viernes, 14 de agosto de 2020

EL FIN EN VIÑETAS - III : TANK GIRL POR JAMIE & ALAN

 LA CHICA DEL TANQUE, MISILES NUCLEARES Y UN PAR DE TETAS


Buenas noches con nocturnidad, alevosía, y latas de cerveza especiada con sinte anfetas y ciberprozin.

Aquí estoy de nuevo, frente al verde fósforo de mi holopantalla monocromo de segunda mano comprada en el mercadillo callejero de los domingos y mis trodos viejos y sudados de ventosa y cable pelado.

Un día más en la biogranja de la corporación, un día más con electro pasquines virtuales bombardeando mi burbuja neuronal conectada, hormigas caníbales han salido de la tumba radioactiva de una vieja central sepultada hace décadas, mutantes huyen de las islas gulag en embarcaciones precarias fabricadas con plásticos con la intención de llegar a flotas comunales en aguas internacionales, se ha extinguido el último bio caniche en cautividad, Ciber Cola niega poner más de un 21% de opiaceos en su receta secreta tal como estipula la convención de Teherán...

Un puto coñazo, esas agencias de reporteros independientes no hablan nunca de que Juan el cojo ha disparado a Pepe el Guarro por media bolsa de mutihuana en el segundo R del portal 16 del megabloque, ni de que Susi Cyborg está engañando a Kevin Abascal de Wamba Junior con Perico el del cobre mientras se va a currar a los peajes aéreos cambiando los drones cuneta, ni nada de lo realmente importante en la vida de un ciber ninja de periferia a media jornada.

Todo lo que ocurre en el mundo está fuera de mi alcance, está lejos, ni me roza, por mucho que me cuenten que afecta a la inflación, la economía, la demanda de empleo, y las corporaciones. Toda esa mierda de chupadatos está en otra órbita que no incluye mis satélites tronco. No puedo ni calcular con un chip flopyquick de cálculo avanzado cuánto están moviendo esos cabrones mientras yo saco fichas de bingo para fiarle a Cha Laoh las latas de birra sudafricanas.

¿De qué me vale toda esa info? Sólo quieren encerrarme en una jaula de noticias terribles y grandilocuentes, para que me de cuenta de que no puedo salir de eso...pero en algún jodido lado está el agujero de gusano que me va a actualizar la vida, fijo, solo tengo que surfear bien el cable. Tener los ojos bien abiertos, no embobarme con holos de karpas koi ni amas de llave japonesas ciber esculpidas, esa mierda está ahí fuera para distraerte, como las noticias, y evitar que dejes de ser desechable.


Lo tengo claro. Hay que hacer algo, algo como lo que hicieron Alan & Jamie, algo que les joda, pero que a la vez les guste, y que tenga potencia y poder destructivo, algo como una tia buena punky pilotando un Panzer...sí...Algo como Tank Girl.



PUNK Y JUERGAS EN EL CAMPUS


Eran los últimos años de los 80 del SXX, y la movida se parecía bastante a lo que es ahora, la mierda tradicional estandarizada de los medios, la moda y la sociedad, empezó a cambiar, y llegaban a la fama y el respeto pintores drogadictos, modistos que hacían ropa con basura, analfabetos que no sabían tocar la guitarra pero se cagaban en el sistema. Sí. Todo eso se colaba entre afroamericanos con el pelo planchado y trajes de lentejuelas cantando y bailando coreografías imposibles, políticos apretando el cuello de la clase obrera, jóvenes youpies de Wall Street esnifando y vendiendo acciones por teléfono, y jóvenes de Manchester con patillas, la cabeza rapada y telarañas en el codo porque lo tenían clavado a la barra del bar sin empleo 12 horas al día.


Qué época en la que el éxito, la aceptación social y el dinero podían lloverle del cielo a un fracasado escolar heroinómano con un buen padrino en cualquier parte del mundo. El rock y el rhytm n blues se convirtieron en metal y punk, y el cisma generacional se hizo más evidente que nunca, era la época del cambio, del destruir para construir, un tiempo loco que vivir deprisa, dejando un cadáver bonito lleno de picotazos en los brazos y las ingles.


En la escuela de arte de Sussex, por el 87, Alan & Jamie estaban destruyendo y creando, molestando, jodiendo, metidos en la creación de fanzines underground, vendiéndole la moto a los crédulos que consideraban aquello vanguardia y contracultura, más o menos, como hoy pero en papel y tinta en vez de en HTML. Junto con Philip Bond, crearon Atomtan, su primer cómic fotocopiado y grapado a mano, todo esto me recuerda tanto al espíritu de AviadorDro coloreando a mano las carátulas fotocopiadas de sus discos, así debían ser los 80 en verdad, sí señor.

Y Atomtan se vendió mejor que la yerba en la universidad. Diseño gráfico underground, collage de dibujo y fotografía, poesía punk, un sentido del humor absurdo e improvisado y por primera vez en la historia de la humanidad, un personaje que ocupaba una página completa, una mujer fuerte, con buenas tetas, un arma de destrucción masiva entre las manos, y púas afiladas con la leyenda 


TE ROMPERÉ LAS PELOTAS”.


Como la Lorna de Azpiri, de la nada, y sin mayor pretensión, había nacido Tank Girl.

Un año después, Tank Girl se hizo un hueco en Deadline Magazine, sin saber o recordar muy bien cómo tras las resacas de los jardines Denton frente a la residencia de estudiantes de la facultad de bellas artes, sencillamente, Tank Girl ocurría, casi dibujándose sola ente bromas e ideas al vuelo.



FARAONA DEL YERMO AUSTRALIANO

Si algo se le tiene que atribuir al personaje, es punk, y un carácter underground y alternativo indiscutibles del momento histórico del contexto. Si el trío calavera hubiesen hecho música en vez de dibujar, hubiesen sido The Smiths o los Stump.


Y allí estaba, creciendo número a número, evolucionando en concepto artístico y personalidad, aunque, nunca prometió más de lo que ofrecía, historias alocadas, de un sentido del humor que yo no termino de coger, flojucho, tontuno, muy soft dentro del punk que emana por cada poro; un erotismo nulo en realidad más allá de que alguien pudiese considerar la historieta como un escaparate para lucir el esmirriado cuerpo de nuestra anárquica y esquizofrénica heroína; pero había algo, algo que la hacía icónica, y ese era y es, bajo mi humilde opinión de palurdo pedante, su arte, su estilo, los detalles, que cada viñeta en sí es divertida. No es lo que Tank Girl dice o hace, que no tiene sentido ninguno, es lo molona que es su ropa, lo molón que es su tanque, lo customizado que está todo, y que concentra todo el sabor de los 80 en un nuevo estilo. Sencillamente, por mucho que joda ser así de snob respecto a algo tan transgesor, era vanguardia del tebeo. Pura y dura cultura pop reinterpretada.

E insistiendo en su inexistente gracia de cada chiste, hagámosnos un favor, y recapacitemos ¿cuándo han tenido sentido del humor los británicos? Mr. Bean, Benny Hill, joder... Tank Girl no iba a ser mejor! Aunque a los fans de los Monthy o denuevas series como Flea Bag, igual os encaja, o como diría la protagonista del tebeo “El plan os cuaja”.


Las andanzas caóticas de Tank Girl, que llegaron a España con El Vibora y Comix (como no podía ser de otra forma), se ubican en la Australia post apocalíptica del mismísimo MadMax de Miller, solo que a nadie le importa mucho el contexto, ni el por qué el mundo se fue a la mierda en ésta ocasión, no, no hay un inicio, un nudo, ni un desenlace, Tank Girl está ahí, tiene un tanque, y tienes que asumirlo, sin hacer preguntas, sin esperar un ejercicio de world building ninguno por parte de sus creadores, lo tomas o lo dejas, tú mismo. ¿Quieres sabes más de Tank Girl? Pues a quien mucho quiere saber, poco y del revés, jódete. Tank Girl es como el Studio 54, era una mierda pero había cola toda la noche y o llegabas el primero para decir “estuve dentro” o te quedabas en la cola toda la noche. Su mejor secreto es que no tiene secreto.

Pero desde entonces, una larga lista de dibujantes se pirriaron por poner sus lapiceros y pinceles a los píes de la piloto de blindados más sexy y malparida de la Oceanía del mañana. Ashley Wood, Rufus Dayglo, Mike McMahon, etc.

Su éxito radicó en convertirse en un icono feminista, un icono de la lucha contracultural británica de los 80. Se convirtió en la musa de las pancartas y merchandissing anti Tatcher en las celebraciones por los derechos LGTB del momento. La chica del tanque era libertad, postmodernismo, new age, y lo que cualquiera quisiese que fuera. 

Penguin Publisher se hizo con el contrato, y comenzó a editar Tank Girl por todo el globo, en todos los idiomas, el punk se volvió viral, global, y como era inevitable, comercial. Viral.

Los Ramones o New Order adoraban Tank Girl, la revista Elle se inspiró para varias sesiones fotográficas en sus looks y estilismos, convirtiéndose en moda.


Pero en su esencia, Tank Girl, sólo trata de desconectarte con sus historietas de destrucción, borrachera, sexo intraespecies, y sus chascarrillos baratos de teleserie barata, como si tuvieses 15 de nuevo, esa es la vaina, vuelves a ser adolescente un rato gracias a Tank Girl, compartes con ella un mundo sin ley, sin reglas, un nunca jamás post atómico y desértico en el que cada viñeta te regala letras de canciones, easter eggs de los 80, personajes inspirados en políticos y estrellas de la tele de entonces, y vuelves a ser un chaval por un rato. Esa es la virtud de Tank Girl, no otra.


Así que ábrete una lata de birra, ponte tu holocinta de punk binario favorita de los Amstrad Red, y quédate en la parra con Tank Girl y su cuadrilla, un canguro mutante motero que es su amante, un koala gay, sus amigas Jet Girl y Rocket Girl (¿que de dónde han salido y cual es su historia? Tío ésto no es Marvel ni DC ¿qué cojones nos importa de dónde han salido?), y adóralas, idolátralas, ríndelas culto y veneración como a una Venus de Windeldorf pero en esmirriadas con piercing y un corte de pelo trasquilado y tintado. Tank Girl es la diosa de la destrucción en tierra de aborígenes, caprichosa, maleducada, violenta, alcohólica, criminal... ¿una antiheroína? No, la novia de Satán mejor dicho, y ojo con esto, no spoiler, pero dato importante si queréis imaginar a dónde llega su locura surrealista y sinvergüenza.


Bueno, entonces, ¿Dónde está la ciencia ficción aquí? Bueno, no dejan de ser historietas cortas post apocalípticas en las que Tank Girl vapulea el sistema corporativo regente y se escaquea de la ley.

No, no es muy profundo, ni nos deja ninguna reflexión, pero es una influencia tan grande en la cultura post apocalíptica, que no podemos saltárnosla en TungstenoDreams, aunque reconozco, os parezca popular o no, que a mi sus argumentos y sus chistes me parecen un pedo en lata, pero me quedo embobado con el arte. Ya sabéis que me flipa el horror vacui, lo hemos visto ya con muchos otros artistas en el blog, así que Tank Girl, para mi, se queda sin medalla ni podio, pero merece su puesto honorífico en el top ten.


DE LAS VIÑETAS A LA PANTALLA


Tras varias historietas cortas, tocó darle mayor protagonismo en historias largas, como La Odisea, e incluso llegó el momento de la película (redobles y platillos) en 1995.

Si el cómic carece de coherencia alguna, al película ya es para mear y no echar gota. Sinceramente, como curiosidad o fetiche, vale, pero como obra, es un bodrio acojonante, vamos por partes.


Dirigió Rachel Talalay (Pesadilla en Elm Street 4, La muerte de Freddy, Los Borrowers...), aceptó el protagonismo de Tank Girl recayó en Lori Petty (Liberad a Willy, y no he visto ninguna mas suya joder, vaya tela) que a mi gusto está horrorosamente sobre actuada, fuera de rol, y que siendo los 90 podría haber bordado por estética y actitud, por ejemplo, Gwen Steffani a la que vimos años después en EL Aviador o Sr. y Sra. Smith. Una interpretación que a mi, particularmente, me resultó lamentable y nada enrollada, sin picardia ni mala uva, muy de barrio sésamo.


Pero que no pare la fiesta, uno de mis actores favoritos (no), ice-T de nuevo!! Si no tuvimos suficiente de él en el mundo de la ciencia ficción con JohnnyMnemonic, agarraos los machos que aquí hace de Canguro mutante, sí, en serio, la rehostia!!! Mátame camión!!


Pero cuidado que de repente, así como conejos de la chistera, nos sale Naomi Watts, Malcom McDowell o Iggy Pop en el reparto. Joder, joder, joder, si es que es una bizarrada digna de ver, aunque sólo sea para poder contarlo luego.


La película, es una mala adaptación más de un cómic a la larga lista de fracasos de viñetizar en celuloide de Hollywood. Pese a que trata de mantener la idea original, Tank Girl es una heroína desde el principio, y no una bipolar esquizofrénica armada hasta los dientes en el yermo de las Antípodas del 2033, y ahí comienzan las licencias creativas, que tratan de no alejarse mucho de la obra original, pero que quedan muy por debajo de lo esperado.


Los canguros mutantes, oh Dios mio los canguros mutantes, no voy a deciros nada, el maquillaje que debió ser portada de Fangoria, no me jodas.


¿Y el argumento? Una corporación quiere controlar toda el agua potable de Australia a cualquier precio, pero Tank Girl va a ser la chica equivocada con la que joder. Y así, en una pirueta greenpeaceaica, tenemos una comedia de ciencia ficción y acción, con unos efectos especiales de serie B atroces, un rodaje pestoso, intepretaciones bochornosas, y nada bueno, en serio, nada bueno. Soporífera y edulcorada.


Y poco más os puedo contar de esta majadería de cómic, que como nota personal, creo que es la principal influencia de una exitosa saga de videojuegos llamada Borderlands, que creo va a ser mi próximo objetivo en el blog dentro de 7 días.


Como anécdota, cerrar contando que en 2001, Jamie Hewlett puso “cara” a los miembros del grupo Gorillaz, sí, el formado por Damon Albarn de Blur y Nakamura, la banda “virtual”, algo muy cifi, ojo, recordemos PequeñosHéroes de Spinrad, o el capítulo de Miley Cyrus en Black Mirror. Pues Gorillaz es un experimento comercial que crea la primera banda “no existente” documentada, cuya representación pública son unos dibujos del padre de la niñita del tanque.


Y me despido tras dar un repaso a ésta musa del feminismo, amazona radioactiva, pimp de canguros, destructora de pelotas arrugadas, faraona del yermo, jinete de acorazados, la Mad Max diseñada por Vivienne Westwood, la action man de Jean Paul Gaultier, con cariño pero sin expectativas, reconociendo que me dormí con sus cómics y con su peli, y alegando motivos puramente iconoclastas e ideológicos para su recomendación.


No dejéis morir al punk choomers.


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