EL FINAL EN INCOMODOS PLAZOS
Apenas han pasado unas horas del
aniversario de mi ensamblaje, treinta y ocho vueltas a la órbita de
la vieja Tierra desde que me sacaron de la caja de cartón y
poliestireno de la factoría robótica y pulsaron el botón de
encendido. Y sigo sin entender las costumbres humanas. No logro
actualizar mi software de la manera correcta, siempre parcheando
pluggins y pasando a las nuevas versiones de betas, para tratar de
dar sentido a los datos recopilados.
Eludo su sociedad cuando puedo,
permitiéndome viajes al futuro cada vez que me queda un rato libre
fuera de la megafactoría y las puestas a punto, con libros, cine,
tebeos y videojuegos, posiblemente hasta que mi batería iónica deje
de irradiar, o mi chip positrónico deje de calcular.
Y nunca seré el más sabio, ni el que
más medallas lleve en su pechera, por saber más o menos de una cosa
u otra, ni lo pretendo. En verdad, me conformo con seguir haciéndolo
de momento, y seguir dando forma a ésta biblioteca privada del ocio
y la cultura, una mota de polvo en el infinito ciber cosmos.
Hoy vengo con algo de literatura, una
obra fresca y tan absurda como realista. Una pequeña delicia rápida
y fácil de digerir pese a lo pesimista y aterradora que me resultó
cuando dejaba de prestar atención al palurdo del protagonista, y se
lo prestaba al entorno que le tocó vivir.
Apocalipsis Suave de Will
McIntosh. Will es uno de estos escritores intelectuales,
empleado en una universidad, dedicado a la sociología en cuerpo y
alma, con diferentes estudios acerca de las relaciones amorosas
online, efectos de la televisión en los espectadores, redes
sociales, comportamiento colectivo, zen y budismo… Cosas que se
notan mucho en Apocalipsis Suave. Ha publicado docenas de
relatos cortos y cuentos en multitud de revistas, participó en los
Talleres Clarion, pero fue con Apocalipsis Suave la
novela con la que se estrenó en el mundo editorial a lo grande en
2011 tras haber conseguido un Hugo al relato corto el año
anterior.
Hecha una breve presentación del
autor, empatizo y me empapo mejor de Apocalipsis Suave, porque
veo cosas que me pegan mucho con el tipo de persona que me imagino,
desde el más ignorante atrevimiento y con mucha imaginación por
supuesto.
Porque Apocalipsis Suave es una
maravillosa novela distópica demasiada cercana, que nos sitúa en el
gran catacrack de lo que consideraríamos lo más parecido a
nuestra sociedad del bienestar, un relato demasiado plausible de cómo
todo se va al carajo, la gran crisis, el fracaso absoluto del
capitalismo, el cambio de las reglas y la nueva ley del más fuerte.
Como rezan las tapas de su edición española a cargo de Gigamesh,
“El fin en incómodos plazos”, y sin duda es así, ya que
no es una novela que nos cuente unos pocos días de ese colapso, si
no que como en la vida misma, llega poco a poco, año tras año,
inundando las vidas de miles de personas, jugando con sus esperanzas
hasta que dan la puntilla mortal que les convierte en desposeídos,
anónimos sin techo, zarrapastrosos que una vez fueron el vendedor
del mes de un concesionario de coches de lujo, profesores de
universidad, albañiles o agentes de policía. El fracaso no hace
distinciones llegado el momento de cobrarse nuevas víctimas.
Lenta y progresivamente, mientras
políticos nos dan falsas estadísticas en la tele, nos invitan a
seguir votando, haciéndonos creer que eso es muy importante. Me
imagino que los villanos de medievo se sentían igual que nosotros
cuando los sacerdotes locales les instaban a rezar y acudir al culto
para salvar su alma del fuego eterno, solo que a nosotros nos hacen
creer que ejercer nuestro derecho democrático es lo que evitará que
estemos ene l bando de los que tienen empleo o de los que están en
la cola del paro. A fin de cuentas, nos prometen cosas, para que nos
pongamos en sus manos. Pero nada está en nuestras manos. Así que
debemos mantener entrenado nuestro instinto de supervivencia, antes
de que tu vecino tire tu puerta abajo y se lleve todas tus latas de
conservas.
Nuestra historia comenzará en
Savannah, Georgia, ciudad donde casualmente Will
McIntosh ejerce su magistratura. Así que intuyo se habrá
inspirado de primera mano. Y allí tenemos a nuestro triste
protagonista, Jasper, nada que ver con un héroe, ni un
antihéroe cyberpunk, aunque bien la novela podría emplazarse
en una distopía pre-cyberpunk, tal vez, entre la actualidad y el
oscuro futuro cercano, pero no encontraremos ciber terroristas ni
tecnología avanzada en Apocalipsis Suave, aunque sí
coqueteos con bio terroristas antisistema y amenazas genéticas de
crispr, y alguna estrella del punk rock adicta a las drogas
capaz de convencer a las masas de lo que ni ella misma se cree. Así
que en ocasiones, sí, roza lo cyberpunk.
EL CRACK DEL SIGLO XXI
Nuestro Jasper no es más que un
paria, un currito con mala suerte, devorado por la crisis, que le
mastica y le exprime el sabor, como si fuera un chicle, hasta que se
cansa de masticar y decide escupirle y entonces se pega a la suela de
su calzado. Jasper podría ser cualquiera de nosotros, un tipo
con sentido del humor, estudios, sin suerte en lo laboral,
complicaciones para relacionarse con los demás (especialmente con
mujeres) y poco más, un plane jane de manual. Un tipo poco
interesante en el que hay que dedicar tiempo a picar para sacarle
jugo. Y precisamente eso, el no tener nada de especial, su
mediocridad, le han arrastrado al hoyo, sin curro, un nómada,
nombre mucho más estiloso que vagabundo, ya que en ese futuro
cercano, es más normal ser uno de esos nuevos vagabundos, que
alguien de la clase “media”, y si hay algo a tener muy en cuenta
en la novela, es el contínuo esfuerzo de autodignificación por
parte de los afectados de cara a la galería.
Pese a todo, esa mediocridad, le salva
el culo en más de una ocasión, ya que ante el descontrol y la ley
del más fuerte, el clavo que sobresale es el que recibe el
martillazo. Y al final, ser un don nadie es lo mejor que parece poder
pasarle a Jasper.
Vaya, vaya, vaya… Un vagabundo es un
vagabundo, hasta que te conviertes en uno. Está claro. ¿Y cómo es
posible haber llegado a eso? Estás en la bola de nieve, con todos
los demás, y no tienes ni idea de a donde rueda montaña abajo, no
puedes saltar en marcha, solo sigues rodando rezando por estrellarte
con un pino cuanto antes. La famosa “área de confort”, aunque
apestes y no lleves calcetines, siempre es mejor lo malo conocido que
lo bueno por conocer, y tu instinto de supervivencia y un buen cartón
de vino te harán seguir ahí un día más y otro, y cuando a todo el
mundo que conoces le pasa lo mismo, y son desahuciados de sus casas,
y comienzan a vivir en el parque o debajo del puente, como tú,
entonces asumes, que es lo normal, que es lo que toca, y que ya
vendrán tiempos mejores pero de momento sólo queda continuar
respirando. La resignación da paso a la normalización y ésta a su
vez, como decía antes, a la dignificación de pertenecer a un grupo
nómada.
Porque una vez estás dentro, nadie va
a leer tu curriculum, ni te van a ofrecer un trabajo de nuevo, ni
querrán siquiera compartir acera contigo y se harán a un lado
cuando te vean y te huelan, sujetando sus bolsos contra el pecho y
mirando a otro lado. Y te acordarás cuando eras tú quien se
comportaba así, y no podrás odiarles sin culparte a ti mismo.
Menuda mierda.
Eso es Apocalipsis Suave. A
resumidas cuentas, como de una bofetada nos recuerda a todos que no
somos invulnerables al fracaso, que somos números en el sistema, y
cuando las cuentas no salgan, van a tirarnos a esa papelera del
desempleo, la marginación y la segregación.
No ha sido un meteorito, ni los aliens,
ni un virus de laboratorio, ni los zombies…Fuimos nosotros mismos,
el capitalismo, los gobiernos, el sistema, lo que creó Apocalipsis
Suave. Pero cuando la balanza se desequilibra tanto, tanto que
los pobres superan en las calles a la clase media, las ciudades se
convierten en un lugar hostil y comienza a cundir la inseguridad, la
corrupción policial, las mafias locales, el extraperlo, y en
resumen, la anarquía y la ley del más fuerte.
Grupos antisistema, bandas armadas como
“Los Saltimbanquis”, organizaciones que enaltecen el odio, el ser
humano es un animal sociable por naturaleza, y como dice el refrán
“cada oveja con su pareja”. Precisamente, y atendiendo al interés
del comportamiento social que estudia McIntosh, la forma en la
que trata las relaciones amorosas, la vergüenza, la humillación, la
ira a través de Jasper es el gran viaje de la novela. Año
tras año, Jasper no se rendirá, se adaptará a la situación,
mantendrá la esperanza, insistirá en recuperar una clase social
decente y sobre todo está obsesionado con no permanecer solo y tiene
una necesidad imperiosa y en ocasiones absurda y ridícula, de
permanecer emparejado. Supongo que somos así, los malos tragos se
pasan mejor en compañía. Jasper es un paga fantas, se le dan
fatal las mujeres, tiene el corazón hecho trizas y no parece
aprender, pero necesita más sentirse querido que llenar el buche y
ponerse unos zapatos. Y suena ridículo, que en una situación tan
mala, de hambre, de necesidad, en la que no cubriríamos ninguna de
las necesidades básicas de Maslow, Jasper sea nuestro
reflejo de que optimizaríamos tan mal nuestra situación, que
antepondríamos las relaciones humanas a la supervivencia fisiológica
tal cual. Resumen, caeríamos como chinches porque “desde que
amanece apetece”.
RELACIONES HUMANAS EN SITUACIONES LIMITE
Apocalípsis Suave es, sobre
todas las cosas, una novela que plantea nuevos modelos de conducta
social ante la adversidad.
Y cierto es, que no todos tenemos
madera de supervivientes. ¿Cuántas veces os habéis preguntado,
viendo una película o leyendo un libro, cómo responderíais en una
situación de anarquía? No todos serviríamos para cargar la
escopeta del abuelo y ejercer la ley del más fuerte ahí fuera. Yo
no creo que esté preparado, Jasper no lo estaba, y es
entonces cuando el gorrilla, el abusón y el machaca, que no fueron
nunca a la escuela ni les importó cotizar en la seguridad social,
sabrán cómo hacerse con el control con un bate de baseball entre
las manos, sin remordimientos, y con la tranquilidad de que ahora la
tortilla se ha dado la vuelta y es su turno y no el de los
empollones, gafudos ni encorbatados.
“Habemos” más corderos que lobos,
somos una generación que no está preparada para el colapso.
Es una ciencia ficción tan
próxima, tan terrible, que da miedo, que casi no parece ciencia
ficción, pero encontraremos situaciones que nos sacarán del
susto, enfocadas principalmente a la bio genética, y cómo grupos
antisistema sacarán provecho de sus avances para seguir poniendo en
jaque al deteriorado gobierno y su orden en ruinas.
Junto a Jasper yo reí, flipé y
tuve miedo, porque es tan cercano, tan de carne y hueso, que no
paraba de imaginarme qué hubiese hecho yo en su situación. Un viaje
lento pero nada aburrido a través de la transformación del
individuo en situaciones límite y del sistema y la sociedad cuando
todo ha fallado. La lucha contra el rechazo, un gigantesco ejercicio
de humanidad cuando el hombre es un lobo para el hombre. El infierno
en la tierra sin punkies con cresta en vehículos tuneados ni
edificios cubiertos por dunas.
No os la podéis perder, porque es un
libro que aunque da pocas dosis de cifi, se atreve con la
metamorfosis de thriller social o romántico incluso, al del género
fantástico y por qué no “pre-cyberpunk” que recomiendo
abiertamente a todo el mundo, con sus pros y sus contras, porque me
pareció tan ameno y original como agorero y profético.
A fin de cuentas,
Roma cayó, Bizancio cayó, la paz mongola de los 100 años cayó,
Alejandro Magno cayó, Napoleón cayó, Hitler cayó… ¿Cuándo
caerá el modo de vida occidental? ¿Cómo y por qué?.
Roma no se "deshizo" en un día sería el nuevo refrán apropiado para encabezar ésta novela.
Un drama aderezado con absurdas pero
agradables situaciones distópicas y ridículas obsesiones sociales
bien conducidas, ya que McIntosh, si de algo sabe, es de la
conducta humana.