EL FUTURO DE LA TELEVISIÓN
Hace unos días, pocos, en las RRSS que
transito (que unicamente es Twitter aunque deseo ampliar mi
megacorporación a Facebook en breve) comencé a ver el
remolino de opiniones en pocos caracteres generados por la nueva
chiquillada de la todopoderosa Netflix. Se trataba de un nuevo
capítulo de la serie Black Mirror, titulado Bandersnatch.
Reconozco que me dejé atrapar en el
remolino, y tanteé el agua con un par de brazadas, para salir
nadando lo más rápido posible de semejante vorágine comunicativa.
Todo comenzó con la opinión de un famoso director de cine español,
cuya carrera me gusta, no en su totalidad, y no para considerarle un
genio, pero sí un creativo muy, muy interesante al que admiro.
Alex de La Iglesia.
Y bueno, Alex alabó al instante
las virtudes de Bandersnatch y comenzó a entretenerse
(supongo) creando debate entre usuarios de la red social, hasta el
punto de incluso “picarse” o mostrar cierta hostilidad a
algunas opiniones, o eso me pareció percibir, aunque percibir por
escrito es bastante complicado por la vacuidad emocional y la
subjetividad aplicada por cada lector. Y precisamente veremos que de percepciones va Bandersnatch más que nada.
Ya sabemos en Tungsteno Dreams
que las opiniones son como el culo, todos tenemos una, mas o menos
limpia, y todas valen para lo mismo, deponer desechos orgánicos. Y
aquí, todos cagamos, el Papa y los directores de cine y los
bloggeros anónimos sin fama ni respeto. Todos tenemos esa necesidad
fisiológica y al final el resultado es el mismo para todos, en
diferentes formas y colores y hedores, pero lo mismo. Al menos, hasta
como decían Siniestro Total, consigamos cagar de colores.
Abandonando la metáfora y atendiendo a
lo que opinaba la gente, llegué a la conclusión de que se trataba
de un nuevo invento...espera...¿nuevo?...bueno...de un
invento...ouch....ahí surgía la polémica. No en si la película
molaba, era divertida, sus actores buenos, malos...no...todo giraba
en torno a la originalidad del formato. ¿Por qué? Por que es lo que
podríamos llamar una “Película interactiva”.
Netflix ha dado en el clavo
aprovechando al máximo sus cualidades como plataforma de streaming
online, a la carta. Debe tener un buen puñado de cerebros en
marquetin y estrategia, no lo pongo en duda ni un solo instante. Sus
directivos de expansión y compraventa artística ya tengo mis dudas
viendo algunas de sus producciones originales, pero bueno, eso es
otra historia. El caso es que han decidido exprimir la naturaleza de
su plataforma, permitiendo al espectador, tomar decisiones sobre el
desarrollo de la película con su mando a distancia, ratón, celular
o joy pad.
“El futuro de la televisión”
Llegué a leer...pero no lo creo. También se fantaseó en su día
con la desaparición de actores reales y su suplantación por actores
virtuales cuando los gráficos alcanzaron nuevas cuotas de realismo
con el film de Final Fantasy y no pasó nada de nada.
Para entendernos, Netflix
ha estrenado una película del universo Black Mirror
en formato “Elige tu
propia aventura”.
Los
de los 80 los recordaremos sin problemas, no conozco niño que no
haya leído uno de esos libros, que popularizó la editorial SM
que nos permitía saltar las páginas en pos de diferentes
desarrollos y finales.
“Si
quieres que tu robot abra la puerta ve a la página 55.
Si
quieres que tu robot salga al jardín ve a la página 103”
Lo
recordáis ¿verdad? Un libro juego, un puzzle de posibilidades
repartido en páginas, historias alternativas en un sólo libro, que
se denominaron Hiperficción
Explorativa.
Fueron
tan populares, en su colección de cubierta roja, con el logo de un
globo aerostático azul, que pronto las demás editoriales entraron a
la competencia con el mismo formato en colecciones temáticas de
aventuras espaciales, una licencia de Indiana
Jones,
y otra de Dungeons
& Dragons
algo más compleja con su marcapáginas-ficha de PJ, colecciones
artúricas, Lone
Wolf,
James Bond...
etc.
Yo
tuve un montón, y en algún lugar del trastero deberían estar si no
acabé donándolos a alguna biblioteca de segunda mano en su día.
Tendré que investigar ya que me pongo nostálgico, porque bueno,
adelantando un poco, la nostalgia es precisamente uno de los ganchos
de Bandersbatch,
pero ya iremos con eso más adelante.
El
futuro de la televisión...mmmhhh....Bueno yo opino que el futuro de
la televisión, y del cine incluso, sí son las plataformas
digitales, porque al progreso no se le puede poner trabas, se abre
paso como la mala hierba, y a Hollywood, los actores y las grandes
productoras no debe darles miedo, no va a dejarles sin trabajo, si
son espabilados. Es una oportunidad para expandir trabajo. Porque lo
nuevo siempre da miedo y aterra a sectores apolillados que llevan
décadas apotronados en su corralito, y cuando algo que no han hecho
ellos triunfa cunde el pánico y comienzan las campañas de
desacreditación. Pero eso es frenar lo inevitable. Si no puedes con
el enemigo, únete a él. Y ahora que está tan de moda lo del taxi y
los VTC, podemos incluso extrapolarlo. El enfrentamiento no va a
solucionar nada, el progreso y las nuevas herramientas que hagan más
cómoda la vida del usuario van a seguir floreciendo día a día. Renovarse o morir.
Si
nos ponemos dramáticos, el teléfono móvil es un asesino de
sectores, del fotográfico, del audio visual, del bancario... Y todo
el mundo tiene móvil y mucha gente quiere siempre además estar a la
última. Pues no seamos cínicos, aceptemos el progreso, surfeémos
esa ola.
Pero
a nivel creativo, Bandersnatch,
no me parece una innovación en ningún aspecto... y primero vamos a
darle un poco de protagonismo, y después, ya, me explayo.
BLACK MIRROR
Black
Mirror
es una serie independiente de ciencia
ficción
enfocada a las historias sociales, principalmente en cuentos que nos
dejen un poso de reflexión a cerca de cómo afectan las nuevas
tecnologías en nuestras vidas y como lo harán en próximos futuros
distópicos. El título lo dice todo, “El
espejo negro”
la pantalla de la tele, del móvil, del monitor...pantallas,
tecnología. Capítulos independientes entre sí, que se pueden
visionar en cualquier orden, y que nos hace pensar en que es la
sucesora espiritual de otras series de CIFI
como la bizarra Más
allá de la realidad.
De
manufactura británica, como el acero, estrena en 2011 con Endemol,
para terminar en Netflix
donde
lleva ya su 5ª temporada.
Entonces,
en Diciembre de 2018, estrenan Bandersnatch,
un capítulo especial, fuera de temporada (cosa que ya habían hecho
anteriormente, en navidad pro ejemplo), que como ya hemos dicho, trae
la peculiaridad de que podemos ir seleccionando el desarrollo de la
película. ¿Cómo?
Se
desplegará un faldón inferior en la escena, con varias opciones, y
una linea de tiempo que decrece avisándonos de cuántos segundos nos
quedan para tomar una decisión. Comenzamos en modo tutorial,
familiarizándonos con el interfaz, decidiendo el desayuno del
protagonista, el joven Stefan,
interpretado por Fionn
Whitehead
(Dunquerque
por ejemplo), y de ahí en adelante, iremos tomando otras decisiones
para ver, como en los cuentos antes mencionados de “Elige tu propia
aventura” como le va al chaval en una curiosa retro-historia de
ficción y terror, que ya adelanto, a mi gusto, hubiese funcionado
igual o mejor sin la
pijotada
de elegir.
Stefan
es un joven aspirante a programación en los 80, con ganas de
estrenarse en al industria del videojuego. Bandersnatch
se gasta aquí uno de los mejores puntos de la película, al menos
para espectadores como yo, y seguro de los que me leéis, muchos
estaréis de acuerdo. La nostalgia vende, no hay ni una sola duda.
Aquellos 80 con sus pintas juveniles, la música, drogas, electro-pop, los
videojuegos para computadores de 8 bits que en España además fue
una industria importante y de gran reconocimiento internacional... La
peli es todo un chute de Retro-Wave
envolvente que a mi, me gana. Aquellos videojuegos que arrasaron con
mi infancia como un tsunami en el Spectrum
de
Sinclair 128ks, aquellas canciones en cassette y vinilo, cintas de
video Beta... Buah! Se me pone la piel de gallina, cuanta felicidad,
cuantos recuerdos bonitos.
Stefan
está
programando un nuevo videojuego, inspirado a su vez por el mismo
Bandersnatch,
un tocho de libro-juego, que precisamente, es del estilo “Elige
tu propia aventura”,
con múltiples finales, y un lore fantástico y tecnológico, al más
puro estilo de los incipientes juegos de rol de la década. Un best
seller “maldito” porque su autor, encontró un trágico final (no
spoilers,
como siempre).
El
caso es que la BETA de su videojuego interesa a la compañía más
potente de la ciudad, Tuckersoft, donde trabaja su excéntrico ídolo
de programación, Colin,
un cerebrito precoz de la industria del entretenimiento digital. De
ahí en adelante, comienzan los sucesos importantes que no quiero
desvelar explícitamente, y las famosas “decisiones” a tomar en la
piel de Stefan.
La
película me gustó, sí, me gustó, pero llega un punto en el que la
elección de posibilidades me cansa, deja de gustarme, ramifica
demasiado las alternativas de final y desarrollo, lo que puede
resultar divertido en ocasiones (los guionistas han hecho algunas
locuras graciosas) pero que no aporta nada a la idea de la película.
Para más “I.N.R.I”,
vengo de terminarme el videojuego Detroit:
Become's
human hace cuatro días, así que ya he tomado demasiadas decisiones últimamente.
Precisamente
el debate sobre el efecto viral de Bandersnatch
parece haber enfrentado a “eruditos” y “sabelotodos” del cine
y de los videojuegos, en pos de a ver quien lleva razón en lo
original o no que resulta esto de tomar decisiones en un formato
audiovisual.
Bueno,
señores y señoras de ambos bandos, nadie les va a dar un premio
Nobel por saber más cosas de subculturas que en el día a día y en
nuestros puestos de trabajo no valen para nada, controlen sus egos.
Pues claro que no han descubierto América ni la pólvora los señores
de Black Mirror
con Bandersnatch,
ni Netflix.
De hecho, la propia Netflix
ya ha experimentado con esto antes, con una película infantil del
Gato Con Botas
y una serie del videojuego Minecraft
que parece ser un port
directo del desarrollo de la aventura gráfica lanzada para consolas
por Telltale,
reconvertida en serie. Pero me da igual, ya había series y o
películas que nos permiten tomar elecciones antes de Bandersnatch
y encima en la misma plataforma de streaming.
Y
ya, rizando el rizo, si nos ponemos tontorrones y solo por picar, que
no quiero yo llevar razón sobre nadie, ¿os acordáis de Hugo
en Tele5? Sí, sí, es para reírse, pero aquél programa televisivo,
a través del teléfono o de un mando especial que valía un riñón,
nos permitía desde casa, decirle a aquél sátiro feo como un
demonio, si saltar a la izquierda o a la derecha, para esquivar un
pedrusco o un precipicio. ¿Era un videojuego? Bueno...sí...pero
televisado, que línea tan fina ¿verdad?.
Vamos,
que Bandersnatch
y su sistema de elección, a mi, no me parecen para tanto, e insisto,
llegado un punto, me aburre y me acaba por agriar un poco la
experiencia, sobre todo en al recta final, donde me sobran finales. No necesito 4 finales, sólo uno.
Si
la película se sucediese sin que Netflix
me preguntase cada x minutos, lo que quiero que suceda, y
sencillamente me presentase diferentes lineas temporales, como en por
ejemplo Donny
Darko,
creo que me resultaría más cómodo. Porque sí, vale, está
gracioso hacerse Bandersnatch
una vez, pero no es un experimento de ocio que se pueda llevar a
grandes pantallas ni a visionados conjuntos, por la imposibilidad de
acuerdo en la decisión entre varios espectadores, y consideraría un
error convertir un cine en un congreso. A parte, de que sólo tiene
sentido para verla de forma individual, en soledad, o en consenso
doméstico entre pocos espectadores. Insisto en que una vez,
vale...dos tal vez...de vez en cuando... pero no me imagino que todas
las series de repente fuesen así, interactivas, no quiero eso, bajo
mi punto de vista pierde el valor artístico y creativo, la obra ya
no es la de un escritor, guionísta, o director, en parte es mía, y
yo no soy un buen guionista, escritor, ni director. Quiero que me
ofrezcan una experiencia completa que pueda evaluar, no una
experiencia cuyo resultado sea mio. El afán por involucrarnos en el
arte gracias a las nuevas tecnologías, mata al artísta, no es más
que un engaño, como diría Warhol,
¿Qué más le debería dar al artista lo que yo quiera? El artista
debe crear sin atención al resultado, debe ser libre.
¿Que
el artista ya ha creado, libremente, varios finales, varias
alternativas, para mi? Sí, es cierto, ahí están rodadas todas esas
escenas para que yo haga lo que quiera con ellas, verlas , o no, o en
un orden diferente en que la ha visto mi vecino. Pero por h o por b,
obliga a que el espectador se involucre. ¿Quién ha dicho que yo
quiera involucrarme? La serie me pide que elija cosas...¿Alguien me
ha preguntado a mi si quiero elegirlas? Es un laberinto de dimes y
diretes que no censuro ni desmonto, pero que tampoco encumbro ni
elogio.
¿Que
hemos abierto un nuevo melón de entretenimiento? Sí.
¿Que
es el futuro de la televisión? Yo opino que no. Que se puede solapar
al formato actual como alternativa, pero que ni una ni otra se van a
sustituir.
¿Que
los videojuegos y la lectura ya lo habían hecho antes? Sí, y la
propia Netflix
también.
Entonces...
¿Inventa Bandersnatch
una nueva forma de televisión? No, porque ya lo había hecho antes
la misma plataforma.
¿Resta
eso valor a Bandersnatch?
No, porque como peliculilla bizarra, que apela a la nostalgia y toca
ciertos temas de los que hablaré ahora a continuación, está
bastante bien.
Entonces,
como chuminada,
o valor añadido a una serie de ficción, provocativa, fresquita, y
que suele basarse precisamente en el efecto que provoca en al
sociedad las nuevas tecnologías, pues es un acierto, porque
precisamente es lo que ha conseguido, un efecto en los consumidores
de tecnología, una nueva forma de entender algo que ya existía. Es
una declaración de intenciones respecto a la identidad de Black
Mirror,
y lo que busca. Pero creo que eclipsa el contenido de Bandersnatch.
Vivimos
en una era en la que parecen importar más las formas que el fondo,
el envoltorio que el contenido, la ejecución que el resultado. Y eso
es lo que me evidencia Bandersnatch,
que crea más jaleo porque permite que elijamos desarrollos, a si la
película es buena o no en sí. Camufla lo esencial.
Y
lo esencial, para mi, es que nos propone una historia (o mejor dicho
varias historias, y ya me está trolleando
esto del “elige
tu propia aventura”)
que juega con el tiempo y el espacio, la realidad y el tiempo. Que
podrían haber urdido sin havernos elegir y no habría pasado nada,
pero bueno, vale, acepto valor
añadido
como animal acuático. Nos ofrecen una paranoia dimensional al más
puro estilo Philip
K. Dick, maestro
del trasntorno de la realidad,
y
no en vano, nos lo gritan con el póster de Ubikque tiene el programador Colin
en su apartamento, en uno de los momentos más histriónicos y
lisérgicos de la película.
Una
historia de angustia, desconcierto y terror, que une el fenómeno
leyenda urbana
con el libro Bandersnatch
en el que Stefan
se inspira para su propio videojuego.
Las
paradojas temporales podrían funcionar por sí mismas, no ma canso
de decirlo.
El
film nos hace un enorme hincapié en que la vida, son decisiones,
cada momento, cada segundo, son decisiones, mientras tecleo, son
decisiones. ¿Uso negrita o cursiva? ¿Times o comic sans? Y cada una
de esas decisiones que tomamos, por nimia que sea, va a generar una
reacción. El batir de las alas de una mariposa en una esquina del
mundo, generará un maremoto en el otro extremo. Acción y reacción.
¿Podríamos
cambiar las decisiones una vez tomadas? ¿Existe la posibilidad del
viaje en el tiempo? ¿Existen dimensiones paralelas en las que se
desarrollan múltiples decisiones?
O
peor aún... abarcamos otra cuestión atemporal... ¿Está el destino
escrito? ¿elijo yo realmente mi destino o lo elige por mi una
entidad superior? Llamémoslo cosmos, Dios, destino... Son muchas
cuestiones filosóficas a plantearse.
El
mundo va a seguir girando hagamos lo que hagamos, ¿qué mas da lo
que elijamos entonces?
Si
nos paramos a pensar mucho, mucho en que la vida son decisiones,
corremos el riesgo de enloquecer, de la esquizofrenia, del miedo, del
pánico a tomar decisiones porque no se si son buenas o son malas. O
a dejar de pensar en cómo las tomamos si llegamos a la convicción
de que el futuro ya está escrito y da igual lo que haga, el final
será el mismo.
Atención
al brillante discurso del personaje Colin
cuando describe el videojuego Pacman
como un silogismo vital. Uno de los mejores momentos de la película.
Podemos
encontrar reminiscencias respecto a la percepción de la realidad y
nuestra toma de decisiones y el supuesto libre albedrío en El
Show de Truman; O
que el final es ineludible como en Destino
Final;
Que me abordan mientras veo Bandersnatch.
Y ahí lo dejo para no crear spoilers.
Toda
esta conspiranoia, aporta una pizca del género terror a ésta
historia de ciencia
ficción.
Aprovechando
el valor añadido
de
nuestra toma interactiva de decisiones, hay momentos en los que la
película rompe la cuarta pared (que ya lo han hecho otras películas
y videojuegos, aunque ambos formatos de ocio no pertenezcan a al
misma industria, pero no me da a mi la gana de darle esa medalla a
bandersnatch,
punto) con el espectador, involucrándonos, arrastrándonos al
interior de la pantalla para volvernos locos a nosotros también. Si
atravesamos esa membrana de percepción extrasensorial de la
película, acabaremos planteándonos mucho sobre la realidad que
percibimos. Un concepto de La
vida es sueño
del que ya hablaba en ElHombre en el castillo.
¿Qué
es la realidad? ¿la locura es mala o es sólo una forma diferente de
percibir la realidad?
Eso
es Bandersnatch,
no sólo una película interactiva. Un homenaje a Philip
K. Dick repleto
de nostalgia ochentera que funciona por sí solo, aunque, vale, lo terminaré reconociendo, hace gracia que añada la toma de elecciones,
porque mientras escribo esto, me doy cuenta, de que le va como anillo
al dedo a la historia y las complejas discusiones filosóficas que
propone.
Podemos
hacer cosas buenas, y recibir sucesos buenos. Hacer cosas malas y
recibir sucesos malos. Hacer cosas buenas y recibir sucesos malos. Y
viceversa.
En
la vida cuando se cierra una puerta, se abre una ventana.
Si todo esto os ha resultado curioso, ahora, podéis pasaros por la web de la ficticia compañía de videojuegos de los 80 Tuckersoft y descargaros algunos de los videojuegos que programaba Colin en la película, siempre y cuando tengáis ya un emulador de ZX. Un ejercicio de marquetin viral excepcional por parte de Netflix.
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