BUEN VIAJE CARLOS
Lamentablemente, el pasado lunes 01 de Octubre de 2018, fue un día triste para los aficionados de la ciencia ficción y el cómic, porque el mundo perdió a Carlos Ezquerra. Desde Tungsteno Dreams, mi más sentido pésame a la familia, amigos, y a todos los que somos sus lectores y admiradores de su obra. Y aquí, nuestro diminuto homenaje y muestra de cariño póstuma.
Para ubicar a aquellos que quizás no
les suene el nombre, Carlos Ezquerra fue un aragonés
universal, nacido en una década terrible para España, 1947, que
llevó el arte gráfico español a Reino Unido, convirtiéndose en el
co-creador del mítico Juez Dredd de 2000 AD, y de su
otro personaje más carismático, El Perro de Estroncio, junto
con John Wagner.
Como él mismo contaba en diferentes
entrevistas, cogió los lapiceros por primera vez en el servicio
militar, impulsado por un compañero que se sacaba unas perrillas
dibujando christhmas navideños y le animó a comenzar a dibujar.
Carlos comenzó su andadura como novato, dibujando para
pequeños libros de indios y vaqueros en Barcelona bajo el seudónimo
de L. John Silver, pero por aquél entonces el mercado del
cómic español no le aportaba lo suficiente, creativamente, y era un
sector muy limitado a publicaciones de tono ligero e infantil, otro
motivo que por suerte lo desplazó a aceptar trabajos a distancia
para editoriales británicas, en las que comenzó con series
románticas, y poco más tarde y casi por error, de aventuras. De ahí
pasó al tebeo bélico, donde por fin comenzó a cosechar éxitos con
personajes muy populares como su Rat Pack y el Mayor Eazy,
en la editorial Fleetway, la misma que llegado el momento, le
transmitió a Carlos su intención de crear una serie futurista sobre
un policía que a la vez era juez, y el resto, es historia. Carlos
viajó a Inglaterra, donde pasó diez años de su vida, y desarrolló
el icónico personaje que consolidó su carrera, junto a la del
guionista Wagner.
Durante su carrera, hubo otras muchas
obras como Bloody Mary,
War Stories, y apariciones estelares en El Predicador.
Siempre nos quedará uno de sus tebeos entre las manos para mantener
su recuerdo inmortal.
EL JUEZ DREDD
Juez Dredd irrumpe en la escena
en 1977, en un escenario futurista y decadente, Mega City, la
maxi urbe amurallada en medio del yermo radioactivo y post
apocalíptico en ninguna parte de los EEUU. Los jueces son la ley,
poder ejecutivo y legislativo, dan caza al criminal, lo sentencian, y
ejecutan la misma. Verdugos motorizados para mantener la paz y el
orden. Suena extremo, pero es que el humor negro y la acidez son
parte importante del cuerpo de sus historietas cyberpunk
llenas de violencia y sin compasión. Si un juez tiene que hacer
cumplir una norma de ciudadanía básica y tan importante como cruzar
por el paso de cebra y no por ningún otro sitio, ajusticiará sin
piedad ni emoción, sistemáticamente, a la anciana infractora con
todo el peso de la ley. Porque la ley está para cumplirla.
Su aspecto es de por sí suficiente
carta de presentación, y sobran las palabras. Soldados sin rostro,
siempre bajo un yelmo negro con aspecto de capucha de verdugo,
armaduras enormes con los símbolos de la justicia que nos recuerdan
a los imperialismos más recalcitrantes, y no impunemente, Mega
City es lo más parecido a una dictadura, y no, no es que el
argumento haga apología de los regímenes dictatoriales, si no que
es ficción crítica e hiriente hasta el límite de resultar
ridícula. Y ese es su encanto, porque Dredd no conoce el
significado de la palabra sonrisa, y por eso nos hace reír a los
lectores, porque es un personaje tan extremo que resulta
entrañablemente odioso, pero a la vez, es infalible, y queremos más
de él página a página, queremos verle impasible ante hordas de
pandilleros mutantes, siempre al filo de la muerte, con todo en
contra, pero él tira para adelante, estoicamente, con más pelotas
que cerebro, estricto y cuadriculado, con el único objetivo de hacer
cumplir la ley y sancionar al infractor, hasta el punto de ajusticiar
a su propio hermano. No se puede discutir con Dredd, él
es ese agente de policía local que te multa y no atiende a tus
súplicas del estilo “no
soy de aquí”, “no
llevaba las gafas” o
“sólo fue un minuto”,
y es que en el fondo, tú sabes que has infligido la ley, por
insignificante que halla sido el caso, y él, no va a ablandarse ante
tus súplicas mientras firma una receta de 100€. El desconocimiento
de la ley no exime del cumplimiento de la misma. Y todos nos lo
sabemos de memoria, maldición, asumamos las reglas del juego.
Pero si después de leer esto, si sois
neófitos en Dredd, pensáis que es una hilarante serie de
aventuras cyberpunk, o post apocalípticas, no cantéis
victoria, porque sí, cierto es que la estética, la distopía, la
mega urbe, la violencia, todo son elementos clásicos del género.
Pero en las historias de Juez Dredd hay mucho más y podremos
encontrar docenas de números con argumentos lisérgicos, dignos del
círculo de Lovecraft, en la que Dredd y los jueces han
de enfrentarse a criaturas ignotas y amorfas de lejanas galaxias. O
personajes tétricos y bizarros como el Juez Death, un no
muerto de una dimensión paralela en la que el delito es estar vivo.
Juez Dredd es un loco festival
de despropósitos CIFI sin límite, que no podemos tomarnos en
serio como si fuese la obra de Masamune Shirow, y que debemos
abrir concienciados de que nuestra intención va a ser pasar un rato
divertido, trepidante, grotesco, bárbaro y ante todo muy divertido.
El futuro convertido en exceso y esperpento.
EL JUEZ CONQUISTA HOLLYWOOD
La popularidad del Juez es mundial, y
pese a ser un cómic de origen británico, Norte América sucumbió
rápido a sus encantos. Hollywood no tardó en detectar las
posibilidades de un personaje como Dredd, y durante mucho
tiempo, se barajaron las formas y maneras de trasladarlo de la viñeta
a la gran pantalla.
Juez Dredd es encarnado por
Sylvester Stallone en 1995, en un film homónimo, dirigida por
Danny Cannon, director de poco éxito y menos aciertos. Y tal
vez por eso la película no fue lo que hubiésemos querido que fuera.
A priori, Stallone era el actor ideal para lucir mentón a
medio afeitar bajo el yelmo de juez, y había demostrado grandes
aptitudes para un papel similar unos pocos años antes en Demolition
Man, pero la ejecución de la película me recordó más a
fallidos intentos de conservar la esencia de tinta y papel como
Batman Forever o Dick Tracy, que a los tebeos. Stallone
fue nominado a los Golden Raspberry de aquél año, premio
nada honorífico al peor actor. La interpretación de Stallone
es egocéntrica y alejada del papel del juez, de hecho, a veces,
podemos llegar a olvidar quién protagoniza la cinta durante su
visionado, y confundirnos con otros de los míticos papeles del
actor. Si algo había bueno en la película, que nos hiciese
aguantarla de principio a fin, fue que por lo menos, y pese a que no
contó con el asesoramiento de Ezquerra ni de Wagner,
adaptó adecuadamente la historia original de los jueces, su entorno,
y su idiosincrasia, sin reinventar demasiados aspectos como ocurre
actualmente en la mayoría de productoras que tratan de adaptar
novelas y cómics al cine. Y digo adecuadamente, que tampoco es para
tirar cohetes.
Por lo que he podido leer al mismo
Ezquerra, la película en un principio estaba pensada para que
la interpretase Arnold Schzwarzenegger años antes, pero el
guión bailó entre productores demasiado tiempo, y Verhoeven
se adelantó con Robocop, personaje que cumplía con muchas de
las características de Dredd (policia, impasible, futuro
cercano distópico, etc..), lo que retrasó la idea más aún para no
estrenar películas que pudieran pisarse en taquilla, había que
dejar respirar al público antes de meterles con calzador otro
policía sin sonrisa que interpreta la ley al dedillo,
matemáticamente, sin excusas ni particularidades.
En 2012, Pete Travis estrena su
reboot Dredd, que no tenía nada en común con el
universo ni hilo argumental del film de Cannon, gracias a
Dios. El papel de Dredd cayó en la responsabilidad de Karl
Urban. En ésta ocasión, la película fue un acierto. Buenos
efectos especiales, estética cyberpunk, guión adulto y
maduro, y buenas interpretaciones. Pese a que no es cien por cien
Dredd, ya que a mi gusto la peli va “muy en serio”
y le falta algo más de humor negro, es una adaptación digna y
responsable. Pero el Señor le da pan duro a quien no tiene dientes,
y mientras que la anterior película, consiguió ganancias en
taquilla, ésta apenas cubrió los gastos.
Es curioso y frustrante el resultado
económico de taquilla, ya que en Dredd, los productores,
decidieron cuidar mucho más todos los aspectos, y a diferencia de la
anterior película, sí se reunieron con John Wagner para
limar aspectos de guión, y como recuerdo anecdótico, el mega bloque
donde se produce la acción del film, lleva el mismo nombre que el
restaurante donde se entrevistaron productores y guionista de cómic,
Peach Trees.
EL JUEZ EN PIXELS
Para finalizar mi pequeña entrada
tributo al Juez y su dibujante, recordaré el videojuego que
se comercializó para Super Nintendo, a coalición del primer
film de Stallone, y que por suerte para todos, resultó mucho
más divertido y efectivo que la propia película. El juego era un
plataformas del estilo Metroid Vania, con varios objetivos a
cumplir en cada fase, lo que nos haría ganar más o menos puntuación
al término de cada una. Los gráficos eran estilosos, y la
jugabilidad muy buena, a un nivel que me recuerda bastante a otro
éxito de las conversiones cine-consola como fue Alien 3.
teníamos la oportunidad de disparar diferente munición con nuestra
pistola de Juez, golpear cuerpo a cuerpo, y una vez derrotábamos a
los enemigos distribuidos por la fase, podíamos elegir entre
destruirlos o juzgarlos y detenerlos, un bonito detalle que marca un
poco la distinción del juego con cualquier otro plataformas. Si las
fases eran sencillas, según las habías intentado 2 ó 3 veces, los
jefes de pantalla ya eran algo más molestos. Y en resumen, es un
juego recomendable para vuestras retroconsolas, que por menos
de 10€ según la oferta y la demanda, podríais adquirir en el
mercado de segunda mano.
También hubo versiones de Dredd en Gameboy, Play Station de Sony, un poco agraciado arcade para salones recreativos a manos de Midway, y diferentes juegos para sistemas móviles y PC. Pero no he tenido la oportunidad de jugarlos, aunque es inminente que trate de hacerme con el ROM del arcade a ver si su pinta es tan mala como la jugabilidad.
Tras éste repaso para nuevos
navegantes, o no, que Dios te bendiga Carlos.
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