miércoles, 3 de octubre de 2018

CARLOS EZQUERRA Y JUEZ DREDD


BUEN VIAJE CARLOS


Lamentablemente, el pasado lunes 01 de Octubre de 2018, fue un día triste para los aficionados de la ciencia ficción y el cómic, porque el mundo perdió a Carlos Ezquerra. Desde Tungsteno Dreams, mi más sentido pésame a la familia, amigos, y a todos los que somos sus lectores y admiradores de su obra. Y aquí, nuestro diminuto homenaje y muestra de cariño póstuma.

Para ubicar a aquellos que quizás no les suene el nombre, Carlos Ezquerra fue un aragonés universal, nacido en una década terrible para España, 1947, que llevó el arte gráfico español a Reino Unido, convirtiéndose en el co-creador del mítico Juez Dredd de 2000 AD, y de su otro personaje más carismático, El Perro de Estroncio, junto con John Wagner.

Como él mismo contaba en diferentes entrevistas, cogió los lapiceros por primera vez en el servicio militar, impulsado por un compañero que se sacaba unas perrillas dibujando christhmas navideños y le animó a comenzar a dibujar. Carlos comenzó su andadura como novato, dibujando para pequeños libros de indios y vaqueros en Barcelona bajo el seudónimo de L. John Silver, pero por aquél entonces el mercado del cómic español no le aportaba lo suficiente, creativamente, y era un sector muy limitado a publicaciones de tono ligero e infantil, otro motivo que por suerte lo desplazó a aceptar trabajos a distancia para editoriales británicas, en las que comenzó con series románticas, y poco más tarde y casi por error, de aventuras. De ahí pasó al tebeo bélico, donde por fin comenzó a cosechar éxitos con personajes muy populares como su Rat Pack y el Mayor Eazy, en la editorial Fleetway, la misma que llegado el momento, le transmitió a Carlos su intención de crear una serie futurista sobre un policía que a la vez era juez, y el resto, es historia. Carlos viajó a Inglaterra, donde pasó diez años de su vida, y desarrolló el icónico personaje que consolidó su carrera, junto a la del guionista Wagner.



Durante su carrera, hubo otras muchas obras como Bloody Mary, War Stories, y apariciones estelares en El Predicador. Siempre nos quedará uno de sus tebeos entre las manos para mantener su recuerdo inmortal.


EL JUEZ DREDD


Juez Dredd irrumpe en la escena en 1977, en un escenario futurista y decadente, Mega City, la maxi urbe amurallada en medio del yermo radioactivo y post apocalíptico en ninguna parte de los EEUU. Los jueces son la ley, poder ejecutivo y legislativo, dan caza al criminal, lo sentencian, y ejecutan la misma. Verdugos motorizados para mantener la paz y el orden. Suena extremo, pero es que el humor negro y la acidez son parte importante del cuerpo de sus historietas cyberpunk llenas de violencia y sin compasión. Si un juez tiene que hacer cumplir una norma de ciudadanía básica y tan importante como cruzar por el paso de cebra y no por ningún otro sitio, ajusticiará sin piedad ni emoción, sistemáticamente, a la anciana infractora con todo el peso de la ley. Porque la ley está para cumplirla.

Su aspecto es de por sí suficiente carta de presentación, y sobran las palabras. Soldados sin rostro, siempre bajo un yelmo negro con aspecto de capucha de verdugo, armaduras enormes con los símbolos de la justicia que nos recuerdan a los imperialismos más recalcitrantes, y no impunemente, Mega City es lo más parecido a una dictadura, y no, no es que el argumento haga apología de los regímenes dictatoriales, si no que es ficción crítica e hiriente hasta el límite de resultar ridícula. Y ese es su encanto, porque Dredd no conoce el significado de la palabra sonrisa, y por eso nos hace reír a los lectores, porque es un personaje tan extremo que resulta entrañablemente odioso, pero a la vez, es infalible, y queremos más de él página a página, queremos verle impasible ante hordas de pandilleros mutantes, siempre al filo de la muerte, con todo en contra, pero él tira para adelante, estoicamente, con más pelotas que cerebro, estricto y cuadriculado, con el único objetivo de hacer cumplir la ley y sancionar al infractor, hasta el punto de ajusticiar a su propio hermano. No se puede discutir con Dredd, él es ese agente de policía local que te multa y no atiende a tus súplicas del estilo “no soy de aquí”, “no llevaba las gafas” o “sólo fue un minuto”, y es que en el fondo, tú sabes que has infligido la ley, por insignificante que halla sido el caso, y él, no va a ablandarse ante tus súplicas mientras firma una receta de 100€. El desconocimiento de la ley no exime del cumplimiento de la misma. Y todos nos lo sabemos de memoria, maldición, asumamos las reglas del juego.

Pero si después de leer esto, si sois neófitos en Dredd, pensáis que es una hilarante serie de aventuras cyberpunk, o post apocalípticas, no cantéis victoria, porque sí, cierto es que la estética, la distopía, la mega urbe, la violencia, todo son elementos clásicos del género. Pero en las historias de Juez Dredd hay mucho más y podremos encontrar docenas de números con argumentos lisérgicos, dignos del círculo de Lovecraft, en la que Dredd y los jueces han de enfrentarse a criaturas ignotas y amorfas de lejanas galaxias. O personajes tétricos y bizarros como el Juez Death, un no muerto de una dimensión paralela en la que el delito es estar vivo.



Juez Dredd es un loco festival de despropósitos CIFI sin límite, que no podemos tomarnos en serio como si fuese la obra de Masamune Shirow, y que debemos abrir concienciados de que nuestra intención va a ser pasar un rato divertido, trepidante, grotesco, bárbaro y ante todo muy divertido. El futuro convertido en exceso y esperpento.


EL JUEZ CONQUISTA HOLLYWOOD


La popularidad del Juez es mundial, y pese a ser un cómic de origen británico, Norte América sucumbió rápido a sus encantos. Hollywood no tardó en detectar las posibilidades de un personaje como Dredd, y durante mucho tiempo, se barajaron las formas y maneras de trasladarlo de la viñeta a la gran pantalla.
Juez Dredd es encarnado por Sylvester Stallone en 1995, en un film homónimo, dirigida por Danny Cannon, director de poco éxito y menos aciertos. Y tal vez por eso la película no fue lo que hubiésemos querido que fuera. A priori, Stallone era el actor ideal para lucir mentón a medio afeitar bajo el yelmo de juez, y había demostrado grandes aptitudes para un papel similar unos pocos años antes en Demolition Man, pero la ejecución de la película me recordó más a fallidos intentos de conservar la esencia de tinta y papel como Batman Forever o Dick Tracy, que a los tebeos. Stallone fue nominado a los Golden Raspberry de aquél año, premio nada honorífico al peor actor. La interpretación de Stallone es egocéntrica y alejada del papel del juez, de hecho, a veces, podemos llegar a olvidar quién protagoniza la cinta durante su visionado, y confundirnos con otros de los míticos papeles del actor. Si algo había bueno en la película, que nos hiciese aguantarla de principio a fin, fue que por lo menos, y pese a que no contó con el asesoramiento de Ezquerra ni de Wagner, adaptó adecuadamente la historia original de los jueces, su entorno, y su idiosincrasia, sin reinventar demasiados aspectos como ocurre actualmente en la mayoría de productoras que tratan de adaptar novelas y cómics al cine. Y digo adecuadamente, que tampoco es para tirar cohetes.
Por lo que he podido leer al mismo Ezquerra, la película en un principio estaba pensada para que la interpretase Arnold Schzwarzenegger años antes, pero el guión bailó entre productores demasiado tiempo, y Verhoeven se adelantó con Robocop, personaje que cumplía con muchas de las características de Dredd (policia, impasible, futuro cercano distópico, etc..), lo que retrasó la idea más aún para no estrenar películas que pudieran pisarse en taquilla, había que dejar respirar al público antes de meterles con calzador otro policía sin sonrisa que interpreta la ley al dedillo, matemáticamente, sin excusas ni particularidades.



En 2012, Pete Travis estrena su reboot Dredd, que no tenía nada en común con el universo ni hilo argumental del film de Cannon, gracias a Dios. El papel de Dredd cayó en la responsabilidad de Karl Urban. En ésta ocasión, la película fue un acierto. Buenos efectos especiales, estética cyberpunk, guión adulto y maduro, y buenas interpretaciones. Pese a que no es cien por cien Dredd, ya que a mi gusto la peli va “muy en serio” y le falta algo más de humor negro, es una adaptación digna y responsable. Pero el Señor le da pan duro a quien no tiene dientes, y mientras que la anterior película, consiguió ganancias en taquilla, ésta apenas cubrió los gastos.
Es curioso y frustrante el resultado económico de taquilla, ya que en Dredd, los productores, decidieron cuidar mucho más todos los aspectos, y a diferencia de la anterior película, sí se reunieron con John Wagner para limar aspectos de guión, y como recuerdo anecdótico, el mega bloque donde se produce la acción del film, lleva el mismo nombre que el restaurante donde se entrevistaron productores y guionista de cómic, Peach Trees.


EL JUEZ EN PIXELS


Para finalizar mi pequeña entrada tributo al Juez y su dibujante, recordaré el videojuego que se comercializó para Super Nintendo, a coalición del primer film de Stallone, y que por suerte para todos, resultó mucho más divertido y efectivo que la propia película. El juego era un plataformas del estilo Metroid Vania, con varios objetivos a cumplir en cada fase, lo que nos haría ganar más o menos puntuación al término de cada una. Los gráficos eran estilosos, y la jugabilidad muy buena, a un nivel que me recuerda bastante a otro éxito de las conversiones cine-consola como fue Alien 3. teníamos la oportunidad de disparar diferente munición con nuestra pistola de Juez, golpear cuerpo a cuerpo, y una vez derrotábamos a los enemigos distribuidos por la fase, podíamos elegir entre destruirlos o juzgarlos y detenerlos, un bonito detalle que marca un poco la distinción del juego con cualquier otro plataformas. Si las fases eran sencillas, según las habías intentado 2 ó 3 veces, los jefes de pantalla ya eran algo más molestos. Y en resumen, es un juego recomendable para vuestras retroconsolas, que por menos de 10€ según la oferta y la demanda, podríais adquirir en el mercado de segunda mano.



También hubo versiones de Dredd en Gameboy, Play Station de Sony, un poco agraciado arcade para salones recreativos a manos de Midway, y diferentes juegos para sistemas móviles y PC. Pero no he tenido la oportunidad de jugarlos, aunque es inminente que trate de hacerme con el ROM del arcade a ver si su pinta es tan mala como la jugabilidad.



Tras éste repaso para nuevos navegantes, o no, que Dios te bendiga Carlos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario