, un fenomenal desarrollo siempre
coherente con algún entremés para refrescar, y un final de
campanazo. Y nos presentan a Spider,
un eremita moderno, desaseado, excéntrico, un perfecto loco de la
colina, que recibe la llamada que necesita, una de trabajo, que le
devuelve a su fuente de inspiración, su musa, su amor tóxico, La
ciudad. Un diario quiere
las columnas de la vieja leyenda de la prensa, Spider
jerusalem estaba de
vuelta.
La
ciudad es un ecosistema
surrealista que exacerva todo lo malo de nuestras megalópolis
actuales con el filtro cyberpunk
más gamberro posible, en la onda de Neal
Stephenson, grunge,
bromista, chiflado, vergonzoso. Cada viñeta que Spider
recorre las avenidas frente a sex shops de realidad virtual,
restaurantes de comida rápida que sirven bocados de especies en
peligro de extinción, y patrullas de policia holgazaneando, ha de
abrirse paso contra la corriente humana y pseudohumana más
heterogénea jamás imaginada en una distopía urbana. Moda
imposible de vestir, metamorfosis estéticas, implantes cibernéticos,
crestas de neón, híbridos genéticos, seres gaseosos... cada
ilustración callejera es un placer de “¿Dónde está wally?” en
la que perdernos un rato con una cervecita en la mano, leer los
grafitis, mirar las pegatinas en las marquesinas, observar las
expresiones de prostitutas mutantes y vagabundos, y despegar con la
imaginación. Un horror vacui repleto de guiños, muy común en otras
obras de inspiración cyberpunk
como la de Josángonzález.
LA VERDAD, DAVID CONTRA GOLIATH
En
ese enorme agujero de corrupción, deshumanización y desesperación,
Spider
buscará la noticia en los bajos fondos. Spider
no es un paparatzzi amarillo, bueno, un poco amarillo sí, pero
desaprueba el periodismo fácil, se caga en el periodísmo “vendido”,
encarna la realidad de informar con mayúsculas, y lo hace de forma
independiente. Aquí baja el primer soldado griego del enorme equino
de madera, el periodismo, la información, la verdad.
En
una sociedad actual en la que la desinformación, la corrupción
periodística y la falta de objetividad son un escándalo constante
que nos resbala y al que no le damos la debida importancia. Primero
de nuestros errores evolucionado en Transmetropolitan,
que nos vaticina un futuro desesperante, superficial, vacío, carente
de valores, inmoral, precisamente por la falta de interés demostrada
hoy en los valores de nuestra sociedad real.
La
guerra informativa, los medios chaqueteros, y el opio informativo, el
“pan y circo” de la selección informativa no hiriente o enfocada
hacia la alarma social para conseguir fines de manipulación de masas
que beneficien a los entes oscuros que mueven los hilos. Esos son los
enemigos de Spider,
los falsos ídolos a derrocar. Spider
es la información alternativa, el periodista asesinado en un
conflicto bélico, el informante independiente desacreditado por los
gobiernos y criminalizado. Spider
es wikileaks. Es
imparable. Es la verdad.
Y
no todo el mundo presta atención a la verdad, la verdad tiene
trampas que esquivar, la verdad es un rumor que tiene que ganarse la
categoría de auténtica, la verdad es desprestigiada, y muchas veces
la verdad pasa por mentira, cuando quienes no quieren que salga a la
luz consiguen convencer al resto de que no es cierta, de que es
basura engañosa. Qué difícil es distinguir hoy la verdad, un
ejercicio que requiere tiempo, reflexión, interés, investigación...
¿Alguna vez hemos conocido la verdad? ¿Cómo la distinguimos? La
felicidad es la ignorancia, la verdad sólo nos dará problemas. 99
problemas.
Transmetropolitan
nos va a hacer pensar en eso.
Como
inquisidor de la verdadera palabra, Spider
Jerusalem,
cargará contra falsos profetas, enemigos de la verdad, periodístas
comprados, líderes de sectas, policías corruptos, funcionarios, y
el enemigo supremo de la verdad, el presidente.
¿Hace
falta a caso mencionar que no hay mayor mentiroso que un político?
Bueno, un vendedor telefónico tal vez... un abogado... pero no, no,
un político es peor, sin duda.
Pero
un político es poderoso, tiene dinero, tiene policía, tiene
abogados, tiene fiscales, tiene CEO's de grandes compañías, tiene
medios privados de información y propaganda. ¿Qué podría hacer un
periodista esmirriado, adicto, esquizofrénico contra el presidente?
¿Quién iba a creerle? Pues esa es la meta de Spider,
derrocar el gobierno de la mentira, hacer pública la verdad,
desenmascarar al peor de todos los criminales, el gobernante. Desde
los bajos fondos, tirando de la madeja hasta llegar a la casa Blanca.
Extorsiones,
asesinatos, cajas B, sobresueldos, chantajes, prostitución, mercado
negro, todo ha de ser contado, y para que se convierta en verdad, ha
de ser probado. Son las pruebas lo que acreditan una declaración. No
va a ser fácil, pero Spider
no va a estar sólo.
Sus
asquerosas ayudantes Channon
y
Selena,
y su editor Royce,
serán sus principales apoyos.
No
es fácil trabajar con Spider,
es inapropiado, hiriente, suele estar ebrio, es violento, desaseado,
tiránico y déspota. Pero es el único con las pelotas para morir
pro la verdad. Y la verdad, no es baladí, es alto premio, es lo
único capaz de convertir a un saco de huesos y pellejo andante de
una gran ciudad en humano de nuevo. Es una meta noble, es una droga,
la más poderosa. Y Spider
logrará inocularles la verdad a cada uno de ellos y ellas,
insuflándoles vocación periodística.
Todos
odian a Spider,
viejo y puto loco, pero Spider
es único, irrepetible, es adictivo, no puedes dejar de escucharle
sin sentir que lleva razón, que es el único en el mundo que te va a
contar las cosas como son, sin pelos en la lengua, sin paños
calientes, sin empatia, pero es lo que cualquiera necesita en una
sociedad superficial y deshumanizada para volver a sentir miedo, para
volver a respirar, para volver a sentirse vivos... la verdad. Nos
guste o no. Sin formalidades.
MIEDO Y ASCO EN LA CIUDAD
La
fauna de La ciudad,
nos va a presentar híbridos genéticos medio humanos medio “alien
gris”, agrupados en una secta religiosa, cuyo líder, una ex
estrella de la música pasada de moda, esclaviza sexualmente a sus
feligresas y vacía los bolsillos de sus feligreses. Un croché
directo a la religión.
Conoceremos
policías corruptos, racistas y homófobos.
Seremos
testigos de levantamientos sociales, disturbios nacidos en los
ghettos y barrios más pobres, oprimidos y desfavorecidos. Nos
contarán cómo una bala perdida puede atravesar las paredes de las
casas baratas y matar a un niño sin que a nadie le importe y la
investigación no llegue nunca a ninguna parte, total, ¿a quién le
importa un muerto de hambre menos?.
Estaremos
a punto de soltar la lágrima cuando Spider
entreviste a varios niños prostitutos para redactar su columna o
blog.
Veremos
a perros del gobierno sin nombre ni identidad, ejecutar a individuos
poderosos que atenten contra sus intereses, cuyos asesinatos coparán
las portadas de los noticiarios con el titular de “trágico
accidente en extrañas circustancias”. Como un espía muriendo de
polonio.
Las
historias que nos va a traer Transmetropolitan
no son broma, aunque Spider
nos
haga reir. Pero poco cachondeo. El mundo es...asqueroso, y las
drogas, el alcohol y los chistes indecorosos sólo adornan con algo
de purpurina la mierda que tenemos delante, que no se nos olvide.
Las
columnas de Spider,
son poesía periodística, y podemos disfrutarla en casi todos los
números, incluyendo un par de números especiales, que en vez de
viñetas, recopilan una serie de láminas de diferentes artistas,
acompañadas del texto de Spider,
salido de la cabeza de Ellis.
No hay desperdicio en sus líneas, van a removernos por dentro.
Podría
estar horas y horas, escribiendo sobre Transmetropolitan,
desmenuzando sus ataques contra la sociedad, citando las mejores
frases de Spider
o afirmando todo lo que otras obras posteriores le deben (por
ejemplo, hay mucho de Transmetropolitan
en la ya revisada TokyoGhost,
ya que las adicciones televisivas y tecnológicas también aparecerán
en la colección de Vértigo)
y sacando otras muchas conclusiones que consideraría spoiler
y que por eso no quiero tratar. Pero lo mejor que podéis hacer, es
dejar de perder el tiempo leyendo Tungsteno
Dreams,
y empezar ya con ésta obra magna, indispensable e imprescindible,
para todo fan del cómic, la ciencia
ficción
y sobre todo el cyberpunk.
Gracias
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