miércoles, 24 de junio de 2020

DEAD OR ALIVE, UN WESTERN CYBERPUNK


CYBERPUNK A ESTA ORILLA DEL PECOS


Yihaa vaquero, me ha costado muchos días traer mis cabezas de ganado transgénico desde el este hasta el ciber oeste, he tenido problemas con pandillas indias motorizadas, lluvía ácida, y bandoleros psicópatas, pero al final estoy aquí y pretendo darme un homenaje en el salón.
O algo así.

¿Qué tal a todos y todas las soñadoras de tungsteno? Decid no al wolframio, ya sabéis. Casi que me demoro un mes en dejar nuevas entradas en el blog, pero es que me doy cuenta de que me estoy volviendo un vago, sí, ya se que el primer año lo cogí con mucha ilusión y eso, pero durante la plaga genética he estado algo “apagado”, y ahora llega el verano y ya sabéis como le pega el sol a nuestro asqueroso planeta a través de ese enorme butrón de la capa de ozono, y me entrego al futón y la cerveza y... Todo son excusas. Si quiero, puedo, pero para que mentir, me he enganchado a la videoconsola como hacía años que no me ocurría, y llevo sin terminar un libro pendiente 4 meses, me da hasta vergüenza decirlo, pero se que durante mis muy, muy cercanas vacaciones, me los voy a comer de 2 en 2 en la hamaca, a la sombra, eso sí, con más cerveza, porque lo de meternos a la piscina éste verano... creo que meterán robo pirañas, o nanositos asesinos que se te introducen por la uretras y... Bueno, eso habrá que aprobarlo en junta.

Me enrollo más que un ciber miembro extensible de Arasaka. Ostras, el inspector Gadget sería un héroe cyborg, acabo de caer en la cuenta, el primer cyborg de mi vida tal vez. Ya me estoy iendo de nuevo, me enfoco, hoy voy a derramar impurezas sin miramiento ni tecnicismos, sobre un cómic ligerito de 4 entregas breves, y en éste caso no podemos decir que cumpla con refranes aritméticos a cerca de su calidad. Tampoco es una aberración contra natura, tiene su gracia, pero exceptuando que vuestro objetivo sea pasar un ratito esperando al hyperloop en la estación viendo un dibujo resultón aunque nada innovador, y una historia vacía pero surrealista y macarra. Esta pieza extraña, recuperada de quien sabe donde se titula Dead or Alive – A Cyberpunk western.



En principio la declaración de intenciones es de lo más llamativo, aunque el lejano oeste, descubro poco a poco si sois asiduos al blog, que es un fetiche recurrente en las historias distópicas, futuristas, cyberpunk e incluso galácticas. Y no sólo como hemos visto ya en Este del Oeste, si no en otras que tengo en la lista de entradas pendientes (Serenity, The Postman) y en realidad desde que tengo uso de razón cineciaficcionaria infantil, que es realmente importante ya que es donde la semilla germinó, y ahí que recuerdo Bravestar, Space Rangers (que buena era esa serie de animación Dios mío). Y en éstos casos hablamos de adaptaciones tópicas y cliché del salvaje oeste de gorro, cartucheras, bandolera y duelos en la calle principal de un pueblucho llamado Tombstone en medio del desierto, con bolas de rastrojos arrastradas por el viento.
Pero la influencia del western como tal, sus características propias como género cinematográfico y novela de a duro (que en España proliferó muchísimo a mediados del siglo pasado) son insultantemente claras en un buen puñado de obras cifi que yo haya catado como hemos dejado bien claro en ocasiones anteriores, y me repito, las que me quedan, que no soy ningún gurú, como Mad Max o CowboyBebop.

Pero no estamos ante la versión cyberpunk de Sin Perdón, Los 7 magníficos ni El bueno, el feo y el malo. No. Más bien ante una adaptación aumentada y chippeada del más barato spaghetti western, de los que le encantan a mi suegro en la cadena autonómica después o antes de la comida, sin rigor histórico ni trasfondo, que se sucede sin más, y estás aún con ello por ver los indios o el tiroteo en la aldea abandonada con su iglesia mejicana. Eso es dead or Alive a cyberpunk western, un pasatiempo que pese a respetar en el enunciado el elemento del cartel de bandolero al margen de la justicia con un precio sobre su cabeza, tiene de todo menos western, y cuando digo de todo, es de todo, una auténtica majadería que sin arrancarme las carcajadas que sólo me arranca Spider Jerusalem, sí me saca una sonrisa.

PAYASOS, VACAS, MESÍAS Y LO QUE SE TE OCURRA


En 1998 Dark Horse una vez más, sacaba ésta mini colección a cargo de Alberto Ponticelli (algunos trabajos para Marvel como Blade y también para Humanoides Asociados, y su más aclamada obra Soldado desconocido con Joshua Dysart) y Tatjana (Animal man o Camelot 3000, autora ganadora al premio Shazam).

Estamos en el salvaje oeste de un futuro cercano o no, totalmente anárquico, sardónico, y un montón de “ónicos” más que se repetirían más que el Monster. En la región del planeta conocida como el Cyberwest pueblan un puñado de gañanes sucios, holgazanes, y palurdos en un sainete orquestado por el Señor Bungle, un gañán que parece descendiente de un affaire entre Mario Bross y Pier No Doy Una, magnate de la franquicia de carne de vaca sintética M-Cow. Un esperpento caricaturesco y cómico de villano millonario al frente de la mayor corporación alimenticia del cyberwest, un megalómano al mando del resto de la región, siempre acompañado de un séquito de ciber psicópatas aumentados del tamaño de un Goliath cromados, hasta arriba de cables y piezas metálicas.



Por otro lado tenemos al héroe, anti héroe, bufón, errr... bueno, protagonísta sería correcto, de la historia. El Señor Risitas, un payaso que por su parte parece ser el vástago de una noche loca entre Violator de Spawn y Lobo. Y con esto acabo de mentar las dos pricipales similitudes artísticas que encuentro en el arte del cómic aunque también vi esos garabatos fuertes y apretados en contornos que me recordaron a Azpiri en alguna viñeta, y el imprescindible horror vacui del que toda obra cyberpunk parece obligada a hacer gala en el arte plástico, cuyo máximo exponente podría ser Darrow. Pero a parte de que cada outfit o espacio en las viñetas, estérepleto de detalles hasta la más mínima esquina, volviendo a hablar del Sr. Risitas, el payaso es un inspector de carne de vaca, que recorre el cyberwest garantizando que la carne de vaca que los comerciantes y establecimientos ofrecen a sus clientes, sea eso, carne de vaca, y si encuentra alguna anomalía, la visita del Señor Sonrisas (que no sonríe ni una vez bajo la pintura de payaso en todo el cómic como bien podríais imaginar) se convierte en un baño de sangre que ocupará unas cuantas viñetas de forma gratuita, inesperada y convirtiéndose en el leit motiv de la historia, las páginas avanzan entre mamarrachadas y la sierra mecánica del Sr. Risitas partiendo por la mitad mutantes cibernéticos y forajidos de poca monta y boca grande.

En una de éstas, sin venir a cuento de nada en la idea de un western, tendremos una irreverente versión bíblica como hilo conductor de las matanzas del Sr. Risitas, que eso sí como todo buen anti héroe cyberpunk, no será motivado por causas justas, nobles ni por un bien supremo, se topará con un niño que resulta ser una especie de nuevo advenimiento de Cristo, el único ser capaz de devolver la paz y la felicidad al cyberwest según la profecía de un grupo de tecno lavanderos orientales, el mesías nacido de una lavadora. Una blasfemia absoluta tan absurda que no hay por donde cogerla, y como broma es simplona, pero si no fuese por estas chorradas, el tebeo valdría menos aún. Es un sinsentido que hay que aceptar tal cual.
Y en ese paralelísmo bíbilico, el Señor Bungle recibirá la noticia de una profecia que le avisa de que un niño acabará con su imperio, haciendo las veces de Neo Herodes, y mandando a uno de sus mejores cyber asesinos, un skinhead aumentado, matar a todos los niños del cyberwest para que la profecía no se cumpla.
Ais si Jesucristo hubiese tenido un guardaespaldas como el Sr. Risitas, la biblia hubiese sido la repera.



Si ya os parece suficientemente loco mezclar el cyberpunk, el oeste americano y la biblia... Esperaos que vienen curvas. Se monta la mari morena si añadimos una invasión alien durante las peripecias del Sr. Risitas y el niño milagro sin nombre, unos extraterrestres dispuestos a dominar el cyberwest adoptando camaleónicamente la imágen de actrices porno neumáticas (sí, Critters lo hizo primero y ésto me pareció un homenaje en cuanto lo leí) para así dominar a la población humana sin tener que gastar ni un cartucho, pero no contaban con los indios. Indios que viven en campamentos dignos de un Viñarock 3050. Esto ya es un cachondeo y no hay respeto ni por el western, ni por el lector ni por nada, el tebeo es una gamberrada que usa todos los tópicos posibles como gancho en una historia absurda y aunque yo esperaba otra cosa, celebro haberme encontrado con un “lobo typecómic con el que pasar un rato ameno sin gastar muchas neuronas, con un dibujo rápido pero sobrecargado que cumple más que bien con mis gustos new school y ya está, divirtámonos que el tebeo éste es para eso y poco más.



Cuatro numeritos de veintipico páginas a todo color para deleitarnos un rato con chips, cables y caballos y revólveres, flipar un poco y querer comprar la misma mierda que tomaron Ponticelli y tatjana cuando hicieron semejante barrabasada. Un viaje lisérgico que utiliza el western y el cyberpunk como excusa para no contar nada, descojonarse de la biblia un rato aunque para eso prefiero la vida de brian, y no es que yo sea sancionador del humor sacro ni mucho menos, pero es que tampoco es especialmente gracioso nada de lo que ocurre en las páginas de éstas grapas. Pse, tiene su rollo, es gamberro, sonrío, pero prescindible, me quedo con Lobo.

Dicho ésto, darle una oportunidad si os van las bizarradas y no os hace falta un sólo “por qué”, ya que acogiéndome a eso mismo me he dado el capricho de retomar la actividad bloggera con una entradita que no es el santo grial de la cifi pero que seguro despierta la curiosidad de más de un amante del humor negro, la acidez, y las viñetas sangrientas de estilo grunge.
Así que yipi yaeh yoh vaquero, pide un tequila ultra azucarado en el saloon McDuck y no le pongas tu mano extensible encima a las chicas del can can si no quieres una bala de tungsteno en tu nuca.

martes, 2 de junio de 2020

SNOWCRASH DE NEAL STEPHENSON


SNOWCRASH, EL METAVERSO Y EL LENGUAJE


Bienvenidos durmientes sintéticos al lado más fluorescente del ciberespacio una vez más.
Se que ha pasado tiempo, pero no he incumplido ninguna promesa. Os he echado de menos, pero la distopía se ha hecho realidad. No he podido venir al nodo a soñar con vosotros tan a menudo porque ésto de teletrabajar suena genial, pero cuando no vives en un penthouse del downtown con 5 habitaciones y 2 baños, ni en una vivienda 3D familiar de las fincas temáticas de hogares de las afueras, con una cómoda buhardilla donde montar una gran mesa de madera sintética, con tu butaca ergonómica bioconfortable con memoria, entonces, puede que vivas en un apartamento de pladur de la periferia del Sprawl, con sillas de metal rígidas e incómodas y menos espacio que en una lata de 30 gramos de proshimi, donde colocar el equipo de teletrabajo cedido por la corporación es peor que una partida de Tetris.

Si a eso le sumamos que ya no gozo de soledad, que estoy confinado las 24 horas con mi robonovia, que también teletrabaja, pues el encontrar un rato para conectarme a soñar tungsteno se torna complicado, porque no me malinterpretéis, mi robo novia es genial, pero eso de escribir con alguien sentado al lado, porque es que no hay más espacio donde vivir en nuestro cantón, es … extraño. Pierdo el hilo, me cohibo, la televisión de fondo porque claro, no la voy a prohibir a ella disfrutar su tiempo libre para disfrutar yo el mio, así que he caido en la tentación de otros hobbies el mes de Mayo, como los videojuegos portátiles. Pero hoy he decidido romper la racha o intentarlo, perdonar si no estoy tan lúcido como de costumbre, he perdido algo de ritmo y además mi robo novia está teletrabajando en la mesa dura mientras yo redacto, y en ocasiones me despista.

Ays, soledad, te hecho de menos en su justa medida, llevo 3 meses acompañado las 24 horas en una caja de cerillas, y es la mejor compañía del mundo, sin duda, con nosotros no harán negocio los buffetes de divorcios, pero a buen entendedor pocos bytes hacen falta.

Así que lo intento porque lo necesito, porque la plca base me pide sueños de tungsteno, porque ya vale de procrastinar, y porque estoy hasta la antena de echarle horas al Xenoblade Chronicles X para que el jefe final tras 90 horas de juego, me obligue a jugar otras 20 de puro farmeo si quiero estar a la altura para derrotarle. Te odio Tetsuya Takahasi, no te lo perdonaré nunca.

Así que no me voy a complicar pero me voy a quitar una espinita, que aunque parece fácil, tiene miga, pero creo que la tengo tan asimilada, que ningún agente externo podría impedirme explayarme a gusto. Me apetece un chute, un chute de Snowcrash.



NIEVE EN LA PANTALLA


Snowcrash es la novela más famosa de un viejo conocido del blog, Neil Stephenson, de quien voy a omitir detalles y anécdotas introductorias, porque ya hemos charlado de él en Laera del diamante, ¿de acuerdo?. Vamos a ir un poco más al grano, cosa que conociéndome, agradeceréis en ocasiones.

Snowcrash es una gamberrada cyberpunk de las más elogiadas del género, aunque mucho etiquetador erudito, no la incluiría en el cyberpunk, para meterla en el post-cyberpunk, al ser una obra más tardía que las del círculo original de Cadigan, Sterling, Gibson y compañía. Es una novela de los 90 que se adelanta a los sueños de los choomers originales, reinventando un futuro que no parecía llegar, posponiéndolo, y dándole un aire muchísimo más gamberro y surrealista, más cercano al absurdo de RudyRucker, pero tan esperpéntico que sin duda se vuelve creíble, porque se ríe de todo.
No es una comedia, no nos equivoquemos leyendo ésto, no es La guía del autoestopista galáctico versión cyberpunk (que por cierto, quitando la primera mitad, es un libro al que no le veo la gracia), pero sus renglones tienen un aire cómic, nada hyper realista ni costumbrista, si no más bien a la zaga de transmetropolitan. Es irreverente, tiene acción, y conserva algunas de las sempiternas características identificativas y rasgos de identidad más recurrentes de Stephenson.
Y tampoco es una obra rupturista, ya que el respeto a los pioneros está presente en todo momento, no en balde, ¿qué es el Snowcrash? Loq ue nosotros llamamos la “nieve” de la tele o el “ruido” cuando perdíamos un canal, la imágen que presentaba el cielo de Chiba nada más comenzar Neuromante. Qué bonito guiño.

La novela es exactamente de 1992 (anterior al citado cómic transmetropolitan), y se nutre de toda la nueva cultura pop emergente, como si fuese un plato exótico repleto de ingredientes por descubrir, saborearemos el grunge, la generación X, un regustillo a pegado de serie B que parece hecho a posta, y un fondo en boca reconfortante de misticismo y el producto estrella de Stephenson, la información y el lenguaje como hilo conductor.
La tecnología en Snowcrash es exultante pero nada técnica, es como magia, no necesitamos saber si es posible o no programar el metaverso, ni si un monopatín puede gravitar como el de regreso al futuro II, no nos hacemos preguntas, sencillamente, lo aceptamos, sin ningún intento de hacernos creer la posibilidad de un futuro como el que nos muestra. Si queremos entramos, si no, no. Stephenson no va a insistirnos.

LOS ANGELES DEL MAÑANA


Poniendo la carne en la plancha, Snowcrash nos llevará al Los Angeles futuro de unos EEUU balcanizados, gobernados por megacorporaciones y franquicias de toda clase, muy presentes en la historia y con políticas y protocolos entre lo histriónico y el neofeudalismo, basadas en jerarquías similares a las del crímen organizado y el hampa, sin convenios laborales ni patronales, capitalismo absoluto. Para una de ellas, la gran cadena pizzera Cosa Nostra de Tío Enzo, trabaja nuestro protagonista Hiro Protagonist, un adolescente pizzero afro asiático, cuyo nombre ya es una gamberrada en sí, el “Héroe protagonista” si nos fijamos un poco, por eso decía que hay un regustillo a chiste fácil y serie B que iremos desgranando poco a poco en otros detalles, pero que funciona, no se pasa de “cuñado”, es divertido y toca-cojones.



Hiro representa a esa juventud grunge de los 90, un adolescente con un curro de mierda, que vive en un cuartucho compartido (más bien en un contenedor amueblado si no recuerdo mal), que tiene inquietudes creativas como la música rock, y principalmente, que es un auténtico nerd informático y se escabulle de su deprimente realidad gracias a la realidad virtual, gracias al metaverso.
Sin duda, encaja con el perfil californiano de adolescente de los 90 totalmente abducido por la MTV, solo que la mayoría de ellos eludía su realidad con marihuana en vez de una realidad virtual que no exisitía. Y aunque parece más saludable la ficción que aquella realidad, el metaverso descubriremos que también tiene sus riesgos.

Hablemos de ese metaverso antes de seguir. ¿Es el metaverso de Stephenson en Snowcrash la mejor realidad virtual y o MMORPG ideado en una ficción, nunca? El metaverso se presenta como una calle infinita de texturas poligonales fluor, con locales a los lados, que no serían otra cosa que la representación programada de salas de “chat” donde se reúnen los “avatares” de los cibernautas, para dar rienda suelta a actividades virtuales como fiestas, conversar, combates, sexo o lo que surja en el amplio abanico de las actividades virtuales no letales.
Yo me lo imaginé según lo leía (que han pasado ya unos años), como esos espacios de acceso a ciber espacio ochenteros, con una cuadrícula de vértices recorriendo todas las superficies en un parallax infinito de tonos cromados y fósforos, con una realidad copiada en texturas de 32 bits como en el cortador de césped.
El metaverso de Snowcrash es sin ninguna duda ni atisbo de ella, el papá de Oasis de ready Player One de Clive. Y no acepto un no por respuesta.

Los “avatares” del metaverso disponen de sus “skins” que les reportan reputación a sus usuarios, ya que las “skins” “noobs” (como dicen mis sobrinos en el Fortnite) son los “barbies” y los “kens”, avatares standard no personalizados, baratos, sin gusto ni experiencia en el metaverso, mientras que por ejemplo nuestro Hiro Protagonist se diferencia del resto por ser algo así como un ninja urbano tope de “chettado” (parafraseando a mis sobrinos de nuevo, chúpate esa de éste boomer, zeta capullo) con sus katanas y un porrón de habilidades.
La Calle es el preámbulo ficticio mejor encarrilado de juegos multi jugador online imaginado de cara a su siguiente nivel, la realidad virtual.

El metaverso de Snowcrash, es pese a todo un entorno seguro, hasta que deja de serlo, para qué spoilear nada, ahí os dejo el cebo para que os lo leáis.

Si os gustó readyplayer one (que a mi no, ojo, ni la peli que ya he descuartizado, ni el libro que no voy a descuartizar pese a haberlo leído al fin, y no aporta mucho más que la película, siendo eso sí para no variar en la industria del ocio, sustancialmente diferentes), Snowcrash os volará la puñetera cabeza choomers.

En esa nueva Los Angeles del mañana, hay otro montón de detalles jocosos y distópicos como las franquicias de vivienda, los llamados “burclaves”, urbanizaciones temáticas (el caribe, el antiguo oeste, la europa victoriana...) que harán de la experiencia de vida de cada inquilino, la de estar en un parque de atracciones. Una vuelta de tuerca divertidísima que reconvierte el neo victorianismo jacobita y su idea de que cada hogar debe ser un castillo, en una fantochada cyberpunk delirante.
La inflación de éste futuro granuja-distópico es para llorar de la risa, el cambio de los 90 al futuro de Snowcrash devalúa el dollar millones de veces por su valor, y una de las pizzas que reparte Hiro costarían millones de dolares.

Y junto a Hiro, tendremos a A.T. Otro modelo de adolescente que es una mensaka skater, que yo me imaginé al más puro estilo manga al leerla, que será vital en la trama, coprotagonista absoluta de Hiro, y que encarna una dualidad tan enternecedora como chocante, ya que no se andará con chiquitas y durante el desarrollo de la historia la veremos summida en encruzijadas morales de lo más incomódo y peligrosas.



DROGAS Y VIRUS


¿Qué puede convertir las anodinas vidas de un pizzero y una mensaka adolescentes en una techno-epopeya cyberpunk repleta de acción e intereses cruzados? Como decía antes, el metaverso no iba a ser seguro por siempre, el Snowcrash será la causa, una droga virtual, de la que muy a mi pesar, debo spoilear lo mínimo si queremos entender la obra y su mensaje encriptado, envuelto en toda ésta cultura pop y todo el cachondeo descrito, que de pro sí, no hubiesen aupado la novela a ninguna parte más que a la de la comida rápida.

Voy a intentar no ser muy explicito, por si leéis esto y no habéis catado aún Snowcrash, no os joda la experiencia.
Digamos que Stephenson es un autor que en su bibliographía se caracteriza pro su interés en el lenguaje y la comunicación a través de las nuevas tecnologías, sin perder el interés por sus orígenes más paleontológicos, uniéndo ambos conceptos como un todo, y es precisamente eso, algo de sumo interés en el libro, como en la carrera del autor, ya que recordemos, él es lingüista, criptógrafo, matemático, y filósofo. Ese starter pack de tipo listo, es el motor de sus inquietudes, de sus ensoñaciones, de sus sueños de tungsteno, y no son fáciles de entender, porque él es un experto en esas materias, pero trata de mostrarnos las posibilidades de esas materias en sus ficciones.

Las matemáticas, no son más que un lenguaje, y ese lenguaje, es tan humano como el que empleamos en los sistemas informáticos (java, kobol, html...), porque las máquinas han sido creadas por humanos, por lo que en realidad las máquinas comparten idioma con los humanos, pero el problema es que no todos los humanos hemos aprendido aún el idioma de las máquinas, y tenemos un techno-babel como resultado.
En la obsesión por el lenguaje, Snowcrash nos llevará desde el lenguaje de sistemas, hasta recordar los orígenes del lenguaje, en Sumeria y Babilona, la cuna del mismo, convirtiendo el secreto de la historia en un alpha y omega, un círculo que se cierra, uniendo la comunicación humana y la maquinal como una misma en una compleja ficción mistico-tecnológica enfrascada en monodosis de una droga llamada Snowcrash, capaz de saltar de la red a la realidad, de lo digital a lo orgánico, mediante precisamente el lenguaje.
No quiero ahondar más, porque es un jardín complicado y porque sería sopilear demasiado, y me encantaría que ésta entrada de blog motivase a la gente a leer Snowcrash, que es divertidísima y como podéis advertir por ésta última parte del texto, también es compleja y madura.

Como contrapunte a todo este galimatias del Snowcrash y el lenguaje a lo largo del tiempo y nuestra evolución y necesidades, tendremos al villano de la historia, Cuervo, un ciber matón nanuk con pintas de ballenero vizkaino aparentemente imparable, con ese tufillo a serie B del que habábamos antes, que nos recuerda mucho al pastor de JohnnyMnemonic.



Y ahora que lo menciono, no se que otro fanatismo tendrá Stephenson con los buques y portaviones que también, como pasó en La Era del Diamante después, tienen su hueco en la historia, ya lo veréis.

En definitiva, Snowcrash es una idea adelantada, fascinante, que rompe la pared entre lo digital y lo orgánico avisándonos de que la línea que separa una realidad de la otra es muy fina y podría ser traspasada si encontrásemos la ruta adecuada, que en éste caso según Stephenson, sería el lenguaje, un lenguaje vivo, capaz de mutar, como un virus, y modificar nuestra conducta e incluso nuestro sistema nervioso. Hablamos de cómo un virus informático podría saltar a nuestro sistema neuronal orgánico, gracias insisto, al lenguaje, a la comprensión comunicativa.

Toda esta idea, me rebota en El sueño del rey rojo del choomer patrio Rodolfo Martínez, quien tiene otras “obsesiones” de las que hablaremos pronto, ya que me he leído recientemente también La sonrisa del gato.

Dicho todo esto, se especula desde hace tiempo la producción de una serie televisiva de Snowcrash, para HBO, dirigida aparentemente por Joe Cornish (responsable de la divertidísima y resultona Attack the Block) producida por la Paramount, propietaria de los derechos, y que tras la intentona de hacer un largometraje de la novela en 2012, ha preferido el formato serie, que actualmente goza de gran aceptación y popularidad, y seguramente, mejores rendimientos económicos.

Y bueno amigos tungstenitas, podría hablar más y más de Snowcrash, pero tendría que desvelaros la trama y momentos increíbles que prefiero descubráis ustedes mismos.
Por otro lado, prometo recuoperar la actividad, aunque no os voy a mentir, escribir ésta entrada, ha sido más complicado de lo que me esperaba, en mi diminut nido de amor dutrante la jornada laboral de mi robonovia. Así que aunque tengo ganas de hincarle el desgarrador a varios incunables de entrada gorda como la de MadMax de hace un mes, me voy a conformar con ponerme al día, con cositas que me exijan menos, pero no por eso, de peor calidad.

Daros un chute de Snowcrash, que lo tenéis disponible en Gigamesh.

PD: Cuidado si os metéis en jardines ajenos, que los robocanes no son broma, ya lo veréis.