domingo, 27 de enero de 2019

ELIGE TU PROPIO BANDERSNATCH. ¿GENIALIDAD O HYPE?


EL FUTURO DE LA TELEVISIÓN


Hace unos días, pocos, en las RRSS que transito (que unicamente es Twitter aunque deseo ampliar mi megacorporación a Facebook en breve) comencé a ver el remolino de opiniones en pocos caracteres generados por la nueva chiquillada de la todopoderosa Netflix. Se trataba de un nuevo capítulo de la serie Black Mirror, titulado Bandersnatch.



Reconozco que me dejé atrapar en el remolino, y tanteé el agua con un par de brazadas, para salir nadando lo más rápido posible de semejante vorágine comunicativa. Todo comenzó con la opinión de un famoso director de cine español, cuya carrera me gusta, no en su totalidad, y no para considerarle un genio, pero sí un creativo muy, muy interesante al que admiro. Alex de La Iglesia.
Y bueno, Alex alabó al instante las virtudes de Bandersnatch y comenzó a entretenerse (supongo) creando debate entre usuarios de la red social, hasta el punto de incluso “picarse” o mostrar cierta hostilidad a algunas opiniones, o eso me pareció percibir, aunque percibir por escrito es bastante complicado por la vacuidad emocional y la subjetividad aplicada por cada lector. Y precisamente veremos que de percepciones va Bandersnatch más que nada.
Ya sabemos en Tungsteno Dreams que las opiniones son como el culo, todos tenemos una, mas o menos limpia, y todas valen para lo mismo, deponer desechos orgánicos. Y aquí, todos cagamos, el Papa y los directores de cine y los bloggeros anónimos sin fama ni respeto. Todos tenemos esa necesidad fisiológica y al final el resultado es el mismo para todos, en diferentes formas y colores y hedores, pero lo mismo. Al menos, hasta como decían Siniestro Total, consigamos cagar de colores.

Abandonando la metáfora y atendiendo a lo que opinaba la gente, llegué a la conclusión de que se trataba de un nuevo invento...espera...¿nuevo?...bueno...de un invento...ouch....ahí surgía la polémica. No en si la película molaba, era divertida, sus actores buenos, malos...no...todo giraba en torno a la originalidad del formato. ¿Por qué? Por que es lo que podríamos llamar una “Película interactiva”.
Netflix ha dado en el clavo aprovechando al máximo sus cualidades como plataforma de streaming online, a la carta. Debe tener un buen puñado de cerebros en marquetin y estrategia, no lo pongo en duda ni un solo instante. Sus directivos de expansión y compraventa artística ya tengo mis dudas viendo algunas de sus producciones originales, pero bueno, eso es otra historia. El caso es que han decidido exprimir la naturaleza de su plataforma, permitiendo al espectador, tomar decisiones sobre el desarrollo de la película con su mando a distancia, ratón, celular o joy pad.
El futuro de la televisión” Llegué a leer...pero no lo creo. También se fantaseó en su día con la desaparición de actores reales y su suplantación por actores virtuales cuando los gráficos alcanzaron nuevas cuotas de realismo con el film de Final Fantasy y no pasó nada de nada.
Para entendernos, Netflix ha estrenado una película del universo Black Mirror en formato “Elige tu propia aventura”.
Los de los 80 los recordaremos sin problemas, no conozco niño que no haya leído uno de esos libros, que popularizó la editorial SM que nos permitía saltar las páginas en pos de diferentes desarrollos y finales.

Si quieres que tu robot abra la puerta ve a la página 55.
Si quieres que tu robot salga al jardín ve a la página 103”

Lo recordáis ¿verdad? Un libro juego, un puzzle de posibilidades repartido en páginas, historias alternativas en un sólo libro, que se denominaron Hiperficción Explorativa.
Fueron tan populares, en su colección de cubierta roja, con el logo de un globo aerostático azul, que pronto las demás editoriales entraron a la competencia con el mismo formato en colecciones temáticas de aventuras espaciales, una licencia de Indiana Jones, y otra de Dungeons & Dragons algo más compleja con su marcapáginas-ficha de PJ, colecciones artúricas, Lone Wolf, James Bond... etc.
Yo tuve un montón, y en algún lugar del trastero deberían estar si no acabé donándolos a alguna biblioteca de segunda mano en su día. Tendré que investigar ya que me pongo nostálgico, porque bueno, adelantando un poco, la nostalgia es precisamente uno de los ganchos de Bandersbatch, pero ya iremos con eso más adelante.



El futuro de la televisión...mmmhhh....Bueno yo opino que el futuro de la televisión, y del cine incluso, sí son las plataformas digitales, porque al progreso no se le puede poner trabas, se abre paso como la mala hierba, y a Hollywood, los actores y las grandes productoras no debe darles miedo, no va a dejarles sin trabajo, si son espabilados. Es una oportunidad para expandir trabajo. Porque lo nuevo siempre da miedo y aterra a sectores apolillados que llevan décadas apotronados en su corralito, y cuando algo que no han hecho ellos triunfa cunde el pánico y comienzan las campañas de desacreditación. Pero eso es frenar lo inevitable. Si no puedes con el enemigo, únete a él. Y ahora que está tan de moda lo del taxi y los VTC, podemos incluso extrapolarlo. El enfrentamiento no va a solucionar nada, el progreso y las nuevas herramientas que hagan más cómoda la vida del usuario van a seguir floreciendo día a día. Renovarse o morir.
Si nos ponemos dramáticos, el teléfono móvil es un asesino de sectores, del fotográfico, del audio visual, del bancario... Y todo el mundo tiene móvil y mucha gente quiere siempre además estar a la última. Pues no seamos cínicos, aceptemos el progreso, surfeémos esa ola.
Pero a nivel creativo, Bandersnatch, no me parece una innovación en ningún aspecto... y primero vamos a darle un poco de protagonismo, y después, ya, me explayo.

BLACK MIRROR


Black Mirror es una serie independiente de ciencia ficción enfocada a las historias sociales, principalmente en cuentos que nos dejen un poso de reflexión a cerca de cómo afectan las nuevas tecnologías en nuestras vidas y como lo harán en próximos futuros distópicos. El título lo dice todo, “El espejo negro” la pantalla de la tele, del móvil, del monitor...pantallas, tecnología. Capítulos independientes entre sí, que se pueden visionar en cualquier orden, y que nos hace pensar en que es la sucesora espiritual de otras series de CIFI como la bizarra Más allá de la realidad.

De manufactura británica, como el acero, estrena en 2011 con Endemol, para terminar en Netflix donde lleva ya su 5ª temporada.
Entonces, en Diciembre de 2018, estrenan Bandersnatch, un capítulo especial, fuera de temporada (cosa que ya habían hecho anteriormente, en navidad pro ejemplo), que como ya hemos dicho, trae la peculiaridad de que podemos ir seleccionando el desarrollo de la película. ¿Cómo?
Se desplegará un faldón inferior en la escena, con varias opciones, y una linea de tiempo que decrece avisándonos de cuántos segundos nos quedan para tomar una decisión. Comenzamos en modo tutorial, familiarizándonos con el interfaz, decidiendo el desayuno del protagonista, el joven Stefan, interpretado por Fionn Whitehead (Dunquerque por ejemplo), y de ahí en adelante, iremos tomando otras decisiones para ver, como en los cuentos antes mencionados de “Elige tu propia aventura” como le va al chaval en una curiosa retro-historia de ficción y terror, que ya adelanto, a mi gusto, hubiese funcionado igual o mejor sin la pijotada de elegir.

Stefan es un joven aspirante a programación en los 80, con ganas de estrenarse en al industria del videojuego. Bandersnatch se gasta aquí uno de los mejores puntos de la película, al menos para espectadores como yo, y seguro de los que me leéis, muchos estaréis de acuerdo. La nostalgia vende, no hay ni una sola duda. Aquellos 80 con sus pintas juveniles, la música, drogas, electro-pop, los videojuegos para computadores de 8 bits que en España además fue una industria importante y de gran reconocimiento internacional... La peli es todo un chute de Retro-Wave envolvente que a mi, me gana. Aquellos videojuegos que arrasaron con mi infancia como un tsunami en el Spectrum de Sinclair 128ks, aquellas canciones en cassette y vinilo, cintas de video Beta... Buah! Se me pone la piel de gallina, cuanta felicidad, cuantos recuerdos bonitos.



Stefan está programando un nuevo videojuego, inspirado a su vez por el mismo Bandersnatch, un tocho de libro-juego, que precisamente, es del estilo “Elige tu propia aventura”, con múltiples finales, y un lore fantástico y tecnológico, al más puro estilo de los incipientes juegos de rol de la década. Un best seller “maldito” porque su autor, encontró un trágico final (no spoilers, como siempre).
El caso es que la BETA de su videojuego interesa a la compañía más potente de la ciudad, Tuckersoft, donde trabaja su excéntrico ídolo de programación, Colin, un cerebrito precoz de la industria del entretenimiento digital. De ahí en adelante, comienzan los sucesos importantes que no quiero desvelar explícitamente, y las famosas “decisiones” a tomar en la piel de Stefan.



La película me gustó, sí, me gustó, pero llega un punto en el que la elección de posibilidades me cansa, deja de gustarme, ramifica demasiado las alternativas de final y desarrollo, lo que puede resultar divertido en ocasiones (los guionistas han hecho algunas locuras graciosas) pero que no aporta nada a la idea de la película. Para más “I.N.R.I”, vengo de terminarme el videojuego Detroit: Become's human hace cuatro días, así que ya he tomado demasiadas decisiones últimamente.
Precisamente el debate sobre el efecto viral de Bandersnatch parece haber enfrentado a “eruditos” y “sabelotodos” del cine y de los videojuegos, en pos de a ver quien lleva razón en lo original o no que resulta esto de tomar decisiones en un formato audiovisual.
Bueno, señores y señoras de ambos bandos, nadie les va a dar un premio Nobel por saber más cosas de subculturas que en el día a día y en nuestros puestos de trabajo no valen para nada, controlen sus egos. Pues claro que no han descubierto América ni la pólvora los señores de Black Mirror con Bandersnatch, ni Netflix. De hecho, la propia Netflix ya ha experimentado con esto antes, con una película infantil del Gato Con Botas y una serie del videojuego Minecraft que parece ser un port directo del desarrollo de la aventura gráfica lanzada para consolas por Telltale, reconvertida en serie. Pero me da igual, ya había series y o películas que nos permiten tomar elecciones antes de Bandersnatch y encima en la misma plataforma de streaming.
Y ya, rizando el rizo, si nos ponemos tontorrones y solo por picar, que no quiero yo llevar razón sobre nadie, ¿os acordáis de Hugo en Tele5? Sí, sí, es para reírse, pero aquél programa televisivo, a través del teléfono o de un mando especial que valía un riñón, nos permitía desde casa, decirle a aquél sátiro feo como un demonio, si saltar a la izquierda o a la derecha, para esquivar un pedrusco o un precipicio. ¿Era un videojuego? Bueno...sí...pero televisado, que línea tan fina ¿verdad?.
Vamos, que Bandersnatch y su sistema de elección, a mi, no me parecen para tanto, e insisto, llegado un punto, me aburre y me acaba por agriar un poco la experiencia, sobre todo en al recta final, donde me sobran finales. No necesito 4 finales, sólo uno.

Si la película se sucediese sin que Netflix me preguntase cada x minutos, lo que quiero que suceda, y sencillamente me presentase diferentes lineas temporales, como en por ejemplo Donny Darko, creo que me resultaría más cómodo. Porque sí, vale, está gracioso hacerse Bandersnatch una vez, pero no es un experimento de ocio que se pueda llevar a grandes pantallas ni a visionados conjuntos, por la imposibilidad de acuerdo en la decisión entre varios espectadores, y consideraría un error convertir un cine en un congreso. A parte, de que sólo tiene sentido para verla de forma individual, en soledad, o en consenso doméstico entre pocos espectadores. Insisto en que una vez, vale...dos tal vez...de vez en cuando... pero no me imagino que todas las series de repente fuesen así, interactivas, no quiero eso, bajo mi punto de vista pierde el valor artístico y creativo, la obra ya no es la de un escritor, guionísta, o director, en parte es mía, y yo no soy un buen guionista, escritor, ni director. Quiero que me ofrezcan una experiencia completa que pueda evaluar, no una experiencia cuyo resultado sea mio. El afán por involucrarnos en el arte gracias a las nuevas tecnologías, mata al artísta, no es más que un engaño, como diría Warhol, ¿Qué más le debería dar al artista lo que yo quiera? El artista debe crear sin atención al resultado, debe ser libre.
¿Que el artista ya ha creado, libremente, varios finales, varias alternativas, para mi? Sí, es cierto, ahí están rodadas todas esas escenas para que yo haga lo que quiera con ellas, verlas , o no, o en un orden diferente en que la ha visto mi vecino. Pero por h o por b, obliga a que el espectador se involucre. ¿Quién ha dicho que yo quiera involucrarme? La serie me pide que elija cosas...¿Alguien me ha preguntado a mi si quiero elegirlas? Es un laberinto de dimes y diretes que no censuro ni desmonto, pero que tampoco encumbro ni elogio.
¿Que hemos abierto un nuevo melón de entretenimiento? Sí.
¿Que es el futuro de la televisión? Yo opino que no. Que se puede solapar al formato actual como alternativa, pero que ni una ni otra se van a sustituir.
¿Que los videojuegos y la lectura ya lo habían hecho antes? Sí, y la propia Netflix también.
Entonces... ¿Inventa Bandersnatch una nueva forma de televisión? No, porque ya lo había hecho antes la misma plataforma.
¿Resta eso valor a Bandersnatch? No, porque como peliculilla bizarra, que apela a la nostalgia y toca ciertos temas de los que hablaré ahora a continuación, está bastante bien.

Entonces, como chuminada, o valor añadido a una serie de ficción, provocativa, fresquita, y que suele basarse precisamente en el efecto que provoca en al sociedad las nuevas tecnologías, pues es un acierto, porque precisamente es lo que ha conseguido, un efecto en los consumidores de tecnología, una nueva forma de entender algo que ya existía. Es una declaración de intenciones respecto a la identidad de Black Mirror, y lo que busca. Pero creo que eclipsa el contenido de Bandersnatch. Vivimos en una era en la que parecen importar más las formas que el fondo, el envoltorio que el contenido, la ejecución que el resultado. Y eso es lo que me evidencia Bandersnatch, que crea más jaleo porque permite que elijamos desarrollos, a si la película es buena o no en sí. Camufla lo esencial.

Y lo esencial, para mi, es que nos propone una historia (o mejor dicho varias historias, y ya me está trolleando esto del “elige tu propia aventura”) que juega con el tiempo y el espacio, la realidad y el tiempo. Que podrían haber urdido sin havernos elegir y no habría pasado nada, pero bueno, vale, acepto valor añadido como animal acuático. Nos ofrecen una paranoia dimensional al más puro estilo Philip K. Dick, maestro del trasntorno de la realidad, y no en vano, nos lo gritan con el póster de Ubikque tiene el programador Colin en su apartamento, en uno de los momentos más histriónicos y lisérgicos de la película.
Una historia de angustia, desconcierto y terror, que une el fenómeno leyenda urbana con el libro Bandersnatch en el que Stefan se inspira para su propio videojuego.
Las paradojas temporales podrían funcionar por sí mismas, no ma canso de decirlo.

El film nos hace un enorme hincapié en que la vida, son decisiones, cada momento, cada segundo, son decisiones, mientras tecleo, son decisiones. ¿Uso negrita o cursiva? ¿Times o comic sans? Y cada una de esas decisiones que tomamos, por nimia que sea, va a generar una reacción. El batir de las alas de una mariposa en una esquina del mundo, generará un maremoto en el otro extremo. Acción y reacción.
¿Podríamos cambiar las decisiones una vez tomadas? ¿Existe la posibilidad del viaje en el tiempo? ¿Existen dimensiones paralelas en las que se desarrollan múltiples decisiones?
O peor aún... abarcamos otra cuestión atemporal... ¿Está el destino escrito? ¿elijo yo realmente mi destino o lo elige por mi una entidad superior? Llamémoslo cosmos, Dios, destino... Son muchas cuestiones filosóficas a plantearse.
El mundo va a seguir girando hagamos lo que hagamos, ¿qué mas da lo que elijamos entonces?
Si nos paramos a pensar mucho, mucho en que la vida son decisiones, corremos el riesgo de enloquecer, de la esquizofrenia, del miedo, del pánico a tomar decisiones porque no se si son buenas o son malas. O a dejar de pensar en cómo las tomamos si llegamos a la convicción de que el futuro ya está escrito y da igual lo que haga, el final será el mismo.
Atención al brillante discurso del personaje Colin cuando describe el videojuego Pacman como un silogismo vital. Uno de los mejores momentos de la película.

Podemos encontrar reminiscencias respecto a la percepción de la realidad y nuestra toma de decisiones y el supuesto libre albedrío en El Show de Truman; O que el final es ineludible como en Destino Final; Que me abordan mientras veo Bandersnatch. Y ahí lo dejo para no crear spoilers.
Toda esta conspiranoia, aporta una pizca del género terror a ésta historia de ciencia ficción.



Aprovechando el valor añadido de nuestra toma interactiva de decisiones, hay momentos en los que la película rompe la cuarta pared (que ya lo han hecho otras películas y videojuegos, aunque ambos formatos de ocio no pertenezcan a al misma industria, pero no me da a mi la gana de darle esa medalla a bandersnatch, punto) con el espectador, involucrándonos, arrastrándonos al interior de la pantalla para volvernos locos a nosotros también. Si atravesamos esa membrana de percepción extrasensorial de la película, acabaremos planteándonos mucho sobre la realidad que percibimos. Un concepto de La vida es sueño del que ya hablaba en ElHombre en el castillo.
¿Qué es la realidad? ¿la locura es mala o es sólo una forma diferente de percibir la realidad?

Eso es Bandersnatch, no sólo una película interactiva. Un homenaje a Philip K. Dick repleto de nostalgia ochentera que funciona por sí solo, aunque, vale, lo terminaré reconociendo, hace gracia que añada la toma de elecciones, porque mientras escribo esto, me doy cuenta, de que le va como anillo al dedo a la historia y las complejas discusiones filosóficas que propone.
Podemos hacer cosas buenas, y recibir sucesos buenos. Hacer cosas malas y recibir sucesos malos. Hacer cosas buenas y recibir sucesos malos. Y viceversa.
En la vida cuando se cierra una puerta, se abre una ventana.

Si todo esto os ha resultado curioso, ahora, podéis pasaros por la web de la ficticia compañía de videojuegos de los 80 Tuckersoft y descargaros algunos de los videojuegos que programaba Colin en la película, siempre y cuando tengáis ya un emulador de ZX. Un ejercicio de marquetin viral excepcional por parte de Netflix.


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