EL FUTURO NO SERA MAÑANA
Oh amigos cyborgs, mutantes, operarios
de baja y media cualificación de la corporación, ninjas urbanos,
cowboys, buzos, chupadatos, copias de identidad virtuales, fantasmas
de unos y ceros, hybridos genéticos, aumentados, y aumentadas en
general, hoy se cumple la profecía del calendario alienígena de
Tungsteno, hoy entra el 2020, el año 0 del futurísmo, el verdadero
inicio del fin, la conjunción astral y planetaria de la reaparición
del décimo planeta X. Hoy, el futuro seguirá siendo mañana.
Porque esta noche pasadas las 23:59 de
vuestra zanja horaria global, los coches seguirán sin volar gracias
a turbinas o reactores verticales modo “harrier”, hoy un miembro
biónico seguirá siendo una precaria hazaña de la medicina, hoy las
pantallas holográficas y los interfaces flotantes de colores flúor
seguirán sin responder a nuestros dedos, hoy decepcionantemente
seguiremos sin disfrutar de emocionantes vidas paralelas en el
dataverso virtual.
Pero la distopía sigue siendo real,
porque sí habrá más desigualdad social, el rico será más rico y
el pobre será más pobre, un nuevo país desaparecerá tras
conflictos bélicos para fundarse un nuevo gobierno revolucionario
más corrupto que el anterior tiránico, seguiremos padeciendo
enfermedades sin cura, seguiremos comiendo alimentos ultraprocesados.
Estos años de la edad oscura del
presente hemos visto el primero intento de clonar seres vivos,
generaciones barridas por la droga, carne hecha en placas de petri y
probetas, la moda de comer insectos, el imparable cambio climático,
y el acelerador de partículas de Ginebra sigue dando vueltas.
El futuro es sin duda, un fraude
terrible, un sueño que cuando comienzas a roncar plácidamente se
convierte en pesadilla. Pero vamos a seguir esperando todo eso, los
viajes a Marte, colonias en la Luna, realidad virtual profunda, sexo
con hombres y mujeres sintéticos, corporaciones comprando países, y
el ratón Mickey Mouse decidiendo qué puedes ver en tu pantalla,
cuantos actores y actrices debe haber, cuántos han de ser heteros u
homos, cuantos negros, blancos o amarillos, y cuál debe ser la ética
correcta que debes adoptar para que el mundo siga engrasado, feudal,
imperial, exactamente igual. Porque el Ratón Mickey Mouse no
pretende borrar esa sonrisa de su cara, porque su sonrisa te hace
feliz, y no quieres verle llorar, no quieres verle apretar los
colmillos ni corretear por tu ano, adentrarse en tu recto y comerte
de dentro a fuera mientras estás despierto.
Así que un paso más al futuro sin
fondos de pensiones, al futuro sin jubilados, al futuro de la
robotización y la desaparición de empleo, al futuro no sostenible,
el futuro del disturbio que no sucederá.
Amaos los unos a los otros porque es lo
único que cambiará de verdad el futuro, ni Bezos, ni Musk. Sólo
los pequeños héroes (Dios salve a Spinrad). Viva el frente de
liberación de la realidad.
Sí, la Tierra es una fase maravillosa.
Aquí estoy, algo triste, porque en éstas fechas cada año me someto
a unos días de soledad en los que pese a que trato de mantenerme
ocupado, ejercito mis relaciones humanas sin límites ni trabas, e
intento dejar de dejar para mañana lo que puedo hacer hoy, valga la
redundancia, por sacarle provecho a mi soledad, hay algo en el
ambiente navideño que a solas me roba la energía. ¿Es ver felices
a los demás? Creo que no. No se qué es. Pero comer hoy arroz con
chile y carne enlatadas, en pijama, mirando el reloj contínuamente
porque me toca un turno de 10 horas laborales de noche y no quiero
ir, tampoco ayuda.
Así que me he abierto una botella de
St. Bernardus Abt 12, y he abierto el ordenador portátil. Se que
llego (literalmente) sobre la campana, que he vagueado estos días,
pero no doy a basto ni en soledad.
Sin duda mi conclusión es que el
trabajo es el peor invento de la humanidad.
En fin, todo esto me pone un poco
nostálgico, y me retraigo antes de avanzar, y pese a que escribí de
cómic en la última entrada, tengo la necesidad de repetirme, con
alguien que ha sido primordial en mi crecimiento intelectual de niño
a adulto. Y ojalá alguien pudiese decir eso de mi alguna vez, y lo
más curioso es que se que hay gente que lo sentirá igual en
realidad, y que mi yo con otro alias, de otra época, al que pretendo
asesinar (metafísicamente) definitivamente éste 2020 y del que no
pronunciaré su nombre en ésta nueva identidad bloggera, ha sido
influyente y decisivo para el crecimiento artístico e intelectual de
muchas personas, soy consciente de que he dejado huella (no
escribiendo éste blog, aún, si no en otra vida, en otra actividad)
y ni siquiera con eso me contento ni me regocijo, nunca es
suficiente, todo es poco.
Esta persona que iluminó mi
imaginación y prendió mi inquietud como un eterno vertedero de
neumáticos en llamas que nunca se apagará, fue Alfonso Azpiri.
AZPIRI, TECNO-HISTORIETISTA SUPREMO DE LA RELIGION DEL TUNGSTENO
1947,
Madrid, familia de músicos y Alfonso Azpiri
vino al mundo para dibujar y hacernos soñar.
Pronto
en 1971 comenzó con historietas en la revista Trinca,
la Pilote patria, una
publicación Bruguera
de Editorial Doncel
de contenido flojo, soso, insustancial pese a su alta calidad de
encuadernado e impresión, que junto al elevado precio de la
publicación, no le permitieron envejecer más de 65 números, pero
que al menos sirvió de trampolín para artistas como nuestro
protagonista de hoy y Antonio Hernández Palacios
(Doc Savage y Mac
Coi).
Los
que saben de cómic,
no dudan en evidenciar la influencia de Victor de la Fuente
en el estilo y evolución de
Azpiri, pero a mi,
desde mi ignorancia, no me lo parece, y no encuentro practicamente
ningún parecido en el estilo entre ambos, y a nivel esencial, solo
les veo compartir temáticas fantásticas y ficciones en sus obras,
con especial dedicación a la anatomía humana, pero mientras Victor
se posiciona en un arte clásico de la vieja escuela americana, más
cercano a Frazetta,
Azpiri evolucionó a
un (voy a inventarme la etiqueta) “post-afrancesamiento” de la
escuela humanoide con
un trazo único muy modernista, de línea gruesa, que no abandona el
boceto en el entintado y rompe violentamente la curva con los ángulos
en tradicionales perfilados clásicos como cabellos y plieges
textiles que conviven con suaves moldeados y siempre exuberantes
contornos anatómicos.
Sin
duda, único, auténtico, personal e inimitable. Sabes cuando tienes
un Azpiri delante, no
lo dudas.
La
primera vez que abrí El pequeño País,
con mi cacao soluble en la taza sobre la mesa una mañana de domingo,
y mis galletas Tostarica, y vi a MOT
nada volvió a ser igual, porque de repente, mi yo niño, puso nombre
al fin al héroe de las portadas de videojuegos de mi Spectrum más
alucinantes. Porque Azpiri
creó personajes de historieta fascinantes, como la Lorna
que hoy nos va a robar el tiempo y el corazón, y la sangre que se va
del corazón a otros apéndices involuntariamente, pero si algo lo
elevó a la cumbre fueron las portadas de videojuegos de la
denominada Edad de oro del software Español,
y no hace falta que os lo cuente Iker Jimenez en un programa de ovnis
y fantasmas para que lo flipéis, porque si esos juegos vendían, la
mayoría de las veces no era por el juego en sí, que solía pecar de
aburrido, imposible, o de horribles gráficos, si no por la portada.
La Edad de oro del software español,
bien podría rebautizarse como “la edad de oro del
marquetin español”, porque
aquellos porductos, sin meterme en la complejidad de producción y
programación que por entonces tendrían, no hubiesen supuesto un
éxito en más de la mitad de las veces si no hubiese sido por
ilustradores como Azpiri,
Luis Royo o Juan
Gimenez de quien ya hemos
hablado en la Casta de los metabarones.
¿Que
no es cierto ésto? Vale, al grano, caso práctico, el juego Abu
Simbel profanation, del coloso
de la era dorada, Dinamic,
1985, con Victor Ruiz
al frente de Snatcho, Florentino Pertrejo
y Santiago Morga, un
juego tan injugable por su dificultad que la compañía ofrecía
50.000 pesetazas de la época como premio al primero que se lo
terminase, ¿qué narices? ¿A caso alguien disfruta comiéndose sin
morir un cocido de 5 kilos sólo por llevarse el vuelo a canarias en
turista irlandesa y hostal de carretera sin pensión que ofrece el
restaurante del ataque al corazón por ingesta de legumbres y
chorizo? No. Pues Abu Simbel
lo mismo, no era una experiencia divertida, era una putada que me río
yo del Dark Souls,
sólo con la diferencia de que Dark Souls
es bonito, es bello, y Abu Simel
ponía nombre de héroe de acción (Johnny Jones,
te cagas) a una albóndiga azul con patas que saltaba de plataforma
en plataforma esquivando arañas de 6 patas y gotas de ácido.
¿Qué
hacía que yo imaginase que esa bola deforme azul con ojos inertes y
sonrisa perenne fuese realmente Johnny Jones?
La portada, la jodida y puñetera portada que lograba que igual que
cuando movía con la mano un argamboy sobre la alfombra lo viese
mover sus rígidas articulaciones como si fuese de verdad gracias a
la imaginación, esa deformidad azul llamada johnny Jones
en la televisión de tubo a la que enchufaba el spectrum
128 cobrase vida y fuese el
héroe que Azpiri
había dibujado en la portada de la cinta.
Y
Dinamic se dio
cuenta, porque Abu Simbel
fue la primera de docenas de portadas que firmó Azpiri
con ellos, y con otras muchas compañías como Topo
u Opera.
No
vendía el juego, lo vendía Azpiri.
Dios salve al tecno-ilustrador de la ficción y fantasía españolas
en 8 bits. Que Dios lo tenga en su gloria, porque ya no contamos con
su compañía desde 2017, pero él es inmortal.
Es
inmortal en todas aquellas portadas de videojuegos, inmortal en MOT,
inmortal en Lorna,
inmortal en las fotos que me tomé con él en diferentes salones del
cómic y el video juego, inmortal su rúbrica y sus dedicatoria en
las páginas en blanco de los tomos que le llevaba para firmar.
Gracias Azpiri, de
todo corazón, gracias, porque tú me hiciste soñar con las
historias de Leo y MOT
como nadie había hecho hasta entonces. Porque tú me hiciste
descubrir el líbido infantil con tus heroínas imposibles. Recuerdo
recortar de Micromanias
y Hobbyconsolas todas
tus mujeres anatómicamente imposibles y guardarlas en una carpetita
secreta de mi habitación para ojearlas de vez en cuando
pecaminosamente pero libre de maldad, ingenuo e inocente, vergonzoso,
adentrándome en un terreno inexplorado para mi aún, tanto que un
día oía que se abría la puerta, y me dio tanta vergüenza estar
ojeando aquellas amazonas galácticas tuyas, destapadas y siempre
erguidas, que lancé mis recortes por la ventana para evitar que mi
padre me pillase babeando con dibujos. Pero claro, la vecina del
patio se encargó de decirle a mi padre que su patio había recibido
una lluvia de recortes de descocadas musas de combate y ficción. Mi
rubor no pudo ser máximo, culpable de que me hipnotizasen aquellos
cuerpos de tinta.
Comenzaba
la entrada nostálgico, ñoño, con ese sentimiento de que el tiempo
se te va como agua entre los dedos, y casi que se me empañan los
ojos escribiendo estos recuerdos. Por eso Azpiri
es tan importante para mi.
Portadas
como Phantis, Megacorp, Ulises, Coloseum, Bronx, Stardust,
Zona 0, Tuareg, Silent Shadow, o
Rescate en el golfo,
alimentaron mi imaginación por siempre, me motivaron y empujaron a
hacer mi propias historietas en cuadernos (¿en qué papel reciclado
se habrán convertido?), mis primeros y vergonzantes relatos breves
(aunque con alguno gané algún concurso escolar), y fantasías y
proyectos infantiles de todo tipo.
Gracias
otra vez y no me canso.
Y
así, Azpiri paseó
por Cimoc, por
Penthouse Comix, por
Heavy Metal, siempre
haciendo gala de su sátiro interior, de su amante empedernido, de su
lascivia, de su deseo, de su respeto a la mujer, madre, dadora,
amante, heroína, con mujeres de ensueño seductoras, dominantes,
hermosas, aunque sin querer enturbiar su honra (Dios me libre por al
admiración que le tengo y lo que supuso su obra para mi) no siempre
orgullosas ni empoderadas. Y ahí aparece Lorna,
la coprotagonista de hoy.
Añadamos
otros logros desbloqueados como sus pinitos en el cine con diseños
de El caballero del dragón,
un olvidadísimo film cargado de originalidad dirigido por Fernando
Colomo (Bajarse
al moro, El efecto mariposa...) con aquella mítica y ochentera
jugada de hype
dando un papelito al ya entonces todopoderoso Miguel
Bosé, que
mezclaba fantasía y ciencia ficción con toques de oscurantismo. Una
película que seguro representa un clásico del género para algunos
consagrados directores de hoy.
LORNA, DE NINFOMANA GALACTICA A HEROINA CERCENADORA DE MIEMBROS
Cuando
Azpiri
dibuja en la revista
Mastia a
mediados de los 70, Star
Wars de
Lucas
irrumpe como un tsunami en nuestras vidas a través de las pantallas
de cine, nunca volveríamos a ver la galaxia de la misma forma, y el
concepto y la tendencia de la space
opera
cambiaría para siempre. Mira, qué curioso que éstos días estamos
viviendo el final de lo que empezó entonces.
Alfonso
crea para la publicación a Lorna,
una despampanante femme
fatal
del espacio acompañada siempre de su robot. Según cuenta el propio
Azpiri,
fue precisamente la nueva moda y admiración que todo el mundo sentía
por La guerra de
las galaxias,
que modificó los bocetos iniciales del primer robot por uno nuevo
más parecido al androide de protocolo y traducción más famoso de
la historia, C3PO,
solo que el robot de Lorna,
no tenía ni protocolo ni conocía idiomas, aunque se le daba muy
bien la lengua, y sin faltar al respeto, la historieta pudo haberse
llamado “la guarra de las galaxias”, porque el robot era un
androide sexual que necesitaba litros y litros de 3 en 1 para seguir
funcionando y saciar el infinito apetito sexual de su dueña, Lorna.
Y
esa era la premisa, un cómic
erótico festivo, de destape, no pornográfico (nunca se mostraban
escenas explícitas, penetraciones, ni órganos genitales de ningún
sexo) pero picante sin mayor pretensión que hacer reir y subir el
color de algún lector que por aquél entonces, calentito aún el
ataúd de Franco,
o leía la Mastia
o se iba a Francia a ver películas guarrillas.
Efectivamente
eran otros tiempos, otra forma de entender la sexualidad, con poca
libertad sexual, tabúes, vedettes de revista, pero mucho vicio y
poco puritanismo pese a ir a misa cada domingo. El destape.
Y
para bien que hemos evolucionado (o eso creo) no solo en la libertad
sexual individual de cada uno, en quitarnos pudores y en normalizar
conductas saludables consentidas entre adultos, si no materia de
machismo que iba unida sinequanon
a la sexualidad, como un chicle sucio a la suela de un mocasín
pasado de moda. Porque aunque hago hincapíe en que eran otros
tiempos, Lorna
era una mujer florero, ninfómana, que cedía gustosa a violaciones
de mal gusto y poca comedia (porque hoy en día a mi ninguna
violación puede parecerme cómica) por alienígenas y terrestres de
toda la galaxia. Yo ni había nacido, no se que decir al respecto de
lo correcto, vanguardista, casposo o lo que fuesen las historietas de
Lorna
en aquellos comienzos de Mastia,
pero tal vez solo fuese material para pajilleros fantasiosos, que
actualmente me parecen de mal gusto.
Y
no solo de mal gusto, ya que el dibujo de Azpiri
aún
estaba en evolución, no había alcanzado su zénit, estaba en una
adolescencia fea, de esa con acne, y gaznate pronunciado, con ropa
desconjuntada sin planchar... Era un polluelo desplumado con una
apariencia a caballo entre el tebeo
patrio
más tradicional acercándose a Ibañez,
Escobar, Vázquez
o Jan,
y las historietas verdes “S” de El
Papus
o El Cuervo.
Lorna
acaparaba el protagonismo artístico, mientras que sus “amantes”
o fornicantes solían tener peor acabado, quedando claro el objetivo
de que el elctor solos e fijase en Lorna,
un poco en la metódica habitual del porno enfocado a público
masculino.
Dentro
del desaguisado sexual que suponían las aventuras de Lorna
y su robot,
se incluían continuos toques de humor y caricatura que incluyen
versiones absurdas de la propia Star
Wars
o incluso de El
Señor de los anillos.
Y es que Gandalf
y su báculo no podían resistirse a los persuasivos encantos de
Lorna.
Lo
más curioso es que pese a la vanalidad de las aventuras sexuales de
Lorna
en aquellos años 70, Azpiri
trató de darle un sentido al personaje, dentro de lo absurdo y la
“jaimitada” que sus aventuras representaban, y cada historieta
enlazaba con la siguiente, creando un pequeño y tímido transfondo,
un universo propio que no eclosionaría en aquella modalidad de
historieta, pero que anunciaba que no iba a dejar morir a Lorna
en el género destape, que pretendía llegar más allá con ella.
Incluirá personajes secundarios persistentes, y otros elementos que
ayudarán a la maduración del personaje.
Y
llegaron los 80, y luego los 90, y Lorna
evolucinó
con los tiempos, y se adaptó, y ahí se me crea la duda de si Azpiri
en Mastia
sólo hacía lo que le pedían, estaba conforme con aquella
casquibana y promiscua de las galaxias que se empotraba a todo ser
viviente y sintético hasta dejarlo extasiado y sin baterías, y la
hizo evolucionar acorde con los gustos de la sociedad y el nuevo
target, o si realmente él quiso crear una heroína icónica desde el
principio. ¿Obligaciones de guión o libertad creativa? No veo clara
la línea que separa una cosa de la otra en el caso de Lorna
y me fastidia, me deja un sabor agridulce.
Pero
Lorna
evolucionó y se posicionó como heroína de la ciencia
ficción
dejando atrás el rol de puta insaciable y sumisa. Se convirtió en
una puta orgullosa e independiente. Y que nadie se ofenda con lo de
puta por favor, no caigamos en la desnaturalización reinante de las
morales equidistantes y superiores. Las cosas por su nombre y con el
debido respeto.
El
dibujo y el entintado de las obras crecieron en calidad exponencial
convirtiéndose en un must estilístico y añadiendo valor al aún
polémico enfoque de las historias de nuestra protagonista.
Junto
a Cidoncha
(que aún ni lo había mencionado, guionista de Lorna,
que egoísta por mi parte porque tiene tantya culpa o más que
Azpirin en
todo esto) la rubia de generoso busto y espinazo hecho a compás
continuó recorriendo la galaxia, pero su objetivo dejó de ser poco
a poco tirarse a todo ser del cosmos y quitarse el picor del parrús,
pese a que de forma paulatina fue evolucionando en sus deseos, ansias
y necesidades sexuales titánicas y descomunales. Lorna
continuó siendo una musa, oscuro objeto de deseo, pero tebeo a
tebeo, fue consolidándose como una mujer de su época en cada cómic
editado, aunque esto me parece, desde mi puinto de vista en el 2020,
lamentable que siguiese siendo un personaje sumiso y atado a la
opinión masculina hasta casi sus últimos números, y hubiese sido
mucho más iompactante si Azpiri
y Cidoncha
la hubiesen adelantado a su época, ya que en realidad, era una mujer
del futuro, y eso debía de haber representado desde el minuto uno,
pero su nacimiento fue muy distinto, y supongo, les costó matar a su
esclava sexual de fantasía de la noche a la mañana.
Entrega
a entrega, Lorna
iba resistiéndose a las violaciones a las que en sus inicios se
entregaba encantada (puagh), cercenaba miembros de machirulos
alienígenas sedientos de sexo como una Lorena Bobbit espacial, y
consumaría tórridas escenas que no abandonaría nunca en ningún
tomo, solo con amores platónicos que como protagonístas no le
llegaban ni a la suela de los tacones. Se consolidó, gracias a
Dios, como una amazona galáctica poderosa, fuerte, con control sobre
sus deseos sexuales y guiones finalmente interesantes, aventuras
emocionantes de búsquedas espaciales, rescate de planetas,
recolección de botines místicos de civilizaciones alienígenas
olvidadas, y todas las tramas habituales de la space
opera de
“a duro”, siempre provocativa, sus creadores nunca renunciaron a
que pasease por cada viñeta con los pechos al aire y en escorzos
seductores imposibles de “good
girls”
hipersexualizadas como ocurría en Cuentosde la era Xenozoica
pero multiplicado por 10.
Esta
sana pero incompleta evolución hacia lo que hoy consideramos como
heroína de tomo y lomo se produjo en un largo proceso de 8 tomos:
- Lorna (compilación de su época de la revista Mastia)
- Las nuevas aventuras de Lorna y su robot
- Mouse Club (donde comienzan a percibirse los primeros cambios tanto en estilo como en argumento)
- Leviatán (una versión libre de Mobby Dick que comienza a presentarnos la Lorna heroína moderna)
- El arka (comienza la verdadera evolución de Lorna hacia heroina, siempre picante y destapada pero heroína, con historias más profundas y maduras, que se continuará y mejorará de aquí en adelante)
- El ojo de dart-ang-gor
- Sombras perdidas
- Las torres negras
- Rescate
¿Satisfecho con
el personaje en cuestión? No mucho, pero la nostalgia es un arma
poderosa, y Lorna llegó para quedarse, así lo quiso su
creador, y nunca dejó de ser lo que era, una venus con pistolas
láser.
Recomendaría
directamente empezar con Lorna “en serio” desde el título
Leviatán y tratar de obviar su pasado de Mastia,
porque hay cosas, que no envejecen tan bien como el vino, no señor,
y no es un pasado del que estar especialmente orgulloso pese a que su
intencionalidad, su venta y su target estaban enfocados al destape.
Aquí mi reflexión
personal, a riesgo de que se me malinterprete:
El cuerpo humano
es bello, femenino y masculino (el mio no pero bueno), y el desnudo
no debe escandalizar a nadie, ha de tratarse con naturalidad, y si
Lorna se siente cómoda surcando el espacio desnuda,
bienvenida sea. Si Azpiri quiso crearla así ¿Quienes somos
nosotros para juzgar su imaginación? Nadie. No se debe censurar la
exuberancia, y la hipersexualización no me parece ni mala ni insana.
Cada cual crea a sus personajes como desea, célibes, castos,
pendones o infieles, me da igual, son igual de enriquecedores si
están bien formados.
Respecto al sexo,
tampoco hay nada de malo en creaciones sexuales que fomenten la
actividad sexual continuada, desinhibida, libre, entre ninguna
persona ni personas. Y en multitud de ficciones encontraremos escenas
de violación, porque desgraciadamente, existe la violación desde
que el mundo el mundo, y por fortuna, el ser humano, inventó las
leyes también, y lapena es que no se cumplan debidamente o no eviten
semejantes atrocidades.
Dicho esto, me
incomoda de cualquier modo que una violación sea frivolizada en
cualquier tipo de ficción. Entiendo la necesidad de una escena que
incluya una violación en una ficción, pero no creo que sea
saludable ficcionar que la victima la disfrute de manera automática
y que incluso quiera repetir. Cuidado con esto.
Y sin querer ser
más papista que el Papa, que cada uno ficcione lo que le de la gana,
que ya seré yo quien decida si leerlo o no, verlo o no, siempre
teniendo claro que está en el marco de una ficción.
Nunca lo saquemos
de ese marco. No es No.
Lorna
debe ser ejemplo del poder de la mujer a decidir llevar la vida que
desee y tener pleno control sobre ella, sus decisiones y su cuerpo. Y
cuando es NO, rayo láser a la entrepierna!!. Y si es SI con un
Klingon, un Mandaloriano y tres súcubos Eldar, si todos están por
la labor, que corra el champán y no juzguemos a nadie por querer
disfrutar en armonía como cada uno quiera.
No se
es más puta por saciar más tus necesidades cuantas veces quieras
como quieras.
Dicho
esto, Lorna, mi
primer amor platónico de la infancia junto a Turbo Girl,
Hundra y Sabrina
Salerno, se convirtió en el
icono que aspiraba ser.
Tuvo
su propio videojuego a cargo de la clásica Topo Soft
(una birria de juego por otro lado, que si vendió algo fue por la
ilustración, todo sea dicho de nuevo) y que hace relativamente poco,
antes de la despedida final del maestro en la Tierra, estuvo a punto
de resucitar en carne y hueso mediante un proyecto de mecenazgo que
prometía el rodaje de una película homónima, proyecto que llevaba
en el aire, de mano en mano y despacho en despacho, décadas.
En
2015 se comenzó el proyecto, pero la rubia no tuvo suerte. Miguel
Mesas junto el propio Azpiri
estuvo al frente del conato, con experiencia en FOX
y Universal para
largometrajes de bajo presupuesto fantásticos como Hércules
y Clash of Titans.
Pero posiblemente, sea barbwire la inspiración más poderosa, intencionada o casual, que podremos encontrar en el cine de Lorna a fecha de hoy.
No
exenta de polémicas, protagonizó una que enfrentó temporalmente a
Azpiri contra Alex
de la Iglesia, al incluir éste
último un personaje femenino, sospechosamente similar a nuestra sexy
heroína, de mismo nombre, encarnada por Carolina Bang
en la serie Plutón BBRNero.
En un principio se tildó de bulo o fake new, pero Azpiri
confirmó su molestia al no haberle informado Alex
de sus intenciones con el personaje.
También,
y por supuesto, se ha intentado llevar a la animación en 2011 por
Balieri Estudio, pero
tristemente aquella nave espacial quedó a la deriva.
Por
todo esto, Lorna es
un imprescindible del cómic
de ciencia ficción
patrio, y a la vez del erotísmo o historieta “S”, y Azpiri
una leyenda y un mito de la ilustración fantástica y cifi
de nuestra cantera.
Un
saludo maestro, allí donde estés, en la galaxia que hayas elegido.
Con cariño.
Muy buen resumen, aunque si hubiese podido me hubiese encantado preguntarle a Alfonso Azpiri si la Lorna estaba inspirada en su homónima del cine "Lorna Maitland" protagonista de pelis de "Russ Meyer"
ResponderEliminarAcabas de descubrirme una musa y una hipotesis, ambas muy guapas
ResponderEliminar¡Para eso estamos! :D
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