miércoles, 11 de septiembre de 2019

CUCHILLO DE AGUA DE PAOLO BACIGALUPI


ARIZONA BABY


Por fin estamos reunidos de nuevo ciber navegantes, cowboys, buzos y hackers del dataverso y la red. Echaba de menos éste momento suspendido en la nada más absoluta del maremagnum de datos iendo y viniendo en direcciones cruzadas por las conexiones mundiales que nos conectan en éste preciso instante.

He tardado unos días más de la cuenta, porque en la última manifestación de cyborgs estudiantiles en contra de la humanidad conservadora, al grupo de progresistas multimedia se les fue un poco la mano en el disturbio de Yakarta y acabé desfragmentando los clústers de mi disco líquido en una celda de readoctrinamiento ético unos cuantos días.
Por fortuna, nunca me voy a una movida de las gordas sin haber preseteado un .exe de mi última personalidad neuro binaria. Ya sabéis, no salgas de casa sin programar tu terminal de personalidad, nunca se sabe si uno va a volver.

Dicho ésto, la verdad es que cuando uno pasa 8 horas diarias por obligación delante de un ordenador, hay días que por mucho que me guste escribir estos ratitos, no quiero llegar a casa y volver a encender un ordenador 3 ó 4 horas más. Porque sí, aunque parezca mentira, 3 páginas de sueños de Tungsteno llevan ese tiempo, arriba o abajo. Sarna con gusto no pica dice el refrán, pero cuando no puedo más horas de tecnología, y eso que escribo de cyberpunk, que contradicción, leo en papel éstas obras que analizo coloquialmente con todos vosotros después, o coloreo pequeños héroes galácticos de metal o plástico en 28 milímetros, o veo algo en la pantalla.
Me lo merezco, lo que no significa, que no me guste sentirme responsable de éste reto comunicativo que me propuse hace casi un año. Porque faltaría no solo a los que os gusta leerle, que no nos debemos nada mutuamente, pero cuando uno escribe siempre tiene una parte exhibicionista en su motivación, para que alguien lo lea; Si no por no faltarme a mí mismo, y luchar contra las horas perdidas en un sofá, con un canal de fondo, y redes sociales en la palma de mi mano. Ese es el opio de occidente, y no me apetece emborracharme de likes, corazones ni pulgares pudiendo crear en vez de consumir. Tan sólo por eso, y porque carezco de conocimientos creativos de ninguna otra índole más que la charlatanería, no compongo, no programo, no dibujo... Escribo.
Y como cuando uno decide empezar escribir, no pretende hacer El Neuromante, sin darme mayores ínfulas ni sobrevalorarme fantasiosamente, decidí empezar la casa por los cimientos, compartiendo con vosotros todo éste material de ciencia ficción que chequeamos juntos, más o menos, cada semana, para soñar tungsteno.



Así que aquí estoy, con un tazón de leche, un rulo de galletas, y el maldito portátil alumbrándome la cara. He tenido dudas de qué escribir hoy los últimos días, ¿cómic? ¿Cine? ¿Videojuegos? He optado por la literatura. Hoy me lanzo a una piscina sin agua, y nunca mejor dicho, porque nos vamos a la Arizona del futuro distópico cercano, de la mano de Paolo Bacigalupi con Cuchillo de Agua.

Paolo, pese a ese nombre tan renacentista, no es italiano no, es estadounidense, de Colorado, aunque le tira mucho aquello del lejano oriente, habiéndose especializado academicamente en estudios asiáticos y habiendo residido en China. Creo que algo de eso se reflejó en su primera novela la Chica mecánica, obra que por lo que tengo entendido versa del colonialismo del futuro, si no me equivoco, y sin haberla leído aún (siempre hay cosas que descubrir viejas y nuevas) me imagino una obra que tenga similitudes con La era del diamante de Neal Stephenson (curiosamente estaba yo dudoso de si escribir sobre Snowcrash hoy), pero son suposiciones furtivas claro. Algún día de estos las aclararé.
Lo que sí se es que la chica mecánica se llevó un puñado de premios y galardones como el Hugo y el Nébula (hay es nada para un novato irrumpiendo en la cifi), muy motivador para don nadies aporreando teclados como yo.

Cuchillo de agua es su último libro, de 2015 (igual cae alguno dentro de poco), y es una novela que hinca el diente en un asunto tan preocupante y realista como jugoso para la distopía, la escasez de recursos naturales en el futuro próximo, en concreto el más necesario para la vida sobre la faz de la tierra, el agua.

OJALÁ QUE LLUEVA, LA VIRGEN DE LA CUEVA


H2O, líquido elemento, un 60% de nuestros sacos de huesos y vísceras no ciber-aumentadas son agua, el 70% de la superficie de nuestro planeta, y sin embargo, si hay tanta agua por todas partes, ¿Por qué iba a ser un problema en el futuro?. De toda esa agua el 97% es salada, no apta para consumo humano. ¿Cómo va a ser posible que en el futuro no invente nadie un sistema para que nos bebamos, duchemos y reguemos con el agua de los mares y océanos? Pasta, como todo en la vida.
Se estima que en 15 años la mitad de la población humana tendrá dificultades para acceder a agua potable corriente. Nuestro consumo del agua impide que la demanda sea completamente satisfecha.
El consumo de agua por el primer mundo es descontrolado, como si nunca fuese a acabarse, total ¿lloverá tarde o temprano verdad? Ingenuos, el cambio climático cada vez afecta más a los ciclos lluviosos convencionales de los climas estandarizados por la ciencia, y la calidad del agua de la lluvia, también empeora, como la del grifo, por culpa de la polución.
Se estima que en unos 25 años, España sin ir más lejos, habrá aumentado su temperatura media en unos 6ºC, lo que convertirán nuestro clima continental, en prácticamente una copia del subsahariano, lo que en otros 25 años más desde ese momento, convertirá el sur de la península ibérica en una extensión orográfica del norte de Africa. Una visión terrorífica para todos esos votantes de VOX andaluces claro, Sevilla dejaría de tener un color especial, para ser un pequeño Marrakech, ¡qué herejía nacional!. Bromas aparte, esto está estudiado, contrastado, y con mayor o menor precisión, ocurrirá si los gobiernos no toman medidas urgentes en el asunto.
Mucho se reía Almeida del Madrid central de Carmena, pero ya verás que gracia las multas europeas que nos van a a caer a Madrid y a la Barcelona de Colau como no soplen la boina cuasi radioactiva que flota sobre las cabezas de las capitales de la piel de toro.

Tras los chascarrillos patrios, pero que deberían de concienciarnos a todos de que el cambio climático, y la escasez de agua no son problemas de gente de países lejanos cuyas vidas no nos importan, tan sólo tenemos que recordar las polémicas patrias respecto a los trasvases de agua dulce de un río a otro, como el Tajo-Segura para llevar agua del interior a la costa levantina. Toda una guerra de intereses industriales, civiles y agrarios en torno al agua.
Asi que no hace falta hablar de que la escasez de agua provocará enfermedades, hambre, o desaparición de especies vegetales y animales, si es posible que los humanos nos matemos por unos litros más de nuestro vecino cuando no llueva.


Pero eso actualmente es un problema del tercer mundo y países en vías de desarrollo, ¿a quién le importa? Pues a Bacigalupi le importa, y por eso imagina la llegada del problema a nuestro primer mundo, en un futuro distópico entre lo cyberpunk y Mad Max a punto de llegar.
En el corazón del sunny belt, el mid west norteamericano, en EEUU, tierra de las oportunidades, allí se levantó Phoenix en medio de la nada, en el desierto, como Las Vegas pero sin casinos, prostitutas ni mafias europeas. Phoneix carece de todo ese glamour, y a sus alrededores tiene un cementerio de aviones kilométrico, Arcosanti que es la primera arcología del mundo a medio construir diseñada por el arquitecto Soleri, reservas de indios Jopi alcoholizados, muchos nopales y ágave.. cactus en general vaya. Cactus y piedras.
Tal vez por eso, Phoenix sea hoy en día, sin irnos a la ficción futura, la ciudad menos sostenible del planeta. Una gran ciudad que recibe el agua del lago Mead (a casi 500 kms de distancia) y los deshielos (cada vez menos frecuentes) primaverales de las Rocosas. Millón y medio de habitantes que sufren una temperatura media anual de 30ºC, que han vivido veranos de 50ºC, y cuyas precipitaciones máximas al año sond e 26 (mm) el mes de marzo.
Esta antigua ciudad mejicana es hoy la quinta más grande de EEUU, y no tiene agua para tanto hogar, tanta industria, ni para seguir transformando a capricho occidental el desierto con parques y campos de golf. Y aún así, mientras el río Colorado se seca más cada año, las constructoras y los hampones del ladrillo siguen apostando por hacer crecer la ciudad con menos criminalidad y precios más asequibles a éste lado de la frontera mejicana. Incluso Bill Gates apuesta por levantar nuevas barriadas y asfaltar nuevas autopistas. ¿Y el agua? Haciendo frontera al norte con Nevada y con Colorado están los lagos y la presa Hoover (a casi 3000 kms de la ciudad del Valle del Sol), pero si en España nos peleamos por el agua de castilla la Mancha y la de Cartagena, imaginaros la que se puede liar en ese árido cogollo de EEUU en unos años. Costes logísticos, gastos y más gastos por mantener el césped verde y los grifos abiertos en Phoenix.



SUSPENSE E INTRIGA DE MANUAL


Bacigalupi nos suelta ahí, en un futuro seco y deshidratado en el que los tres estados, literalmente, se matan por el agua de la Hoover o cualquier otro manantial. Poca broma con su predicción.
El control central ha perdido fuerza sobre una nación balcanizada (una vez más, el tópico distópico de los EEUU que se repite tanto que igual se cumple) y a Washington D.C. no le importan las rencillas de estados “rurales” en el centro de lo que queda del país “unido”.
La nueva Phoenix se compone de un downtown rodeado de barriadas empobrecidas y gentrificadas de “bandos” (casas okupas en mal estado en la cultura norteamericana) bajo la influencia de bandas criminales locales que consiguen más beneficio con el agua potable que con las drogas o las armas.
Mientras en el centro de la ciudad las grandes corporaciones lucen rascacielos y arcologías con cascadas y estanques cristalinos para carpas koi de colores, en los guetos la población civil de perfil bajo solicita caridad potable en bolsas de plástico entregadas por ONG's y la cruz roja, o compran agua en surtidores públicos.
Una neo ciudad al estilo Detroit, siempre musa de futuros oscuros variados y alarmantes. Una distopía real a punto de caramelo.

La idea más genial y fascinante de Bacigalupi en ésta novela es que el agua fluctúa, como las acciones de la bolsa, y en un mismo día su precio puede triplicarse o dar un bajon que apenas dure unos minutos que marquen la diferencia del comprador en el surtidor público a llenar bidones o apenas un par de latas con lo que le sobra de salario del mes.
La especulación, la reventa, y las prácticas poco éticas para conseguir agua limpia y potable se convierten entonces en el motor de la historia por supuesto.
Como si de Dune se tratase, los zonales reciclan hasta su orina con unas bolsas de uso común en su sociedad futura, que la convierten en un alto porcentaje en agua potable. Vamos, que Arizona es peor que Arrakis.



Ya en escena y sin aburrirnos con interminables descripciones de su mundo ficticio, pero tampoco sin soltarnos en su creación imaginaria con una lanza y un taparrabos a lo Gibson,  Paolo, ni tan largo ni tan calvo, nos presenta a su triángulo protagonista:

Angel, latino de bandera, macho man, motero surtido de cicatrices, delincuente a horario partido, miembro de los denominados “Cuchillos de agua” que son algo así como unas fuerzas paramilitares de combate en conflictos armados y escaramuzas relacionadas con los trasvases no autorizados y los robos de agua en las zonas del Colorado y los grandes lagos que convergen en el triángulo de los tres estados fronterizos. Mafiosos especializados a sueldo.

Lucy, la chica lista, periodista freelance, independiente, que prefiere el periodísmo de investigación en su “blog”, en vez de sumarse al sensacionalista periodismo de los llamados “hemopasquines”, noticiarios de muertos, de cuerpos arrojados a piscinas azules sin agua para que se pudran al sol en las continuas guerras de bandas locales y víctimas de crímenes relacionados con la escasez de agua. Esta cotilla por naturaleza, resultará un incordio para ciertos personajes en su hincapié de comunicar la verdad.

Y por último María, ratilla de guetto con aspiraciones y sueños, que sacrificará sus principios por tratar de alcanzar una vida mejor que la de pobre y sedienta, sin saber muy bien donde se mete ni qué está realmente dispuesta a intercambiar de sí misma por un bienestar temporal. El personaje marginal, la chica cyberpunk pancista y antisocial.

Hechas las presentaciones, y habiendo dado ya varias vueltas al complejo asunto de la escasez de agua y los problemas que acarrearía en un futuro, la novela está servida. Sin duda Arizona es un escenario cyberpunk, post apocalíptico o simplemente distópico tan apetitoso. Reúne tanttos elementos para convertirlo en un lugar moderno, primitivo, hostil y enigmático a la vez, que se podría escribir toda una saga exprimiendo sus ubicaciones y reinventándolas. Cuevas subterráneas, enormes minas de cobre, desierto y miles de kilómetros de carretera, indios nativo americanos, inmigrantes centro americanos (que por cierto en la novela traducida al castellano llaman “cholobis” y que cada vez que lo leía me chirriaba, porque es “cholos” señores, “cholos” y ellos mismos, hispanohablantes en suelo norteamericano, se llaman “cholos”) organizados en pandillas, etc...
Bacigalupi le saca jugo al habitat, a los pandilleros cholos reinventando su clásica apariencia de camisa blanca de tirantes y pantalones de pinza a pasear hienas con su correa y su bozal como mascotas (a lo Dieantword) en vez de un pitbull; A los zaibatsus orientales manejando los negocios y las corporaciones en el centro de la ciudad entre arcologías y rascacielos; Al clásico enfrentamiento del rico VS pobre (arriba VS abajo que ya he mencionado muchas veces como un elemento repetitivo y constante en la distopía y el cyberpunk), y a todo lo que toca.

Es Phoenix la verdadera protagonista de la historia, sin abusar de una creación de mundo o lore excesiva e innecesaria. Nos ubica de manera rápida y eficaz en el mundo que les ha tocado vivir a Angel, Lucy y María. Tendremos un thriller futurísta que no catalogaríamos cyberpunk, porque aunque tiene drogas, parias contra la sociedad, antihéroes y violencia...no tiene software ni hardware, el agua ocupa ese lugar en la historia coqueteando con el denominado ecopunk en nuestra horrorosa obsesión de etiquetarlo todo. Distopía le sienta mejor.

Como historia de suspense, va enlazando las vidas de los 3 protagonistas (no spoilers) por separado, uniéndolas en diferentes puntos para que sus actos converjan en un “por qué” de la trama principal que tiene que ver con el descubrimiento de unos viejos documentos legales a cerca de la ley de permiso de aguas que EEUU otorgó a las tribus nativas en su proceso de expropiación forzosa, que descubrirían un nuevo y abundante caudal subterráneo de agua potable que explotar, antaño en usufructo legal de alguna reserva Jopi. En el secarral en el que sucede la historia, esos papeles legales valen mucho dinero, y el youpie que los porta, va a perderlos de vista sin contaros cómo ni por qué, claro está. Y esos papeles, como digo, desaparecerán en un momento dado, y todo el mundo los querrá, y de un modo u otro, nuestros tres protagonistas estarán en medio de esa desaparición y recuperación, de la carta magna firmada por los padres fundadores con derecho a la explotación de una fuente de agua dulce.
El agua es el nuevo petróleo en ésta novela, oro transparente.



Como un best seller de espías sin mayor reconocimiento, los protagonístas irán atando cabos para recuperar esos papeles con diferentes objetivos personales, más o menos avariciosos o filantrópicos. Topándose con todo tipo de indeseables traicioneros en el camino, o de buenos amigos dispuestos a echar una mano.
A mi personalmente, me parece una aventura de suspense mediocre, no mala, pero tampoco sublime, mediocre, suficiente, pasable y entretenida, con un estilo literario eficaz y resultón, pero en ningún caso magistral ni revolucionario, ni mucho menos “poético”, cuyo secreto o misterio final, su sorpresa, es poco espectacular y me la vine oliendo (y no es por dármelas de listo ni mucho menos) varios capítulos atrás, coleando desde cierto capítulo en concreto (no spoiler) que venía echando en falta hasta que nos lo venden como la gran sorpresa final del periplo violento que nuestros protagonistas han pasado.

Mucha sangre, violencia, malas decisiones, traiciones, e incluso romance, darán vidilla a la trama principal durante las páginas del relato. Dando como resultado final, un libro divertido, con un claro mensaje de precaución medioambiental que una vez más desencadena, no en la utopía de que todos los seres humanos entenderemos el problema de la escasez del agua y tomaremos medidas para resolverlo, si no en la distopía de que somos una especie de cafres simiescos incapaces de resolver nuestros problemas ni dar soluciones a los males de la sociedad moderna, si no mas bien, matarnos hasta agotar existencias de cualquier recurso.
La ciencia ficción siempre tan optimista, y apagando el interruptor de la ironía, siempre tan visionaria.
Gracias Bacigalupi por esta novela, y en cuanto pueda iré a por La chica mecánica.

Y tal vez, tanto hablar del agua, deba bloggear sobre el cómic We Stand on Guard la próxima semana. Y ya me está entrando sed con tanta guerra del agua, pero si tantos autores de ciencia ficción hablan de ellos como un problema futuro, deberíamos empezar a concienciarnos.

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