martes, 19 de enero de 2021

RONIN DE FRANK MILLER, UN SAMURAI EN EL NUEVA YORK DEL FUTURO

 CIBER BUSHIDO

¿Qué tal ciber samurais de extraradio? ¿Cómo os trata la vida? ¿Habéis cogido algún neuro virus por compartir clavija con desconocidos? ¿Habéis recibido alguna bala perdida? ¿La corporación ha derribado ya vuestro barrio chabolista para ampliar una autopísta de 10 carriles o levantar un casino hotel de lujo?

Lo normal entonces por aquí colegas, la realidad siempre supera la ficción, al final del día es normal tener ganas de embutiros en un mono crio-camo, afilar la monokatana Kendaichi y cabalgar en la tatamaha un rato por las grandes avenidas y boulevares, pinchando algunas ruedas, derribando mobiliario público, y cargándote algún dron de identificación ciudadana.

Lo más normal en 2021, me he retrasado en publicar y ya vengo con las excusas de mierda como siempre, buuhh, buhh, mimimimi.... Pero joder, derribaron mi Megaproyecto de vivienda y me he tenido que mudar a una zona rural de la ínsula Ibérica, estoy amueblando mi prefabricado en el slum aún, el zaibatsu me ha puiesto complicaciones para darme acceso a la matríz de nuevo, putos fascistas ¡Pixels para el pueblo! No pueden dejar a un tecnomemo sin su droga o se volverá loco y hará cosas de las que todo el mundo se arrepentirá.

Y además, lo más novedoso, he decidido ordenarme, sí, compilarme troncos, y volver a marcarme pautas como hace un tiempo, así que ahora os garantizo 1 única entrada de blog al mes, cada día 15 (arriba o abajo). Pero no sufráis mis cabezitas de botón cableadas, porque traigo sorpresa, voy a duplicar el formato, a parte de seguir practicando la escritura en blog con mis implantes dactilares Aracnotec de Militech (triplique sus apéndices manuales, promete) aunque preferiría la escritura neuronal si tuviese pasta para pagarme el bio software, teclear, aunque sea con 15 dedos a la vez por cada mano, es de pobres; bueno, y bla, bla, bla que me enrollo, que a parte de escribir...¡podréis escuchar mi voz autotuneada cada mes! Siiiiiii.... ¿Nadie se alegra? ¿En serio? Bueno, ya lo sabía yo, en fin, me paso a podcastear también, si nada falla y consigo unas cuantas planchas de gelespuma para el chabolo, que el invierno aprieta, el 15 de Febrero estrenaremos los Sueños de Tungsteno en versión audio, acompañada de su inseparable entrada escrita, que se compaginarán una con la otra.

Mola ¿eh? Vale, vale, lo pillo, ok. Voy a hacerlo igualmente os guste o no.

Espero que me quede tiempo libre para salir por ahí hasta arriba de parches de tetraclidimazina y cualquier derivado de birra no natural y jugar a ser samurai aunque no tenga ni puta idea del Bushido, el Daimyo o lo que es un puñetero ronin, como esa historia de Frank Miller, tipo de quien dije poco en Hard Boiled porque sabía que llegaría el momento de hablar de ésta obra.





Miller, ay Miller, seguro hay un montón de cosas que decir de él, pero no seré yo, porque sería infame y mal educado, grosero por mi parte, meterme donde no me llaman sin saber lo suficiente y teniendo vuestro oráculo favorito en el ciber espacio de dónde extraer mejor y mayor info de la que pueda daros yo, humilde choomer decadente.

Pero no puedo pasar por alto su obra con Batman, con Martha Washington, Daredevil y Elektra, sus exitosas obras adaptadas al cine 300 y Sin City ni por supuesto la que le toca hoy, Ronin, que fue la obra que sin duda le catapultó a nuevas cuotas como historietista.

En 1983 Frank Miller venía de trabajar en modelos heróicos para D.C., con atino y calidad, principalmente Daredevil, y se arriesgó a desmarcarse de la factoría de súpers dentro de la misma editorial, apostando por una historia diferente, complicada, extraña y sobre todo muy personal. Esa historia mezclaría la tecnología y la ciencia ficción, lo tradicional y la vanguardia, la magia y la violencia.

Por lo visto, D.C. le dijo a Miller algo así como:

"vale, lo has hecho muy bien hasta ahora, confiamos en tí, te hacemos un hueco para esa historia tuya, pero no podemos darte soporte ni un equipo, tú te lo guisas y tú te lo comes"

Y ni corto ni perezoso, a Miller no se le cayeron los anillos y se convirtió en el hombre orquesta de su proyecto, el ejército de uno solo, dibujante, guionísta, publicista, editor, y toda la cadena para él solito, cosa que por otro lado le dio las tablas suficientes para ser quien es hoy en día, y le abrió las puertas del lavabo de ejecutivos en D.C., ya sabéis, con toallas de algodón en vez de secador eléctrico y sabanas de papel para la taza del inodoro y percha en la puerta para la americana. Vamos, que los dejó con la boca abierta hasta el suelo con el éxito de su "proyecto personal sin súper héroes".

Self made Dreams come true sería un buen eslogan motivador si le tomamos de ejemplo, cree en tí mismo y esas mierdas de uno entre un millón. Sí.

La obra basa gran parte de su novedoso formato en dos puntos técnicos casi fundamentales, el corte de viñetas y su maquetación, y el color, heredado éste último de la tradición europea de los humanoides, pero presentada con la fuerza de una nueva reinterpretación, que no copia, que hace añicos lo viejo y trae lo nuevo. Respecto al color en cuestión, le debemos el mérito a la colorista Lynn Varley, y fue algo tan innovador y nunca antes visto que Frank tuvo que revisar personalmente el proceso de impresión, obligando a D.C. a emplear un tipo de papel nuevo en el que las tonalidades tuviesen el brillo y saturación necesarias, tirando atrás tiradas enteras de imprenta.

De Lynn decir que fue esposa de Frank hasta el 95, así como efeméride.



Esta nueva vertiente de dar un protagonismo tan absoluto al color ayuda a sumergirnos en un viaje latente y cambiante através de las páginas de Ronin, ya hemos visto a Darrow, Josán González o Moebious hacerlo en Tungsteno Dreams, pero Ronin es diferente, es chocante, ambiental, no es ver todo a través de las gafas de vidriera caleidoscópicas de Jean Giraoud, ni acostumbrarse a sus tonos pastel inexistentes en al realidad natural y totalmente artificiales, es un colorido vivo, agresivo, que cambia en función de la tensión de la viñeta, con cada personaje y con el lugar de la acción. El color conecta las narrativa, no es solo gusto plástico, es un conductor, tiene una armonía digna del arte oriental en el que se inspira la historia como los jardines japoneses o los bonsais (esto me ha quedado muy bien tras ver Cobra Kai). Y me estoy adelantando a los cimientos de la obra, pero no he podido evitarlo, me he dejado llevar.

DEMONIOS, NEGROS NAZIS Y LISIADOS CIBERNETICOS, EN LA CIUDAD DE LOS SUEÑOS


Os estarñeis preguntando con todo esto a nivel técnico ¿De qué va Ronin? Pues es una historia corta, de desarrollo natural que no necesita de textos en off para ser entendida aunque a veces nos desconcierte (no tanto como un manga estandard de ciencia ficción), que gira en torno a la obsesión, la venganza, y cómo la sociedad se aleja cada vez más de la tradición y lo espiritual en pos de la tecnología y el desarrollo sin prestar atención a qué estamos sacrificando en el proceso.

Cuando comencé la obra, estaba algo desubicado, pensé "¿qué demonios es esto? ¿Un cuento de samurais? No pude con Usagi Yojimbo ¿Cómo voy a poder con ésto?"

Y cuando fui avanzando flipé tanto que dije "Vale, OK, acepto barco como animal acuático, de compañía y mamífero si hace falta".

Todo comenzará de forma inusual para una historia de ciencia ficción que en ocasiones se tilda de cyberpunk y en otras de postapocalíptica, en el Japón feudal con una historia de honor, traición, valores y brujería. Nuestro protagonista, el samurai sin maestro, el Ronin, se enfrentará a un poderoso demonio astuto, mezquino y embaucador, responsable del asesinato deshonesto del maestro de nuestro héroe, y el destino de ambos némesis quedará ligado através del tiempo, la realidad, y la vida desde entonces, hasta su reencuentro en el nueva York en ruinas dominado por pandillas callejeras del cercano futuro distópico, con una espada mágica como nexo.

Se abrirá una " Y " entonces, y lo mágico, pagano o espiritual se cruzará en el camino de lo hipertecnológico en un experimento que está llevando a cabo una megacorporación instalada en un complejo conocido como Acuario en la ciudad, que recordándonos levemente a Akira, trata de servir para convertir una persona muy particular (no quiero hacer spoiler, ya os estoy poniendo el cebo en el gancho) en el arma definitiva. El escenario está servido.

Nuestro samurai sin maestro, tan desubicado en Nueva York como estaba yo al principio de la historia pasando páginas, tendrá que sobrevivir a la jungla de cemento y su fauna surrealista, mendigos, nazis sodomitas, agentes paramilitares de la corporación... Y su más temible enemigo tratará de utilizar a su favor las nuevas herramientas del futuro que no tenía en el japón feudal para hacer aún mayor mal. Magia negra y nanotecnología se fusionarán en la historia mientras la katana de nuestro aturdido protagonista cercena miembros y hace llover la sangre por Manhattan.

En cierto modo, me recordó la situación a la comedia Los visitantes en la que el Conde de Miramonte y su lacayo saltaban 8 siglos adelante en el tiempo en la película francesa con Jean reno. ¿Os acordáis? Tuvo secuela y todo. Pues esto es igual, pero sin risas ni chistes tontos, esto es eso pero violento y oscuro.

Podría ahondar más aún, podría poner la guindita de que nuestro samurai sufrirá una extraña "mutación" nanotecnológica, provocada por ... No, hasta aquí pienso leer, el resto, descubrirlo vosotros.

Porque dudaréis a cada capítulo, si la historia es una broma de mal gusto, el resultado de una sesión de marihuana y psilocybes, o simplemente una genialidad cargada de tantos valores y mensajes que o no los vemos, o los creamos nosotros mismos para no sentirnos idiotas leyendo el cómic. Esto ya, lo que cada uno consiga arrancar del hueso de ésta obra que considero genial.



Antes hablábamos de las viñetas y de su curiosa manera de presentar el transcurso de los acontecimientos, y sin duda que es de lo más dinámico, artístico y cinematográfico que he visto anteriormente en ningún otro tebeo, y hay que tener en cuenta que la obra salió al mercado cuando yo no sabía leer, ni casi andar, lo que la insufla un valor casi pionero y ariete para todas las obras posteriores cuya sincronía plástica nos ha dejado boquiabierto, casi asistiendo a dibujos holográficos en movimiento si pasas rápido los ojos de una viñeta a otra, como poner un peine entre tus ojos y el canal plus codificado. Bueno, olvidad ese último simil, sencillamente, acojonante.

No tenía ninguna esperanza de que una historia de samurais, guerreros urbanos y megacorporaciones ultra tecnológicas pudiese maridar tan bien, pero tanto, tanto lo hizo, que seguramente le debamos el actual concepto cyberpunk de samurai callejero a ésta obra, que yo voy a tratar de cerrar en resúmen como una aspiración Quijotesca, sin que se peyorativo, si no todo lo contrario, ya que El Quijote es una obra de adoración absoluta que me encanta, y nuestro samurai de Ronin, encarna en parte un conjunto de delirios, con Dulcinea del Toboso incluida, y ya echo el freno que os destripo de más.

Una novela gráfica que pasó a la historia, ya no tanto por sus personajes, ni su historia, si no por su narrativa, la forma en la que Frank Miller entendió el medio y supo emplear las herramientas que tenía al alcance y que nadie había osado sujetar entre sus dedos antes, adelantando una cabeza a todo el pelotón de talentos del momento, acomodados en una marcha constante nada agotadora.

Primeros planos, viñetas secuenciales, vistas subjetivas en primera persona y un sin fin de trucos de magia que junto a la técnica de color antes mencionada nos harán sentirnos entre las volutas de una nube de humo del narguile de la oruga del país de las maravillas, chisporroteando con los ojitos brillantes.

 Marvel debe llevar 40 años arrepintiéndose de no haber aceptado el envite que les hizo Miller.

Así que dicho esto, si no lo habéis leído ya, estáis tardando tecno ninjas!








No hay comentarios:

Publicar un comentario