martes, 14 de abril de 2020

LA CABALGATA DE LOS MENDIGOS, POR NANCY KRESS



VIRUS, PANDEMIAS, JERINGUILLAS Y GENETICA POR NANCY KRESS


Buenas noches amantes del tungsteno, puede que estéis durmiendo ahora mismo en vuestros futones, vuestras cámaras hiperoxigenadas o en el ataúd de un hotel cápsula. Con la holopantalla de fondo, o la red neuronal pasiva conectada con vuestra emisora web favorita sondeando vuestro subconsciente para seleccionar la canción ideal que más beneficie a vuestro estado REM.
Y si ese es el caso, con nocturnidad y alevosía, vengo a colarme en vuestras mentes, como Papá Noel por la chimenea, con la intención de haceros soñar glitches de colores no existentes, de luminosidades cegadoras, a pixelar vuestra realidad y alejar las pesadillas como un souvenir navajo colgado sobre el cabecero. Soñemos todos juntos en la singularidad binaria.

Hace ya un mes que no me colaba en vuestras nocturnidades cerebrales, porque sí, hace un mes, estaba, ganándome el jornal con mis máquinas, igual que ahora mismo, aprovechando el tiempo libre del turno de noche, mejor pagado y menos exigente, y la última vez comenzaba con un aperitivo de lo que ibamos a vivir, la distopía actual. Aquella noche, lo escribía desde un pequeño “bunker” subterráneo, no es broma, hoy lo hago desde un no más grande apartamento en el último piso de una golosa y atractiva mancomunidad de extrarradio hecha en pladur y materiales baratos que camufla con su piscina y su pista de padel la precariedad de quienes aquí habitamos.
He sobrevivido al virus, sí, no es broma, yo, que cuando me preguntaban qué opinaba al respecto yo caí en ese error del que siempre me hago eco de “problemas de gente que no conozco y viven muy lejos”
¿China? ¿Un virus nuevo? No se, está muy lejos, y en China tal vez las condiciones de higiene de ciertas áreas industriales o rurales no sean óptimas, dudo que lleguemos a unos extremos tan críticos como los suyos”
Menudo cuñado estoy hecho, y así, a boca llena, cómo un fan de las distopías como yo quiso creer que ésto no podría ocurrir, y quise creerlo mintiéndome a mi mismo, y a mis seres queridos, por tanquilizarles, por no ser un becerro más comprando toneladas de papel higiénico y latas de fabada que no comería nunca ni en 50 confinamientos seguidos. Pero qué mentira más piadosa que me hace sentir ahora tonto, arrepentido y me ha devuelto a mi lugar, recordándome lo ignorante que soy y lo honesto que es saberlo. Yo, el lector de las docenas de historias del futuro cercano con contexto social, obvie la aldea global. ¿A caso un virus tiene que sellar el pasaporte al pasar de un país a otro? Que bobo he sido.
¿Conspiraciones? ¿Evolución natural microbiológica? ¿Guerra contra el enemigo invisible? Ya qué más da. Es el momento de tirar para adelante, de sobrevivir o no, y no es frívolo no, mi padre lleva 22 días enfermo, la mitad hospitalizado, mi madre lo ha padecido en casa al menos, yo también, y sin embargo “mal de muchos consuelo de pocos”, no me alegra el alma, porque la globalización se ha colado en mi, el concepto me ha calado de píes a cabeza, y me preocupan todos los padres, madres, hijos, nietas, sobrinas, primos, cuñados, amigos, jefes, vecinas, de todo el mundo que no conozco, de todas aquellas personas que no se ni cómo ni dónde viven, y puedo imaginarme su miedo, su angustia, su sufrimiento y sus pérdidas, y es una mochila emocional terrible.

Pero ¿qué somos? ¿el centro del universo, el no va más de la creación? ¿tierra moldeada por Dios a su imágen y semejanza? Somos lo mismo que el COVID-19, una forma de vida, sin más ni menos protagonismo en el cosmos, pero con un handycap, tenemos emociones.
Y ésto, liga perfectamente con el libro del que hablaremos hoy.
Se ya hoy, si algo he aprendido, tras 15 días de fiebre y otros 15 de “cuarentena” y lo que nos queda de reclusión por las normas sanitarias gubernamentales que intentan hacer lo mejor posible, lo logren o no, por salvarnos; Lo que he aprendido digo, es que ésto es sólo el principio, y que el futuro es ahora, y que dentro de un poco se cumplirán 100 años de la última gran guerra mundial, y 100 años es mucho tiempo, y que o la sociedad entera cambiamos nuestra mentalidad, y hay una revolución de conciencias, o todo lo leído en obras de ciencia ficción será una minucia comparado con la realidad venidera, y son variables que no podremos controlar, en manos de los que nos controlan.

He mutado de la mentira piadosa y optimista, a la asunción pesimista y dramática, porque ya me lo creeré todo.

Hoy vamos a poner punto y final a una trilogía de la que ya hemos despachado el 66,6%, la llamada Trilogía de los mendigos de nuestra entrañable y adorada e inteligente Nancy Kress, con el volúmen final del bio-culebrón, La cabalgata de losmendigos.

Para no ser cansino y llenar de paja la entrada del blog, recomiendo ir al punto en el que dejamos las cosas con Nancy y Mendigos en Españay Mendigos y opulentos en éste nuestro hogar virtual, Tungsteno dreams, y tras haber hecho memoria, y ponernos al día, comencemos.

CLASES SOCIALES Y PROBLEMAS SEMI HUMANOS, EL FINAL DEL CUENTO


Nancy nos lleva a la evolución de su futuro cercano bien construido, pasito a paso, tras tacos de hojas leídas, que no se ha construido en un día, de un capítulo a otro, si no tras vivir junto con la familia Camden y los Insomnes como cambió la sociedad a medida que los avances genéticos se ponían a disposición de los ricos y pudientes. Del mismo modo, como en la vida misma, a medida que pasaban décadas en la historia dinástica de los Insomnes, la tecnología genética fue abaratándose y poniéndose a disposición de mayor parte de la población, los auxiliares, mientras que la población que ocupaba el piso menos importante de la pirámide, los vividores o mendigos, tiraban para adelante con escasas posibilidades pero las necesidades cubiertas por sus gobiernos.
Y poco a poco teje una plausible red social futura, un nuevo sistema económico y político en un futuro cercano tecnológicamente avanzado, en el que el primer mundo alberga micro terceros mundos.




El mundo no ha dejado de girar desde el segundo y último libro, la humanidad se acostumbra a su nueva condición genética de humano 3.0, en un mundo en el que no hace falta ingerir nutrientes, comer, y el hambre ha sido mesiánicamente abolida por los Superinsomnes liderados por nuestra querida Miranda Shariffi. Una sociedad en la que ya no hay enfermedades porque el limpiador celular está en el ambiente, en el aire que respiramos, una especie de nanotecnología biológica de diseño y laboratorio, más creíble casi que la robótica, ya que de primeras, los microorganismos ya son minúsculos e invisibles a ojo humano de por sí, pudiera (desde la ignorancia) ser más fácil y accesible crear nuevos microorganismos que maquinas microscópicas ¿no?.
Visto así parece una utopía, no una distopía, pero la realidad es que para que unos vivan bien, otros han de vivir no tan bien, pese a que los Superinsomnes llevan décadas tratando de consumar una misión filantrópica global que logre que los humanos no mejorados genéticamente no tengan que depender de los mejorados, y la balanza social se equilibre para siempre. Un objetivo tan ambicioso y loable, que hará que nuestra niñita de pelo alborotado y cabeza de melón deforme, Miranda Shariffi, sea considerada una especie de nueva Vírgen María entre los vividores, que la rezan y la piden milagros en forma de jeringuillas y nuevas medicinas que alteren sus sistemas y sus cadenas de ADN. El nuevo maná, el nuevo milagro de los panes y los peces, del agua en vino en Canaan, serán inyecciones, ampollas, y jeringas hipodérmicas con milagrosas pócimas quimicas capaces de sanar y otorgar la felicidad a todas esas pequeñas cobayas humanas plañideras, parasitarias y palurdas que claman al cielo pidiendole milagros a la carta a los Superinsomnes alojados en su base lunar. Los milagros son ciencia, y los rezos son emails. La analogía me chifla, porque por muchos mails que los vividores envían a la base lunar súper insomne, Miranda no responde, y eso, la envuelve en ese halo de misticismo que la ubica entre el mito y la realidad entre quienes la escriben suplicando el milagro en forma de inyección para ellos o sus hijos, Dios no responde, sus rezos virtuales van a Spam, porque Dios, no está para atenderte a tí, Dios está...no se, a otras cosas tal vez … ¿Qué es Dios? Ufff, este salto me alargaría demasiado la entrada, voy a hacerme el sueco y a continuar con la novela y lo que conlleva.
Bueno, en su papel de Dios, Miranda, dejará de distribuir gratuitamente sus productos químicos, los bálsamos de fierabrás y panaceas que permiten a los humanos convertirse en esa nueva especie que se alimenta del sustrato terrestre y la luz solar de forma dermal, y que no padece enfermedades porque el limpiador celular las elimina en sus sitemas. Dios, digo Miranda, se ha dado cuenta de que no debe interferir en la evolución humana abiertamente, y eso, hiere a la población “cambiada” procreadora, porque sus hijos e hijas, carecerán de las llamadas “inyecciones del cambio” que los superinsomnes estuvieron repartiendo como chucherias con la mejor de las intenciones, hasta que parecen darse cuenta de los problemas que conlleva dirigir la evolución humana.
Dios ha dejado de hacer milagros.

Es decir, pese a la buena intención de los Superinsomnes, no ha habido un equilibrio de clases en la humanidad, si no lo contrario.
Recordemos uno de los mensajes de la saga, que rezaba algo a cerca de que en la ecología de la sociedad, todos los seres cumplen una función y se complementan, ya que el parásito en el lomo del rinoceronte, aparentemente solo trae males y problemas al rinoceronte, pero allí, en el lomo del mamífero, chupándole la sangre, está al alcance del pico del ave, que va a arrancarlo de allí, lo va a devorar, y lo defecará después, abonando la tierra y colaborando al crecimiento de un vegetal, que alimentará al rinoceronte. El círculo se cierra, todos tienen un papel.
Pues tanto jugar a ser Dios, tanto querer traer la alegría y la felicidad a la humanidad, tanto querer sacarle las castañas del fuego a los más desfavorecidos, lo único que logró fue que los vividores, que anteriormente en la saga eran votantes, aunque no tuviesen empleo y viviesen de subvenciones estatales, daban votos a los auxiliares que gestionarían sus cantones, los bienes que recibirían, en un pequeño ejercicio controlado de comunismo dentro del capitalismo auxiliar, al ya no necesitar alimentos, ni medicinas, dejaron de votar, y aquella pequeña “democracia” dentro de otra “democracia” dejó de tener sentido, y el sistema colapsó, y los vividores se convirtieron en una especie de nómadas al márgen del sistema, tribus anarquistas que se juntaban en comunas, con sus propias leyes, sus guerras internas, y nada que hacer, potencialmente grupos de vagos y maleantes sin problemas que resolver por todas las zonas rurales de la nación.
Lo único que aún padecen es el frío del invierno, lo que les convierte en nómadas en caso de no disponer de fuentes de energía Y para calentar sus comunas, y ahí está lo que los auxiliares tienen y ellos no, energía, ese es el elemento de la discordia, el cetro de jerarquía dominante, si los vividores no aceptan el sistema auxiliar, no habrá energía gratuita para ellos, porque no son individuos censados ni forman parte del sistema. La energía es lo que los pobres no tienen, con lo que no son tan “vividores”.

LOS PROTAGONISTAS, VIEJOS Y NUEVOS CONOCIDOS


El bienestar para el pueblo, un desequilibrio maslowiano absoluto, el deseo mal decidido concedido por el genio de la lámpara que degenera en una crísis existencial severa, ya que ¿si no necesito nada, que todo me lo da la ecología? No enfermo, no paso hambre, no tengo que trabajar para nadie que no sea yo mismo y yo mismo no tengo una economía, un sistema, una sociedad, ¿Qué hago con mi vida? El nihilismo se apodera de gran parte de la población. Los vividores se convierten en una caricatura esperpéntica de ellos mismos, en el parásito que no aporta nada a la ecología, no come de nadie, nadie se lo come, no crea, no destruye, no forma parte de ningún ciclo, humanos en punto muerto, nuevos aborígenes post capitalismo sin metas, vivir para holgazanear. Menudo un sueño hecho realidad, la jubilación desde el nacimiento.



Y ahí están Vicky y Lizzy, de nuevo, nuestra auxiliar rebelde y la pequeña vivdora que quería ser auxiliar, dos raras avis de sus entornos, la sinergia de dos protagonistas que como el perro y el gato se retroalimentan, desnudando los puntos débiles de sus sistemas y sus personalidades para concoer sus vulnerabilidades y blindarlas. Encarnan una lucha de clases continua, que aún así cohabita, muy en la idea que extraigo de la saga imaginada por nancy Kress sobre las ecologías sociales, una no puede funcionar sin la otra.
Lizzy ha crecido, es adolescente, y madre. Mamá de un bebé que no ha recibido la anhelada inyección del cambio, que antes de su parto llovían del cielo practicamente por la generosidad de Miranda Shariffi y los Superinsomnes, pero que ahora, escasean. Lizzy ha parido un humano normal, anticuado, obsoleto, que tiene que comer, cagar, mear, dormir, y que puede enfermar porque su sistema inmunológico es primitivo y no está modificado genéticamente.

Mientras, los auxiliares, residen en acomodadas zonas residenciales selladas, confinados en el confort y la seguridad, los apartamentos “full equip” de alta tecnología, desarrollando labores para grandes multinacionales dirigidas por Insomnes, o para los gobiernos, marionetas de los Insomnes igualmente.
Como el imperio romano, viven una decadencia opulenta que impulsa a los auxiliares a comportarse de formas excéntricas, consumir drogas en ejercicios sectarios de espiritualidad en una burla de lo hippie, consumar prácticas sexuales abiertas y desordenadas, y cualquier cosa que sea una nueva moda que les entretenga, porque eso es de lo que carecen, de una visión objetiva de las recompensas que ofrece la vida, porque lo tienen todo. El vicio se convierte en la argamasa que tape sus agujeros existenciales, y será bien visto y aceptado por la sociedad, como un neo boom youpie del éxito y al extravagancia. Todo es poco. Viva el desfase.
Y allí encontraremos a Teresa y Jackson, el otro dúo protagonista de la novela, nuevos personajes en la ecuación para el gran final. Ella, Teresa, un personaje emblemático cargado de simbolismo, encarnación de valores y defectos hasta un extremo tal vez pedante, abusivo, que no es más que la culminación estilistica de creación de Nancy Kress, que en un incresccendo sin frenos, tras haber creado a Miranda Shariffi, que es ciertamente deforme físicamente y tiene serios problemas para socializar con otros insomnes o humanos debido a su alto cociente intelectual que es su don y a la vez su maldición; o el soñador lúcido, que podía hipnotizar a miles de personas con sus conciertos holo musicales que alteraban el estado del subconsciente, pero que era paraplégico; Nancy riza el rizo de los súper personajes profundos pero tarados con Teresa, en ese ejercicio famosamente Tolkieniano de cargar toda la responsabilidad en el más débil para demostrar que todos podemos ser héroes y que no se debe menospreciar a nadie, sean cuales sean sus limitaciones.
Teresa es un personaje frustrado con un único objetivo en ésta sociedad nihilísta y vacua, carente de valores, y es encontrar su sitio, dar sentido a su vida, entender la existencia. Teresa, durante su proceso de fecundación in vitro, sufrió una incidencia o negligencia médica, y en vez de ser el bebé precoz y super dotado que sus padres esperaban, pues, nació sin alcanzar las cuotas intelectuales pagadas a la carta por sus padres, es una humana defectuosa a fin de cuentas, el patito feo, una plane Jane. Y es esa desventaja que sufre lo que la hace ser diferente al resto de auxiliares, loq ue la hace pensar de forma individual, de no sentirse pertenecer al rebaño, es una pieza de puzzle sin hueco. Teresa tratará de entender su sociedad, la religión, a los auxilaires y a los vividores, encarnará la única persona sobre la faz de la Tierra que parece ser capaz de darse cuenta de las brechas del sistema, una punta de lanza en manos de nancy kress, que ya insisto, ha creado a la paladina absoluta en un cuerpo frágil y enfermo.
El recurso en sí, ya me cansa un poco a nivel personal, Nancy lleva toda la saga jugando a lo mismo con sus protagonistas, pero ya ha decidido poner toda la carne ene l asador con Teresa, es como un orgasmo creativo de sus tópicos personales y sus técnicas, una erupción de valores demasiado forzada, pero bueno, opinión personal.
Gracias a eso, Teresa, va a ser el rompehielos de un buen puñado de cuestiones filosóficas y morales sobre las que reflexionar. Pero que a mi gusto, ralentiza y hace mucho más pesada ésta tercera entrega de la saga. Teresa es un coñazo de personaje.

Jackson, el hermano de Teresa y su tutor legal, es un buen hombre a la sombra de una mala mujer, su exesposa Cassie. Enredado en una relación tóxica en la que Jackson es el juguete de ella, una femme fatal avariciosa y casi psicópata, guinda del pastel de la crísis existencial que rampla en la población auxiliar, es un hombre sin voluntad, débil, llamémoslo incluso si queréis calzonazos, pero no de llevar las bolsas de la compra comod ecía El Fari, no, no en ese aspecto casposo, si no calzonazos a niveles de ser víctima de maltrato psicológico y bulling por parte de Cassie y tolerarlo
, hambriento de una nueva galletita de su ama en forma de sexo por haber sido un perrito faldero obediente. Jackson es un hombre doblegado, que poco a poco lucha contra la tirania de su pareja. Es esclavo de Cassie y su influencia.

NUEVAS VUELTAS DE TUERCA, Y VISIONES DE LA REALIDAD


Nancy nos proponía el siguiente dilema en los comienzos de la saga:

Si ves un mendigo en España, y decides darle una moneda, ¿qué harás cuando el resto de mendigos vengan a pedirte lo mismo? ¿les darás una moneda a todos?”

A mi en su día me sonó a aquello de :

te voy a dar la caña para que pesques, y te enseñaré a usarla, porque es mejor que darte yo un pez cada día”

Vaya, que darle la “jeringa del cambio” a los vividores y auxiliares, no logró que emprendiesen una mejor sociedad, si no que paralizó las que tenían porque ya no tenían que preocuparse de nada más. Miranda les solucionó unos problemas, pero no sirvió para que se los solucionasen ellos mismos, por eso rezan con emails a la superinsomne rogándole más inyecciones, porque no saben de qué otra forma afrontar los problemas de sus nuevos vástagos, vulnerables a los designios de la naturaleza y la evolución. Sólo los superinsomnes son capaces de desarrollar esa tecnología genética a la que todos se han acostumbrado. La humanidad completa se ha acomodado.

Así que el nuevo mensaje en el final de la trilogía, creo (habrá múltiples diserciones tan válidas o mejores aún que me gustaría escuchar) que gira en torno a :

No es un sólo individuo quien debe darle una moneda de su bolsillo a todos los mendigos, pero si cada uno de los que tenemos una moneda, le diésemos sólo una a cada mendigo, dejaría de haber mendigos

Es decir, no podemos esperar que Dios, o una sola persona solucione nuestros problemas, como sociedad, debemos solucionarlos entre todos. Eso, evitaría que fuésemos una sociedad dependiente, si no una sociedad con iniciativa, una sociedad global, empática, generosa, con visión de comunidad, con esa visión que como rezaba en la introducción, nos ha faltado en la realidad para entender lo que estaba ocurriendo en China en nuestra realidad y que nos ha estallado en la cara a medio mundo. Los problemas del mendigo, son nuestros problemas, y si no los solucionamos, generará nuevos problemas.

Compartir lo mínimo para obtener lo máximo.

La idea de ecología social global. Deberíamos de coexistir en un intercambio justo que ya anunciaba en las novelas anteriores Nancy con el yagaísmo de su personaje Kenzo Yagai, que abogaba por la simbiosis del intercambio perfecto, dar y recibir de forma constante, un flujo continuado de esfuerzo recompensado.
Cómo la máxima capitalista del “máximo beneficio al mínimo coste” podría aplicarse a todo, de forma global, sin excepciones, lo que implica que por muy poco por parte de los pudientes, se obtendrían máximos beneficios sociales a nivel global. Que no hace falta una Miranda Shariffi, en un trineo dorado por el cielo remolcado por pegasos lanzando inyecciones de la pócima de la inmortalidad para que el mundo esté bien, si no un poco de cada uno de nosotros, sólo un poco, para que todos tengan lo suficiente para estar bien. Utópico sin duda, teniendo e cuenta que esta teoría podría ser desmantelada en cuanto un sector quiere más o no está conforme con el trato. Y eso es lo que les pasa a los vividores en la cabalgata de los mendigos.

Llegado el punto álgido de segregación de clases entre auxiliares y vividores que propone La cabalgata de los mendigos, casi que emulando los prolegómenos de la revolución francesa o la bolchevique, porque los vividores están pariendo hijos “normales”, y les falta como dijimos calor, energía Y, y la solución, en vez de pasar por crear un sistema de intercambio con los auxiliares, como promueve el yagaísmo, deciden que es mejor quitárselo, robar a los auxiliares la energía Y de la que les están privando por no formar parte de su sistema prefabricado. En vez de crear una solución sostenible del problema, deciden dar una solución conflictiva a corto plazo. La metáfora está ahí.
Si suplicar como pedigüeños a Miranda Shariffi no funciona, el perro morderá la mano que le dio de comer.

Pero como no, Nancy nos pone otra mesías, otra visionaria, la pequeña Lizzy, la única vividora que cree que tiene que haber otra solución, la loca de remate, la pastora.
Y en paralelo, Jackson, médico, auxiliar, hermano de Teresa, va a representar el cambio en los auxiliares.
Iluminados de a píe que se dan cuenta de que la sociedad está obligada a cambiar si quiere salir de su crísis.



Religión y lucha de clases, esos son los caballos de troya. De una forma muy cristiana, el sufrimiento de la vida es motor de superación de nuestras limitaciones, sin dolor, sin sufrimiento, no vamos a superar la vida. Y digo que es muy cristiano, porque Miranda encarna la figura de Dios, en todo momento, a la que todos los pecadores suplican una solución, pero el pecador debe aprender que la solución está en su mano, a su alcance, aceptando sus fallos y mejorando como humano, lo que al final, le dará la recompensa de la vida eterna claro, sin recompensa, nadie mueve el culo.

EL MAL COMUN

Puestos en éste escenario, con esas premisas, y esos asuntos entre líneas, booom! Llega la acción, el rock'n`roll, (pequeño y necesario spoiler) los Insomnes y su venganza, mamá Shariffi, inmortal, inteligente, sale de la cárcel, ha cumplido con la sociedad, y tiene ganas de liarla.

En un fake news de manual, un ejercicio magistral de falsa bandera, distribuirá las “jeringuillas rojas” haciendo creer a la deseosa población que las distribuye su nieta Miranda. Manzanas envenenadas, zanahoria y palo para el asno. Unas inyecciones con un virus de diseño, que afecta a la zona del cerebro del miedo, obligando a los infectados a permanecer siempre en compañía de otros individuos, ante la imposibilidad de reaccionar con normalidad como uno solo, sufriendo ataques de pánico y ansiedad que impiden por completo a la persona, que para remediarlo, quedará atado neuroquímicamente para siempre, a otras dos personas, en tríos. La comunidad como castigo, le damos la vuelta a la tortilla, de repente la comunidad es un castigo.
Los enfermos de éste virus camuflado en las inyecciones rojas, comenzarán incluso a adoptar un único nombre híbrido para los 3 individuos vinculados, mutando socialmente, a uno solo, pese a ser 3 en realidad. Una locura delirante, obligada por supervivencia.
El individuo queda anulado, ya es una obligación pertenecer a una comunidad, porque es cuestión de vida o muerte no separarte más de unos metros de tus congéneres, o tus glándulas comenzarían a segregar pánico y miedo patológico hasta la muerte.
El virus afecta en sus cerebros creándoles miedo patológico a todo lo nuevo, y por eso se refugian entre ellos instintivamente, para no estar nunca solos ante el mundo, ante la vida, par formar un núcleo de iguales.
Si lo nuevo, si los cambios, si aprender nuevas formas de vivir nos diese miedo, la especie humana no evolucionaría nunca, estariamos engrilletados ante el futuro, estancados en la misma fórmula, el mismo sistema, las mismas reglas, una rata en al rueda de su jaula de por vida.

Entonces, tenemos a los auxiliares, que pasan por una crísis social de valores, en las que los individuos no aportan anda a su sociedad, alienados por el exceso, mientras que curiosamente los vividores, privados de los lujos auxiliares, tampoco aportan nada a la sociedad. Y de repente, un virus obliga a las personas a estar unidas por miedo, contradictoriamente, anulando la individualidad de cada uno en una comunidad forzosa y la falta de libertad. Unos dependerán de los otros, curiosamente, tanto como Jackson de su exmujer Cassie, ahí veo yo una veda que contrasta la ficción con la realidad más cotidiana y doméstica. El simil de la esclavitud emocional convertida en virus de diseño.
Mamá Jennifer Shariffi, la abuelísima, se ha convertido en al tirana de la humanidad. La clase dominante insomne lo que pretende con ésto es anestesiar a la clase baja, los vividores, porque son muchos y tienen necesidades. Las “jeringuillas rojas” les harán creer que juntos unos a los otros mantienen su estado de confort, evitando aprender nada por sí mismos, siendo totalmente dependientes. La gran mentira del que manda, hecha virus.
El capitalismo occidental convertido en micro organismo, sin duda.

Y aquí viene el giro, la vuelta de tuerca, todos los protagonistas de La cabalgata de los mendigos, tienen la necesidad, el imperativo, de desprenderse de sus sociedades para lograr sus cometidos de forma individual. ¿Cómo? ¿Entonces? ¿Qué pasa con el yagaísmo y la ecología social?
Todos los protagonístas son ovejas negras de sus sociedades alienadas, representan el lobo solitario, el revolucionario contra corriente, el idealista, y me confundo y ¿qué saco de moraleja ahora?.

Para cambiar la sociedad, hay que comenzar por uno mismo, hay que desprenderse de lo que la sociedad está haciendo mal, hay que abandonar el carril por el que van todos. Hay que verse desde fuera, hay que actuar, y el que actúa se desapega de su zona de confort, y de sus ataduras (la jeringuilla roja), hay que mojarse para coger peces, hay que asumir riesgos y pérdidas para lograr los cambios, porque mientras “la jeringuilla roja” nos haga estar apelotonados en un rincón, no veremos el bosque que hay detrás del árbol.
Hay que desprenderse de cosas para avanzar, nada es gratis, pero algo se obtendrá a cambio si kenzo Yagai estaba en lo cierto.

O es eso, o yo no he entendido nada después de toda la chapa del yagaísmo durante toda la trilogía.

Y esto vamos a encontrar en La cabalgata de los mendigos, sin haberos espoileado absolutamente nada, desvelando solo los puntos claves de lo que las aventuras de Lizzy, Vicky, Teresa y Jackson van a vivir en éste punto y final de la trilogía, que sin duda, pese a todo, está llena de cuestiones sobe las que pensar un rato y extrapolar a nuestra sociedad actual, y que me parecía muy oportuno para el momento que estamos viviendo a nivel global de pandemia, en el que estamos solos, en nuestras casas, nuestros mayores fallecen solos en hospitales, y sin embargo usamos como eslogan “que al virus lo vencemos juntos”.
Un virus actual en la realidad, que seguro va a cambiar muchas cosas después de que nos den las “jeringuillas del cambio” de Miranda con la vacuna y le perdamos el miedo, porque el shock ya se habrá producido, y tal vez, muchos cambios que ahora aceptamos como positivos por nuestra seguridad, se queden, y nuestros actuales insomnes se apunten varios tantos en control social.
Y tal vez, no aprendamos a funcionar como sociedad global tras esto, con cada país dando los datos que le sale del pijo, mintiendo a los vividores y auxiliares que representamos el proletariado, cerrando fronteras, discutiendo por euro bonos y material sanitario.
Y sigamos pensando en soluciones explosivas a corto plazo que olvidemos en nuestra zona de confort, tropezando no dos ni tres, si no veinte veces mñs con la misma piedra hasta nuestra extinción.
¿Dónde están nuestra Lizzy, nuestra Teresa? ¿Dónde están las personas que nos hagan darnos cuenta de lo mal que lo estamos haciendo, precisamente, por ir contracorriente y ofrecernos un nuevo punto de vista, enseñándonos nuevos caminos?
El miedo a lo distinto, a lo diferente, ancla a la especie, y refugiarnos en nuestros subgrupos sociales, donde nos sentimos a gusto entre iguales, clones de nosotros mismos, que no nos rebaten nada, porque son listos, como nosotros, el resto que nos lleva la contraria no lo son ¿verdad?

Los vividores crearon un nuevo Dios, Miranda Shariffi, pero Miranda era una persona excepcional, fruto de las propias innovaciones del humano. Tal vez, Jesucristo, Buda, Mahoma, solo fuesen personas excepcionales, como Lizzy o Teresa, que lograron algo saliéndose del camino, y después, su legado, fue mantenido y manipulado por otras personas a las que no les convenía cambiar lo ya asentado.
El ser humano tiene necesidades, y el capitalismo necesita mendigos, y los mendigos al capitalismo. Pero no todo es química ni economía, le ser humano necesita creer.

La sociedad debe cambiar, o estaremos avocados al fracaso como especie. Y por eso hoy, he querido explayarme con el final de la Trilogiade los mendigos de Nancy Kress que leí en noviembre de 2019. Ni hubiese soñado en mis peores pesadillas, que apenas un mes después, estaria hablando de virus y comportamientos sociales. Lo viste Nancy, touché.



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