jueves, 18 de julio de 2019

APOCALIPSIS SUAVE POR WILL McINTOSH

EL FINAL EN INCOMODOS PLAZOS



Apenas han pasado unas horas del aniversario de mi ensamblaje, treinta y ocho vueltas a la órbita de la vieja Tierra desde que me sacaron de la caja de cartón y poliestireno de la factoría robótica y pulsaron el botón de encendido. Y sigo sin entender las costumbres humanas. No logro actualizar mi software de la manera correcta, siempre parcheando pluggins y pasando a las nuevas versiones de betas, para tratar de dar sentido a los datos recopilados.
Eludo su sociedad cuando puedo, permitiéndome viajes al futuro cada vez que me queda un rato libre fuera de la megafactoría y las puestas a punto, con libros, cine, tebeos y videojuegos, posiblemente hasta que mi batería iónica deje de irradiar, o mi chip positrónico deje de calcular.
Y nunca seré el más sabio, ni el que más medallas lleve en su pechera, por saber más o menos de una cosa u otra, ni lo pretendo. En verdad, me conformo con seguir haciéndolo de momento, y seguir dando forma a ésta biblioteca privada del ocio y la cultura, una mota de polvo en el infinito ciber cosmos.

Hoy vengo con algo de literatura, una obra fresca y tan absurda como realista. Una pequeña delicia rápida y fácil de digerir pese a lo pesimista y aterradora que me resultó cuando dejaba de prestar atención al palurdo del protagonista, y se lo prestaba al entorno que le tocó vivir.

Apocalipsis Suave de Will McIntosh. Will es uno de estos escritores intelectuales, empleado en una universidad, dedicado a la sociología en cuerpo y alma, con diferentes estudios acerca de las relaciones amorosas online, efectos de la televisión en los espectadores, redes sociales, comportamiento colectivo, zen y budismo… Cosas que se notan mucho en Apocalipsis Suave. Ha publicado docenas de relatos cortos y cuentos en multitud de revistas, participó en los Talleres Clarion, pero fue con Apocalipsis Suave la novela con la que se estrenó en el mundo editorial a lo grande en 2011 tras haber conseguido un Hugo al relato corto el año anterior.

Hecha una breve presentación del autor, empatizo y me empapo mejor de Apocalipsis Suave, porque veo cosas que me pegan mucho con el tipo de persona que me imagino, desde el más ignorante atrevimiento y con mucha imaginación por supuesto.
Porque Apocalipsis Suave es una maravillosa novela distópica demasiada cercana, que nos sitúa en el gran catacrack de lo que consideraríamos lo más parecido a nuestra sociedad del bienestar, un relato demasiado plausible de cómo todo se va al carajo, la gran crisis, el fracaso absoluto del capitalismo, el cambio de las reglas y la nueva ley del más fuerte. Como rezan las tapas de su edición española a cargo de Gigamesh, “El fin en incómodos plazos”, y sin duda es así, ya que no es una novela que nos cuente unos pocos días de ese colapso, si no que como en la vida misma, llega poco a poco, año tras año, inundando las vidas de miles de personas, jugando con sus esperanzas hasta que dan la puntilla mortal que les convierte en desposeídos, anónimos sin techo, zarrapastrosos que una vez fueron el vendedor del mes de un concesionario de coches de lujo, profesores de universidad, albañiles o agentes de policía. El fracaso no hace distinciones llegado el momento de cobrarse nuevas víctimas.
Lenta y progresivamente, mientras políticos nos dan falsas estadísticas en la tele, nos invitan a seguir votando, haciéndonos creer que eso es muy importante. Me imagino que los villanos de medievo se sentían igual que nosotros cuando los sacerdotes locales les instaban a rezar y acudir al culto para salvar su alma del fuego eterno, solo que a nosotros nos hacen creer que ejercer nuestro derecho democrático es lo que evitará que estemos ene l bando de los que tienen empleo o de los que están en la cola del paro. A fin de cuentas, nos prometen cosas, para que nos pongamos en sus manos. Pero nada está en nuestras manos. Así que debemos mantener entrenado nuestro instinto de supervivencia, antes de que tu vecino tire tu puerta abajo y se lleve todas tus latas de conservas.
Nuestra historia comenzará en Savannah, Georgia, ciudad donde casualmente Will McIntosh ejerce su magistratura. Así que intuyo se habrá inspirado de primera mano. Y allí tenemos a nuestro triste protagonista, Jasper, nada que ver con un héroe, ni un antihéroe cyberpunk, aunque bien la novela podría emplazarse en una distopía pre-cyberpunk, tal vez, entre la actualidad y el oscuro futuro cercano, pero no encontraremos ciber terroristas ni tecnología avanzada en Apocalipsis Suave, aunque sí coqueteos con bio terroristas antisistema y amenazas genéticas de crispr, y alguna estrella del punk rock adicta a las drogas capaz de convencer a las masas de lo que ni ella misma se cree. Así que en ocasiones, sí, roza lo cyberpunk.



EL CRACK DEL SIGLO XXI


Nuestro Jasper no es más que un paria, un currito con mala suerte, devorado por la crisis, que le mastica y le exprime el sabor, como si fuera un chicle, hasta que se cansa de masticar y decide escupirle y entonces se pega a la suela de su calzado. Jasper podría ser cualquiera de nosotros, un tipo con sentido del humor, estudios, sin suerte en lo laboral, complicaciones para relacionarse con los demás (especialmente con mujeres) y poco más, un plane jane de manual. Un tipo poco interesante en el que hay que dedicar tiempo a picar para sacarle jugo. Y precisamente eso, el no tener nada de especial, su mediocridad, le han arrastrado al hoyo, sin curro, un nómada, nombre mucho más estiloso que vagabundo, ya que en ese futuro cercano, es más normal ser uno de esos nuevos vagabundos, que alguien de la clase “media”, y si hay algo a tener muy en cuenta en la novela, es el contínuo esfuerzo de autodignificación por parte de los afectados de cara a la galería.
Pese a todo, esa mediocridad, le salva el culo en más de una ocasión, ya que ante el descontrol y la ley del más fuerte, el clavo que sobresale es el que recibe el martillazo. Y al final, ser un don nadie es lo mejor que parece poder pasarle a Jasper.
Vaya, vaya, vaya… Un vagabundo es un vagabundo, hasta que te conviertes en uno. Está claro. ¿Y cómo es posible haber llegado a eso? Estás en la bola de nieve, con todos los demás, y no tienes ni idea de a donde rueda montaña abajo, no puedes saltar en marcha, solo sigues rodando rezando por estrellarte con un pino cuanto antes. La famosa “área de confort”, aunque apestes y no lleves calcetines, siempre es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer, y tu instinto de supervivencia y un buen cartón de vino te harán seguir ahí un día más y otro, y cuando a todo el mundo que conoces le pasa lo mismo, y son desahuciados de sus casas, y comienzan a vivir en el parque o debajo del puente, como tú, entonces asumes, que es lo normal, que es lo que toca, y que ya vendrán tiempos mejores pero de momento sólo queda continuar respirando. La resignación da paso a la normalización y ésta a su vez, como decía antes, a la dignificación de pertenecer a un grupo nómada.

Porque una vez estás dentro, nadie va a leer tu curriculum, ni te van a ofrecer un trabajo de nuevo, ni querrán siquiera compartir acera contigo y se harán a un lado cuando te vean y te huelan, sujetando sus bolsos contra el pecho y mirando a otro lado. Y te acordarás cuando eras tú quien se comportaba así, y no podrás odiarles sin culparte a ti mismo. Menuda mierda.
Eso es Apocalipsis Suave. A resumidas cuentas, como de una bofetada nos recuerda a todos que no somos invulnerables al fracaso, que somos números en el sistema, y cuando las cuentas no salgan, van a tirarnos a esa papelera del desempleo, la marginación y la segregación.
No ha sido un meteorito, ni los aliens, ni un virus de laboratorio, ni los zombies…Fuimos nosotros mismos, el capitalismo, los gobiernos, el sistema, lo que creó Apocalipsis Suave. Pero cuando la balanza se desequilibra tanto, tanto que los pobres superan en las calles a la clase media, las ciudades se convierten en un lugar hostil y comienza a cundir la inseguridad, la corrupción policial, las mafias locales, el extraperlo, y en resumen, la anarquía y la ley del más fuerte.
Grupos antisistema, bandas armadas como “Los Saltimbanquis”, organizaciones que enaltecen el odio, el ser humano es un animal sociable por naturaleza, y como dice el refrán “cada oveja con su pareja”. Precisamente, y atendiendo al interés del comportamiento social que estudia McIntosh, la forma en la que trata las relaciones amorosas, la vergüenza, la humillación, la ira a través de Jasper es el gran viaje de la novela. Año tras año, Jasper no se rendirá, se adaptará a la situación, mantendrá la esperanza, insistirá en recuperar una clase social decente y sobre todo está obsesionado con no permanecer solo y tiene una necesidad imperiosa y en ocasiones absurda y ridícula, de permanecer emparejado. Supongo que somos así, los malos tragos se pasan mejor en compañía. Jasper es un paga fantas, se le dan fatal las mujeres, tiene el corazón hecho trizas y no parece aprender, pero necesita más sentirse querido que llenar el buche y ponerse unos zapatos. Y suena ridículo, que en una situación tan mala, de hambre, de necesidad, en la que no cubriríamos ninguna de las necesidades básicas de Maslow, Jasper sea nuestro reflejo de que optimizaríamos tan mal nuestra situación, que antepondríamos las relaciones humanas a la supervivencia fisiológica tal cual. Resumen, caeríamos como chinches porque “desde que amanece apetece”.



RELACIONES HUMANAS EN SITUACIONES LIMITE


Apocalípsis Suave es, sobre todas las cosas, una novela que plantea nuevos modelos de conducta social ante la adversidad.
Y cierto es, que no todos tenemos madera de supervivientes. ¿Cuántas veces os habéis preguntado, viendo una película o leyendo un libro, cómo responderíais en una situación de anarquía? No todos serviríamos para cargar la escopeta del abuelo y ejercer la ley del más fuerte ahí fuera. Yo no creo que esté preparado, Jasper no lo estaba, y es entonces cuando el gorrilla, el abusón y el machaca, que no fueron nunca a la escuela ni les importó cotizar en la seguridad social, sabrán cómo hacerse con el control con un bate de baseball entre las manos, sin remordimientos, y con la tranquilidad de que ahora la tortilla se ha dado la vuelta y es su turno y no el de los empollones, gafudos ni encorbatados.
“Habemos” más corderos que lobos, somos una generación que no está preparada para el colapso.
Es una ciencia ficción tan próxima, tan terrible, que da miedo, que casi no parece ciencia ficción, pero encontraremos situaciones que nos sacarán del susto, enfocadas principalmente a la bio genética, y cómo grupos antisistema sacarán provecho de sus avances para seguir poniendo en jaque al deteriorado gobierno y su orden en ruinas.
Junto a Jasper yo reí, flipé y tuve miedo, porque es tan cercano, tan de carne y hueso, que no paraba de imaginarme qué hubiese hecho yo en su situación. Un viaje lento pero nada aburrido a través de la transformación del individuo en situaciones límite y del sistema y la sociedad cuando todo ha fallado. La lucha contra el rechazo, un gigantesco ejercicio de humanidad cuando el hombre es un lobo para el hombre. El infierno en la tierra sin punkies con cresta en vehículos tuneados ni edificios cubiertos por dunas.
No os la podéis perder, porque es un libro que aunque da pocas dosis de cifi, se atreve con la metamorfosis de thriller social o romántico incluso, al del género fantástico y por qué no “pre-cyberpunk” que recomiendo abiertamente a todo el mundo, con sus pros y sus contras, porque me pareció tan ameno y original como agorero y profético.
A fin de cuentas, Roma cayó, Bizancio cayó, la paz mongola de los 100 años cayó, Alejandro Magno cayó, Napoleón cayó, Hitler cayó… ¿Cuándo caerá el modo de vida occidental? ¿Cómo y por qué?. 
Roma no se "deshizo" en un día sería el nuevo refrán apropiado para encabezar ésta novela.
Un drama aderezado con absurdas pero agradables situaciones distópicas y ridículas obsesiones sociales bien conducidas, ya que McIntosh, si de algo sabe, es de la conducta humana.




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