SANIDAD Y BIENESTAR EN EL FUTURO CYBERPUNK
Hola de nuevo cowboys, lamento la
ausencia, pero he estado ocupado haciendo criptomonedas para poder
pagar un par de letras atrasadas que tengo de mi implante sexual Mr.
Studd (marca registrada por R. Talsorian Games) si no quiero
que aparezca el Repoman en
mi portero digital y
me
corte “la coleta”. Solo pensarlo me pone los nodos de punta.
¿No
sabéis quienes son los Repomen?
Son demonios aumentados, asesinos perfectos y silenciosos con modales
de Oxford que te piden el dinero que le debes a tu compañía médica,
o recuperan el implante cibernético por las malas. En mi caso, a las
malas, creo que podría vivir sin “Little Mike”, aunque me
jodiese...supongo que podría hacer mis necesidades por un pequeño
cateter o desviar los conductos a otros orificios en alguna clínica
ilegal de Chiba. Tal vez. Pero ¿y si lo que estás pagando a plazos
es un pulmón, o un riñón...o el corazón? Si dejas de pagar la
letra y los Repomen
se llevan tu órgano, no vas a llegar a la clínica pública más
cercana, y si llegas, la cola de 8 horas no va a ir más rápido por
mucho que reces, llores, grites o maldigas al paciente siguiente con
un costipado o una sobredosis de dermos. Morirás en la cola del
doctor Nick Riviera.
Repomen
es un film de dirigido por Miguel
Sapochnik, argentino
– británico que para empezar su curriculum, está detrás de
varios capitulos de la serie de HBO,
Juego de Tronos.
¿Cómo os quedáis después de la polémica del final de la serie y
todo eso frikis? El que esté libre de pecado que tire la primera
piedra... Pues yo, que esa serie es una patata y ya lo descubrí en
la segunda temporada y R.R.
Martin
es un prostituto literario que se ha vendido a las majaderías de una
panda de hipsters de plató para esnifar y comer animales en peligro
de extinción durante su jubilación mientras nada en un búnker de
dolares como el tío Gilito. O algo así. (Se nota que solo leo sus
libros ¿verdad?).
A
parte de esto podemos hablar poco de su trabajo para la gran pantalla
(es más detrás de la dirección, en segundo plano de otras
películas como Trainspotting),
mencionando The
dreamer
y que está trabajando par el estreno de otra obra de ciencia
ficción
llamada Bios,
abanderada por Tom
Hanks.
Le
debemos también el primer capitulo de la serie Altered
carbon,
que fue una excelente carta de presentación (venga a tirar billetes
al fuego) para una serie que también se burla del libro de Morgan
y que resulta ser más tibia y menos fiel capítulo a capitulo.
Osea,
éste Sapochnik
es uno de los enemigos públicos de todos los lectores, porque
participa en cada despropósito televisivo de cada best seller de
fantasía o ciencia
ficción.
Colgado
ese San benito, he de decir, que siendo Repomen
una obra no inspirada en ninguna otra obra, si no una idea original,
sí podemos hablar de una peli cyberpunk,
bien construida, con un lore
creíble, con medida, tino y un trasfondo crítico. Puro cyberpunk.
TANTO TIENES, TANTO VALES. CORPORACIONES Y SUS MATONES
Los
Repomen
son los “Recolectores” de la compañía The
Union, algo así como el
cobrador del frac, o mejor dicho “Embargos a domicilio” de una
compañía de órganos artificiales.
La
ciencia, la medicina, en el futuro cercano, podrán salvarnos la vida
y alargárnosla cómodamente. ¿Un cáncer? ¿Hay que extirpar un
órgano? ¿Cirrosis? No pasa nada, the
Union tiene todo tipo de
implantes de última generación que funcionarán mejor aún que el
que teníamos. ¿Cirugía estética? ¿Para qué? Nano injertos,
mejoras subcutáneas, y todo lo que se pueda imaginar a nivel nano
hormonal está en las clínicas de The
Union a disposición de
sus pacientes.
Pero
ni la vida ni la perfección son baratas, hay que hipotecarse con tu
nuevo órgano, y tu vida va a depender de ello, y de tus pagos,
porque si dejas de pagar, da igual que abandones el país, da igual
que corras, que te des de baja de todos tus recibos... Ellos, los
Repomen,
te encontrarán, y la ley les ampara, te abrirán en canal, se
llevarán tus injertos sin anestesia, y te dejarán tirado en la
acera pidiendo socorro.
Así
es el futuro, es esperanza, es bienestar, es salud, y es dinero.
Vivimos
en una sociedad actual del bienestar en la que continuamente sale a
debate la lucha de lo público contra lo privado. ¿debe la salud
pública atender a todos los humanos, sean o no, ciudadanos legales
de ese país? ¿Debe la salud pública tratar ciertas patologías de
forma “gratuita”? ¿Recibe la sanidad pública suficientes
presupuestos estatales? ¿Está a la altura de las espectativas
tecnológicas y médicas la sanidad pública?
Bueno,
pensemos, por un momento. La sanidad, en España por ejemplo, es
pública, pero no es gratis, porque tenemos un IRPF en nuestras
nóminas, que no se nos olvide. Está 24 horas a mi disposición como
ciudadano, lo que implica que está a la mía y del resto de
ciudadanos, lo que provoca listas de espera. Llegados al punto más
conflictivo del que se hacen ecos algunos partidos políticos, ¿Qué
es un ciudadano? ¿qué obligaciones ha de cumplir, o requisitos,
para disfrutar sus privilegios?
¿y
si anulamos entonces la sanidad pública y que todo el mundo pague en
clínicas privadas? Eso se parece más al sistema sanitario de, por
ejemplo, EEUU, que sí tiene sanidad pública, pero no recibe los
fondos necesarios, y por eso la gente, paga facturas de 40 dolares
por ser diagnosticado de gripe en una clínica privada.
Entraríamos
en un tremendo debate político, moral y económico de los pros y los
contras de lo público contra lo privado, un laberinto de propuestas
sobre impuestos, y etc, etc.
Este
es el debate que afronta camuflado de cienia
ficción Repomen. Este y
algún otro muy cyberpunk.
En
la distópica sociedad del futuro próximo norteamericano, la máxima
de la sanidad privada será The
Union, y del mismo modo
que si no pagas la hipoteca, te deshaucian, si no pagas tu intestino
bio mecánico, te sacan por el culo, lo meten en una bolsa zip y la
palmas. Tu intestino es propiedad de The
Union hasta finalizar el
préstamo.
¿Estamos
llegando realmente a eso? La deshumanización es el quid de la
cuestión, el abandono del juramento hipocrático, en el que salvar
la vida de alguien ya no es una obligación médica vocacional, si no
una clausula contractual. La vida de alguien, depende de su
solvencia.
Una
vez más esa alargada sombra sobre la sociedad moderna, la
deshumanización, el individualismo, la religión del dinero, y el
tanto tienes tanto vales.
Xcierto
es, que no se nos olvide, que para que funcione el sistema
capitalista, debemos consumir, para seguir generando puestos de
trabajo, y hacer la rueda girar. Algunos ejes son economías
subdesarrolladas explotadas, sí, pero si trabajo a cambio de dinero,
y gasto ese dinero, la rueda sigue dando vueltas. Si no gasto, no da
vueltas, autarquía, suprimo relaciones globales económicas
exteriores, la nación se para. La economía es un delicado órgano
global, para que funcione, han de funcionar el resto de naciones, el
sistema, es una imitación macabra del cuerpo humano. Que revelador.
Así
que la aldea global ya no tiene personas, tiene números.
DESHUMANIZACION GALOPANTE
¿No
os jode ese vecino o vecina al que saludas, bien alto para que te
oiga, pero ni te devuelve el saludo ni te sujeta la puerta del
ascensor? Oh Dios, menos mal que en España no hay segunda enmienda.
Y eso pasa en una mancomunidad de...no se... ¿200 vecinos? Si el
vecino de al lado la estira, igual, ni por el olor llamaría a la
policía. ¿En qué nos estamos convirtiendo? Nos encerramos en cajas
de pladur y ladrillo, acinados, a casco porro, olvidando de que a
apenas unos centímetros detrás del cabecero de mi cama, donde
duermo y sueño, hay otro ser humano durmiendo y soñando, pero no reparo en su presencia, la
conciencia de sociedad está perdida. Nos deshumanizamos.
Ray
(Jude
Law)
y Jake
(Forest Whittaker)
son los “Recuperadores” número 1 de la compañía. No se les
escapa ni un órgano, disfrutan de su trabajo, han deshumanizado al
huésped del injerto. Ellos son buenos amigos, ganan una buena prima
por cada órgano recuperado, y tienen anécdotas de cómo sus
víctimas lloran y corren para escribir un libro. Son los putos
números 1 de la oficina.
La
deshumanización laboral, convertida en corporativismo premiado. Me recuerda (salvando las distancias) a mi exitosa etapa laboral como comercial telefónico. Mi amigo Marcos y yo eramos
buenos, muy bueno, si lees esto, igual te he vendido alguno de los
servicios de los que dispones ahora mismo en tu hogar. Vendíamos
mucho, y cuanto más vendíamos más ganábamos, más contenta estaba
la empresa, más galardones nos colgaban, nos sentíamos útiles,
valorados, competentes, y dejamos de hacernos preguntas. Sólo
vendíamos y queríamos firmar más y más contratos.
Cuando
esos contratos, no significan la vida de alguien, tampoco hay mucho
que pensar, y también contábamos nuestras llamadas entre carcajadas
y risas con unas cervezas al terminar, partiéndonos el culo de cómo
le habíamos hecho la cuchara al último incauto que en verdad no
necesitaba lo que yo le vendía, o no le mejoraba lo que ya tenía,
pero cómo había mordido el anzuelo, y ahora era cliente de mi
compañía, la que pagaba mis facturas, y no de otra. ¿Qué más da?
Yo vivía de eso.
Y
eso es lo que significa ser un comercial, tener claro que la empresa
busca el máximo beneficio al mínimo coste. Y que tal vez mi cliente
no necesita lo que le quiero vender, pero yo voy a hacer que lo
quiera, voy a despertarle ese deseo, o se lo voy a colar por debajo
de la mesa sin que se de ni cuenta mientras lo acepta sonriente y
feliz. ¿las reclamaciones después? A otro departamento donde no
conozco a nadie. Nunca más vamos a volver a hablar ustéd y yo, aquí
terminamos. Ustéd ha sido un número para mi nómina de este mes.
Por
eso me alucina lo bien que está tratado el papel de Liev
Schreiber
en Repomen,
que hace de comercial, firma los contratos con los pacientes necesitados de un
órgano, y es tan real como satírico verle en la película, en su
despacho, haciendo firmar la hipoteca del órgano a los clientes de
The Unionn con
una sonrisa de oreja oreja, a sabiendas de que en unos meses
Ray y
Jake
tirarán abajo su puerta mientras su mujer cocina arroz con habichuelas y su hijo juega con cajas de poliestireno en el recibidor.
Eso
sigue siendo deshumanización, la deshumanización del tú o yo, y la
excusa de “la sociedad me hizo así”. El “quítate tú para
ponerme yo”. Y sí, amigos, me siento parte de ese mecanismo, el
capitalismo nos hace hacerlo, y son lentejas, si quieres las comes y
si no las dejas.
Pero
Carol (
Carice Van Hutten), la esposa de Ray, encarna al Pepito grillo cojonero, el angelito incordioso sobre tu hombro,
lleva tiempo pensando y reprochándole a su marido la manera en la que llena la nevera, paga las
facturas y el colegio privado del crío. Carol,
es testigo, complice silenciosa, de como su esposo Ray,
mata a gente a diario para mantener la casa, hasta que se harta. Sin embargo Ray discrepa, opina que
recupera material rentado a diario. Ray
sólo cumple con su trabajo, recupera un objeto, no pregunta, no se
cuestiona, sólo lo hace, cobra, y no mata a nadie, son los morosos
los que se han buscado ese destino por no pagar, el no es la causa, sólo se considera el efecto, inevitable efecto, porque las normas son así, y para que las cosas funcionen como deben, hay que respetar las normas.
Pero
que demonios ¿No te meterías en un contrato del que aún sabiendo
que no podrás salir sin arruinarte, te garantizase seguir viviendo?
Firmar con The
Union
es un capricho para quien se lo puede permitir, pero una necesidad
para quien está en la cola de la sanidad pública esperando un
trasplante orgánico compatible.
Ahí
entra en juego lo moral.
¿Quién pone las normas? ¿Son las normas ecuánimes para todos?
¿Quién pone las normas? ¿Son las normas ecuánimes para todos?
La
tortilla, sin mucho spoiler,
dará la vuelta cuando Ray
sufre un accidente laboral cuando trata de recuperar un órgano de su
músico favorito T-Bone
(RZA)
que ha dejado de pagar las letras. Ser el fan número uno de T-Bone
no le hace a Ray
ni plantearse por un sólo instante no rajarle como un cochino sobre
la alfombra para recuperar una propiedad de The
Union,
un momento brillante de la película, ejemplo claro de la
deshumanización y el corporativismo. Pero en una ridícula pirueta
del karma, como todo en la vida, ese trabajo tan fácil y tan emotivo
para Ray (está
a punto de matar a su ídolo musical) se tuerce.
The
Union,
sin consultar con Ray,
salva su vida, le implanta uno de sus órganos de nueva tecnología,
y entonces Ray
pasa a ser propiedad de la corporación. Su vida ya tiene precio, y
dueños. Podríamos decir que el cazador, ahora es el conejo, se
invierten las tornas, y por ende, si quiere que su órgano siga dentro
de sus costillas, más le vale seguir currando a destajo para que su
nómina cubra las facturas del implante.
Es
entonces cuando por primera vez Ray
se hará preguntas, descubrirá la empatía y
se convertirá en un antisistema. Y hasta ahí voy a leer para no
spoilear.
El
empleado perfecto, se convertirá en el enemigo peligroso. Ray
contra The Union,
contra sí mismo, su pasado, su antigua vida, y contra el sistema.
La
película derrocha acidez, acción, crítica, ambos actores
principales están soberbios y firman un film muy, muy aceptable para
la escasa oferta cyberpunk
hollywoodiense que cumpla con las principalespremisas del
género, sin maquillarlo todo de neón, coches voladores ni
hologramas, y centrándose en el punk,
en la lucha contra el sistema, la crítica, personajes turbios, etc.
Un
ejemplo de cómo la vida perfecta, sin hacerse demasiadas preguntas
de por qué es perfecta, da un giro que te pone sobre el otro plato
de la balanza y te obliga a actuar por primera vez desde hace mucho.
Cumpliendo
con las directrices más ortodoxas del cyberpunk,
Ray
no elige cambiar su vida, se ve obligado en contra de su voluntad a
ello. Porque Ray
sólo era un psicópata útil, un egoista, un ambicioso, que de la
noche a la mañana, deja de ser el ojito derecho de la corporación y
es perseguido, moviéndose en barrena por los bajos fondos para
seguir respirando un día más.
Venganza,
zaibatsus, desigualdad social, el valor real de la amistad, dinero, implantes mecánicos, incluso algo de
software virtual, Repomen
cumple con los imprescindibles del cyberpunk,
con nota, y con un final buenísimo que no os podéis perder.
Creo relevante mencionar Repo Man (1984) y Repo! The Genetic Opera (2008) antecedentes directos. La primera de ambas cintas aunque solo comparta su esencia. Y el musical con una presentación ciertamente mas barroca pero muchos elementos comunes con la que aqui se presenta.
ResponderEliminarCifu, acabas de darme unos títulos que debo ver entonces!! De la del 84 sabía de su existencia, pero lo de la ópera genética y el musical, ni idea tenía. Gracias!!
EliminarDe nada ;)
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