POCO PUNK Y MUCHAS NUECES
El tiempo de carga de archivos ha sido
largo y tedioso, pero una vez más, aquí llega el paquete de datos
semanal que genera los sueños de Tungsteno.
Hoy, voy a la carga con otra de las
obras de uno de los padres del movimiento cyberpunk,
Bruce Sterling, de
quien ya hemos hablado anteriormente con su obra Islas enla red, así que vamos a
ahorrarnos las presentaciones, y si queréis podéis revisionar
aquella entrada que dejo linkada.
El
libro de hoy en cuestión es El chico artificial.
La edición antigua de Icaro
que he tenido la oportunidad de leer en español entre mis manos,
resumía la sinopsis del tomo como:
“Una novela ciberpunk”
“Ambicioso...vertiginoso...un intrépido nuevo mundo con un shock
futurista casi constante”
“Absorbernte, original...una
congelada porción de la historia futura...altamente imaginativa”.
En
fin. Altamente imaginativa sí desde luego, pero ni cyberpunk
ni gaitas. Le ocurre lo mismo que a Islas en al red,
poco punk y muchas nueces. Del círculo cyberpunk
primigeneo y el posterior, creo que Sterling
es sin duda, el más sobrevalorado autor del círculo.
La
obra nos lleva al planeta Reveria, nos saca de la Tierra y sus
órbitas, incluso del sistema solar, llevándonos a un planeta
imaginario, que descubriremos, coquetea más con la fantasía que con
la ciencia, encajando mejor en el concepto de space opera
que en el de cyberpunk, insisto.
Porque
el cyberpunk, si algo
considero que debe cumplir, es con el punk,
y eso incluye reflejos de la sociedad actual, y proyecciones de la
futura, atendiendo a problemas reales como la política, el crimen,
el capitalismo salvaje y la consiguiente deshumanización del
individuo civil y productivo, drogas, alienación y tal vez algunas
cuestiones filosóficas que enfrenten los planteamientos de Descartes
del “pienso luego existo” en el transhumanismo tecnológico, las
inteligencias artificiales, la humanización de las máquinas, o los
entornos virtuales. Y El chico artificial
no propone nada de ésto, más allá de un poco de biónica y
aumentos transhumanos para decorar a un protagonista insulso, con una
opaca moraleja difícil de digerir en sus espaldas, y una odisea
planetaria más pulp
que otra cosa. Vamos con ello.
REVERIA Y EL ENTORNO SPACE OPERA
Planeta
Reveria, antiguo hogar de una extinta raza alienígena, un lugar con
diferentes hábitats y zonas ecológicas de lo más disparatadas, con
una flora y fauna extraña y lisérgica.
Su capital, Telset, ciudad
con un poco de punk,
dónde la mejor forma de pertenecer a un estatus social elevado es
dedicarse al negocio del entretenimiento, el arte de la violencia y
su industria televisiva. Mientras los habitantes de Telset buscan su
sitio en su sociedad, las estaciones orbitales que
giran fuera del planeta, albergan a la élite intelectual y política
del planeta. Una vez más, el escenario cyberpunk
del “arriba y abajo” explotado hasta la saciedad que hace poco
vimos de nuevo en Alita.
Nuestro
protagonista, al que todo el mundo llama Chico
(en abreviatura del título del libro), es un vanidoso cyborg
gladiador de lucha callejera, una modalidad de entretenimiento
reglamentada que puede convertirse en una jugosa fuente de beneficios
en el planeta Reveria. Los gladiadores, miembros del gremio, se retan
y combaten en repetidas ocasiones entre ellos o con pandillas
callejeras completas, en pos de entretener al público.
Estas
peleas, se producen de modo espontáneo en ocasiones en lugares
públicos de la delimitada zona
de combate, o son
concertadas, y son retransmitidas en stream
en directo por el canal televisivo planetario. Así, cada gladiador,
como Chico,
suele ir acompañado de unos drones de video que a modo de reality
show,
retransmiten continuamente las extravagancias de éstos gladiadores,
sus peleas, y su vida en general convirtiéndose así en celebrities
e influencers.
Cuantas más visualizaciones tenga el gladiador, más beneficios se
lleva.
La
idea es genial, prometedora, es una visión temprana de Youtube
o Twitch,
me encanta. Y ya la hemos visto brevemente adaptada, y muy posiblemente
inspirada por éste mismo libro vista la similitud, en otras
entradas, como en la del videojuego RememberMe,
que para haber pasado tan desapercibido, añadía contenidos de lore
tan curiosos como éste mismo, con el cazador de insurgentes Xmas
Kid siempre
acompañado de sus drones de video.
Es
una idea cyberpunk
y distópica buenísima, con mucho jugo, pero Sterling
la deja evaporarse en las páginas del libro, en pos de un
cuentecillo de planetas exóticos, mal llevado, con giros
surrealistas, y un nudo narrativo apolillado y rancio en mi humilde
opinión, que nada tiene que ver con el cyberpunk
por muchos galones que se lleve en la pechera, y parece más bien un
weird tale
extendido sin píes ni cabeza.
CHICO, EL CYBORG VANIDOSO
Chico
es el número uno en lo suyo, el rey del nunchaku. Es fuerte,
simpático, guapo, fotogénico, invicto, rico, frívolo,
tremendamente vanidoso, inalcanzable... y por eso mismo es envidiado
y odiado por el resto de gladiadores. Sus aumentos biológicos y
mejoras cibernéticas (muy poco científicas por cierto y demasiado
galácticas) le convierten en un hueso duro de roer para el resto de
candidatos al primer puesto del podio.
En
un símil del rock
star,
Chico
es un narcisista drogadicto, incapaz de empatizar con nadie más que
no sea él. Ambicioso, sociópata, hambriento siempre de más éxito y más fama,
de más éxito en su canal de gladiador, pudiéndolo equiparar en la
sociedad actual al ansia y necesidad de likes,
followers o
me gusta
y pulgares hacia arriba para mantenerse siempre en el trending
topic
de los gladiadores.
Chico no es sólo artificial entonces por sus
implantes genéticos, sus operaciones estéticas, su plastipelo
impecable en cualquier situación, ni sus mejoras de combate
subcutáneas, si no por su forma de ser, y ése es el quid de la cuestión en verdad, el secreto oculto en el juego de palabras que da título al libro.
La
moraleja de Chico, reside, en que es artificial, no por sus injertos y mejoras,
si no por su forma de entender la vida, siempre dependiendo de vender
una imagen perfecta, esclavo de su audiencia, bajo la coraza de
estrella inalcanzable de la jet
set reveriana.
Como
todos los adictos a las redes sociales actuales y los problemas
diagnosticados que ello ya conlleva en nuestra sociedad actual como
nomofobia, depresiones, y otras patologías derivadas del uso de
nuevas tecnologías y nuestro afán por desparramar purpurina sobre
nuestras vidas en la red con fotos y citas en muros y perfiles.
Hasta
ahí todo parece bastante interesante y podría haber dado mucho
juego. Pero ahora empezamos a desdibujar todo este entorno idóneo
para un relato cyberpunk
y comenzamos con el desvarío creativo de Sterling
mucho más próximo a la ciencia ficción
clásica
de cuando él era un mozo.
Chico
es en realidad, y es conocedor de ello, la nueva identidad del
profesor Rominuald Tanglin excolaborador del científico desaparecido Dr.Crossbow.
Es costumbre en Reveria, que cuando uno se hace demasiado viejo,
transfiera su “espíritu”, su “identidad” o llamémoslo
“software biológico” a un nuevo cuerpo, más joven, para alargar
la longevidad. Y quien en su momento fue un sabio, decidió
transferirse a un nuevo cuerpo, con un formateo de identidad, y
convertirse en Chico.
Realmente, parece paradójico, que fuese útil o deseable, abandonar
un cuerpo, para albergar otro, sin mantener nuestros recuerdos,
nuestra experiencia. Pero en el curioso proceso tecno-científico de
cambio, lo que Crossbow
deja a Chico,
son unas bitácoras acerca de su yo anterior, con unos tutoriales
para su yo futuro. Parece otra idea sublime, genial, algo que cuaja
mucho con una buena historia de CIFI,
pero en el desarrollo de la novela perderá fuelle y se enturbiarán
éstos conceptos generando un pequeño caos al respecto que a mi no
me gustó mucho. En resumen, Chico
sabe quién fue, y se llama a sí mismo, o mejor dicho, a su yo del
pasado, “mentor”. Esto acapara mi atención, haciéndome recordar la gloriosa idea
que tuvo una vez un amigo mío, que me dijo:
“Si
yo pudiese viajar en el tiempo, viajaría al día de mi nacimiento,
me raptaría, y me traería de vuelta al presente, para educarme a mí
mismo y hacer de mí la persona que siempre he querido ser”
Semejante
paradoja hace aguas por todas partes, porque ya no serías tú mismo,
tú no puedes dejar de ser tú, educarías a una copia genética de
ti, que no serías tú,sería otra persona, por mucha satisfacción
que te diese aplicar la educación que consideres necesaria a tu
nuevo yo, y disfrutases de sus logros obtenidos.
Suena
a galimatías, pero creo que podemos resumirlo, en que no podemos
trasladar nuestras satisfacciones ni ambiciones a terceros. El típico
caso del padre que vive su tiempo perdido y enmenda sus errores a
través de su hijo. No sirve de nada.
Y
tal vez sólo por eso, volviendo al libro, Sterling
vuelque ciertas frustraciones de sí mismo en modo de ficción (o no,
yo que se, no soy psicólogo) en Crossbow convertido
en Chico,
el gusano, la crisálida y la mariposa. Metamorfosis. Y el concepto
de metamorfosis sí que va a ser una constante y ya veremos por qué,
creo que doy en el clavo.
Y
ahí está Chico,
de fiesta en fiesta, dándole al nunchaku, al fornicio, a la droga,
con sus otros colegas gladiadores que parecen sacados de un cómic de
súper héroes casposos y galácticos de los 50 con pieles de colores y texturas
cutáneas elementales, con pintas de mutantes inverosímiles, con sus
pomposos diálogos nada punk,
rimbombantes, con tanta flema y protocolo que pareciese que
estuviésemos leyendo un relato de una sociedad feudal, medieval, que
por momentos me expulsa de la lectura con rechazo incluso. Chico
en ocasiones habla como un señor de familia romana del antiguo
imperio, o un petulante decano de comedia americana universitaria, no
puedo imaginarme un gladiador cyborg con sus renglones. No
corresponde a un cercano futuro, y ahí revindico de nuevo, que se
puede parecer mucho más a Dune (salvando las distancias, por Shai Hulud) que a ninguna obra cyberpunk.
Además las costumbres de la sociedad reveriana son demasiado
exquisitas, chocantes, parece la nobleza de los zares en vez de una
panda de gladidores urbanos. Es como un neo imperio romano decadente y superficial. Disfrutan del ballet, otros personajes
son célibes voluntarios manifestando desagrado por cualquier
práctica sexual, hay ordenes clericales influyentes, castas,
jerarquías... Es un desaguisado galáctico feudal disfrazado de
cyberpunk
con otras de las más clásicas predicciones futuristas al uso como
la desaparición de barreras sexuales y la aceptación del “agénero”
, etc.
Cosa,
por cierto, a la que Sterling
da mucho más protagonismo del que la historia necesita para
continuar. Parece que le gusta hacer mucho hincapíe en una constante
y desinibida visión de la sexualidad en la sociedad reveriana.
Intuyo, que pudo estar influenciado por el verano del amor y el
movimiento hippie para darle tanta vuelta al torno con ésto en su
ficción.
Sentadas
éstas bases que desmontan cualquier atisbo de considerarla una obra
cyberpunk,
pasamos al desarrollo a grandes rasgos.
El
chollo de la buena vida se le acaba a Chico
y su cuadrilla cuando unos gladiadores rivales le tienden una trampa
en uno de los fiestorros que su agente Many
ofrece en su mansión, y se ve en la obligación de huir a la mar
con un grupo de curiosos compañeros de naufragio que incluyen otro
gladiador, la religiosa Santa Ana nacida Dos Veces y el anciano
filósofo Moses.
DE GUSANO A MARIPOSA
Durante
su deriva en medio del alta mar, pasando las calamidades del hambre, la sed y la insolación, Sterling
aprovecha para atiforrarnos con transfondos planos, de personajes sin
carisma, con sus vivencias y su background
insípido y desastroso a modo de confesiones unos con los otros en
una embarcación de recreo sin destino alguno. El grupo de
protagonístas han sido privados de su vida, sus comodidades y ahora
sus cabezas tienen precio porque el poder en Telset ha cambiado de
manos y ya no son celebridades influyentes. Lo que fácil viene,
fácil se va. Qué moraleja.
Y
como en una versión disparatada y CIFI
de
el club de los cinco, no les queda más remedio que atormentarse unos a
otros con sus vidas y memorias en la barca, hasta morir de hambre o
hundirse.
Este inicio de contacto social, humano, o ejercicio empático, siembra la semilla de la metamorfosis de Chico, leit motiv principal de la obra.
Esta
Santa Ana, es precisamente, uno de los elementos más discordantes y
a la vez desencadenantes de hechos de la propia novela, una mala
copia de las Benne Geserit de Dune,
sin poderes psiónicos ni preconscientes pero con una férrea convicción en sus sacramentos, que además aporta el punto
ecologísta y animalista a la novela, con unos capítulos de
regresión y flashback en los que Sterling
nos cuenta que era una especie de investigadora de animales en vías
de extinción. Un toquecito ecologísta para el mensaje de la novela
tal vez, pero que es que tampoco aporta nada a la historia como tal, mientras bostezamos hartos de pasar páginas en las que no sucede nada.
Esta
parte del desarrollo es un engrudo de ideas y mini relatos
inconcluyentes que no aportan nada a ninguna historia ni objetivo en
concreto. Es como si el libro evolucionase al azar, al libre
albedrío, sin orden ninguno, improvisado.
La
parte de flashback del anciano Moses
es un tostón socio político de castas galácticas que no sirve para
prácticamente nada de hecho. Es mi opinión, ojo.
Y
cuando nada puede ir a peor, cielo santo, no quiero spoilear,
pero ya lo siguiente es abominablemente rocambolesco, y para qué
contároslo cuando podéis leerlo, incluye junglas alienígenas,
criaturas voladoras, momentos que parecen sacados de la película El
Lago azul, y
casi cualquier cosa que pensáis que no tendría cabida en ésta
novela. Una caja de sorpresas indigestas.
Ahorrándome
detalles y spoilers,
avanzando la lectura a la sopa boba, abordaré el
concepto de la novela, la moraleja, la metáfora, llamémoslo x, que
como anunciaba antes es precisamente el cambio, la metamorfosis, el
proceso de evolución personal de Chico,
el descubrimiento de nuevos sentimientos, de sensaciones soterradas
bajo su antiguo yo de Rominuald Tanglin,
Creo que es eso en lo que Sterling
quiere
centrar ésta obra, pero con el batiburrillo que me ha ofrecido por
el camino, yo ya no tenía claro nada cuando lo terminé.
Añadiré
una idea que creo arrancar de todo esto aún incluso, y sin querer
caer en desvelar nada, que bajo toda la aventura inimaginable a la
que Sterling
somete a Chico,
todos sus alegatos sexuales, políticos, espirituales y religiosos
camuflados de CIFI,
que convierten la novela en un catálogo de desvaríos personales
extrapolados a aventura galáctica en un planeta alienígena,
volvemos al concepto del cambio, de la metamorfosis. Pero ya nos solo
en el ámbito de lo personal, de lo individual, si no en lo político,
en la esferas de poder, y de cómo el revolucionario que derroca al
tirano, casi siempre termina convirtiéndose en tirano que será
derrocado por un nuevo revolucionario.
En
el fondo, lo único que saco en claro del lisérgico cuento espacial,
es eso, y muy cogido con pinzas, la búsqueda del cambio y la
verdadera felicidad, la verdadera paz.
Sterling,
no se muy bien pese a todo por qué nadie te considera un clásico de
la ciencia ficción,
con cariño lo digo, pero yo, no acabo de verte fuera del aprobado
raspado en las novelas traducidas al español que he podido leer.
Seguiré haciéndolo para dar con la cima de tu talento. Porque El
chico artificial,
resumiendo, me ha resultado una novela destartalada, nada influyente,
nada innovadora, que se repite de forma poco agraciada en temas
tratados hasta la saciedad, abordando cuestiones filosóficas de
forma casi pueril. Lo siento.
Lo pones a caldo pero me entran muchas ganas de leerlo, es curioso. Gracias por el extenso artículo que te has currado!
ResponderEliminarEl chico artificial también me pareció floja, ya con Islas en la red descrubrí un Sterling capaz de crear sociedades y tramas tecnopolíticas, me gustó bastante, luego con Crustal Express y Cysmatrix me pareció que Sterling merece el título o lugar en el mundo literario que tiene, son novelas y cuentos complejos, capaces de recrear mundos tecnológicos y post terraqueos (no sé cómo decirlo), que tiene sus fallas sí, pero como todo, es más lo que aporta que lo que podría criticarle. Pero sí, el Chico es malonga, tengo que re leerla a ver si saco algo más o sigo pensando lo mismo. Saludos. Buena reseña.
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