martes, 11 de febrero de 2020

JOHNNY MNEMONIC, EL CYBERPUNK PRIMIGENEO EN HOLLYWOOD

JOHNNY MNEMONIC

Buenas noches adoradores de los meteoritos radioactivos, consumidores de unupendio en polvo, mutantes tecnocristianos y holojockeys del dataverso. Un placer volver a veros. Para ser sincero, últimamente el tiempo me ponía difícil cumplir con mis registros y bitácoras digitales voluntarias, pero han instalado un nuevo software en la macrofactoría de conmutadores de materia domésticos, que  domotiza la cadena de montaje en el paso de ensamblaje de la placa positrónica y el micro acelerador de materia atómico, y entonces gasto el turno de noche en conectarme los trodos y adelantar nuestras citas virtuales. Todo bien.
Tras la última ultra chapa que os metí con La naranja mecánica, hoy vamos a ir un poquito más suaves, que no todo pueden ser monólogos kilométricos tan espesos, tan intensos ni tan profundos. Además, como los escribo con nocturnidad y alevosía y suele llevarme unas horas, yo voy al tran tran soltando palabras mientras lucho contra la escasez de batería de mi espinazo injertado y después de pulsar publicar me doy cuenta de que yo solo me he enredado, de que escribí de forma incoherente, me expresé mal y confusamente, y convertí algo interesante en una pedantería inmasticable. ¿Qué le voy a hacer? Soy así, llevo el mismo pluggin de comunicación que C3PO, es una putada, pero era el más barato. El verdadero bloggero debe mantenerlo crudo, natural, espontáneo, al píe de calle. Suena bien como excusa.
También, en mi defensa, añadir que hay reviews, que por la complejidad de la obra y su contenido, me llevan al límite, me apasiono, y divago encadenando ideas que me nacen al vuelo, jammin, como borracho de descubrimientos ocultos que se convierten en evidencias instantáneas. Me ha ocurrido con El hombre en el castillo, La naranja mecánica, Aviador Dro y sus obreros especializados y Pequeños héroes, reviews que han significado mucho para mi, y que no he sabido bien como abarcar, porque me rezumaban por todas partes, me ponía nervioso, y no podía parar.
Esto delata que de todas las artes con las que me atrevo, sin duda, la literatura es la que más exprimo y aprovecho, la que más mella me hace, la que mejor absorbo y digiero. Las viñetas, los frames y los pixels no consiguen excitarme tanto, la información que me disparan es sintetizada en mi sistema de una forma mucho más rápida y automática que la de los párrafos. Ya sabéis, no soy un cinéfilo de manual, ni un sticky fingaz de las grapas, y en verdad resulto ser un poco manco con el joy pad, pero no solo de tinta y celulosa vive el ciborg. En ocasiones me apetece decir gilipolleces y desvariar con el resto de manifestaciones ficticias.
Así que, ¡al turrón! Como doblaban a Kitano en el Humor Amarillo. ¿Kitano? ¡Ostras! Me viene como anillo al dedo, porque hoy vamos con Johnny Mnemonic, la película.




UNA CADENA DE CATASTROFICAS DESGRACIAS

El cine nos ha regalado innumerables buenos títulos de ciencia ficción, y muchos más innumerables títulos mediocres, malos, o pésimos.  Archivando como un bibliotecario con la dymo en ristre, etiquetándolo todo, podemos filtrar y decir que sin embargo no hay tantas buenas películas cyberpunk Así a bote pronto, sin contar hasta diez y con los dedos calentitos en el teclado puedo citar Días extraños, Blade Runner  titubeante, Robocop, y entonces debo mencionar Johnny Mnemonic. Hecha la ley, hecha la trampa, porque es que voy a empezar ya perdiendo lectores, pero en honor a la verdad, Johnny Mnemonic no me parece una buena película.
No tiene un buen reparto, no tiene buenos efectos, ni buena fotografía, ni buen vestuario, ni una buena banda sonora. No tiene nada excepto una cosa, la más importante, tiene cyberpunk del de verdad, del de William Gibson, del canónico. Y lo demás es paja.
El punk original, profeta del futuro desechable, la vida pobre y la tecnología cara, escribió Johnny Mnemonic en 1982 como un cuento corto. En 1995, Robert Longo lo convierte en cinta de 8 milímetros con todo el cariño y la mejor intención del mundo, y pese a que no se enfrentaba a una tarea fácil, y la emprendió con admiración y devoción, no fue la persona adecuada a mi parecer.
Robert Longo no era un director de cine experimentado, si no un fotógrafo y artista pictórico neoyorkino, hipnotizado por la obra de Gibson. ¿Habéis visto el meme que dice “En su cabeza lucía alucinante”? Pues eso. Robert tenía talento en lo suyo, las artes, la pintura, la escultura incluso, cosechó gran popularidad, renombre y fama en galerías artísticas underground hasta convertirse en un emblema del arte de vanguardias en los 80, involucrado también con la música punk, y el rodaje de videoclips (trabajó con R.E.M., Megadeth, New Order…), pero una película de 26 millones avalados por Sony, como que les quedó un poco grande a estos dos punks de la vanguardia intelectual y fue un despilfarro de producción. Bueno, esto de quemar billetes como si no hubiese un mañana, ya es bastante punk de por sí, mola.



La película, presupuestada originalmente por el dúo dinámico Gibson / Longo en medio milloncejo, pronto se infló hasta los 30, y menos mal que a Sony le interesó, muy a su pesar posterior como ya hemos adelantado. Gibson tampoco es que tuviese mucha experiencia en el mundo del cine en realidad, había hecho el intento de llevar al cine su Quemando cromo con Katheryn Bigelow, fracasado; Le dieron la oportunidad de hacer un borrador del guión de Alien 3 que actualmente está muy de moda por la publicación en español del cómic que resucita aquellos legajos, de mano de Dark Horse con dibujo de Johnnie Christmas; Quiso filmar una cinta de Kowloon junto al director nipón Shogo Isii, y Kowloon fue derruida; Quiso rodar una película con el músico ruso Viktor Tsoi, y el joven músico falleció en accidente de circulación… Vaya, la carrera cinematográfica de Gibson está maldita aparentemente.



De todas sus obras literarias, tan sólo ésta Johnny Mnemonic y New Rose Hotel han logrado ser adaptadas a la gran pantalla, y los resultados comerciales fueron espeluznantes. Pero su universo cyberpunk sigue suscitando interés, y todavía penden de un hilo las confirmaciones de adaptación de La trilogía del Sprawl (Vincenzo Natali y Michael Mann están en el ajo). Y Gibson nunca tiró la toalla de hacer sus pinitos en la tele, y escribió varios episodios de Expediente X.
Resumido éste anecdotario de catástrofes y sin sabores, Johnny Mnemonic  se estrenó, recaudó poco y recibió malas críticas. Una súper producción de Sony se convirtió en un film doméstico de culto rozando la serie B. 


CYBERPUNK EN ESENCIA Y SIN CORTAR



La película reinterpretaba, como siempre con algunas licencias, el cuento de Gibson, y comenzaba un trabajito más de Johnny, mensajero mnemónico, o en cristiano, un disco duro con patas. En el digitalizado futuro cercano, la red ya noe s un canal seguro en el que almacenar información comprometida, y enviarlo de un usuario a otro por la red tampoco ya que los cowboys y los piratas acechan en cada nodo de conexión para romper el hielo negro. Así que surge una nueva posibilidad laboral, la de mensajero de datos. Nada como injertarse un disco duro en el coco, que te enchufen archivos, e ir de un punto A a un punto B con los datos en tu interior. El UPS del futuro. El problema reside en que al no poder piratear un disco duro móvil sin conexión, habrá que interceptar al correo a la vieja usanza, físicamente y a punta de pistola a ser posible, y si no se puede recuperar la info vía cableado del correo, pues se le corta la cabeza y con calma ya se sacará en las oficinas del zaibatsu. Así se gana la vida Johnny. Cuando le va bien, obtiene pingües beneficios, suites de lujo, prostitutas caras, ropa de pasarela, licores reserva… Ahora bien, algo tenía que sacar a cambio de jugarse el tipo en cada reparto, y lo peor, que para poder ganar más dinero, Johhny ha pedido parte de su memoria biológica, para poder almacenar más bytes, y poder transportar más archivos, lo que le está friendo el cerebro.
El último trabajito de Johnny  a cargo y saldo de unos misteriosos hombres de negocios japoneses se va a complicar más de la cuenta desde el comienzo de la película, y entonces, sin paños calientes ni esperas, comenzará una persecución con todos los elementos de lo que podría haber sido una partida de rol perfecta y redonda del viejo Cyberpunk 2020 de R.L. Talsorian Games. Y por eso la película merece estar entre el resto de buenas películas cyberpunk, porque es el patito feo que más punk y más low profile / hi tech tiene de todas sus hermanas. Y aunque el endiosado Keanu Reeves, Ice-T, Dolph Lundgren  ni Dina Meyer lo hagan bien, ninguno, en absoluto, toda esa caspa intepretativa, ese aire infumable de tomarse en serio a sí misma cuando en realidad es una explotación continuada de los roles asignados a cada personaje, caricaturescos casi, es lo que la hace maravillosa, lo que le da el regustillo ochentero (pese a ser de los 90) del texto original, la fantasía y la ficción absoluta. Es una película de persecuciones, disparos, peleas mal orquestadas y caídas sobre actuadas, rodada en decorados aburridos y repetitivos, con extras nada convincentes y secundarios carentes de talento. 
Punk, mucho punk en cada toma.



Así que realmente no pasa de telefilme de videoclub, divertido, con un casting que podría asombrar pero que defrauda, confuso, sin sentido en sus papeles, pero la historia es lo que esperamos de una buena aventura cyberpunk de acción y entretenimiento
Porque tiene yakuzas, tiene un antihéroe que corre por su vida importándole una mierda qué lleva dentro de su disco duro injertado o para que sirve, guardaespaldas aumentadas, pandillas de scavengers de suburbio boicoteando el poder establecido desde la red profunda, virus pandémicos de laboratorio afectando a los más desfavorecidos sin que al estado le importe una mierda, megacorporaciones, inteligencias artificiales… ¡Lo tiene todo! Todos los elementos característicos del cyberpunk en 90 minutos. Es un festival de excesos futuristas y distópicos gamberros, exagerados, y divertidos. Mal ejecutados, pero entrañables, atractivos si te dejas engatusar y entras al trapo. Así que relájate, disfruta, y no tengas en cuenta lo mal que han envejecido los efectos especiales.


EL REPARTO DE HOJAS DE PJ (QUIERO SER KEANU REEVES)



No es Blade Runner, ni en fotografía ni en guión ni en interpretaciones, y enturbia la crítica el mero hecho de pensar en los años que separan un film del otro, y que el worldbuilding cinematográfico de los recursos de Johnny Mnemonic sea espantosamente inferior . Pero el villano, es muy villano, es un súper villano, ese cyber psicópata a sueldo obsesionado con la Biblia y la cristiandad, El pastor, interpretado por Dolph Lungren, un ciborg tarado implacable y casi indestructible. No tiene muchas frases, ni falta que le hace.
Ese Ice-T que no ha hecho una película buena en su vida, que puso en peligro New Jack City, y aquí interpreta a T-Bone, el líder del grupo antisistema de los Lo-Tech, una suerte de anonimous distópicos con pintas de chatarreros post nucleares, filantrópicos y de buen corazón en un mundo corrupto. Qué malo es Ice-T, por Dios, que terrible actor, no se quita la interpretación de gánster de encima ni con agua caliente.
Takeshi Kitano, haciendo de cabeza del zaibatsu, con sus propios fantasmas personales, pocas frases que no sean en japonés y luciendo careto icónico para pescar más espectadores a lo sumo.
Dina Meyer, haciendo de una guardaespaldas ciberaumentada que sufre el “temblor negro”, un mal pandémico que afecta a las personas aumentadas cibernéticamente, y que aunque responde al nombre de Jane, todos sabemos que es en verdad Molly Millions. Su interpretación es tan mala como el del resto del reparto y no brilla ni un minuto.



Y encabezando la aventura, el mesías del cyberpunk por culpa de CD Projekt Red, aunque si algo hizo bien al respecto fue encarnando a Neo  en Matrix, el único, el inigualable, el endiosado y sobrevalorado… ¡keanu Reeves! Oh, por favor. Vale que tenga películas que están bien, vale que Mátrix, al menos la primera, fue un zambombazo sin titubeos, vale que desde entonces aprendiese algunos trucos de kung fú, o de tae kwondo, o de yo que se, que le hayan servido para ser John Wick, vale… Pero haciendo de Johnny Mnemonic fue soso, torpe, falto de credibilidad, y tan sólo brilla en un discurso absolutamente cyberpunk cargado de egoísmo, ambición, “melasudina” y antiheroísmo en el que revindica el edonismo frente a las paladinería como mandan los cánones. Tal vez, haciendo hipótesis, si Johnny Mnemonic  se hubiese rodado en 20005, igual hubiésemos disfrutado de un keanu muy superior, y de un Dolph más en la línea de Soldado Universal, de un Ice-T mejor… no, eso no, rebobinad. Bueno, ya me entendéis, que quizás, Johnny Mnemonic se adelantó a su momento, impaciente y ambiciosa, para tropezar y dejarse la dentadura en el bordillo y volver llorando a las faldas de mamá con la boca llena de sangre. Y eso. Pero la queremos igual precisamente por todo esto. Por juntar a semejante cuadrilla de Hollywood en una aventura irreproducible.



POSTDATA

Ya sabéis que soy muy de videojuegos, pues bien, parece ser que se apoyó el lanzamiento de la película con una video aventura gráfica para ordenadores domésticos, cuya producción fue como un pequeño rodaje que costó 3 milloncejos de pavos.
Nunca lo jugué, pero parece una especie de Dragon´s Lair digitalizado.
Como detalles, podemos decir de ello que incluía voces de Isaac hayes y otras celebridades de medio pelo como modelos de revistas adultas. Y que se rodó en el Hotel Ambassador de Los Angeles, que fue modificado digitalmente después por el creativo de la película Delicatessen, Jean Philippe Carp.
Y que la BSO incluía una canción de Devo, que siempre es bien.
Y poco más por lo visto, aunque tal vez deba buscarlo, piratearlo y jugarlo si corre en DOS BOX o SCUMM o algo de ésto.



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