SNOWCRASH, EL METAVERSO Y EL LENGUAJE
Bienvenidos durmientes sintéticos al
lado más fluorescente del ciberespacio una vez más.
Se que ha pasado tiempo, pero no he
incumplido ninguna promesa. Os he echado de menos, pero la distopía
se ha hecho realidad. No he podido venir al nodo a soñar con
vosotros tan a menudo porque ésto de teletrabajar suena genial, pero
cuando no vives en un penthouse del downtown con 5 habitaciones y 2
baños, ni en una vivienda 3D familiar de las fincas temáticas de
hogares de las afueras, con una cómoda buhardilla donde montar una
gran mesa de madera sintética, con tu butaca ergonómica
bioconfortable con memoria, entonces, puede que vivas en un
apartamento de pladur de la periferia del Sprawl, con sillas de metal
rígidas e incómodas y menos espacio que en una lata de 30 gramos de
proshimi, donde colocar el equipo de teletrabajo cedido por la
corporación es peor que una partida de Tetris.
Si a eso le sumamos que ya no gozo de
soledad, que estoy confinado las 24 horas con mi robonovia, que
también teletrabaja, pues el encontrar un rato para conectarme a
soñar tungsteno se torna complicado, porque no me malinterpretéis,
mi robo novia es genial, pero eso de escribir con alguien sentado al
lado, porque es que no hay más espacio donde vivir en nuestro
cantón, es … extraño. Pierdo el hilo, me cohibo, la televisión
de fondo porque claro, no la voy a prohibir a ella disfrutar su
tiempo libre para disfrutar yo el mio, así que he caido en la
tentación de otros hobbies el mes de Mayo, como los videojuegos
portátiles. Pero hoy he decidido romper la racha o intentarlo,
perdonar si no estoy tan lúcido como de costumbre, he perdido algo
de ritmo y además mi robo novia está teletrabajando en la mesa dura
mientras yo redacto, y en ocasiones me despista.
Ays, soledad, te hecho de menos en su
justa medida, llevo 3 meses acompañado las 24 horas en una caja de
cerillas, y es la mejor compañía del mundo, sin duda, con nosotros
no harán negocio los buffetes de divorcios, pero a buen entendedor
pocos bytes hacen falta.
Así que lo intento porque lo necesito,
porque la plca base me pide sueños de tungsteno, porque ya vale de
procrastinar, y porque estoy hasta la antena de echarle horas al
Xenoblade Chronicles X para
que el jefe final tras 90 horas de juego, me obligue a jugar otras 20
de puro farmeo si quiero estar a la altura para derrotarle. Te odio
Tetsuya Takahasi, no
te lo perdonaré nunca.
Así
que no me voy a complicar pero me voy a quitar una espinita, que
aunque parece fácil, tiene miga, pero creo que la tengo tan
asimilada, que ningún agente externo podría impedirme explayarme a
gusto. Me apetece un chute, un chute de Snowcrash.
NIEVE EN LA PANTALLA
Snowcrash es
la novela más famosa de un viejo conocido del blog,
Neil Stephenson,
de quien voy a omitir detalles y anécdotas introductorias, porque ya
hemos charlado de él en Laera del diamante,
¿de acuerdo?. Vamos a ir un poco más al grano, cosa que
conociéndome, agradeceréis en ocasiones.
Snowcrash
es una gamberrada cyberpunk
de las más elogiadas del género, aunque mucho etiquetador erudito,
no la incluiría en el cyberpunk,
para meterla en el post-cyberpunk,
al ser una obra más tardía que las del círculo original de
Cadigan, Sterling,
Gibson
y compañía. Es una novela de los 90 que se adelanta a los sueños
de los choomers
originales, reinventando un futuro que no parecía llegar,
posponiéndolo, y dándole un aire muchísimo más gamberro y
surrealista, más cercano al absurdo de RudyRucker,
pero tan esperpéntico que sin duda se vuelve creíble, porque se ríe
de todo.
No
es una comedia, no nos equivoquemos leyendo ésto, no es La
guía del autoestopista galáctico
versión cyberpunk
(que
por cierto, quitando la primera mitad, es un libro al que no le veo
la gracia), pero sus renglones tienen un aire cómic,
nada hyper realista ni costumbrista, si no más bien a la zaga de
transmetropolitan.
Es irreverente, tiene acción, y conserva algunas de las sempiternas
características identificativas y rasgos de identidad más
recurrentes de Stephenson.
Y
tampoco es una obra rupturista, ya que el respeto a los pioneros está
presente en todo momento, no en balde, ¿qué es el Snowcrash?
Loq ue nosotros llamamos la “nieve” de la tele o el “ruido”
cuando perdíamos un canal, la imágen que presentaba el cielo de
Chiba nada más comenzar Neuromante.
Qué bonito guiño.
La
novela es exactamente de 1992 (anterior al citado cómic
transmetropolitan),
y se nutre de toda la nueva cultura pop emergente, como si fuese un
plato exótico repleto de ingredientes por descubrir, saborearemos el
grunge, la generación X, un regustillo a pegado de serie B que
parece hecho a posta, y un fondo en boca reconfortante de misticismo
y el producto estrella de Stephenson,
la información y el lenguaje como hilo conductor.
La
tecnología en Snowcrash
es exultante pero nada técnica, es como magia, no necesitamos saber
si es posible o no programar el metaverso,
ni si un monopatín puede gravitar como el de regreso
al futuro II,
no nos hacemos preguntas, sencillamente, lo aceptamos, sin ningún
intento de hacernos creer la posibilidad de un futuro como el que nos
muestra. Si queremos entramos, si no, no. Stephenson
no va a insistirnos.
LOS ANGELES DEL MAÑANA
Poniendo
la carne en la plancha, Snowcrash
nos llevará al Los Angeles futuro de unos EEUU balcanizados,
gobernados por megacorporaciones y franquicias de toda clase, muy
presentes en la historia y con políticas y protocolos entre lo
histriónico y el neofeudalismo, basadas en jerarquías similares a
las del crímen organizado y el hampa, sin convenios laborales ni
patronales, capitalismo absoluto. Para una de ellas, la gran cadena
pizzera Cosa Nostra
de Tío Enzo,
trabaja nuestro protagonista Hiro
Protagonist,
un adolescente pizzero afro asiático, cuyo nombre ya es una
gamberrada en sí, el “Héroe protagonista” si nos fijamos un
poco, por eso decía que hay un regustillo a chiste fácil y serie B
que iremos desgranando poco a poco en otros detalles, pero que
funciona, no se pasa de “cuñado”, es divertido y toca-cojones.
Hiro
representa a esa juventud grunge de los 90, un adolescente con un
curro de mierda, que vive en un cuartucho compartido (más bien en un
contenedor amueblado si no recuerdo mal), que tiene inquietudes
creativas como la música rock, y principalmente, que es un auténtico
nerd
informático y se escabulle de su deprimente realidad gracias a la
realidad virtual, gracias al metaverso.
Sin
duda, encaja con el perfil californiano de adolescente de los 90
totalmente abducido por la MTV, solo que la mayoría de ellos eludía
su realidad con marihuana en vez de una realidad virtual que no
exisitía. Y aunque parece más saludable la ficción que aquella
realidad, el metaverso
descubriremos que también tiene sus riesgos.
Hablemos
de ese metaverso
antes de seguir. ¿Es el metaverso
de Stephenson
en Snowcrash
la mejor realidad virtual y o MMORPG
ideado en una ficción, nunca? El metaverso
se presenta como una calle infinita de texturas poligonales fluor,
con locales a los lados, que no serían otra cosa que la
representación programada de salas de “chat” donde se reúnen
los “avatares” de los cibernautas, para dar rienda suelta a
actividades virtuales como fiestas, conversar, combates, sexo o lo
que surja en el amplio abanico de las actividades virtuales no
letales.
Yo
me lo imaginé según lo leía (que han pasado ya unos años), como
esos espacios de acceso a ciber espacio ochenteros, con una
cuadrícula de vértices recorriendo todas las superficies en un
parallax infinito de tonos cromados y fósforos, con una realidad
copiada en texturas de 32 bits como en el
cortador de césped.
El
metaverso
de Snowcrash
es sin ninguna duda ni atisbo de ella, el papá de Oasis
de ready Player One
de Clive.
Y no acepto un no por respuesta.
Los
“avatares” del metaverso
disponen de sus “skins” que les reportan reputación a sus
usuarios, ya que las “skins” “noobs” (como dicen mis sobrinos
en el Fortnite)
son los “barbies” y los “kens”, avatares standard no
personalizados, baratos, sin gusto ni experiencia en el metaverso,
mientras que por ejemplo nuestro Hiro
Protagonist
se diferencia del resto por ser algo así como un ninja urbano tope
de “chettado” (parafraseando a mis sobrinos de nuevo, chúpate
esa de éste boomer, zeta capullo) con sus katanas y un porrón de
habilidades.
La Calle es el preámbulo ficticio mejor encarrilado de juegos multi jugador online imaginado de cara a su siguiente nivel, la realidad virtual.
El
metaverso
de Snowcrash, es
pese a todo un entorno seguro, hasta que deja de serlo, para qué
spoilear nada,
ahí os dejo el cebo para que os lo leáis.
Si
os gustó readyplayer one (que a mi no, ojo, ni la peli que ya he descuartizado, ni el libro que
no voy a descuartizar pese a haberlo leído al fin, y no aporta mucho
más que la película, siendo eso sí para no variar en la industria
del ocio, sustancialmente diferentes), Snowcrash
os volará la puñetera cabeza choomers.
En
esa nueva Los Angeles del mañana, hay otro montón de detalles
jocosos y distópicos como las franquicias de vivienda, los llamados
“burclaves”, urbanizaciones temáticas (el caribe, el antiguo
oeste, la europa victoriana...) que harán de la experiencia de vida
de cada inquilino, la de estar en un parque de atracciones. Una
vuelta de tuerca divertidísima que reconvierte el neo victorianismo
jacobita y su idea de que cada hogar debe ser un castillo, en una
fantochada cyberpunk
delirante.
La
inflación de éste futuro granuja-distópico es para llorar de la
risa, el cambio de los 90 al futuro de Snowcrash
devalúa el dollar millones de veces por su valor, y una de las
pizzas que reparte Hiro
costarían millones de dolares.
Y
junto a Hiro,
tendremos a A.T.
Otro modelo de adolescente que es una mensaka skater, que yo me
imaginé al más puro estilo manga al leerla, que será vital en la
trama, coprotagonista absoluta de Hiro,
y que encarna una dualidad tan enternecedora como chocante, ya que no
se andará con chiquitas y durante el desarrollo de la historia la
veremos summida en encruzijadas morales de lo más incomódo y
peligrosas.
DROGAS Y VIRUS
¿Qué
puede convertir las anodinas vidas de un pizzero y una mensaka
adolescentes en una techno-epopeya cyberpunk
repleta de acción e intereses cruzados? Como decía antes, el
metaverso
no iba a ser seguro por siempre, el Snowcrash
será la causa, una droga virtual, de la que muy a mi pesar, debo
spoilear
lo mínimo si queremos entender la obra y su mensaje encriptado,
envuelto en toda ésta cultura pop y todo el cachondeo descrito, que
de pro sí, no hubiesen aupado la novela a ninguna parte más que a
la de la comida rápida.
Voy
a intentar no ser muy explicito, por si leéis esto y no habéis
catado aún Snowcrash,
no os joda la experiencia.
Digamos
que Stephenson
es un autor que en su bibliographía se caracteriza pro su interés
en el lenguaje y la comunicación a través de las nuevas
tecnologías, sin perder el interés por sus orígenes más
paleontológicos, uniéndo ambos conceptos como un todo, y es
precisamente eso, algo de sumo interés en el libro, como en la
carrera del autor, ya que recordemos, él es lingüista, criptógrafo,
matemático, y filósofo. Ese starter pack de tipo listo, es el motor
de sus inquietudes, de sus ensoñaciones, de sus sueños de
tungsteno, y no son fáciles de entender, porque él es un experto en
esas materias, pero trata de mostrarnos las posibilidades de esas
materias en sus ficciones.
Las
matemáticas, no son más que un lenguaje, y ese lenguaje, es tan
humano como el que empleamos en los sistemas informáticos (java,
kobol, html...), porque las máquinas han sido creadas por humanos,
por lo que en realidad las máquinas comparten idioma con los
humanos, pero el problema es que no todos los humanos hemos aprendido
aún el idioma de las máquinas, y tenemos un techno-babel como
resultado.
En
la obsesión por el lenguaje, Snowcrash
nos llevará desde el lenguaje de sistemas, hasta recordar los
orígenes del lenguaje, en Sumeria y Babilona, la cuna del mismo,
convirtiendo el secreto de la historia en un alpha y omega, un
círculo que se cierra, uniendo la comunicación humana y la maquinal
como una misma en una compleja ficción mistico-tecnológica
enfrascada en monodosis de una droga llamada Snowcrash,
capaz de saltar de la red a la realidad, de lo digital a lo orgánico,
mediante precisamente el lenguaje.
No
quiero ahondar más, porque es un jardín complicado y porque sería
sopilear demasiado, y me encantaría que ésta entrada de blog
motivase
a la gente a leer Snowcrash,
que es divertidísima y como podéis advertir por ésta última parte
del texto, también es compleja y madura.
Como
contrapunte a todo este galimatias del Snowcrash
y el lenguaje a lo largo del tiempo y nuestra evolución y
necesidades, tendremos al villano de la historia, Cuervo,
un ciber matón nanuk con pintas de ballenero vizkaino aparentemente
imparable, con ese tufillo a serie B del que habábamos antes, que
nos recuerda mucho al pastor de JohnnyMnemonic.
Y
ahora que lo menciono, no se que otro fanatismo tendrá Stephenson
con los buques y portaviones que también, como pasó en La
Era del Diamante
después, tienen su hueco en la historia, ya lo veréis.
En
definitiva, Snowcrash
es una idea adelantada, fascinante, que rompe la pared entre lo
digital y lo orgánico avisándonos de que la línea que separa una
realidad de la otra es muy fina y podría ser traspasada si
encontrásemos la ruta adecuada, que en éste caso según Stephenson,
sería el lenguaje, un lenguaje vivo, capaz de mutar, como un virus,
y modificar nuestra conducta e incluso nuestro sistema nervioso.
Hablamos de cómo un virus informático podría saltar a nuestro
sistema neuronal orgánico, gracias insisto, al lenguaje, a la
comprensión comunicativa.
Toda
esta idea, me rebota en El
sueño del rey rojo del
choomer
patrio Rodolfo
Martínez,
quien tiene otras “obsesiones” de las que hablaremos pronto, ya
que me he leído recientemente también La
sonrisa del gato.
Dicho
todo esto, se especula desde hace tiempo la producción de una serie
televisiva de Snowcrash,
para HBO,
dirigida aparentemente por Joe
Cornish
(responsable de la divertidísima y resultona Attack
the Block)
producida por la Paramount,
propietaria de los derechos, y que tras la intentona de hacer un
largometraje de la novela en 2012, ha preferido el formato serie, que
actualmente goza de gran aceptación y popularidad, y seguramente,
mejores rendimientos económicos.
Y
bueno amigos tungstenitas, podría hablar más y más de Snowcrash,
pero
tendría que desvelaros la trama y momentos increíbles que prefiero
descubráis ustedes mismos.
Por
otro lado, prometo recuoperar la actividad, aunque no os voy a
mentir, escribir ésta entrada, ha sido más complicado de lo que me
esperaba, en mi diminut nido de amor dutrante la jornada laboral de
mi robonovia. Así que aunque tengo ganas de hincarle el desgarrador
a varios incunables de entrada gorda como la de MadMax
de hace un mes, me voy a conformar con ponerme al día, con cositas
que me exijan menos, pero no por eso, de peor calidad.
Daros
un chute de Snowcrash, que lo tenéis disponible en Gigamesh.
PD:
Cuidado si os metéis en jardines ajenos, que los robocanes no son
broma, ya lo veréis.
Ya era hora que analizaras la medalla del plata de la literatura cyberpunk xD.
ResponderEliminarStephenson tiene esa forma de escribir por capas: la de la comedia épica ("el repartidor es un tipo importante porque la gente depende de él"), la de las movidas filosóficas / metafísicas (no digo nada para evitar el spoiler), la didáctica (potencias de base 2 en mitad del océano) y la de la suspensión de la irrealidad razonable (metaverso, monopatín "volador", la gárgola, la evolución de la sociedad en barrios-franquicia).
Creo recordar que Hiro no es ya un adolescente, sino que está más cerca de la treintena... porque de hecho es motivo de risión para la chica, que lo llama viejo en más de una ocasión. Yo siempre lo interpreté como una suerte de guiño a Neuromante: de adolescente te proyectabas en Case y ahora, que han pasado unos años, yo te doy un protagonista un poco mayor para que puedas proyectarte en él con la misma comodidad.
Por cierto, no sé la relación de Stephenson con los barquitos, pero en Criptonomicón también hay alguna escena naval.
Que bueno que participes así con energía y animo!!! Llevaba tiempo dándole vueltas pero me hubiese venido bien una relectura que no he podido darle.
EliminarMuy de acuerdo contigo en esa descripción de Stephenson, es un tipo muy muy listo, seguro, pero mola que tiene mucho sentido del humor, es un canalla.
Me mola esa idea de que Hiro es un fracasadete XD
Algo tiene este señor con los barcos, no hay novela que no meta uno entonces, porque en la Era del diamante, hay un buque que es que me recordó muchísimo al porta aviones de Snowcrash y el entramado de barcas, le asignaban una palabra, ya no me acuerdo cual era, me cachis.