miércoles, 24 de junio de 2020

DEAD OR ALIVE, UN WESTERN CYBERPUNK


CYBERPUNK A ESTA ORILLA DEL PECOS


Yihaa vaquero, me ha costado muchos días traer mis cabezas de ganado transgénico desde el este hasta el ciber oeste, he tenido problemas con pandillas indias motorizadas, lluvía ácida, y bandoleros psicópatas, pero al final estoy aquí y pretendo darme un homenaje en el salón.
O algo así.

¿Qué tal a todos y todas las soñadoras de tungsteno? Decid no al wolframio, ya sabéis. Casi que me demoro un mes en dejar nuevas entradas en el blog, pero es que me doy cuenta de que me estoy volviendo un vago, sí, ya se que el primer año lo cogí con mucha ilusión y eso, pero durante la plaga genética he estado algo “apagado”, y ahora llega el verano y ya sabéis como le pega el sol a nuestro asqueroso planeta a través de ese enorme butrón de la capa de ozono, y me entrego al futón y la cerveza y... Todo son excusas. Si quiero, puedo, pero para que mentir, me he enganchado a la videoconsola como hacía años que no me ocurría, y llevo sin terminar un libro pendiente 4 meses, me da hasta vergüenza decirlo, pero se que durante mis muy, muy cercanas vacaciones, me los voy a comer de 2 en 2 en la hamaca, a la sombra, eso sí, con más cerveza, porque lo de meternos a la piscina éste verano... creo que meterán robo pirañas, o nanositos asesinos que se te introducen por la uretras y... Bueno, eso habrá que aprobarlo en junta.

Me enrollo más que un ciber miembro extensible de Arasaka. Ostras, el inspector Gadget sería un héroe cyborg, acabo de caer en la cuenta, el primer cyborg de mi vida tal vez. Ya me estoy iendo de nuevo, me enfoco, hoy voy a derramar impurezas sin miramiento ni tecnicismos, sobre un cómic ligerito de 4 entregas breves, y en éste caso no podemos decir que cumpla con refranes aritméticos a cerca de su calidad. Tampoco es una aberración contra natura, tiene su gracia, pero exceptuando que vuestro objetivo sea pasar un ratito esperando al hyperloop en la estación viendo un dibujo resultón aunque nada innovador, y una historia vacía pero surrealista y macarra. Esta pieza extraña, recuperada de quien sabe donde se titula Dead or Alive – A Cyberpunk western.



En principio la declaración de intenciones es de lo más llamativo, aunque el lejano oeste, descubro poco a poco si sois asiduos al blog, que es un fetiche recurrente en las historias distópicas, futuristas, cyberpunk e incluso galácticas. Y no sólo como hemos visto ya en Este del Oeste, si no en otras que tengo en la lista de entradas pendientes (Serenity, The Postman) y en realidad desde que tengo uso de razón cineciaficcionaria infantil, que es realmente importante ya que es donde la semilla germinó, y ahí que recuerdo Bravestar, Space Rangers (que buena era esa serie de animación Dios mío). Y en éstos casos hablamos de adaptaciones tópicas y cliché del salvaje oeste de gorro, cartucheras, bandolera y duelos en la calle principal de un pueblucho llamado Tombstone en medio del desierto, con bolas de rastrojos arrastradas por el viento.
Pero la influencia del western como tal, sus características propias como género cinematográfico y novela de a duro (que en España proliferó muchísimo a mediados del siglo pasado) son insultantemente claras en un buen puñado de obras cifi que yo haya catado como hemos dejado bien claro en ocasiones anteriores, y me repito, las que me quedan, que no soy ningún gurú, como Mad Max o CowboyBebop.

Pero no estamos ante la versión cyberpunk de Sin Perdón, Los 7 magníficos ni El bueno, el feo y el malo. No. Más bien ante una adaptación aumentada y chippeada del más barato spaghetti western, de los que le encantan a mi suegro en la cadena autonómica después o antes de la comida, sin rigor histórico ni trasfondo, que se sucede sin más, y estás aún con ello por ver los indios o el tiroteo en la aldea abandonada con su iglesia mejicana. Eso es dead or Alive a cyberpunk western, un pasatiempo que pese a respetar en el enunciado el elemento del cartel de bandolero al margen de la justicia con un precio sobre su cabeza, tiene de todo menos western, y cuando digo de todo, es de todo, una auténtica majadería que sin arrancarme las carcajadas que sólo me arranca Spider Jerusalem, sí me saca una sonrisa.

PAYASOS, VACAS, MESÍAS Y LO QUE SE TE OCURRA


En 1998 Dark Horse una vez más, sacaba ésta mini colección a cargo de Alberto Ponticelli (algunos trabajos para Marvel como Blade y también para Humanoides Asociados, y su más aclamada obra Soldado desconocido con Joshua Dysart) y Tatjana (Animal man o Camelot 3000, autora ganadora al premio Shazam).

Estamos en el salvaje oeste de un futuro cercano o no, totalmente anárquico, sardónico, y un montón de “ónicos” más que se repetirían más que el Monster. En la región del planeta conocida como el Cyberwest pueblan un puñado de gañanes sucios, holgazanes, y palurdos en un sainete orquestado por el Señor Bungle, un gañán que parece descendiente de un affaire entre Mario Bross y Pier No Doy Una, magnate de la franquicia de carne de vaca sintética M-Cow. Un esperpento caricaturesco y cómico de villano millonario al frente de la mayor corporación alimenticia del cyberwest, un megalómano al mando del resto de la región, siempre acompañado de un séquito de ciber psicópatas aumentados del tamaño de un Goliath cromados, hasta arriba de cables y piezas metálicas.



Por otro lado tenemos al héroe, anti héroe, bufón, errr... bueno, protagonísta sería correcto, de la historia. El Señor Risitas, un payaso que por su parte parece ser el vástago de una noche loca entre Violator de Spawn y Lobo. Y con esto acabo de mentar las dos pricipales similitudes artísticas que encuentro en el arte del cómic aunque también vi esos garabatos fuertes y apretados en contornos que me recordaron a Azpiri en alguna viñeta, y el imprescindible horror vacui del que toda obra cyberpunk parece obligada a hacer gala en el arte plástico, cuyo máximo exponente podría ser Darrow. Pero a parte de que cada outfit o espacio en las viñetas, estérepleto de detalles hasta la más mínima esquina, volviendo a hablar del Sr. Risitas, el payaso es un inspector de carne de vaca, que recorre el cyberwest garantizando que la carne de vaca que los comerciantes y establecimientos ofrecen a sus clientes, sea eso, carne de vaca, y si encuentra alguna anomalía, la visita del Señor Sonrisas (que no sonríe ni una vez bajo la pintura de payaso en todo el cómic como bien podríais imaginar) se convierte en un baño de sangre que ocupará unas cuantas viñetas de forma gratuita, inesperada y convirtiéndose en el leit motiv de la historia, las páginas avanzan entre mamarrachadas y la sierra mecánica del Sr. Risitas partiendo por la mitad mutantes cibernéticos y forajidos de poca monta y boca grande.

En una de éstas, sin venir a cuento de nada en la idea de un western, tendremos una irreverente versión bíblica como hilo conductor de las matanzas del Sr. Risitas, que eso sí como todo buen anti héroe cyberpunk, no será motivado por causas justas, nobles ni por un bien supremo, se topará con un niño que resulta ser una especie de nuevo advenimiento de Cristo, el único ser capaz de devolver la paz y la felicidad al cyberwest según la profecía de un grupo de tecno lavanderos orientales, el mesías nacido de una lavadora. Una blasfemia absoluta tan absurda que no hay por donde cogerla, y como broma es simplona, pero si no fuese por estas chorradas, el tebeo valdría menos aún. Es un sinsentido que hay que aceptar tal cual.
Y en ese paralelísmo bíbilico, el Señor Bungle recibirá la noticia de una profecia que le avisa de que un niño acabará con su imperio, haciendo las veces de Neo Herodes, y mandando a uno de sus mejores cyber asesinos, un skinhead aumentado, matar a todos los niños del cyberwest para que la profecía no se cumpla.
Ais si Jesucristo hubiese tenido un guardaespaldas como el Sr. Risitas, la biblia hubiese sido la repera.



Si ya os parece suficientemente loco mezclar el cyberpunk, el oeste americano y la biblia... Esperaos que vienen curvas. Se monta la mari morena si añadimos una invasión alien durante las peripecias del Sr. Risitas y el niño milagro sin nombre, unos extraterrestres dispuestos a dominar el cyberwest adoptando camaleónicamente la imágen de actrices porno neumáticas (sí, Critters lo hizo primero y ésto me pareció un homenaje en cuanto lo leí) para así dominar a la población humana sin tener que gastar ni un cartucho, pero no contaban con los indios. Indios que viven en campamentos dignos de un Viñarock 3050. Esto ya es un cachondeo y no hay respeto ni por el western, ni por el lector ni por nada, el tebeo es una gamberrada que usa todos los tópicos posibles como gancho en una historia absurda y aunque yo esperaba otra cosa, celebro haberme encontrado con un “lobo typecómic con el que pasar un rato ameno sin gastar muchas neuronas, con un dibujo rápido pero sobrecargado que cumple más que bien con mis gustos new school y ya está, divirtámonos que el tebeo éste es para eso y poco más.



Cuatro numeritos de veintipico páginas a todo color para deleitarnos un rato con chips, cables y caballos y revólveres, flipar un poco y querer comprar la misma mierda que tomaron Ponticelli y tatjana cuando hicieron semejante barrabasada. Un viaje lisérgico que utiliza el western y el cyberpunk como excusa para no contar nada, descojonarse de la biblia un rato aunque para eso prefiero la vida de brian, y no es que yo sea sancionador del humor sacro ni mucho menos, pero es que tampoco es especialmente gracioso nada de lo que ocurre en las páginas de éstas grapas. Pse, tiene su rollo, es gamberro, sonrío, pero prescindible, me quedo con Lobo.

Dicho ésto, darle una oportunidad si os van las bizarradas y no os hace falta un sólo “por qué”, ya que acogiéndome a eso mismo me he dado el capricho de retomar la actividad bloggera con una entradita que no es el santo grial de la cifi pero que seguro despierta la curiosidad de más de un amante del humor negro, la acidez, y las viñetas sangrientas de estilo grunge.
Así que yipi yaeh yoh vaquero, pide un tequila ultra azucarado en el saloon McDuck y no le pongas tu mano extensible encima a las chicas del can can si no quieres una bala de tungsteno en tu nuca.

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