MECHAS Y MAS MECHAS
¿Qué pasa colegas, cómo lleváis el
inicio de la semana? Perdonad mi retraso de unos días, pero la vida
en el sprawl no es especialmente contemplativa, el pez grande se come
al chico y al gobierno corporativo los ciudadanos de las áreas de
vivienda subvencionada les importamos menos que un gatito clon en lo
alto de un árbol artificial. Mamandurrias.
Hoy regreso a la carga con una secuela
de un viejo amigo del Tungsteno, Peter Tieryas.
¿Que quién diantres es Peter
Tieryas? Pues rebobinad hasta
la entrada de su novela Estados Unidos de Japón,
porque hoy os lanzo a la cara su continuación, Mecha
Samurai Empire.
Sabéis
que me gustan los mechas,
oh sí, por supuesto, a mi y a cualquiera. Son grandes, destructivos
y muy bonitos. Pero no soy un gran especialista a parte de enumerar
otras publicaciones, películas o videojuegos y juegos de mesa/rol
que incluyen estos artefactos como Macross,
Guldam, Mazinger
Z, Battletech,
Armored Warriors,
Pacific Rym y otros
títulos muy orientales menos conocidos como Front Mission,
Metal Warriors y cómo
no el último resurgir de los gigantes de metal, Titan
Fall.
¿Mecha?
Pero... ¿mecha californiana,
mecha de explosivo?
Mecha no es más que
la abreviatura del anglicismo mechanical, un
robot humanoide o zoomorfo que necesita ser tripulado, una máquina
de guerra, los tanques del futuro.
Según
apuntan todas mis zambullidas en el dataverso para poder hablar con
propiedad, los mechas
comienzan a popularizarse en los cómics japoneses (manga)
de la postguerra, cuando el gobierno japonés, derrotado, decide
poner en marcha su plan de recuperación económica (que no ha
frenado desde entonces) apostando principalmente en la industria
tecnológica. Aquella nueva ola de interés social y económico a
cerca del desarrollo de la mecánica, la robótica, el automóvil, y
la electrónica en general en todos sus ámbitos (informática,
doméstica, etc) inspiró a los autores de manga
para inventar éstas moles bípedas de combate que se han convertido
en el estandarte popular de la ciencia ficción
nipona por excelencia, exportadas a todo el mundo con éxito y
reconocimiento.
Pues
bien, la primera obra de lo que Tieryas
asegura va a ser una trilogía, Estados Unidos de Japón,
era una novela tech noir,
inspirada o continuista del Hombre en el castillo
del tecno dios Philip K, Dick.
Una ucronía tecnológicamente avanzada, casi cyberpunk,
en la que el mundo estaba gobernado por japoneses y nazis tras el
final de una GGMM que terminó al revés de la que nosotros
conocemos. Pero lejos de ser una obra lisérgica y magnífica como la
original de K. Dick,
esa norteamerica ficticia divividida en dos por japos y nazis sólo
copiaba lo básico del clásico. Carece de las características
principales de la obra del pionero, y no pasaba de una acertada
novela policiaca, con un misterio esperando a ser desvelado como cebo
principal, y una portada que prometía mechas
que basicamente nunca ofrecía en sus páginas, exceptuando un final
poco épico y escaso de colosos de titanio.
Ese
marketing mal ejecutado, ha sido tal vez una de mis principales
decepciones de aquella primera obra de la saga de mechas
de Peter Tieryas,
pero leída la segunda, Mecha samurai empire,
debo decir que menos mal que la primera apenas abusaba de los mechas,
porque ésta segunda obra sí que hace gala a su nombre y a la
portada, que pese a que el lomo no hace al tomo, vivimos en la era
del marquetin, las formas y las apariencias. Y la protada es toda una
declaración de intenciones en ésta ocasión, y cuanto me
arrepiento.
Así
que corrijo, no se inspira en El hombre en el castillo,
si no que se aprovecha, viola su cadáver, aunque al menos le da un besito en forma de "easter egg" que no voy a desvelaros, pero que es curioso cuanto menos, enigmático, y que no se si el autor explotará en su tercera obra de la saga o no, pero que a mi me hubiese gustado que tirase de la cuerda según lo leí. No spoiler.
OTAKU CARNIVAL
Si ya
la anterior entrega podía ser tildada de remake
k.dickiano
desde la visión del otaku
del siglo XXI, con cambios más actuales, luces de colores, purpurina
y mucha cultura pop; Mecha
Samurai Empire
es el cúlmen onanista de Piter
homenajeando el lifestyle
adolescente oriental. La trama se ubicará unos años más hacia el
futuro que su predecesora, creando un lore
artificial de cultura nipona que envuelve toda la costa oeste
norteamericana en un sucedáneo de Akihabara, centros recreativos de
videojuegos, institutos de serie anime
con estudiantes uniformados, pandillas juveniles edulcoradas, soba,
ramen y todos los tópicos que tenemos los occidentales neófitos de
los japoneses sobre las páginas. Un empalague manga
hecho novela que no funciona como tal, si no más bien como intento
de adaptar viñetas o dibujos animados al renglón, raro, sin mucho
ritmo, mediocre en lo narrativo, inferior a la novela antecesora, y
en mi opinión siempre personal, insustancial. Fast food cifi
que no amarga pero que tampoco enriquece, novela de “a duro” sin
el romanticismo pulp
que aquellas suscitan.
Un
“mmmhe”
ya que nos ponemos populares como el propio Tieryas,
empleando la memecracia
adolescente de la que intenta hacer gala en su obra, que más que
convincente es demasiado infantil.
¿podríamos
catalogarla como literatura juvenil en vez de ciencia
ficción
como me ocurrió con Biónico?
Pues en ningún caso quiero ser peyorativo al respecto, no, porque la
literatura juvenil es necesaria, absolutamente, y yo desde mi atril
invisible de don nadie, la definiría como aquella literatura
introductoria que sirve como trampolín para el público joven y
adolescente, eludiendo complicaciones estilísticas, narrativas en
exceso complicadas y discordias filosóficas, morales o sociales
demasiado enrevesadas, para allanar el camino del lector novel hacia
una experiencia saludable, agradecida y divertida que le motive en
futuras etapas existenciales a continuar con la afición de leer,
atreviéndose con títulos más densos de cualquier género, ya sea
épica, fantasía, ciencia
ficción,
terror o romance.
¿Quiero
decir con ésto que los escritores de literatura juvenil son peores
que los no denominados así? Ni de coña. Hay mucho talento en la
literatura juvenil, o light, o edulcorada, y desde mi ignorancia
sobre el catálogo que puede abarcar esa etiqueta que no he inventado
yo, tenemos a J.K.
Rowling, Rick Riordan, Maskame, y
un porrón más que escriben sin ninguna duda mejor que Peter
Tieryas.
Vaya, que el género no escogido para escribir no vincula el talento
de la obra, que no me mal interprete nadie.
Pero
Mecha Samurai
Empire
no ofrece ningún aliciente a un devorador de ciencia
ficción
que haya pasado previamente por los gurús, mainstream o no, porque
yo las listas me las paso por el forro del injerto, y es poco más
que eso, un pasatiempo para un tío más en los cuarenta que en lso
20 como yo.
Y
ojo, me vuelven loco los videojuegos, los cómics, soy un friki a
mucha honra, un subintelectual, pero considero que para abordar
cualquier tema en una obra, hace falta hilar fino, ser original,
tener feeling, o al menos intentarlo, y mecha
samurai empire
me deja con el mismo sabor de boca que me dejó la pelicula de ReadyPlayer One,
la de una pajilla gamer y otaku con muchas explosiones que pasan
desapercibidas y que no son más que una distracción demasiado
larga.
SHONEN Y CRITICAS AL EMPERADOR
Vamos
al turrón. En los Estados unidos de Japón de mecha
Samurai Empire
tenemos como protagonista al adolescente Mac,
diminutivo de Makoto.
Un adolescente de colegio mayor japonés que cumple con todos los
cánones del prota de un shonen
(manga
de institutos, a lo fisica
y química
nipon, o al salir
de clase,
o la nueva élite
de netflix, pero en cómic japonés). Es un gamer
empedernido, huérfano, que aspira a convertirse en piloto de mechas.
Los
videojuegos, que ya cumplieron un papel importantísimo en Estadosunidos de Japón,
vuelven a tener un protagonismo desmedido en ésta ocasión,
convirtiendo el gadget
portical
en un protagonista omnipresente más de la novela. Esta portical
no queda muy bien explicada nunca, jugando aquella baza gibsoniana
de no dar demasiadas explicaciones al lector acerca de las nuevas
tecnologías del futuro, confundiéndonos en parte, y en la otra,
onbligándonos a usar la imaginación. En mi caso me lo imaginé como
una especie de terminal portatil, como un teléfono movil, con todo
tipo de funciones de usuario y avanzadas para interactuar con otros
sistemas, una especie de red, aparatos tecnológicos de toda índole,
e incluso, con conexiones neuronales para el usuario. Por supuesto,
la portical,
es la videoconsola portátil del momento.
Respecto
a la presencia continua en el argumento de los videojuegos, la
idolatría y reverencia de Tieryas
hacia
Hideo kojima
(muy en al palestra estos días tras el reciente lanzamiento de Death
Stranding)
es una constante que casi casi, acaba resultando morbosa. Ahí, hay
tomate.
Peter
Tieryas
se regocija en la importancia y evolución del videojuego como
elemento socializador de nuestra era, equiparándolo a arte,
industria superior al cine, más creativa y más lucrativa. Y razón
no le falta, pero ya pasó Piter,
ya pasó, respira, no hace falta de momento que todos tus libros
tengan el videojuego como eje troncal de la trama. Ta veremos que
haces con el tercer libro de la saga.
El
imperio japones sigue siendo un régimen post feudal que hace cumplir
el orden a base de recortar libertades, controla la población
constantemente, monitoriza cualquier supuesta traición con su
policía secreta, la toko,
y endiosa las figuras políticas y militares. Una tiranía bendecida
por la ley, la paz, el bienestar y el confort. Una crítica a los
valores tradicionales japoneses.
El castigo corporal se sigue considerando una medida de disciplina y
reeducación eficaz en sus escuelas, siendo la figura del maestro un
ente intocable e incuestionable con poder de decisión absoluto sobre
los alumnos. Una figura opresora temible, como la monja o el cura del
colegio de nuestras infancias y la de nuestros padres, que te zurraba
con la regla si fallabas la tabla del 7, pero a niveles mucho más
anacrónicos.
Me recordó un poco a los castigos físicos de Tropas del espacio,
en la academia militar.
Otra muestra crítica de la dureza social y emocional del japón más
tradicional y sus valores maquiavélicos de superación y valoración
del individuo y su inserción social.
Se ceba mucho en la mentalidad samurai civil, en el mito occidental
de que en Japón la gente vive para el éxito, para sentirse útiles,
para cumplir objetivos y ser lo que la sociedad espera del individuo,
cumplir las espectativas. Una presión constante que en realidad
constata la crónica negra de la cultura del seppuku, el
bosque de los suicidios, los homeless por deshonor y todos
esos autocastigos infligidos por el japonés que no cumple con los
estándares.
De
lo más destacable de leer entre líneas de ésta obra de acción
adolescente.
También
quedará en evidencia la monstruosidad de la guerra, que nunca cambia
como diría Brian
Fargo,
y la manipulación de verdades posteriores desarrollada por el
vencedor de cara a su población, para convertir a su nación en un
país heróico y triunfante, barriendo bajo la alfombra todos los
crímenes contra la humanidad cometidos par lograr esa victoria.
Un enfoque antibelicista igualmente interesante, de lo poquito a
discernir en el libro, y que por desgracia queda eclipsado por su
fallida intención de entretener y ofrecer combates y escenas de
acción insuperables que quedan en un aburrido borrón de movimientos
y disparos.
Sobre
éstas premisas continuistas desde EstadosUnidos de Japón,
todo está siendo lo mismito, lo mismito, que ya cansa después de
haber retozado en ellas en el primer libro, convirtiéndose la
lectura de la primera mitad de Mecha
samurai empire,
en un dejavú
que me hizo pensar que es innecesario leer ambos títulos como parte
de una misma historia, y elegir sólo una de ellas para entender el
universo ucrónico de Tieryas.
Confío que en la próxima tercera entrega, ahorre esfuerzos en
volver a transmitirnos todo el habitat de su universo por tercera
vez, y que deje de usar Elhombre en el castillo
como excusa para hacer una novela cifi
sobre videojuegos.
En
Mecha Samurai
Empire,
Tieryas
se aventura a presentaros algo más en profundidad y por primera vez,
la costa este, el Reich, y dramatiza una exagerada sociedad del
castigo, la aberración, la tortura y el terror. Describe la América
nazi como un infierno repleto de campos de concentración mucho más
terribles que los que los verdaderos documentales de la GGMM nos
enseñan en blanco y negro, superando a la realidad con creces y
toques gore
y slash,
que por un lado quiero entender que tratan de hacer entender a
cualquier lector los horrores de una ideología como la nazi, pero
que por otro lado convierten a los Estados unidos de japon, en una
dictablanda
preferible y mucho más avanzada y civilizada. Vamos, que el Reich de
Mecha Samurai
Empire es
una caricatura exagerada de la América de los últimos videojuegos
Wolfenstein.
Convierte a los nazis en un enemigo monstruoso, cruel y absolutamente
deshumanizado, cosas que ya sabemos que eran así en la realidad,
pero que elevado a la ciencia
ficción, no
parece una sociedad victoriosa de una guerra con avances tecnológicos
pese a su carácter tiránico, si no el infierno de Dante, una
licencia que a mi parecer es un pequeño despropósito y resta
realismo a la ficción.
Un
cliché del mal y el satanismo ario, una sociedad absolutamente
militarizada, un purgatorio neo gótico de murallas impenetrables y
contínuas demostraciones de poder públicas que más que hacernos
imaginar un neo Berlín, parece un planeta colmena caótico del
Warhammer 40k.
ROMANCE
Y ACCION
Ambientaciones
a parte, la historia se centra en Mac,
el estudiante gamer
que quiere ser piloto, y como en toda historia adolescente de
superación y autobúsqueda, el chaval tropezará varias veces hasta
conseguir (o no) sus sueños.
Hay
romance, valores de amistad juveniles (por eso comentaba antes la
posibilidad de que sea una obra enfocada más a la juventud que un
cascarrabias como yo), autosuperación, reconstrucción de viejos
dogmas inculcados y despegue de la sociedad... Pero ninguno de estos
asuntos termina de profundizar en ningún suceso destacable.
La
camaredería, el patriotismo, el honor, la lealtad, la venganza,
orbitan al rededor de la historia de Mac
desde el instituto, pasando por una academia militar al más puro
estilo Heinlein,
con toques manga
que evocan el título All
you need is kill.
Y
por fin, mechas,
muchos mechas.
A diferencia de EEUUDe Japón,
Tieryas
cumple su promesa en ésta ocasión y firma, pese a todo lo dicho
antes, una novela de acción, explosiones, robots gigantes tripulados
golpeándose que deja tibio a cualquiera que espere una historia
original, sorprendente e intrigante. Narraciones más largas de la
cuenta de combates previsibles y a mi gusto, regularmente
orquestados, coreografías confusas de misilazos y espadazos de
energía que abarrotan la mayoría de los capítulos de la novela,
cumpliendo con las demandas de aquellos que leyeron la primera obra
esperando más máquinas gigantes y menos thrillers.
La
novela es un manga
hecho párrafos, de dudosa adaptación que no logra mantenerme en
tensión ni ponerme nervioso. “Pim, pam, pum” explosiones, metal
por los aires y técnicas de artes marciales en vehículos de la
altura de un rascacielos.
¿Es
eso lo que esperamos de una historia de Mechas?
Creo que sí, no puedo decir lo contrario, como homenaje al género
cumple con todos los requisitos, Mac
hace las veces de un nuevo Koji
Kabuto
dispuesto a derrotar las maléficas hordas del Reich y sus mechas
biológicos que parecen robados de Evangelion
directamente, o de un ejército de plaga del dios Nurgle
de Warhammer 40k.
Pero
si era ésto lo que esperaba, como cuando doy al play en pacific
Rym,
o abro las páginas de un Macross,
¿por qué no me satisface del todo?
Puede
que el estilo y el ritmo de Tieryas
no estén a mi altura como consumidor, y sólo eso, y no pasa nada.
Se
que picaré el anzuelo con su tercera novela, porque me conozco, y no
me gusta dejar inconcluso el material de un universo creativo en
concreto casi nunca, y al menos, los EEUU ucrónicos de mechas
de Peter,
pese a no colarse en mi top
ten,
me hacen pasar el rato.
¿Acaso
es necesario algo más? Se que Tieryas
no es Gibson,
Asimov, Dick,
ni Clarke
, no. Asi que sería un error engañarme a mi mismo esperando algo de
esa talla, y es mejor entenderlo como tal, como una moneda de 25
pelas dentro de un beat em up de capcom,
como Armoredwarriors,
y ya. No hay por qué ser más pretencioso. Y a nadie amarga un
dulce.
De
hecho, para ser lo que es, me ha permitido explayarme en un montón
de líneas, más de las que esperaba rellenar tras haber despellejado
ya su primera entrega. No pensé que diese tanto de sí éste Mecha
Samurai Empire.
Así que si os apetece, Nova nos lo trae en papel en tu charcutería más cercana.
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