CYBERPUNK A ESTA ORILLA DEL PECOS
Yihaa vaquero, me ha costado muchos
días traer mis cabezas de ganado transgénico desde el este hasta el
ciber oeste, he tenido problemas con pandillas indias motorizadas,
lluvía ácida, y bandoleros psicópatas, pero al final estoy aquí y
pretendo darme un homenaje en el salón.
O algo así.
¿Qué tal a todos y todas las
soñadoras de tungsteno? Decid no al wolframio, ya sabéis. Casi que
me demoro un mes en dejar nuevas entradas en el blog, pero es que me
doy cuenta de que me estoy volviendo un vago, sí, ya se que el
primer año lo cogí con mucha ilusión y eso, pero durante la plaga
genética he estado algo “apagado”, y ahora llega el verano y ya
sabéis como le pega el sol a nuestro asqueroso planeta a través de
ese enorme butrón de la capa de ozono, y me entrego al futón y la
cerveza y... Todo son excusas. Si quiero, puedo, pero para que
mentir, me he enganchado a la videoconsola como hacía años que no
me ocurría, y llevo sin terminar un libro pendiente 4 meses, me da
hasta vergüenza decirlo, pero se que durante mis muy, muy cercanas
vacaciones, me los voy a comer de 2 en 2 en la hamaca, a la sombra,
eso sí, con más cerveza, porque lo de meternos a la piscina éste
verano... creo que meterán robo pirañas, o nanositos asesinos que
se te introducen por la uretras y... Bueno, eso habrá que aprobarlo
en junta.
Me enrollo más que un ciber miembro
extensible de Arasaka. Ostras, el inspector Gadget sería un héroe
cyborg, acabo de caer en la cuenta, el primer cyborg de mi vida tal
vez. Ya me estoy iendo de nuevo, me enfoco, hoy voy a derramar
impurezas sin miramiento ni tecnicismos, sobre un cómic
ligerito de 4 entregas breves, y en éste caso no podemos decir que
cumpla con refranes aritméticos a cerca de su calidad. Tampoco es
una aberración contra natura, tiene su gracia, pero exceptuando que
vuestro objetivo sea pasar un ratito esperando al hyperloop en la
estación viendo un dibujo resultón aunque nada innovador, y una
historia vacía pero surrealista y macarra. Esta pieza extraña,
recuperada de quien sabe donde se titula Dead or Alive –
A Cyberpunk western.
En principio la
declaración de intenciones es de lo más llamativo, aunque el lejano
oeste, descubro poco a poco si sois asiduos al blog, que es un
fetiche recurrente en las historias distópicas, futuristas,
cyberpunk e incluso galácticas. Y no sólo como hemos visto ya en
Este del Oeste, si no en otras que tengo en la lista de
entradas pendientes (Serenity, The Postman) y en realidad
desde que tengo uso de razón cineciaficcionaria infantil, que es
realmente importante ya que es donde la semilla germinó, y ahí que
recuerdo Bravestar, Space Rangers (que buena era esa
serie de animación Dios mío). Y en éstos casos hablamos de
adaptaciones tópicas y cliché del salvaje oeste de gorro,
cartucheras, bandolera y duelos en la calle principal de un pueblucho
llamado Tombstone en medio del desierto, con bolas de rastrojos
arrastradas por el viento.
Pero la influencia
del western como tal, sus características propias como género
cinematográfico y novela de a duro (que en España proliferó
muchísimo a mediados del siglo pasado) son insultantemente claras en
un buen puñado de obras cifi que yo haya catado como hemos
dejado bien claro en ocasiones anteriores, y me repito, las que me
quedan, que no soy ningún gurú, como Mad Max o CowboyBebop.
Pero no estamos
ante la versión cyberpunk de Sin Perdón, Los 7 magníficos
ni El bueno, el feo y el malo. No. Más bien ante una
adaptación aumentada y chippeada del más barato spaghetti
western, de los que le encantan a mi suegro en la cadena
autonómica después o antes de la comida, sin rigor histórico ni
trasfondo, que se sucede sin más, y estás aún con ello por ver los
indios o el tiroteo en la aldea abandonada con su iglesia mejicana.
Eso es dead or Alive a cyberpunk western, un pasatiempo que
pese a respetar en el enunciado el elemento del cartel de bandolero
al margen de la justicia con un precio sobre su cabeza, tiene de todo
menos western, y cuando digo de todo, es de todo, una auténtica
majadería que sin arrancarme las carcajadas que sólo me arranca
Spider Jerusalem, sí me saca una sonrisa.
PAYASOS, VACAS, MESÍAS Y LO QUE SE TE OCURRA
En 1998 Dark
Horse una vez más, sacaba ésta mini colección a cargo de
Alberto Ponticelli (algunos trabajos para Marvel como
Blade y también para Humanoides Asociados, y su más
aclamada obra Soldado desconocido con Joshua Dysart) y
Tatjana (Animal man o Camelot 3000, autora
ganadora al premio Shazam).
Estamos en el
salvaje oeste de un futuro cercano o no, totalmente anárquico,
sardónico, y un montón de “ónicos” más que se repetirían más
que el Monster. En la región del planeta conocida como el Cyberwest
pueblan un puñado de gañanes sucios, holgazanes, y palurdos en un
sainete orquestado por el Señor Bungle, un gañán que parece
descendiente de un affaire
entre Mario Bross
y Pier No Doy Una,
magnate de la franquicia de carne de vaca sintética M-Cow.
Un esperpento caricaturesco y cómico de villano millonario al frente
de la mayor corporación alimenticia del cyberwest, un megalómano al
mando del resto de la región, siempre acompañado de un séquito de
ciber psicópatas aumentados del tamaño de un Goliath
cromados, hasta arriba de cables y piezas metálicas.
Por
otro lado tenemos al héroe, anti héroe, bufón, errr... bueno,
protagonísta sería correcto, de la historia. El Señor
Risitas, un payaso que
por su parte parece ser el vástago de una noche loca entre Violator
de Spawn
y Lobo.
Y con esto acabo de mentar las dos pricipales similitudes artísticas
que encuentro en el arte del cómic
aunque también vi esos garabatos fuertes y apretados en contornos
que me recordaron a Azpiri
en alguna viñeta, y el imprescindible horror vacui
del que toda obra cyberpunk
parece obligada a hacer gala en el arte plástico, cuyo máximo
exponente podría ser Darrow.
Pero a parte de que cada outfit o espacio en las viñetas,
estérepleto de detalles hasta la más mínima esquina, volviendo a
hablar del Sr. Risitas,
el payaso es un inspector de carne de vaca, que recorre el cyberwest
garantizando que la carne de vaca que los comerciantes y
establecimientos ofrecen a sus clientes, sea eso, carne de vaca, y si
encuentra alguna anomalía, la visita del Señor
Sonrisas (que no sonríe
ni una vez bajo la pintura de payaso en todo el cómic
como bien podríais imaginar) se convierte en un baño de sangre que
ocupará unas cuantas viñetas de forma gratuita, inesperada y
convirtiéndose en el leit
motiv de la historia, las
páginas avanzan entre mamarrachadas y la sierra mecánica del Sr.
Risitas partiendo por la
mitad mutantes cibernéticos y forajidos de poca monta y boca grande.
En
una de éstas, sin venir a cuento de nada en la idea de un western,
tendremos una irreverente versión bíblica como hilo conductor de
las matanzas del Sr.
Risitas, que eso sí como
todo buen anti héroe cyberpunk,
no será motivado por causas justas, nobles ni por un bien supremo,
se topará con un niño que resulta ser una especie de nuevo
advenimiento de Cristo,
el único ser capaz de devolver la paz y la felicidad al cyberwest
según la profecía de un grupo de tecno lavanderos orientales, el
mesías nacido de una lavadora. Una blasfemia absoluta tan absurda
que no hay por donde cogerla, y como broma es simplona, pero si no
fuese por estas chorradas, el tebeo valdría menos aún. Es un
sinsentido que hay que aceptar tal cual.
Y
en ese paralelísmo bíbilico, el Señor
Bungle recibirá la
noticia de una profecia que le avisa de que un niño acabará con su
imperio, haciendo las veces de Neo Herodes, y mandando a uno de sus
mejores cyber asesinos, un skinhead aumentado, matar a todos los
niños del cyberwest para que la profecía no se cumpla.
Ais
si Jesucristo hubiese tenido un guardaespaldas como el Sr.
Risitas, la biblia
hubiese sido la repera.
Si
ya os parece suficientemente loco mezclar el cyberpunk,
el oeste americano y la biblia... Esperaos que vienen curvas. Se
monta la mari morena si añadimos una invasión alien durante las
peripecias del Sr. Risitas
y el niño milagro sin nombre, unos extraterrestres dispuestos a
dominar el cyberwest adoptando camaleónicamente la imágen de
actrices porno neumáticas (sí, Critters
lo hizo primero y ésto me pareció un homenaje en cuanto lo leí)
para así dominar a la población humana sin tener que gastar ni un
cartucho, pero no contaban con los indios. Indios que viven en
campamentos dignos de un Viñarock 3050. Esto ya es un cachondeo y no
hay respeto ni por el western, ni por el lector ni por nada, el tebeo
es una gamberrada que usa todos los tópicos posibles como gancho en
una historia absurda y aunque yo esperaba otra cosa, celebro haberme
encontrado con un “lobo
type” cómic
con el que pasar un rato ameno sin gastar muchas neuronas, con un
dibujo rápido pero sobrecargado que cumple más que bien con mis
gustos new school y ya
está, divirtámonos que el tebeo éste es para eso y poco más.
Cuatro
numeritos de veintipico páginas a todo color para deleitarnos un
rato con chips, cables y caballos y revólveres, flipar un poco y
querer comprar la misma mierda que tomaron Ponticelli
y tatjana
cuando hicieron semejante barrabasada. Un viaje lisérgico que
utiliza el western y el cyberpunk
como excusa para no
contar nada, descojonarse de la biblia un rato aunque para eso
prefiero la vida de brian,
y no es que yo sea sancionador del humor sacro ni mucho menos, pero
es que tampoco es especialmente gracioso nada de lo que ocurre en las
páginas de éstas grapas. Pse, tiene su rollo, es gamberro, sonrío,
pero prescindible, me quedo con Lobo.
Dicho
ésto, darle una oportunidad si os van las bizarradas y no os hace
falta un sólo “por qué”, ya que acogiéndome a eso mismo me he
dado el capricho de retomar la actividad bloggera con una entradita
que no es el santo grial de la cifi
pero que seguro despierta la curiosidad de más de un amante del
humor negro, la acidez, y las viñetas sangrientas de estilo grunge.
Así
que yipi yaeh yoh vaquero, pide un tequila ultra azucarado en el
saloon McDuck
y no le pongas tu mano extensible encima a las chicas del can can si
no quieres una bala de tungsteno en tu nuca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario