domingo, 13 de enero de 2019

EL HOMBRE EN EL CASTILLO...DE WOLFENSTEIN? - II


CASTILLOS Y PRISIONES


Bueno...entonces, ¿había un castillo en El Hombre en el Castillo? ¿O no? Todo el mundo en la novela de Philip K. Dick llamaba con ese alias a Abendsen (autor de la langosta se ha posado, el libro dentro del libro) porque todos pensaban que vivía aterrorizado de los nazis, encerrado en un castillo protegido con altos muros y medidas de seguridad, aislado del exterior. Que curioso dicho así, ¿verdad? “aislado de la realidad”, ¿Una pista de Philip tal vez? ¿Una declaración de intenciones?

La verdad que el castillo es el tipo de edificio que por naturaleza, en la fantasía y la CIFI asociamos con mayor frecuencia a los nazis. Más tarde, comenzamos a imaginarlos en cavernas de la Antártida, o bases lunares... pero el castillo fue durante un amplio periodo creativo, la guarida ideal de los villanos social nacionalistas alemanes.

El propio Führer residió en un pequeño castillo, o palacete remodelado, conocido como Berghof, “El nido del águila”, donde Eva Braun tomó varias filmaciones domésticas muy famosas.
O el castillo de Wewelsburg, propiedad de Himmler, donde se dice se llevaron a cabo los más extraños rituales esotéricos y espirítistas, incluidas invocaciones.
El castillo de Sonnenstein, matadero sanitario de enfermos mentales, tétrico psiquiátrico lleno de leyenda negra.
La borrachera sangrienta” del castillo Thyssen, sí, sí, los ancestros de la famosa familia mecenas del arte llevan una escandalosa mancha en su árbol genealógico.
U otro de los castillos que recuerdo con mayor afán, gracias a su juego de mesa, el castillo de Colditz, de donde en realidad, a parte de ser un maravilloso entretenimiento editado en España en 1981, fue un lugar real, una prisión en la que se contaron las más abundantes y originales fugas de soldados aliados, incluyendo un escape en un avión hecho a mano por prisioneros, sí, sí, alucinante.



Con todas éstas historias relacionadas con nazis y castillos, recuerdo, como anécdota personal, así de repente, cómo gané un pequeño concurso literario entre colegios. Debía ser 1º o 2º de EGB, era un niño, 8 ó 9 años tal vez. Y varios colegios organizaron una pequeña competición literaria según edades, con diferentes premios. Pues fijaos, yo alucino conmigo mismo haciéndo memoria de ésto, es muy gracioso, pero yo decidí escribir sobre esa misma fuga de Colditz, de una forma cero rigurosa, absolutamente fantástica, inspirada por aquél juego de mesa tan chulo, los videojuegos de spectrum Sinclair The Great Escape y Dustin, y toda la imaginería nazi ficticia que ya he contado en la entrada anterior del blog, aprendí de mi padre, Hollywood, Marvel, y los sobres Montaplex.
En nuestra categoría, debíamos presentarlo en no más de un folio por sus dos caras, escrito a mano, y yo, ni corto ni perezoso, decidí aderezar el encabezamiento de mi relato con unos banderines dibujados, con sus esvásticas, tan cuquis, con el pulso de un crío apretando el boli contra el papel. Recuerdo cómo a grandes rasgos, contaba cómo un soldado americano, condenado a pelar patatas día tras día en la cantina de la prisión castillo, urdía una ridícula huida, que terminaba frustrada en una persecución con perros doberman por un patio, para después, al más puro estilo Los Serrano, despertar de una horrible pesadilla, que es lo que había sido todo el relato. Jopeta, viéndolo así a posteriori, para un crío de 9 años, está bastante guay, ¿o qué?. El caso es que quedé segundo, me regalaron un futbolín doméstico, y me acuerdo de mi padre diciendo entre risas:

No has quedado primero, porque al dibujar símbolos nazis, los curas se habrán molestado

Estudié en un colegio de curas, efectivamente. ¿Entendéis ahora un poco más por qué en la entrada anterior afirmaba “amar a los nazis”? En fin, tenemos que reirnos.

Pero si hay un castillo nazi que ha llegado lejos, en una mezcla de ciencia ficción y aventura histórica, ese es sin duda el castillo de Wolfenstein. No lo busquéis en los mapas, no va a llevaros a ninguna parte, no existe tal lugar sobre la faz de la Tierra, pero sí, dentro de nuestras computadoras y videoconsolas.

WOLFENSTEIN, HISTORIA, BRUJERÍA Y TECNOLOGÍA


En 1981, Muse Software sacaba al mercado de los ordenadores domésticos el título Castle Wolfenstein. Basándose en el mito del castillo prisión, Silas Warner produjo un juego de fuga y laberintos, que hoy en día nos parecerá tan básico que pudiésemos creer que se trata de una broma, pero en su momento obtuvo el favor de la crítica y un buen resultado comercial.
Yo no lo jugué en su momento, y hacerlo ahora, no es para nada una experiencia gratificante, porque igual que me ocurrió con Wasteland, y mira que no soy nada quisquilloso con los gráficos si la aventura es buena y la mecánica también, es precisamente el interfaz, las velocidades, y otros aspectos técnicos, a lo que no estoy acostumbrado y se me antojan incómodos y poco intuitivos. Es curioso, cómo los jugadores de videojuegos, sin darnos cuenta, nos “hacemos” a los interfaces populares del mercado, y cuando nos topamos con algo absolutamente diferente, nos perdemos, aunque sea más antiguo y obsoleto, y se nos convierte en una tecnología desconocida e incómoda. A mi al menos, me ocurre mucho con los videojuegos de los 80 programados para ordenadores de disco o cartucho, porque nunca tuve una de esas máquinas en casa, o al menos, no dentro de la época tecnológica que le correspondía, y sin embargo, me sigo sintiendo cómodo con el “O,P,Q,A” del viejo spectrum de cinta. Son hábitos, supongo. Pero el caso es que Castle Wolfenstein, es un tren que creo ya ha pasado para mi incluso en la emulación de DOS BOX.
Aún así, si lo comparo con el antes mencionado The Great Escape de spectrum, habiendo todo un abismo tecnológico en los cinco años que los separan en el tiempo, el juego de cinta exprime sus posibilidades a niveles no soñados por la fuga del Castle Wolfenstein.
El juego, se basaba en premisas más que menos históricas, alejadas de la ficción o la fantasía, suponiendo un reto de laberíntico mapeado y memorización de las rutinas de vigilancia de los soldados nazis, para poder recorrer sus estancias en pos de la huída, llevándonos algunos nazis de por medio si la situación lo requiere y lo permite.




El juego, para ser tan antiguo, innovaba algunas mecánicas que después se convirtieron en habituales, o inspiraron, a otros juegos fps o de otros géneros de corte bélico inspirados en la GGMM, como por ejemplo Comandos, tales como el saqueo de cadáveres enemigos en pos de obtener nuevos items; El uso del disfraz para eludir guardias; Amenazar a punta de pistola a los cobardes guardias en vez de matarlos; Reventar muros con explosivos para poder acceder a zonas ocultas; Y que los cadáveres yacentes en los pasillos del castillo, si eran vistos por otros guardias, se convertirían en motivo de alarma y registro de cada rincón. Imposible al leer esto no pensar en el:

Alarm, alarm!!”

Del citado Comandos de Pyro Studio. Pero ojo, que en ésto también se adelanta Castle Wolfenstein, con pequeñas órdenes digitalizadas que suenan a lata mientras huimos de los guardas.

Todo muy precario, con aquellos gráficos que no pasan de monigotes con diferentes uniformes (importante ésto, ya que cada tipo de soldado respondía a unas rutinas de IA diferentes).

Lo importante de éste título, es, que se convirtió en el comienzo, sin quererlo, de lo que ha llegadoa convertirse en la principal saga de disparos, o shooter, fps, en primera persona, de ciencia ficción en una ucronía nazi, que de seguro le debe mucho a El hombre en el castillo de Philip K, Dick.

A Castle Wolfestein le siguió Beyond Castle Wolfenstein, la secuela oficial, que con el mismo planteamiento gráfico en visión aérea, y un aspecto poco más definido, en 1984 nos retaba a cruzar el castillo, no para huir de sus entrañas, si no para adentrarnos a su cámara más segura y mejor custodiada, las dependencias de Adolf, y atentar contra su vida con un maletín explosivo, emulando la famosa operación Valkyria, Introducía novedades como arrastrar cadáveres, el uso de una daga para el asesinato silencioso, y el uso del santo y seña variable para engañar a ciertos guardas y acceder a habitaciones custodiadas sin montar una sangría de agentes de las SS.




Bueno, tenemos nazis, tenemos castillos, ¿pero dónde está la ciencia ficción aquí? En 1991 se lía la marimorena. IDSoftware y Apogee con John Carmack a la cabeza, estrenaban Wolfenstein 3D. No era el primer fps en 3D de la década, Duke Nukem se adelantó sentando unas bases, pero Wolfenstein 3D se ganó su hueco sin dificultad, en ordenadores domésticos, la 16 bits de Nintendo, la Super, y otras sobremesa menos populares.

Nos poníamos en la piel de William B.J. Blazkowicz, y nos disponíamos a recorrer los nuevos y laberínticos niveles del nuevo castillo sin ningun sigilo ni discreción. No. La ultra violencia era la gran protagonista. Explosiones, tiros, nazis estallando en masas sanguinolientas... Misión tras misión, completando cada una tras 3 niveles en los que conseguir las llaves necesarias para abrir la compuerta blindada del ascensor, y liquidando en cada nivel, nuevos tipos de enemigos nazis, y un monstruoso jefe final cada 3 niveles. Por primera vez, mientras recorríamos pasillos llenos de banderas rojas con esvásticas, cruces gamadas y cuadros del Führer, el ejército nazi dejaba de ser realista y humano, y nos enfrentaríamos a no muertos nazis revividos por científicos locos, ucrónicos cyborgs imposibles para la Alemania de 1930, super mutantes genéticos de las SS, y todo tipo de aberraciones maravillosas como el propio enemigo final, un cyborg pesado del mismísimo Hitler.
Usaremos pistola, metralleta Gatling, lanzallamas e incluso bazookas, para ir desmembrando a nuestros pixelados enemigos arios.



El polémico juego fue “recortado” en su versión de videoconsola, quitándole el bigote a Hitler en los cuadros de las paredes y en su versión “jefe final” cibernética, y en Alemania fue directamente censurado por el uso de signos anticonstitucionales. Que la cabecera del juego abriese con la banda sonora del Horst Wessel (himno del partido nazi) tampoco ayudó.

Yo recuerdo a mi amigo Fernando Quevedo, que era 3 ó 4 años mayor que yo y ya disfrutaba de un ordenador en casa, contándome aquello de que había que matar a un Hitler robot, y yo, con mi Mega Drive, sólo podía salivar y soñar con poder jugarlo algún día, y bueno, muchos años después de su estreno, muchos, lo jugué, y he de decir, que ha envejecido perfectísimamente. Los gráficos, en sprites, han aguantado de maravilla, el movimiento es suave, y la diversión sigue presente en cada esquina de los corredores del castillo. Ideal para cualquier jugador de cualquier generación.
Los gráficos rasterizados de los muros son uno de sus grandes ingenios técnicos. No en vano, y salvando el ya citado Duke Nukem, es considerado el abuelo de los shooter fps, abriéndole las puertas a Doom, Hexen, Quake, y toda la pandilla.

La saga Wolfenstein tomó éste juego como referente, y de 1992 en adelante, al saga se extendió, trayendo más nazis, más fantasía, más ficción a sus degeneradas tropas, más ucronía, sociedades secretas, cyborgs, demonios, apariciones, no muertos, robots, mechas... Todo un festival de ciencia ficción violenta en cada nuevo título. El protagonista, Blaskovicz, continuó siendo nuestro avatar, y fuimos conociendo más de su trasfondo, de su historia, añadiendo guión e historia a la unicamente divertida misión de desintegrar miembros de la gestapo por doquier con el arma más grande que encontrásemos en el arsenal. Pero ese trasfondo fue ganando peso, entrega tras entrega, hasta convertirse en uno de los puntos fuertes de la saga, familiarizándonos con protagonistas y antagonistas recurrentes en el desarrollo de una historia, que aspira a tener un desenlace, y diferentes spin offs, creando un universo propio en torno a Wolfenstein.



Los siguientes títulos, sin innovar ya en la fórmula, pero evolucionando técnicamente, fueron:

  • Spear of destiny: Una precuela de Wolfenstein 3D en la que Blaskovicz debe recuperar la lanza del destino (por no decir de Longinos) de las manos nazis.
  • Return to castle Wolfenstein: Un paso adelante en la evolución de la saga, para consolas de nueva generación de principios de los 2000, que estrenaba el modo multijugador, y enfrentaba a Blaskovicz a departamentos de asuntos paranormales nazis.
    La verdad, la estética del juego es como una rocambolesca película de serie z, con celebridades nazis que parecen vampiros, y todo tipo de demonios invocados desde el séptimo infierno.
    Por primera vez, la saga incluía escenarios para recorrer al aire libre.
  • Enemy Territory: Un shooter exclusivo para el multiplayer.
  • Wolfenstein: Que a finales de los 2000 traía nuevas misiones modo historia para Blaskovicz, y más escenarios en campo abierto, amplios, e incluso vehículos, para derrotar a los líderes nazis de los departamentos de proyectos paranormales.
    Los poderes sobrenaturales de los nazis, y en ésta ocasión, del propio
    Blaskovicz, volvían a ser protagonístas de la trama, con mejor gusto y menos ridículo que en la anterior entrega.

  • The new order: ID Software pone la licencia de Wolfenstein,  en manos de la poderosa Bethesda, y nos trae un nuevo hilo argumental, que mantiene a Blasko de protagonista, pero que se inspira mucho más profundamente en la idea de ucronía tecnológica de Philip K. Dick, en la que los nazis, vencedores ya de la GGMM, en la década de los 60, dominan medio mundo con puño de hierro, gracias a su avanzadísima y futurísta maquinaria bélica. Aún así, encontraremos momentos preternaturales relacionados con sociedades secretas cabalísticas.
  • The old blood: Un spin off, precuela del título anterior de Bethesda, que profundiza en la historia personal de Blaskovicz, a ritmo desenfrenado de matanza nazi, como no.
  • The new colossus: La última entrega de Bethesda, que continúa el salvaje hilo argumental de New Order, que nos prometen, continuará con una próxima entrega, titulada Young Blood.


Tengo pendientes de jugar el Wolfenstein 2: The New Colossus, y el Return to Castle Wolfenstein. Por los demás títulos, dejar constancia, de que son divertidos, difíciles, y los personajes enemigos y npcs del modo historia son tremendamente icónicos y carismáticos. No hay nazis más terroríficos y malvados que los vistos en The new order,  odiarlos y temerlos se vuelve inevitable, son el mal elemental hecho carne y hueso. Maldito general Calavera!!

Tras semejante colección, ¿os quedan ganas de machacar nazis en vuestras pantallas, entre lo desquiciante y la ciencia ficción? Pues no os preocupéis, la saga Wolfenstein no es la única que nos da ésta posibilidad, otros títulos como Bionic Comando, o Total Carnage, ambos disponibles en plataformas retro de Nintendo, nos darán el gustazo de machacar diferentes modelos distópicos y cyberpunkers del Führer. Curioso, que sea la industria japonesa, volviendo al entramado histórico, la que más guste de convertir a su viejo aliado bélico en un monstruo cibernético. Los tiempos cambian, y me alegro mucho de eso.

Haill Tungsteno!!...digo...perdón, perdón...que hasta dentro de unos días.
Si os quedáis con ganas de nazis y ciencia ficción violenta y extrema, también podéis leer cómics de Wolfenstein, ver Overlord, Zombies Nazis 1 y 2, o Iron Sky.



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