VIRUS, PANDEMIAS, JERINGUILLAS Y GENETICA POR NANCY KRESS
Buenas noches amantes del tungsteno,
puede que estéis durmiendo ahora mismo en vuestros futones, vuestras
cámaras hiperoxigenadas o en el ataúd de un hotel cápsula. Con la
holopantalla de fondo, o la red neuronal pasiva conectada con vuestra
emisora web favorita sondeando vuestro subconsciente para seleccionar
la canción ideal que más beneficie a vuestro estado REM.
Y si ese es el caso, con nocturnidad y
alevosía, vengo a colarme en vuestras mentes, como Papá Noel por la
chimenea, con la intención de haceros soñar glitches de colores no
existentes, de luminosidades cegadoras, a pixelar vuestra realidad y
alejar las pesadillas como un souvenir navajo colgado sobre el
cabecero. Soñemos todos juntos en la singularidad binaria.
Hace ya un mes que no me colaba en
vuestras nocturnidades cerebrales, porque sí, hace un mes, estaba,
ganándome el jornal con mis máquinas, igual que ahora mismo,
aprovechando el tiempo libre del turno de noche, mejor pagado y menos
exigente, y la última vez comenzaba con un aperitivo de lo que
ibamos a vivir, la distopía actual. Aquella noche, lo escribía
desde un pequeño “bunker” subterráneo, no es broma, hoy lo hago
desde un no más grande apartamento en el último piso de una golosa
y atractiva mancomunidad de extrarradio hecha en pladur y materiales
baratos que camufla con su piscina y su pista de padel la precariedad
de quienes aquí habitamos.
He sobrevivido al virus, sí, no es
broma, yo, que cuando me preguntaban qué opinaba al respecto yo caí
en ese error del que siempre me hago eco de “problemas de gente que
no conozco y viven muy lejos”
“¿China? ¿Un virus
nuevo? No se, está muy lejos, y en China tal vez las condiciones de
higiene de ciertas áreas industriales o rurales no sean óptimas,
dudo que lleguemos a unos extremos tan críticos como los suyos”
Menudo cuñado estoy hecho, y así, a
boca llena, cómo un fan de las distopías como yo quiso creer que
ésto no podría ocurrir, y quise creerlo mintiéndome a mi mismo, y
a mis seres queridos, por tanquilizarles, por no ser un becerro más
comprando toneladas de papel higiénico y latas de fabada que no
comería nunca ni en 50 confinamientos seguidos. Pero qué mentira
más piadosa que me hace sentir ahora tonto, arrepentido y me ha
devuelto a mi lugar, recordándome lo ignorante que soy y lo honesto
que es saberlo. Yo, el lector de las docenas de historias del futuro
cercano con contexto social, obvie la aldea global. ¿A caso un virus
tiene que sellar el pasaporte al pasar de un país a otro? Que bobo
he sido.
¿Conspiraciones? ¿Evolución natural
microbiológica? ¿Guerra contra el enemigo invisible? Ya qué más
da. Es el momento de tirar para adelante, de sobrevivir o no, y no es
frívolo no, mi padre lleva 22 días enfermo, la mitad hospitalizado,
mi madre lo ha padecido en casa al menos, yo también, y sin embargo
“mal de muchos consuelo de pocos”, no me alegra el alma, porque
la globalización se ha colado en mi, el concepto me ha calado de
píes a cabeza, y me preocupan todos los padres, madres, hijos,
nietas, sobrinas, primos, cuñados, amigos, jefes, vecinas, de todo
el mundo que no conozco, de todas aquellas personas que no se ni cómo
ni dónde viven, y puedo imaginarme su miedo, su angustia, su
sufrimiento y sus pérdidas, y es una mochila emocional terrible.
Pero ¿qué somos? ¿el centro del
universo, el no va más de la creación? ¿tierra moldeada por Dios a
su imágen y semejanza? Somos lo mismo que el COVID-19, una forma de
vida, sin más ni menos protagonismo en el cosmos, pero con un
handycap, tenemos emociones.
Y ésto, liga perfectamente con el
libro del que hablaremos hoy.
Se ya hoy, si algo he aprendido, tras
15 días de fiebre y otros 15 de “cuarentena” y lo que nos queda
de reclusión por las normas sanitarias gubernamentales que intentan
hacer lo mejor posible, lo logren o no, por salvarnos; Lo que he
aprendido digo, es que ésto es sólo el principio, y que el futuro
es ahora, y que dentro de un poco se cumplirán 100 años de la
última gran guerra mundial, y 100 años es mucho tiempo, y que o la
sociedad entera cambiamos nuestra mentalidad, y hay una revolución
de conciencias, o todo lo leído en obras de ciencia ficción
será una minucia comparado con la realidad venidera, y son variables
que no podremos controlar, en manos de los que nos controlan.
He
mutado de la mentira piadosa y optimista, a la asunción pesimista y
dramática, porque ya me lo creeré todo.
Hoy
vamos a poner punto y final a una trilogía de la que ya hemos
despachado el 66,6%, la llamada Trilogía de los mendigos
de nuestra entrañable y adorada e inteligente Nancy Kress,
con el volúmen final del bio-culebrón,
La cabalgata de losmendigos.
Para
no ser cansino y llenar de paja la entrada del blog, recomiendo ir al
punto en el que dejamos las cosas con Nancy
y Mendigos en Españay Mendigos y opulentos
en éste nuestro hogar virtual, Tungsteno
dreams, y tras haber
hecho memoria, y ponernos al día, comencemos.
CLASES SOCIALES Y PROBLEMAS SEMI HUMANOS, EL FINAL DEL CUENTO
Nancy
nos lleva a la evolución de su futuro cercano bien construido,
pasito a paso, tras tacos de hojas leídas, que no se ha construido
en un día, de un capítulo a otro, si no tras vivir junto con la
familia Camden
y los Insomnes
como cambió la sociedad a medida que los avances genéticos se
ponían a disposición de los ricos y pudientes. Del mismo modo, como
en la vida misma, a medida que pasaban décadas en la historia
dinástica de los Insomnes,
la
tecnología genética fue abaratándose y poniéndose a disposición
de mayor parte de la población, los
auxiliares,
mientras que la población que ocupaba el piso menos importante de la
pirámide, los vividores
o mendigos,
tiraban para adelante con escasas posibilidades pero las necesidades
cubiertas por sus gobiernos.
Y
poco a poco teje una plausible red social futura, un nuevo sistema
económico y político en un futuro cercano tecnológicamente
avanzado, en el que el primer mundo alberga micro terceros mundos.
El
mundo no ha dejado de girar desde el segundo y último libro, la
humanidad se acostumbra a su nueva condición genética de humano
3.0, en un mundo en el que no hace falta ingerir nutrientes, comer, y
el hambre ha sido mesiánicamente abolida por los Superinsomnes
liderados por nuestra querida Miranda
Shariffi.
Una sociedad en la que ya no hay enfermedades porque el limpiador
celular está en el ambiente, en el aire que respiramos, una especie
de nanotecnología biológica de diseño y laboratorio, más creíble
casi que la robótica, ya que de primeras, los microorganismos ya son
minúsculos e invisibles a ojo humano de por sí, pudiera (desde la
ignorancia) ser más fácil y accesible crear nuevos microorganismos
que maquinas microscópicas ¿no?.
Visto
así parece una utopía, no una distopía, pero la realidad es que
para que unos vivan bien, otros han de vivir no tan bien, pese a que
los Superinsomnes
llevan décadas tratando de consumar una misión filantrópica global
que logre que los humanos no mejorados genéticamente no tengan que
depender de los mejorados, y la balanza social se equilibre para
siempre. Un objetivo tan ambicioso y loable, que hará que nuestra
niñita de pelo alborotado y cabeza de melón deforme, Miranda
Shariffi,
sea considerada una especie de nueva Vírgen María entre los
vividores,
que la rezan y la piden milagros en forma de jeringuillas y nuevas
medicinas que alteren sus sistemas y sus cadenas de ADN. El nuevo
maná, el nuevo milagro de los panes y los peces, del agua en vino en
Canaan, serán inyecciones, ampollas, y jeringas hipodérmicas con
milagrosas pócimas quimicas capaces de sanar y otorgar la felicidad
a todas esas pequeñas cobayas humanas plañideras, parasitarias y
palurdas que claman al cielo pidiendole milagros a la carta a los
Superinsomnes
alojados en su base lunar. Los milagros son ciencia, y los rezos son
emails. La analogía me chifla, porque por muchos mails que los
vividores
envían a la base lunar súper insomne, Miranda
no responde, y eso, la envuelve en ese halo de misticismo que la
ubica entre el mito y la realidad entre quienes la escriben
suplicando el milagro en forma de inyección para ellos o sus hijos,
Dios no responde, sus rezos virtuales van a Spam, porque Dios, no
está para atenderte a tí, Dios está...no se, a otras cosas tal vez
… ¿Qué es Dios? Ufff, este salto me alargaría demasiado la
entrada, voy a hacerme el sueco y a continuar con la novela y lo que
conlleva.
Bueno,
en su papel de Dios, Miranda,
dejará de distribuir gratuitamente sus productos químicos, los
bálsamos de fierabrás y panaceas que permiten a los humanos
convertirse en esa nueva especie que se alimenta del sustrato
terrestre y la luz solar de forma dermal, y que no padece
enfermedades porque el limpiador celular las elimina en sus sitemas.
Dios, digo Miranda,
se ha dado cuenta de que no debe interferir en la evolución humana
abiertamente, y eso, hiere a la población “cambiada”
procreadora, porque sus hijos e hijas, carecerán de las llamadas
“inyecciones del cambio” que los superinsomnes
estuvieron
repartiendo como chucherias con la mejor de las intenciones, hasta
que parecen darse cuenta de los problemas que conlleva dirigir la
evolución humana.
Dios
ha dejado de hacer milagros.
Es
decir, pese a la buena intención de los Superinsomnes,
no ha habido un equilibrio de clases en la humanidad, si no lo
contrario.
Recordemos
uno de los mensajes de la saga, que rezaba algo a cerca de que en la
ecología de la sociedad, todos los seres cumplen una función y se
complementan, ya que el parásito en el lomo del rinoceronte,
aparentemente solo trae males y problemas al rinoceronte, pero allí,
en el lomo del mamífero, chupándole la sangre, está al alcance del
pico del ave, que va a arrancarlo de allí, lo va a devorar, y lo
defecará después, abonando la tierra y colaborando al crecimiento
de un vegetal, que alimentará al rinoceronte. El círculo se cierra,
todos tienen un papel.
Pues
tanto jugar a ser Dios, tanto querer traer la alegría y la felicidad
a la humanidad, tanto querer sacarle las castañas del fuego a los
más desfavorecidos, lo único que logró fue que los vividores,
que anteriormente en la saga eran votantes, aunque no tuviesen empleo
y viviesen de subvenciones estatales, daban votos a los auxiliares
que gestionarían sus cantones, los bienes que recibirían, en un
pequeño ejercicio controlado de comunismo dentro del capitalismo
auxiliar,
al ya no necesitar alimentos, ni medicinas, dejaron de votar, y
aquella pequeña “democracia” dentro de otra “democracia”
dejó de tener sentido, y el sistema colapsó, y los vividores
se convirtieron en una especie de nómadas al márgen del sistema,
tribus anarquistas que se juntaban en comunas, con sus propias leyes,
sus guerras internas, y nada que hacer, potencialmente grupos de
vagos y maleantes sin problemas que resolver por todas las zonas
rurales de la nación.
Lo
único que aún padecen es el frío del invierno, lo que les
convierte en nómadas en caso de no disponer de fuentes de energía Y
para calentar sus comunas, y ahí está lo que los auxiliares
tienen y ellos no, energía, ese es el elemento de la discordia, el
cetro de jerarquía dominante, si los vividores
no aceptan el sistema auxiliar,
no
habrá energía gratuita para ellos, porque no son individuos
censados ni forman parte del sistema. La energía es lo que los
pobres no tienen, con lo que no son tan “vividores”.
LOS PROTAGONISTAS, VIEJOS Y NUEVOS CONOCIDOS
El
bienestar para el pueblo, un desequilibrio maslowiano absoluto, el
deseo mal decidido concedido por el genio de la lámpara que degenera
en una crísis existencial severa, ya que ¿si no necesito nada, que
todo me lo da la ecología? No enfermo, no paso hambre, no tengo que
trabajar para nadie que no sea yo mismo y yo mismo no tengo una
economía, un sistema, una sociedad, ¿Qué hago con mi vida? El
nihilismo se apodera de gran parte de la población. Los vividores
se convierten en una caricatura esperpéntica de ellos mismos, en el
parásito que no aporta nada a la ecología, no come de nadie, nadie
se lo come, no crea, no destruye, no forma parte de ningún ciclo,
humanos en punto muerto, nuevos aborígenes post capitalismo sin
metas, vivir para holgazanear. Menudo un sueño hecho realidad, la
jubilación desde el nacimiento.
Y
ahí están Vicky y
Lizzy,
de nuevo, nuestra auxiliar
rebelde y la pequeña vivdora
que quería ser auxiliar,
dos
raras avis de sus entornos, la sinergia de dos protagonistas que como
el perro y el gato se retroalimentan, desnudando los puntos débiles
de sus sistemas y sus personalidades para concoer sus
vulnerabilidades y blindarlas. Encarnan una lucha de clases continua,
que aún así cohabita, muy en la idea que extraigo de la saga
imaginada por nancy
Kress
sobre las ecologías sociales, una no puede funcionar sin la otra.
Lizzy
ha crecido, es adolescente, y madre. Mamá de un bebé que no ha
recibido la anhelada inyección del cambio, que antes de su parto
llovían del cielo practicamente por la generosidad de Miranda
Shariffi
y los Superinsomnes,
pero que ahora, escasean. Lizzy
ha parido un humano normal, anticuado, obsoleto, que tiene que comer,
cagar, mear, dormir, y que puede enfermar porque su sistema
inmunológico es primitivo y no está modificado genéticamente.
Mientras,
los auxiliares,
residen en acomodadas zonas residenciales selladas, confinados en el
confort y la seguridad, los apartamentos “full equip” de alta
tecnología, desarrollando labores para grandes multinacionales
dirigidas por Insomnes,
o para los gobiernos, marionetas de los Insomnes
igualmente.
Como
el imperio romano, viven una decadencia opulenta que impulsa a los
auxiliares
a comportarse de formas excéntricas, consumir drogas en ejercicios
sectarios de espiritualidad en una burla de lo hippie, consumar
prácticas sexuales abiertas y desordenadas, y cualquier cosa que sea
una nueva moda que les entretenga, porque eso es de lo que carecen,
de una visión objetiva de las recompensas que ofrece la vida, porque
lo tienen todo. El vicio se convierte en la argamasa que tape sus
agujeros existenciales, y será bien visto y aceptado por la
sociedad, como un neo boom youpie del éxito y al extravagancia. Todo
es poco. Viva el desfase.
Y
allí encontraremos a Teresa
y Jackson,
el otro dúo protagonista de la novela, nuevos personajes en la
ecuación para el gran final. Ella, Teresa,
un personaje emblemático cargado de simbolismo, encarnación de
valores y defectos hasta un extremo tal vez pedante, abusivo, que no
es más que la culminación estilistica de creación de Nancy
Kress,
que en un incresccendo
sin frenos, tras haber creado a Miranda
Shariffi,
que es ciertamente deforme físicamente y tiene serios problemas para
socializar con otros insomnes
o humanos debido a su alto cociente intelectual que es su don y a la
vez su maldición; o el
soñador lúcido,
que podía hipnotizar a miles de personas con sus conciertos holo
musicales que alteraban el estado del subconsciente, pero que era
paraplégico; Nancy
riza el rizo de los súper personajes profundos pero tarados con
Teresa,
en ese ejercicio famosamente Tolkieniano
de cargar toda la responsabilidad en el más débil para demostrar
que todos podemos ser héroes y que no se debe menospreciar a nadie,
sean cuales sean sus limitaciones.
Teresa
es un personaje frustrado con un único objetivo en ésta sociedad
nihilísta y vacua, carente de valores, y es encontrar su sitio, dar
sentido a su vida, entender la existencia. Teresa,
durante su proceso de fecundación in vitro, sufrió una incidencia o
negligencia médica, y en vez de ser el bebé precoz y super dotado
que sus padres esperaban, pues, nació sin alcanzar las cuotas
intelectuales pagadas a la carta por sus padres, es una humana
defectuosa a fin de cuentas, el patito feo, una plane
Jane.
Y es esa desventaja que sufre lo que la hace ser diferente al resto
de auxiliares,
loq ue la hace pensar de forma individual, de no sentirse pertenecer
al rebaño, es una pieza de puzzle sin hueco. Teresa
tratará de entender su sociedad, la religión, a los auxilaires
y a los vividores,
encarnará la única persona sobre la faz de la Tierra que parece ser
capaz de darse cuenta de las brechas del sistema, una punta de lanza
en manos de nancy
kress,
que ya insisto, ha creado a la paladina absoluta en un cuerpo frágil
y enfermo.
El
recurso en sí, ya me cansa un poco a nivel personal, Nancy
lleva toda la saga jugando a lo mismo con sus protagonistas, pero ya
ha decidido poner toda la carne ene l asador con Teresa,
es como un orgasmo creativo de sus tópicos personales y sus
técnicas, una erupción de valores demasiado forzada, pero bueno,
opinión personal.
Gracias
a eso, Teresa,
va a ser el rompehielos de un buen puñado de cuestiones filosóficas
y morales sobre las que reflexionar. Pero que a mi gusto, ralentiza y
hace mucho más pesada ésta tercera entrega de la saga. Teresa
es un coñazo de personaje.
Jackson,
el hermano de Teresa
y su tutor legal, es un buen hombre a la sombra de una mala mujer, su
exesposa Cassie.
Enredado en una relación tóxica en la que Jackson
es el juguete de ella, una femme
fatal
avariciosa y casi psicópata, guinda del pastel de la crísis
existencial que rampla en la población auxiliar,
es un hombre sin voluntad, débil, llamémoslo incluso si queréis
calzonazos, pero no de llevar las bolsas de la compra comod ecía El
Fari,
no, no en ese aspecto casposo, si no calzonazos a niveles de ser
víctima de maltrato psicológico y bulling por parte de Cassie
y tolerarlo
,
hambriento de una nueva galletita de su ama en forma de sexo por
haber sido un perrito faldero obediente. Jackson
es
un hombre doblegado, que poco a poco lucha contra la tirania de su
pareja. Es esclavo de Cassie
y su influencia.
NUEVAS VUELTAS DE TUERCA, Y VISIONES DE LA REALIDAD
Nancy
nos proponía el siguiente dilema en los comienzos de la saga:
“Si
ves un mendigo en España, y decides darle una moneda, ¿qué harás
cuando el resto de mendigos vengan a pedirte lo mismo? ¿les darás
una moneda a todos?”
A
mi en su día me sonó a aquello de :
“te
voy a dar la caña para que pesques, y te enseñaré a usarla, porque
es mejor que darte yo un pez cada día”
Vaya,
que darle la “jeringa del cambio” a los vividores
y auxiliares,
no logró que emprendiesen una mejor sociedad, si no que paralizó
las que tenían porque ya no tenían que preocuparse de nada más.
Miranda
les solucionó unos problemas, pero no sirvió para que se los
solucionasen ellos mismos, por eso rezan con emails a la superinsomne
rogándole más inyecciones, porque no saben de qué otra forma
afrontar los problemas de sus nuevos vástagos, vulnerables a los
designios de la naturaleza y la evolución. Sólo los superinsomnes
son capaces de desarrollar esa tecnología genética a la que todos
se han acostumbrado. La humanidad completa se ha acomodado.
Así
que el nuevo mensaje en el final de la trilogía, creo (habrá
múltiples diserciones tan válidas o mejores aún que me gustaría
escuchar) que gira en torno a :
“No
es un sólo individuo quien debe darle una moneda de su bolsillo a
todos los mendigos, pero si cada uno de los que tenemos una moneda,
le diésemos sólo una a cada mendigo, dejaría de haber mendigos”
Es
decir, no podemos esperar que Dios, o una sola persona solucione
nuestros problemas, como sociedad, debemos solucionarlos entre todos.
Eso, evitaría que fuésemos una sociedad dependiente, si no una
sociedad con iniciativa, una sociedad global, empática, generosa,
con visión de comunidad, con esa visión que como rezaba en la
introducción, nos ha faltado en la realidad para entender lo que
estaba ocurriendo en China en nuestra realidad y que nos ha estallado
en la cara a medio mundo. Los problemas del mendigo, son nuestros
problemas, y si no los solucionamos, generará nuevos problemas.
Compartir
lo mínimo para obtener lo máximo.
La
idea de ecología social global. Deberíamos de coexistir en un
intercambio justo que ya anunciaba en las novelas anteriores Nancy
con el yagaísmo
de su personaje Kenzo Yagai,
que abogaba por la simbiosis del intercambio perfecto, dar y recibir
de forma constante, un flujo continuado de esfuerzo recompensado.
Cómo
la máxima capitalista del “máximo
beneficio al mínimo coste”
podría aplicarse a todo, de forma global, sin excepciones, lo que
implica que por muy poco por parte de los pudientes, se obtendrían
máximos beneficios sociales a nivel global. Que no hace falta una
Miranda Shariffi, en
un trineo dorado por el cielo remolcado por pegasos lanzando
inyecciones de la pócima de la inmortalidad para que el mundo esté
bien, si no un poco de cada uno de nosotros, sólo un poco, para que
todos tengan lo suficiente para estar bien. Utópico sin duda,
teniendo e cuenta que esta teoría podría ser desmantelada en cuanto
un sector quiere más o no está conforme con el trato. Y eso es lo
que les pasa a los vividores
en la cabalgata de los mendigos.
Llegado
el punto álgido de segregación de clases entre auxiliares
y vividores
que propone La cabalgata de los mendigos,
casi que emulando los prolegómenos de la revolución francesa o la
bolchevique, porque los vividores
están pariendo hijos “normales”, y les falta como dijimos calor,
energía Y, y la solución, en vez de pasar por crear un sistema de
intercambio con los auxiliares,
como promueve el yagaísmo,
deciden que es mejor quitárselo, robar a los auxiliares
la energía Y de la que les están privando por no formar parte de su
sistema prefabricado. En vez de crear una solución sostenible del
problema, deciden dar una solución conflictiva a corto plazo. La
metáfora está ahí.
Si
suplicar como pedigüeños a Miranda Shariffi
no funciona, el perro morderá la mano que le dio de comer.
Pero
como no, Nancy nos
pone otra mesías, otra visionaria, la pequeña Lizzy,
la única vividora que cree que tiene que haber otra solución, la
loca de remate, la pastora.
Y
en paralelo, Jackson,
médico, auxiliar,
hermano de Teresa, va
a representar el cambio en los auxiliares.
Iluminados
de a píe que se dan cuenta de que la sociedad está obligada a
cambiar si quiere salir de su crísis.
Religión
y lucha de clases, esos son los caballos de troya. De una forma muy
cristiana, el sufrimiento de la vida es motor de superación de
nuestras limitaciones, sin dolor, sin sufrimiento, no vamos a superar
la vida. Y digo que es muy cristiano, porque Miranda
encarna la figura de Dios, en todo momento, a la que todos los
pecadores suplican una solución, pero el pecador debe aprender que
la solución está en su mano, a su alcance, aceptando sus fallos y
mejorando como humano, lo que al final, le dará la recompensa de la
vida eterna claro, sin recompensa, nadie mueve el culo.
EL
MAL COMUN
Puestos
en éste escenario, con esas premisas, y esos asuntos entre líneas,
booom! Llega la acción, el rock'n`roll, (pequeño y necesario
spoiler) los
Insomnes y su
venganza, mamá Shariffi,
inmortal, inteligente, sale de la cárcel, ha cumplido con la
sociedad, y tiene ganas de liarla.
En
un fake news
de manual, un ejercicio magistral de falsa bandera, distribuirá las
“jeringuillas rojas” haciendo creer a la deseosa población que
las distribuye su nieta Miranda.
Manzanas envenenadas, zanahoria y palo para el asno. Unas inyecciones
con un virus de diseño, que afecta a la zona del cerebro del miedo,
obligando a los infectados a permanecer siempre en compañía de
otros individuos, ante la imposibilidad de reaccionar con normalidad
como uno solo, sufriendo ataques de pánico y ansiedad que impiden
por completo a la persona, que para remediarlo, quedará atado
neuroquímicamente para siempre, a otras dos personas, en tríos. La
comunidad como castigo, le damos la vuelta a la tortilla, de repente
la comunidad es un castigo.
Los
enfermos de éste virus camuflado en las inyecciones rojas,
comenzarán incluso a adoptar un único nombre híbrido para los 3
individuos vinculados, mutando socialmente, a uno solo, pese a ser 3
en realidad. Una locura delirante, obligada por supervivencia.
El
individuo queda anulado, ya es una obligación pertenecer a una
comunidad, porque es cuestión de vida o muerte no separarte más de
unos metros de tus congéneres, o tus glándulas comenzarían a
segregar pánico y miedo patológico hasta la muerte.
El
virus afecta en sus cerebros creándoles miedo patológico a todo lo
nuevo, y por eso se refugian entre ellos instintivamente, para no
estar nunca solos ante el mundo, ante la vida, par formar un núcleo
de iguales.
Si
lo nuevo, si los cambios, si aprender nuevas formas de vivir nos
diese miedo, la especie humana no evolucionaría nunca, estariamos
engrilletados ante el futuro, estancados en la misma fórmula, el
mismo sistema, las mismas reglas, una rata en al rueda de su jaula de
por vida.
Entonces,
tenemos a los auxiliares, que
pasan por una crísis social de valores, en las que los individuos no
aportan anda a su sociedad, alienados por el exceso, mientras que
curiosamente los vividores,
privados de los lujos auxiliares,
tampoco aportan nada a la sociedad. Y de repente, un virus obliga a
las personas a estar unidas por miedo, contradictoriamente, anulando
la individualidad de cada uno en una comunidad forzosa y la falta de
libertad. Unos dependerán de los otros, curiosamente, tanto como
Jackson de su exmujer
Cassie, ahí veo yo
una veda que contrasta la ficción
con la realidad más cotidiana y doméstica. El simil de la
esclavitud emocional convertida en virus de diseño.
Mamá
Jennifer Shariffi, la
abuelísima, se ha
convertido en al tirana de la humanidad. La clase dominante insomne
lo que pretende con ésto es anestesiar a la clase baja, los
vividores, porque son
muchos y tienen necesidades. Las “jeringuillas rojas” les harán
creer que juntos unos a los otros mantienen su estado de confort,
evitando aprender nada por sí mismos, siendo totalmente
dependientes. La gran mentira del que manda, hecha virus.
El
capitalismo occidental convertido en micro organismo, sin duda.
Y
aquí viene el giro, la vuelta de tuerca, todos los protagonistas de
La cabalgata de los mendigos,
tienen la necesidad, el imperativo, de desprenderse de sus sociedades
para lograr sus cometidos de forma individual. ¿Cómo? ¿Entonces?
¿Qué pasa con el yagaísmo y la ecología social?
Todos
los protagonístas son ovejas negras de sus sociedades alienadas,
representan el lobo solitario, el revolucionario contra corriente, el
idealista, y me confundo y ¿qué saco de moraleja ahora?.
Para
cambiar la sociedad, hay que comenzar por uno mismo, hay que
desprenderse de lo que la sociedad está haciendo mal, hay que
abandonar el carril por el que van todos. Hay que verse desde fuera,
hay que actuar, y el que actúa se desapega de su zona de confort, y
de sus ataduras (la jeringuilla roja), hay que mojarse para coger
peces, hay que asumir riesgos y pérdidas para lograr los cambios,
porque mientras “la jeringuilla roja” nos haga estar apelotonados
en un rincón, no veremos el bosque que hay detrás del árbol.
Hay
que desprenderse de cosas para avanzar, nada es gratis, pero algo se
obtendrá a cambio si kenzo Yagai
estaba en lo cierto.
O
es eso, o yo no he entendido nada después de toda la chapa del
yagaísmo durante toda la trilogía.
Y
esto vamos a encontrar en La cabalgata de los mendigos,
sin haberos espoileado
absolutamente nada, desvelando solo los puntos claves de lo que las
aventuras de Lizzy, Vicky, Teresa y Jackson
van a vivir en éste punto y final de la trilogía, que sin duda,
pese a todo, está llena de cuestiones sobe las que pensar un rato y
extrapolar a nuestra sociedad actual, y que me parecía muy oportuno
para el momento que estamos viviendo a nivel global de pandemia, en
el que estamos solos, en nuestras casas, nuestros mayores fallecen
solos en hospitales, y sin embargo usamos como eslogan “que al
virus lo vencemos juntos”.
Un
virus actual en la realidad, que seguro va a cambiar muchas cosas
después de que nos den las “jeringuillas del cambio” de Miranda
con la vacuna y le perdamos el miedo, porque el shock ya se habrá
producido, y tal vez, muchos cambios que ahora aceptamos como
positivos por nuestra seguridad, se queden, y nuestros actuales
insomnes se apunten
varios tantos en control social.
Y
tal vez, no aprendamos a funcionar como sociedad global tras esto,
con cada país dando los datos que le sale del pijo, mintiendo a los
vividores y auxiliares
que representamos el proletariado, cerrando fronteras, discutiendo
por euro bonos y material sanitario.
Y
sigamos pensando en soluciones explosivas a corto plazo que olvidemos
en nuestra zona de confort, tropezando no dos ni tres, si no veinte
veces mñs con la misma piedra hasta nuestra extinción.
¿Dónde
están nuestra Lizzy, nuestra
Teresa? ¿Dónde
están las personas que nos hagan darnos cuenta de lo mal que lo
estamos haciendo, precisamente, por ir contracorriente y ofrecernos
un nuevo punto de vista, enseñándonos nuevos caminos?
El
miedo a lo distinto, a lo diferente, ancla a la especie, y
refugiarnos en nuestros subgrupos sociales, donde nos sentimos a
gusto entre iguales, clones de nosotros mismos, que no nos rebaten
nada, porque son listos, como nosotros, el resto que nos lleva la
contraria no lo son ¿verdad?
Los
vividores crearon un
nuevo Dios, Miranda Shariffi,
pero Miranda era una
persona excepcional, fruto de las propias innovaciones del humano.
Tal vez, Jesucristo, Buda, Mahoma, solo fuesen personas
excepcionales, como Lizzy
o Teresa, que
lograron algo saliéndose del camino, y después, su legado, fue
mantenido y manipulado por otras personas a las que no les convenía
cambiar lo ya asentado.
El
ser humano tiene necesidades, y el capitalismo necesita mendigos, y
los mendigos al capitalismo. Pero no todo es química ni economía,
le ser humano necesita creer.
La
sociedad debe cambiar, o estaremos avocados al fracaso como especie.
Y por eso hoy, he querido explayarme con el final de la Trilogiade los mendigos de Nancy
Kress que leí en noviembre de
2019. Ni hubiese soñado en mis peores pesadillas, que apenas un mes
después, estaria hablando de virus y comportamientos sociales. Lo
viste Nancy, touché.
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