ROBO CITY 16
Buenos días tungstenitas.
La entrada semanal de hoy va de arte
gráfico, porque llamarlo cómic sería inexacto, me temo. Tal vez
novela gráfica sería más acertado. Pero sea como fuere que nos
pongamos de acuerdo o me corrijáis, que sabéis siempre estoy
abierto a ello en los comentarios y el twitter (@sharowdanser),
gracias a vosotros siempre mejoro.
El caso es que hoy voy a hablar de la
obra de Josán González, The Future Is Now, y
sus 2 primeros volúmenes (el tercero está en camino y ya hablaré
de ello más adelante de la entrada). Un ilustrador y narrador
soberbio. Su obra me hipnotizó desde que la descubrí en internet, y
que genial haberla encontrado buceando la red y no en el stand de una
tienda de cómics, porque dice mucho de su propia obra,
retroalimentando su universo ficticio, haciéndolo si cabe más real.
Poco,
muy poco he descubierto del ilustrador, a parte de que es un gran hacedor de pizzas y lo que desea compartir con nosotros en su web robocity16.com , aunque la
red hoy en día abarca cualquier punto del planeta y su órbita, y
que ha podido trabajar puntualmente para algunas editoriales de las
que ya he hablado en el blog en alguna otra ocasión como el caso de
Dark Horse. También carteles para concierto. Su propio merchandissing. Y poquito
más a parte de lo que nos cuenta de sus musas en los propios
volúmenes de The future is now.
The Future Is Now es
una obra distópica, futurista, si cabe podemos llamarla cyberpunk,
aunque si poco he conseguido averiguar del misterioso autor (y digo
misterioso por lo poco que parece dedicarse a sí mismo en las mismas
redes que tanto sentido tiene alberguen su obra entre otras cientas,
no me atrevería a decir que, similares, por lo único de la suya) en
unos pocos artículos review que incluyen algunas declaraciones
suyas, es que tampoco se atrevería él mismo a llamarlo cyberpunk,
pese a tener influencias directas del vetusto género como
Neuromante. Obra de la que ha tenido el honor de ilustrar sus portadas de la trilogía en su reedición brasileña, y son unas joyas de tomos que no veas.
Tal
vez Josán haya
matado ya al cyberpunk
en su obra, y estemos frente a un nuevo género estético y creativo,
cultural, del hominido 2.0 del cercano y oscuro futuro.
Por
eso me fascina el entorno en el que podemos descubrir su obra,
nadando entre perfiles y surfeando URL's, porque su obra es
precisamente, el futuro. Aunque renegando de ello me alegro
enormemente de poder disfrutar en papel encuadernado sus
ilustraciones, poder olerlas, acercar la nariz a la página, y
tenerlo entre mis manos. La red sigue siendo un artificio inmaterial
que ningunea al humano. Y de algo parecido, si he logrado pillar el
concepto, parte la idea de The future is now,
ya que en la primera página de su tercera edición ya encontramos un
texto que deja al humano por los suelos.
Un
alegato de preocupación creciente ante los problemas sociales y del
mundo, que resbalan como la lluvia sucia de la ciudad sobre un
paraguas de plástico transparente con luces led de flúor, sobre el
proletario aburguesado atrincherado en su apartamento barato de VPO
con televisor plano, videoconsola y tostadora. Un humano que hace
oidos sordos, impasible, a los problemas de la humanidad, porque él
tiene su culo caliente en invierno dentro de su jaula de pladur. Un
humano que no va a hacer nada mientras todo se va al carajo. Un
humano que ha olvidado que es humano.
Y
comienza el festival de imágenes.
VOLUMEN 1
Como
decía antes, descubrí el arte de Josán
de chiripa, dando paseos por redes sociales, y allí estaban aquellos
dibujos de @deathburger en Instagram. Me volaron la cabeza, era lo
más genial que había visto hasta la fecha, y había visto mucho. Y
aunque hay autores que me encandilan tanto, estas obras tenían algo
especial.
Para
empezar la paleta cromática, que nos muestra su futuro cibernético
como si lo estuviésemos mirando con unas gafas mirror
shade polarizadas, y
todo nos llega tintado. Bajo la luz de un sol enfermo, cansado, medio
apagado que lucha por hacerse paso en una gruesa costra de nubes de
polución. Predomina la paleta de tonos pálidos, y flúor, y la
monocromía en muchas de las primeras obras independientes del
volumen 1.
Este
volumen 1 es una colección de obras independientes, ilustraciones, o
debería ser sincero y llamarlas obras de arte, en las que sospecho
podemos ser testigos de la evolución artística de Josán,
casi desde que le surgen algunas de las que podrían haber sido sus
primeras ideas al respecto de la creación de su universo personal,
Robo City, hasta que
crea su dimensión futurista y nos transporta a ella. Y digo creo,
porque repito, no he hallado muchos datos del autor en la red. Un
aura de anonimato y misterio envuelve al artista y sus motivos.
Pero
es objetivo, que esas primeras láminas del tomo, tienen un aire más
orgánico, con un trazo cercano al boceto, que poco a poco va
transformándose, página a página, en un estilo cercano al del gran
jefe Moebius, y no es
que se note o yo sea un lince, es que podemos encontrar la asunción
de culpa de Josán en
pequeños guiños y detalles, “easter
eggs”
ocultos en sus recargadas páginas, horror
vacui
cada una de ellas, en las que podemos perdernos un buen rato gozando
cada regalo, cada secreto, oculto en un poster despegado del muro
tras los personajes, o entre la basura de un rincón. Dan ganas de
sacar la lupa de Sherlock
Holmes
y escuadriñar cada hoja con la pipa en la otra mano, relajadamente,
un rato largo, para sencillamente, disfrutar.
En
estas primeras obras independientes del volumen 1 encontramos
fotografías robadas al futuro próximo, en el que la red, las
máquinas y la tecnología se fusionan con la cotidiana y obscena
vida del humano standard, que no somos más que un
compuesto orgánico zafio y con taras. Elementos del día a día,
electrodomésticos, icónos de nuestra adicción tecnológica, se
cuelan en sus ciborgs y androides dejándonos mensajes mudos sobre
nuestros hábitos, revoloteando en el vertedero de nuestro
inconsciente. Como por ejemplo, que el pene de un androide sea un
mando a distancia de televisión.
Las
gafas de realidad virtual, se convierten casi en un apéndice
orgánico del ser humano, moles de plástico y materiales sintéticos
tapando nuestra cara como los antifaces de un caballo, para lo mismo,
que no veamos lo que tenemos fuera del camino, para que solo veamos
aquello que nos satisface. Y lo grotesco es que el contenido que nos
satisface, siempre incluye estímulos violentos, sexuales, o
estúpidos para nuestras glándulas. Un punto sátiro pero crítico
que también comparte el cómic TokyoGhost
del que ya hemos hablado en el blog.
Frío
sexo con las máquinas, placentero y perfecto, orgasmos a la carta
mientras el mismo sistema doméstico que te folla te está haciendo
un huevo con bacon. Humanos modificados, ciborgs, que dejan de ser
humanos, que tampoco son máquinas, que en verdad son más bien
animales.
Cables,
muchos cables, chips, y pequeñas piezas, tornillos y chapas. Miles de
detalles en cada pieza de ingenieria industrial cromada.
Mascotas
de acero y titanio.
Mutantes,
espantos de pesadilla y alienígenas que pasan desapercibidos a los
ojos de humanos ciegos de realidad virtual. Lo único positivo es que
el prejuicio ha desaparecido entre la especie, nadie ve más allá de
sus narices. Todos sacian sus necesidades cerebrales, el egoísmo os
hará libres.
Es
todo tan apocalíptico, tan pesimista, tan...sátiro, irónico e
hiriente. Es un cachondeo malrollero que nos saca una sonrisa, si no
es por el mensaje de la ilustración en sí (haciendo gala del refrán
me río por no llorar), porque seguramente el otro jefe, Ibañez,
también sea otra influencia de Josán
(o
no, me estoy tirando a la piscina desde muy alto), o yo lo creo, con
sus pequeños detalles cómicos, absurdos y surrealistas en las
esquinas de muchas de esas obras naturalistas del futuro, tan de
Rembrandt
cibernético, que de repente se desquebrajan con un diminuto donuts
con patitas que nos saluda creando un nuevo foco de atención para el
espectador, como aquellos bocatas de chopped con la etiqueta del
precio colgando, o una pareja de ratones jugando al mus y fumando
Ducados, que el papá de Mortadelo
y Filemón
nos colaba por sorpresa en las esquinas de algunas de sus viñetas.
La
tecnología y nuestros hábitos, comida rápida, publicidad, son los
protagonistas del libro que predice un futuro decadente, o cómodo,
según se mire, al que parece que llevamos nuestra actual sociedad.
Contrastes sociales y actitudes muy humanas.
El
libro, dividido en capítulos o bloques, nos va introduciendo en su
“Monasterio del
Escorial”
personal poco a poco, dícese, Robo
City,
y tras una serie de hojas dedicadas a lo citado anteriormente,
comienza a nacer la gran urbe, mitad máquina, mitad humana. Y
comienza el desfile de mechas, dreadnougths, robots terribles, punks
y scavengers. Bocetos y esquemas, diseños, obras finalizadas con la
violencia policial, y el abuso de poder impregnadas en su ciencia
ficción.
Robo City
es represión, y sus punk antisistema son rebeldía. Akira
parece convertirse de golpe en la nueva musa de Josán,
y como si de una canción de Aviador
Dro
se tratasé, los niños mutantes montan las motos. Escaparates, neón,
civiles, androides antidisturbios y pandillas punk componen la fauna
de la gran ciudad. Y curiosamente, la música, y esto me encanta,
sorda en las páginas, comienza a colarse en nuestros oidos como un
fantasma, y encontramos los detalles en los dibujos llenos de
vagabundos, desguaces, tiroteos láser y vehículos imposibles. Iron
Maiden,
y yo sin embargo, tarareo el breaking
the law
de los “Judías”, y me queda al pelo de cada nueva página.
Y
así tras las ilustraciones finales, que nos preparan para la
historia que está por venir, llegamos al final del tomo, donde el
propio Josán
hace su reconocimiento a los artistas musicales que han llenado sus
horas de trabajo donde encontramos rock, metal, y dos discos, que
para mi, fueron muy importantes en su momento, y además son artistas
que tuve la oportunidad de ver en directo, y se trata de Non
Phixion
e Ill Bill, rap
antisistema de blancos, violencia gratuita, drogadicción, gore y
conspiranoia judeomasónica. Un cocktail bastante ideal para el
trabajo aparte de clasicos como Metallica
también citados en sus agradecimientos. Y otros que no conocía, que
he puesto a diggear
en la red, y que convierten la experiencia de disfrutar éste tomo en
algo interactivo y multimedia.
VOLUMEN 2
Ya
presentado su estilo, siendo el volumen 1 toda una declaración de
intenciones, o una tarjeta de visita adictiva, el volumen 2 es una
novela gráfica, muda, con un hilo argumental que se sucede página
tras página, en el ya alcanzado y consagrado estilo “Neo
Moebius”
(o Moebius
wannabe como reza la lápida de una de sus ilustraciones fetiche del
volumen 1, en el cementerio de artistas de Hellwood) que se va a
convertir en su seña de identidad.
Robo
City 16,
unos antisistema en el ministerio de información, hackers, cowboys,
anarquistas o insurgentes, llamémoslos X porque no hay bocadillos,
no hay texto, no hay píes de página, solo los dibujos, consecuentes
en un desarrollo de secuencias, y nuestra imaginación. Y eso es
fabuloso, porque la misma historia, tendrá distintas consecuencias
en distintos lectores. No hay nombres, bautizamos a los protagonístas
como nos da la gana. Solo hay dibujos en los que perderse durante
minutos en cada página, y una historia de lucha contra el poder. Una
ciber gesta de david contra Goliath.
Josán
vuelve a introducirnos, unicamente, con un texto de presentación
sobrecogedor. Un texto en el que nos queda claro que hay que cambiar
las cosas, que aunque todo sea una mierda, hay que intentar cambiar
las jodidas cosas. Un alegato de inconformismo del hombre crítico
con miras y sueños contra el hombre conformista, dócil y sumiso que
es feliz con lo que tiene, sin importarle qué tienen los demás, o
por qué lo tiene. Una vez más, como en el volumen 1, la humanidad
deshumanizándose. Pero aún hay fe, hay tiempo para cambiarlo. Y de
eso va la historia de nuestra protagonista cibernética en éste
maravilloso volumen 2, de cambiar las cosas.
Robo
City
es esa mega urbe industrial, angustiosa y opresora que los choomers
imaginamos cuando nos dicen cyberpunk.
Tecnología
y tradición se dan la mano en calles que un robot Roomba
no ha barrido en meses, cables y farolillos de papel chinos, civiles
idiotizados con sus perennes gafas de VR tapando sus caras, y nuestra
protagonista, a cara descubierta, testigo de todo, una heroína en
contra del sistema, una punk terrorista con 2 prótesis cibernéticas
extra en los hombros que la dotan de un nuevo par de brazos.
El
estilo de cada ilustración se reafirma en la etapa final del volumen
1 con el horror vacui, los detalles cómicos surrealistas, la comida
rápida y la morriña de Neo
Tokyo
en cada una. Siendo así cada una, un festival de percepciones.
Las
máquinas han logrado controlar a los humanos, normal, era de
esperar. Nuestra dependencia a las redes y la tecnología se lo ha
puesto en bandeja, y los robots controlan todo nuestro techno
consumo. Nos han prevenido y reprogramado, el nuevo gobierno robótico presidido por el tirano Robo K3n3-DY IV nos da lo que demandamos, y lo demás nos da igual. Pero hay
individuos que han resistido al opio de la tecnología, y esos
representan el problema para el status
quo.
El gobierno de Robo
City
ha de mantener el orden a cualquier precio, empleando la fuerza
legitima proporcionalmente necesaria
(ésto me ha marcado tras leer el programa electoral de cierto
partido emergente actual con perlas exactamente extrapoladas como
ésta, porque parece que Josán
lleva razón, y El
futuro es ahora,
la sátira sigue vigente).
Una
vez más la ciencia
ficción
enmascara nuestros defectos actuales. Vamos a encontrarnos un montón
de críticas negras y bizarras a nuestras actuales precariedades
laborales, democráticas, a nuestros hábitos sociales virtuales, a
la falta de libertad, y a un montón de cosas más, que disfrazadas
de robots, mechas y punkys futuristas, nos pasan desapercibidas, pero
que están ahí.
La
rebelión comenzará en Robo
City
y nuestra ciber Juana de Arco no lo va a tener fácil. Va a tener que
huir de Robo City
y recorrer el mundo en busca de un equipo que la ayude, porque en el
mundo del futuro, Robo
City
no es el único lugar donde impera la injusticia, y donde hay que
devolverle el poder a la gente. El mundo es un ghetto. Diferentes
naciones, mismo perro con diferente collar. Y en ese periplo de
reclutamiento despediremos el segundo tomo, con unas páginas bonus
que dajan claro el mensaje de la novela muda:
“Divididos
perderemos”
Sección
en la que nos deleita con una serie de láminas en colaboración con
otros artistas como Chuma
Hill, Laurie Greasley, Adrian dadich, Luke Parker, Enric Sant, y
otros tantos en un alarde de imaginación distópica arrollador,
insuperable, y como semilla a germinar de toda una generación de
artistas gráficos inspirados por motivos similares, unidos como
nuestra protagonista ciborg y sus nuevos aliados,
reclutándose
unos a otros por todo el mundo, en contra de las mismas injusticias,
la opresión y la mentira. Hay una simbiosis que me pone los pelos de
punta entre la historia y la realidad artística que la envuelve.
Una
vez mas, cerramos las tapas con créditos y agradecimientos musicales
y artísticos, de los que en éste caso, me quito el sombrero con el clásico media noche en Tierra Media de Blind guardian, y con el malagueño Elphomega que ya estaba en mi top, y que mejor para ilustrar Robo
City,
eso sí que yo hubiese reproducido su álbum Hommogedon
en vez de Nebuloso,
Josán,
y si caes por aquí de rebote y me lees, te recomiendo a Erik
Urano, Helloween, Robert Parker y Aviador Dro
para la próxima sesión de arte que te traigas entre manos de vuelta
a Robo City.
Sin
tu permiso, pero con mero carácter divulgativo y mi más sincero
homenaje, he añadido algunas de tus imágenes públicas de tu cuenta
de instagram, que recomiendo a todo el mundo visitar, @deathburger y de citadel9.com y muy profusamente, invito a todo el mundo a participar en el mecenazgo
del volumen 3, que continuará la historia del 2, y nos permitirá
saber qué ocurre con nuestra heroína sin nombre y su grupo de
antihéroes chippeados.
Hasta
la próxima, y recordad, el futuro es ahora. Nosotros somos el futuro. El mensaje de la obra es demoledor.
Increíble que todavía se inicien blogs como éste. Si acaso añadir a la lista de referencias a Geof Darrow, dibujante que a poco que se observe con atención se ve que muy bien de la cabeza no está, pero fundamental en el grafismo ochentero y posterior. Fallout debe a sus obras Bourbon Thret y Hard Boiled toda su imagen. Cómo se echa de menos a Metal Hurlant.
ResponderEliminarGracias por ese material que me aportas en tu comentario Eduardo, lo Voy a descubrir encantado de la vida.
EliminarY bueno, respecto a lo increíble de haber iniciado un blog como este, pues no se interpretar si es positivo o negativo, pero de verdad que Con lo que tú me has compartido, yo me siento agradecido, por tu tiempo y tu atención. Y bueno, hago esto por hobby y ejercicio comunicativo, porque soy un neofito tardio, y no me he planteado que debería esperar. Muchas gracias por dejarte caer por aquí y bienvenido