lunes, 2 de noviembre de 2020

EL REINO DE LA NOCHE, DE WILLIAM H. HODGSON

HALLOWEEN CIBERNETICO, PESADILLAS DE TUNGSTENO


Dije que volvería por Halloween, y así ha de ser, sin excusas, sin lamentaciones ni buuuh buhh de por qué he estado hibernando 3 meses en una cápsula especial, regreso engrasado y defragmentado, con un parche de actualización, nuevas baterías nucleares, y un antivirus de pago mensual en criptomoneda que me proteja del malware comercial y la procrastinación.

Tungsteno dreams entre en su tercer año y el wolframio debe fluir, es una orden.


Los críos del vecindario vienen a pedirme chucherias y yo les entrego pequeñas piezas de mineral, alguno perdió un diente al llevárselo a la boca, pero jamás olvidarán el sabor a galaxia lejana, ni el terror del futuro cercano carente de esperanza social. Sonríen mellados cuando entienden que ya saben a qué sabe el futuro.


Como si de una premonición se tratase, durante éstos extraños días que nos envuelven desde una primavera perdida que se ha eternizado como por culpa del calentamiento global, realicé un pequeño experimento de ocio social en mi amado Logroño, con los más pequeños de la familia, empleando la tecnología. Y nos animamos a llevar a cabo una yimcana disfrazada de escape room urbano, que indistintamente del nombre que le pongamos, fue una magnífica actividad familiar. Pero entonces, una de las pistas del juego, nos llevó a una pequeña calle de Logroño, del casco viejo, en frente del frontón de una iglesia bien conocida por todos sus foráneos, con una información que yo desconocía, una información tan real y técnica que no se como la había pasado pro alto en el pequeó universo de cuerdas que es la vida de cada uno de nosotros, enclenques sacos de hueso y carne con un software de obsolescencia programada por el gran programados, llámalo Dios, llámalo alien, llámalo I.A. Maestra; Un dato que había tenido delante de mis circuitos tantos años y que mi estupidez esnobista me había impedido constatar, que me pareció una señal, un error en la Matríz, un anuncio de Ubik. Yo, que hace 3 años decidí nombrar a éste mínimo y raquítico espacio del ciberverso que a nadie le iportaría un comino, Sueños de Tungsteno, y resulta que allí, en varias placas de una vieja casa, en una vieja pared, sin que nadie le hiciese caso, colgaban varias placas conmemorativas a los hermanos Delhuyar, Fausto y Juan José, descubridores del mal llamado Wolframio, que en realidad debe ser reconocido como Tungsteno. Que en 1783 descubrieron el elemento de la tabla periódica del que están hechos nuestros sueños.

Y entonces leí el código fuente, y las cuerdas que me unen al universo se tensaron en miles de millones de átomos chocando y produciendo energía, y supe que era el momento de regresar.


Y qué mejor mes que Octubre, mes de Halloween, del Shamaín, que tanto me gustó redactar el año pasado. El tercer año de Tungsteno Dreams debía empezar ya con varias entradas que unan el terror y el futuro.

Así que he enchufado mi Spectrum ZX Sinclair para contactar con lso espectros del ciber espacioe invocarlos a través del sonido de carga de la cassette, donde puedo oir sus lamentos, sus quejas, y sus remordimientos amenazantes. Tecleo Death "" y doy el salto.




Y precisamente es un salto lo que damos hoy en la pesadilla de Tungsteno, porque nos vamos a finales del siglo diecinueve y principios del siglo veinte, y contactamos con el atormentado fantasma de William Hope Hodgson, que gime de dolor en mi pantalla, en enormes sprites que arrastran flash en 5 colores, con un uniforme de guerra, en una trinchera.


Es un hombre fuerte que ha trabajado su cuerpo y se ha esmerado en esculpir su musculatura, atractivo, joven e intelectual. Sin duda una gran pérdida .

Me cuenta que nació en Essex, hijo de un reverendo anglicano, y que durante su infancia vió nacer a 9 hermanos más, y también vio morir a 3, de un total de 12 que formaron la familia.

No tuvo un hogar fijo, ya que su padre viajaba de parroquia en parroquia por la geografía británica, propagando la palabra salvadora del señor.

Me cuenta, con lentitud y la voz de 8 bits, que dejó los estudios para enrolarse a pequeñas embarcaciones marineras, y que el amor y el terror que la mar le infundaron desde su adolescencia quedaron para siempre grabados en su interior más profundo de su cerebro reptiliano.

Tras el fallecimiento temprano de su papá por cáncer, la familia quedó a dispensas de la caridad en una miserable situación de necesidad.

William huyó desesperadamente de aquello, a la mar, pasando de la sartén al cazo, ya que aquella vida no era mejor que la que su familia pudiera darle en tierra firme. A bordo de diferentes navíos sufrió el maltrato de marineros veteranos, se encargó de las peores tareas, pero nunca quebró su espiritu, y en sus ratos libres ejercitó su culto al cuerpo mediante el ejercicio físico, y una afición emprendedora y artística como la fotografía, que centró en inmortalizar la crueldad del mar, las tormentas, el oleaje, tifones, marineros enfermos y gusanos en el pescado muerto, auténticas estampas de pesadilla marina, naturalismo brutal, bodegones de muerte y miedo que a veces, como si el precursor de la novela gráfica fuese, acompañaba con poesía o breves relatos que deisen vida a la captura.

Y nada de aquello consiguió doblegar su alma cristiana y paciente de santurrón, dando siempre un ejemplar modelo de comportamiento, de caballero y héroe que tal vez absorbiese de los sermones de su difunto padre, obteniendo la medalla al heroísmo de la Royal Humane Society tras el arriesgado rescate de un marinero caído por la borda en aguas infestadas de tiburones de Nueva Zelanda.


Continúo su extraordinaria vida dedicándose al ejercicio físico, terminando por ser un reconocido y polémico culturista cuyos ejercicios y tablas físicas escandalizaron a la opinión pública en más de una ocasión y le enfrentaron incluso a una estrella del espectáculo del momento como Houdini.


Y en un absoluto empeño de engarzar el lema del mens sana in corpore sano decidió dedicarse a colaborar en la revista Grand Magazine con pequeños relatos de ficción inspirados por Conan Doyle y Edgard Allan poe.

La diosa de la muerte o El mar de Sargasso fueron algunas de sus primeras novelas que marcaron ya la identidad de un autor que crearía ficciones de terror inspiradas en leyendas paganas de países exóticos y terrores marinos. Un momento, mis bots spider de búsqueda y captura han ejecutado el algoritmo de búsqueda y un pop up holográfico frente a mi ojo izquierdo me está descargando en 9G toda la info disponible de un tal H.P. Lovecraft en el disco líquido. Tal es la importancia de William H.H. Que sin ninguna duda, el de Providence le debe gran parte de su inspiración y su admiración es manifesta.

Y continúo escribiendo, dejando sus títulos más recordados como la casa en el borde, un relato lisérgico que acercaba al lector decinónico a la locura y simulaba una experiencia desorientadora. O 1965, una sátira CI-FI de los horrores de la guerra y sus intereses.

Fuera de la tormenta regresó al terror marino, y los piratas fantasmas siguió por aquellos derroteros marineros.

Creó una serie de relatos cortos al más puro estilo best seller, protagonizados por un detective ocultista llamado Thomas Carnacki.

Y en 1912 publicó la obra que hoy nos va a robar el sueño, El reino de la noche.

Convertido ya en un prolífico escritor, se casó, se mudo a Francia, y comió perdices.




Estalla la primera Guerra Mundial, es llamado a filas en artillería, y todo su sueño terminaría en la cuarta batalla de Ypres, víctima de la munición enemiga.


Pulso el stop del reproductor de mi Spectrum, el ruido de carga cesa, gracias William, descansa en paz, debes saber que tu obra se ha convertido en una pionera del horror cósmico que después popularizó Lovecraft, que tus textos te han otorgado la inmortalidad, que Alfred hitchcock rescató a tu detective carnacki, y que algunos te recordarán como "El padre del tentáculo". Adiós.


TERROR DECIMONÓNICO FUTURISTA


Tras la sesión de ciber espiritísmo confío en que el eco binario de William descanse con calma y sosiego en los nodos libres de spam adecuados.

Estamos ante el pionero del horror cósmico, de un escritor prolífico de todo tipp de aventuras que van desde el western hasta la ciencia ficción, un imaginador nato que acumula en su mochila miles de puntos de experiencia, que son bajo mi estúpido punto de vista, la gasolina del alma el día que todo se termina. Cuando morimos y nuestra carne es pasto de los cuervos, el alma necesita experiencias acumuladas, vivencias, emociones, para emprender su viaje al siguiente reto. Y para eso, no podemos pasar por la vida como un objeto, la vida nos la dan para vivirla. No hace falta que seamos celebridades, ni alcanzar el éxito, porque el fracaso, el dolor, el sufrimiento, el remordimiento, también otorgan experiencia. El hambre, el odio, la tristeza, la pena, todas son gasolina para el alma.

Hay que crear, hay que destruir, hay que pensar, plantearse las cosas, discutir, rebatir, dudar, equivocarse y acertar, dañar y sufrir...

William llevaba el depósito lleno como podemos comprobar tras su invocación, seguro que ha trascendido.


Recuerdo el día que entré a la category killer literaria de aquella brutal mole comercial de periferia, hambriento de un nuevo relato que leer, y vi aquella portada.

Oh cielos, otra vez, ¿cuántas veces me he dejado engañar por la portada? Ni que las hiciese Azpiri (guiño, guiño). Pero aquél tocho tenía una especie de Chtuhlu dibujado, pero el nombre de H.P. No salía en ninguna parte. Lo sostuve, leí la sinópsis de turno ideada por un experto en teletienda, y me lo llevé a caja, donde el dependiente me dijo "Acaba de llegar y le tengo muchas ganas".




El reino de la noche, un libro atípico, con sus luces y sus sombras, a fin de cuentas, un libro de otro siglo.

Comenzaré reconociendo mis limitaciones con Edgard Allan Poe, habiendo leído un par de antologías suyas, mentiría si me declarase fan, y vuelvo a lo mismo, naftalina en el armario, el olor de la casa de la abuela, literatura de otra época que no carente de talento, a mi, no me completa.

La brecha estilística se me hace muy grande, es exactamente lo mismo que el cine en blanco y negro, los ritmos, los planos, la dinámica me impide acomodarme ante el relato. Sí, justo es eso, llego totalmente convencido de disfrutarlo, pero estoy incómodo, en posturas que hace que se me duerman músculos del cerebro que no conocía, a una velocidad de frames en la que un caracol me parece tiempo bala como si fuese Neo, y entonces una mosca, el ruido del aire en mis cañerías o el timbre del vecino me sacan de la ficción.

Y eso me pasó con la mayoría de relatos de Poe e incluso con varios de H.P. Pero trato de quedarme con lo positivo, con el germen de su relato, con la intencionalidad, porque estoy predispuesto a disfrutarlo por alguna de sus esquinas, y a final, el conjunto, como es el caso de H.P. El universo que crea al rededor de dos chuminadas bien planteadas, pesa más en la balanza que sus cadencias aburridas y la petulancia decimonónica, que por aquél entonces, sería la hostia y la moda, pero que en el siglo veintiuno, yo, no lo veo.

Hay algo por lo que nos gusta, eso está claro, no lo estoy desacreditando ni destruyendo, pero está descontextualizado a nuestra actual forma de consumir, y considero que eso es una realidad, y que por tanto, son obras que requieren de un esfuerzo pese a su grandeza, como lo requieren Rinconete y Cortadillo o la obra de Bequer.


No obstante, llegué a casa y comencé a leer aquella engañifa marquetiniana lovecraftiana que después resultó ser la piedra angular de todo lo posterior.


Según los que saben (que no seré yo), la obra se etiqueta bajo el subgénero "tierra moribunda" por algunas características que comentaré en un momentito. Pero a mi, se me hizo más bien una aventura ci-fi de a duro muy larga, con semillas de horror cósmico, un puntito Burroughs, porque como decía antes y no creo equivocarme, la "moda" o la tendencia, los "topics" de la ci-fi de aquél entonces, incluían tierras extrañas y criaturas más extrañas todavía, encuadradas en un marco aventurero.


Comencemos, siglo XVII, la inglaterra con más flema de todas, nuestro joven protagonista burgués se enamora locamente de la doncella más emperifollada de la barriada, lady Mirdath, y comienzan las primeras páginas de la novela en un tono inocentón y goloso de novela romántica, narrándo las prácticas de cortejo más políticamente correctas y peripecias dignas de sainete para conseguir el corazón de la mujer amada que continuamente se hace de rogar.

¿Qué diantres estaba yo leyendo? Mi esperanza se evaporaba mientras leía auténticas pamplinas pegajosas y empalagosas de otra época, con un estilo pseudo poético que los expertos atribuyen, inspirado por John Milton para la ocasión.

El prota, llega a disfrazarse de jovencita, con sus enaguas y su vestido, para poder espiar más de cerca a su amada platónica e inalcanzable. Yo no tenía muy claro a esas alturas por qué la portada traía un primigenio de Hacendado dibujado.


El caso es que a unas cuantas páginas, y sin hacer spoiler, ocurre "el suceso" (no me apetece contároslo porque estaría mal por mi parte, aquí os dejo el cebo) y nuestro protagonista, que estaba sumido en la desesperación y el desamor más profundos, sufre un "salto", "viaje astral", "viaje dimensional", llamadlo X (muy apropiado el recurso, ya que la versión corta de la novela fue titulada El sueño de X), pero el caso es que se planta en una reencarnación consciente de él mismo pero en un futuro muy, muy lejano.


Un futuro en el que la humanidad que ha sobrevivido al ocaso del sol (suceso que se dice tomó de las acertadas teorías científicas de Lord kelvin), viven en una macro ciudad piramidal en medio de un erial donde la noche es permanente a raíz de la muerte del astro que irradiaba calor y vida a la Tierra en tiempos mejores.

La ciudad, se nutre de una serie de energías "telúricas", lo que provee de energía para la electricidad, el calor y toda necesidad a sus habitantes, y aquí tenemos el primer punto interesante dentro de ésta fantasía desmesurda de ci-fi.

Hodgson se adelantó a su tiempo mediante la ficción, adelantando las posibilidades de energías sostenibles y alternativas.

Esta mega urbe piramidal con una base de 5 millones y pico de millas, que tenía 1320 plantas, y cada planta era una ciudad en sí misma, y cada una se dedicaba a diferentes actividades de substintencia, como la agricultura, la ganadería, la química, la balística, etc...

Es interesante dentro de la descaballeda aventura que iba a vivir el protagonista, el esfuerzo de creación de munbdos de William al detallar la organización de ésta nueva sociedad humana futura en una unica ubicación hipertecnológica y de tan pantagruélicas dimensiones. Algo tan titánico y colosal que podría haber inspirado la mítica R'lye.


Esta magnífica construcción, que también veremos en la obra que disponde de enormes plantas subterráneas a parte de las visibles en el gigantesco poliedro, estaba aislada en medio de un erial oscuro, un yermo, habitado por tribus de sub-humanos y monstruos mutantes, engendros de toda indole, que suponían la mayor amenaza para la supervivencia humana. Pero claro, los humanos de ese tiempo futuro, supieron como crear sus defensas, y gracias a la mística energía que obtenían del interior de la tierra, pudieron establecer un campo de energía defensivo letal para las criaturas hostiles, e incluso unas armas llamadas discos, que son una especie de alabarda metálica, en cuya asta se generaba un disco de ésta energía natural, similar a un plasma o un laser, capaz de cercenar cualquier hueso y cortar en rebanadas cualquier metal.

Aludiendo un leve mensaje ecológico, la invención de éstos discos incluye la característica de que cuando su portador fallece en combate, la energia de su alma, y la del disco, son absorvidas por la tierra de nuevo, pasando a formar parte de el ciclo ecológico natural en el que el hombre toma la energía para su uso pero después la devuelve.


Sin embargo, hay algo peor que las bestias del yermo, algo mucho mas temible, algo que ya convierte el mundo imaginado por Williams en un innovador relato que germinaría en sus futuros lectores, Los observadores, cuatro seres antiquísimos, tan grandes como montañas, de posible origen alienígena, que ubicados cada uno en un punto cardinal, vigilan la gran pirámide, esperando el momento exacto en el que su energía procedente del interior de la Tierra se desvanezca. Esos cuatro monstruos colosales, son sin ninguna duda, la semilla de los dioses primigenios lovecraftianos, y de ahí venía el ser tentacular de la portada.




Nuestro burgués protagonista, teletransportado a éste futuro decadente y peligroso, sufrirá, una vez aclimatado a su nueva vida reencarnada, una llamada de auxilio telepática, y es que la telepatía será una de las principales nuevas características de la humanidad evolucionada en éste lejanísimo futuro sin esperanza. La llamada de auxilio proviene de otra mega ciudad lejana, otra pirámide, más lejana, construida hace eones por una expedición de colonos que partió de su misma mega ciudad. Y esa llamada despierta en su interior las emociones más intensas que hubiese sentido en otra vida, y es que no será otra la llamada de auxilio, que la de su amor, también reencarnado, pidiendo socorro, un a necesitada petición de ayuda de vida o muerte, y aquí comienza la heróica aventura que el libro plantea en realidad más allá de los contados factores de interés ficcionado de la novela, de los que cabe destacar también algunos portentos de la química alimenticia imaginados por Hogdson como las tabletas nutritivas instantáneas, que en realidad, se acercan a los alimentos deshidratados actuales y los complementos energéticos.


Se preparará una expedición de valientes que acompañen al caballeresco príncipe azul por el yermo, y es que de aquí en adelante la novela es una epopeya clásica de romántica aventura que no se salta ni una sola característica del pastiche. Nuestro héroe recorrerá (y me imagino el típico mapa de película en el que vamos trazando una línea que cruza territorios cartografiados con todo detalle) la carretera de los silenciosos, la montaña de la voz, el palacio oscuro y otros lugares de alto abolengo dignos de aventura artúrica, tan, tan del romanticismo post gótico, tan de gran aventura isabelina, tan.. de a duro!.

Y por supuesto se enfrentará a horribles sub humanos simiescos, a artrópodos insectoides de tamaño descomunal, cruzará ríos de lava, cavernas sin fondo, pozos de oscuridad infinita, pantanos de vapores ediondos, y mientras yo leía semejante topicazo, le cogí el gustillo imaginándolo todo como uan de aquellas maravillosas películas de mi infancia en la que el stop motion de Ray Harryhausen me tenía pegado a la pantalla. Y sí, ciertamente éste recurso imaginativo me funcionó, porque desde que lo puse en práctica, empaticé con la época del autor, el momento en el que se escribió, y que algo así, igual que en el cine de aventuras de los 60 y 70 fue necesario, también debió serlo previamente en la literatura de ciencia ficción de principios del siglo pasado para llegar a donde estamos hoy, y me pareció bello, entrañable y puerilmente divertido.


El rescate de la amada indefensa en un mundo cruel lleno de criaturas peludas de varios miembros terminados en protuberancias tentaculares, garras, y cualquier otro apéndice hiriente, tan casposo como achuchable.


Así que amigos del Tungsteno, si buscáis algo lovecraftiano, o buena ciencia ficción "actual" (incluyo desde los 80 que es donde comienza mi nucleo duro cyberpunk), ésta no es vuestra novela, pero si queréis conocer de primera mano la obra que plantó muchas de las semillas de un género tan popular como el horror cósmico, y uno de los acercamientos más precoces de la ciencia ficción y el terror, aunque está mucho más hermanado con John Carter de la Tierra, quien posiblemente, también le deba mucho, o no, ¿quién lo sabe? debéis darle una oportunidad.

 Yo no se nada, solo se que estoy terminándome una Aventinus de 8,5% muy rica que antes de la comida ya me está dejando algo nockeado, que tal vez encontréis fallos de escritura y aprovecharé la coyuntura para echarle la culpa a la cerveza, y que éste mes de Noviembre voy a proseguir con el ejercicio de subir entradas que mezclen la ciencia ficción y el terror en celebración del Halloween más raro de nuestra historia.

Quedaros en casa en medida de lo posible, no salgáis de rave ni esas mierdas, ni participéis en absurdas revueltas populares carentes de ideologia con el vandalismo como único objetivo, coged un buen videojuego, película, cómic o novela de ciencia ficción, y disfrutad seguros.

Corto y cambio, hasta dentro de unos días, palabra.

¡He vuelto!

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