jueves, 8 de noviembre de 2018

TOKYO GHOST


EL JARDIN ATOMICO


Hoy creo que va tocando una breve incursión en el mundo de las viñetas, y es que no soy precisamente un ávido consumidor de tebeo, me entrego mucho más a la literatura y el videojuego, dejando el cine y el cómic, en un confortable segundo plano, no por ello menos placentero, pero he de reconocer, que no paso de stalker en el mundo de las grapas y las páginas.

Para entendernos, que no me consideraré jamás un experto en el cómic, ni en el cine, pero dentro de la temática de Tungsteno Dreams, la CIFI, con especial involucración en el cyberpunk, el futurenoire y la distopía, me atrevo a compartir con vosotros lo poco que se y mis impresiones, como ya decía en la bienvenida del blog, en éste vasto océano de opiniones, críticas y ensayos que es la red. No he coleccionado nunca Marvel ni DC, no soy un experto en súper héroes (un aficionado con cultura popular adquirida) y las únicas colecciones que he terminado en mi vida son Appleseed del maestro Masamune en los 90, Blame, La Espada Salvaje de Conan, y la pareja de tomos de la que voy a hablar hoy.

Reconocido mi ejercicio de reflexión a cerca de mis carencias y humildes limitaciones, con el máximo cariño y respeto posible, me lanzo a charlotear sobre Tokyo Ghost, obra gráfica firmada por Rick Remender, Sean Murphy y Matt Hollingsworth. Todos ellos tienen un dilatado curriculum, que va desde varios súper héroes Marvel (Ojo de Halcón, Lobezno o Punisher por ejemplo) y también DC, a otro amplio catálogo de títulos independientes que abarcan diferentes temas y ambientaciones.
Rick, por ejemplo, es responsable en parte de otras obras como las películas de animación El Gigante de Hierro (sí, el mismo que sale en la película ReadyPlayer One también), Titán AE; O el videojuego Dead Space de Electronic Arts.



Tokyo Ghost, es una obra CIFI, con importantes tintes cyberpunk o postcyberpunk, que bajo su ficción oculta una importante crítica social a los nuevos hábitos de nuestra sociedad actual, y sus consecuencias.
La obra, breve (y dos veces buena) se conforma actualmente de 2 tomos concluidos:

  • El Jardín Atómico
  • Unete a nosotros

Ambos editados en España por NormaEditorial en edición “rústica”, y con la posibilidad de adquirir los dos en un sólo tomo edición “deluxe”.

En el Los Angeles del denigrante futuro cercano, la población se segmenta en dos, los pobres y los ricos, cómo no, el viejo y manido tópico de la distopía con carga social, pero que sigue funcionando. En Tokyo Ghost, los pobres no se alzan ni se rebelan porque tienen La Red, contenidos y entretenimiento gratuitos y contínuos, gracias a sus dispositivos de realidad virtual y realidad aumentada. El opio del pueblo, y nunca mejor dicho, porque la gente se convierte en verdaderos adictos a los contenidos de La Red y todos sus periféricos disponibles en el mercado para mejorar la capacidad sensitiva de los programas de realidad virtual que les ofrecen.
El concepto de La Red, como el “pan y circo” del pueblo, es también otro tópico nada innovador en el género, pero igual que la segregación social, sigue dando resultados. Recordemos por ejemplo cómo en Carbono Modificado, Kovaks sufre un colapso de spam neuronal al conectar sus receptores implantados a la red pública: O cómo ya hemos visto en el blog, los concursos letales de televisión se convierten en el hobbie número uno de la población. El ya conocido leitmotiv revolucionario en contra del “Dame pan y llámame tonto”.
En Tokyo Ghost la adicción a las redes sociales, los canales a la carta, los videojuegos, o cualquier otro contenido digital de ocio, toca techo con el concepto de “technomemo”, el adicto, el yonkie de La Red, auténticos peleles enganchados a digerir docenas de estímulos simultáneos a través de sus gafas de Realidad Virtual, o sus trodos neuronales conectados a un sistema límbico de cables entre sus hemisferios cerebrales.
Los contenidos de esta Red que nos muestra Tokyo Ghost, son además una sátira exagerada de lo que en el fondo, son los contenidos reyes de nuestra internet actual, como la pornografía, los reality shows más bizarros e inmorales (en el cómic nos reiremos de Meada Granjera o ¿Quién se ha cagado en mi coche?), o las apuestas online. Toda esta burla futurísta es en realidad, una crítica al uso actual de las tecnologías de telecomunicaciones, los contenidos que consumimos, y cómo sin darnos cuenta nos convierten en menos humanos, o más tontos incluso si se me permite ser crudo y directo (y me incluyo), cosa que un estudio de un prestigioso centro europeo afirmaba hace pocas semanas en los noticiarios. Y razón no les falta, supongo, ya que no podemos discutir que incluso el uso de una vulgar calculadora para hacer divisiones y multiplicaciones (por no decir en ocasiones sumas y restas, reconozcámoslo) nos evita ejercitar el cerebro, aunque nos agiliza y facilita la vida, pero nuestros cerebros, cada vez trabajan menos y nuestras glándulas cada vez segregan menos ante según qué estímulos.
De hecho, barajamos ya nombres propios para éstas patologías como Nomofobia (adicción al teléfono móvil), pero hay que reconocer que los “technomemos” es un término que debería abofetear mucho más fuerte nuestro ego.



En semejante entorno hostil, la trama, se centra en dos protagonistas complementarios, la joven Debbie y la bestia de Led Mella (Teddy Dennis). Ambos son alguaciles “obligados” del alcalde de Los Angeles del 2048, el Sr. Flak.
Nuestra pareja protagonista trabaja como “alguaciles”, por no llamarlo sicario, caza recompensas, o matón policial, para la histriónica autoridad local por pura obligación, ni por gusto ni por el salario, y ésto les pone en una de las más comunes situaciones del género cyberpunk, y es que los protagonistas no son paladines ni defensores de ninguna noble causa, si no que más bien, actúan por motivaciones personales o están obligados a seguir desarrollando su rol, siendo marionetas en hilos superiores de organismos corporativos o jerarquías políticas o mafiosas.
Debbie y Mella son un pack, cara y cruz, uña y carne, ella es el cerebro y él el músculo, y no sólo en sentido figurado, si no que el pobre Mella es un “Technomemo”, un adicto a la tecnología virtual que es incapaz de pasar ni un sólo minuto de síndrome de abstinencia al desenganchárse de sus dispositivos de navegación online virtual y realidad aumentada. Es una especie de Frankenstein cuya humanidad pende de un hilo que sujeta Debbie, su conciencia y su amante.
Debbie, tiene un único objetivo, desintoxicar a Mella, para lo que tiene entre sus planes más inmediatos, terminar el contrato laboral con el Sr. Flak lo antes posible, para hacer las maletas y salir del agujero que es Los Angeles, y largarse a Japón, dónde se rumorea, que la tecnología digital ha sido prohibida. Si recupera la salud de Mella, podrá empezar una nueva vida con él, los dos juntos, en un nuevo nidito de amor, y comer perdices.
El excelentísimo Sr. Flak, es un personaje esperpéntico y exagerado, escatológico, megalómano, desagradable, vicioso y amoral, sibilino y conspirador. Una gozada para el lector, un cachondeo cada vez que hace puesta en escena en cada viñeta. Este señor deja a Torrente de Santiago Segura a la altura de un inocente monaguillo de convento, no vais a poder evitar partiros de risa y odiarle con mucho asco a partes iguales.
El tipo en cuestión, a parte de alcalde de la ciudad de Los, es el CEO de la principal cadena de contenidos online en La Red, realitys, concursos, telenovelas, y todo lo que mantiene a los ciudadanos enganchados 24/7 a la red. Continuamente abusa de su relación laboral con Mella y Debbie todo lo que puede, consciente del “mono” que sufre Mella, y siempre les está prometiendo que cada nuevo encargo será el último. En ésta ocasión, el encargo trata de detener a Davey Trauma, un cyberpsicópata con delirios de grandeza que representa un problema para los actuales intereses del alcalde y magnate de las telecomunicaciones.
Reconocido el cuadrado de personajes principales en la historia, dos héroes y dos villanos, descubriremos la antítesis de Los Angeles en Tokyo, un remanso de paz, civilización, moral y ecología, que peligra frente a los hambrientos y destructivos planes de la costa oeste norteaemricana, y hasta aquí voy a leer.

De ahí en adelante, sin spoilers, como es norma en Tungsteno Dreams, la trama se desarrolla en un delirante y violento hilo con momentos para la reflexión, el romance y la venganza.
El dibujo es, a mi gusto, sensacional, con escenarios detallados, repletos de pequeñas maravillas en los que sumergirnos durante unos minutos antes de continuar leyendo bocadillos, embobándonos en esos fondos cyberpunk de Los Angeles, o en los de un casi postapocalíptico Tokyo, a caballo entre Neo Tokyo y un vergel Zen.
Las escenas en las que Mella monta su moto, algo parecido a una versión bestial y monstruosa de la de Caneda en Akira, son sencillamente sublimes, llenas de movimiento, dinámica y sangre a borbotones.
La relación sentimental entre Debbie y Mella mantiene la cordura y seriedad de la narración, atrapándolos en una distópica caricatura de personajes zafios y estúpidos que nos arrancarán la carcajada como Lefatrón Embutespada o Chirrido Culona Chapote Saint Ruggles, ganadores de un Oscar por Falocopia.



La historia tiene sus giros, drama y una enorme carga ecologista a lo Frank Herbert, que nos hará pensar por un momento, ¿hacia a dónde estamos llevando el mundo con nuestra civilización moderna occidental? ¿Estamos prestando suficiente atención a nuestra realidad o nos han puesto los anteojos como a un caballo para que vayamos siempre hacia adelante, tras una zanahoria que nunca alcanzamos? ¿Estamos ya, ficciones a parte, superando los límites del bien y del mal en pos de nuestro entretenimiento?
Esas son las premisas que subyacen en una frenética serie de viñetas que bailan entre Mad Max, y Kill Bill a ritmo cyberpunk , con la tecnología virtual sobre la mesa, representada como lo que es, una herramienta poderosa a la que se le está dando en muchos casos un uso inadecuado.

Es una lectura cómoda, rápida, y muy agradecida para los fans de lo que me voy a permitir ir llamando ya como El Tungsteno.

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