martes, 8 de octubre de 2019

LA PAJA EN EL OJO DE DIOS, POR NIVEN & POURNELLE


DOS MEJOR QUE UNO, TRES SON MULTITUD


Bienvenidos mis sectarios del Tungsteno ávidos y sedientos de sueños artificiales repletos de glitches y pixels fantasmas, polígonos y sprites. ¿Me habéis echado de menos? Maldición, esta pregunta es escupir hacia arriba, porque seguro que no. Tal vez me habíais dado por muerto, victima de alguna pandilla chatarrera en busca de órganos que vender e injertos que despiezar, asaltado en un callejón oscuro de Chiba, borracho y desarmado. O me habíais dado por fugado, cambiando de sexo en un quirófano barato de un veterinario sin título en el Budayén, con un buen par de melones y un pelucón morado despanpanante para huir del Zaibatsu y empezar una nueva vida como R-Actriz de R-Activos para adultos en Hong Kong. O sencillamente, que como el blog había cumplido un año ya en Septiembre, que me había aburrido de hacerme el interesante en un triste blog de la blogsfera, que nadie lee.
Pero nada de eso ha ocurrido, solo era que estaba de vacaciones, bien merecidas, celebrando entre otras cosas, ese primer año de bloggero pedante, insolente, ignorante, cuñado, graciosillo y petardo. Sí, ese soy yo, ya me conocéis, Pixel Van Gogh, alias el Shadow Dancer. Regreso de nueva Caledonia enamorado de sus nubes grises de tungsteno fundido, sus viejos muros negros y rojos de gótico victoriano steampunk, el carácter de los descendientes de los McDonalds y los McIntosh, la melodía de la gaita eléctrica, y la lluvia ácida de sus cielos fluorescentes. Enamorado. Estoy por cambiar mi partida de nacimiento de Pixel Van Gogh a Connor McMardigan, ponerme el kilt, y salir a patear cabezas con la cara pintada de verde y blanco del Celtic. Sí. Muy motivador.
Y no soy el único al que las tierras altas, los Glane, los loch y los Ben debieron inspirar, porque estas vacaciones, a parte del whisky transgénico y el haggish de ganado clonado, he podido disfrutar de lectura. He terminado un libro, que no podía haber venido más a cuento éstos deliciosos días de bruma y cuestas empedradas de adoquines milenarios, y esa ha sido la paja en el ojo de Dios (a partir de ahora en la entrada, LPEEODD, por agilizar), escrito por Niven & Pournelle, pareja bien avenida en el mundo de la literatura de ciencia ficción, que llevaron lo más lejos posible en parsecs su mundo futuro de El condominio, el cosmos colonizado del día de mañana. Y digo que no habría nada más apropiado, precisamente, porque en ésta novela soñaron con el sistema Nueva Caledonia, dentro del imperio humano de las estrellas del mañana.




Si a veces es complicado decidir entre dos personas cosas tan triviales como qué canal de televisión ver, qué hacer para comer, o de cuantas capas comprar el papel de limpiarse el culo, no me quiero imaginar como debe ser escribir un libro entre 2, aunque éste LPEEODD, casi que se escribió entre 3, nuestro amigo Heinlein metió mano por petición del dúo dinámico de los viajes espaciales en los 70, y creo que se nota.
Comencemos imaginándonos a Pournelle, norteamericano, periodísta, político, multi titulado universitario, experto en tecnología y aeronáutica... un cerebrito en toda regla, aficionado a los juegos de rol, y las tácticas militares que llegó a ser presidente de la Science Fiction and Fantasy Writters of America. Su mayor lucha no fue sin embargo las libradas por sus personajes galácticos, su escuadrón Falkon de mercenarios espaciales que protagonizaron varias de sus novelas, ni la guerra de Vietnam de la que fue un gran estudioso y defensor (colaborando con el gobierno en I+D al respecto), si no la que libró con el cáncer con gallardía y estoicísmo, no se si encomendándose o no, a Dios desde el catolicismo o el anglicanismo entre los que vino y fue durante toda su vida, inquieto e incoforme, hasta su despedida terrenal en 2017.

Niven debió ser algo así como un niño bien, descendiente y heredero de negocios petroleros de pingües beneficios, que no desaprovechó las oportunidades que le dió al vida, obteniendo varios títulos académicos como el de psicología y el de matemáticas, creador del Mundo Anillo y El Mundo Conocido, también flirteó con la espada y brujería. Guionista para Star trek y Más allá del limite, se convirtió en un mito de todos los fans de subculturas onanistas y adolescentes con acné que hoy nos hacemos llamar frikis, alcanzando el rango de leyenda viva homenajeado en videojuegos y juegos de cartas, y elogiado por Arthur C. Clarke como su escritor favorito.

Ambos no trabajaron sólo juntos en varias novelas, si no que con promiscuidad y alevosía, escribieron muchos más cuentos y novelas con otros escritores en una orgía creativa digna de experimentar e irrepetible. Ambos colaboraron en el plan de defensa espacial de Ronald Reagan. Y juntos llevaron el término o subetiqueta hard SCIFI a un nuevo nivel de reconocimiento y valor.

GOBERNABILIDAD EN EL FUTURO OSCURO


Si una novela es testigo de todo esto, es precisamente La paja en el ojo de Dios de 1974. La historia comienza precisamente con toda una declaración de intenciones, dos marines de las fuerzas interestelares debatiendo en una conversación en “off” el significado de la frase que alude a la parábola bíblica de la viga en el ojo ajeno y que da título a nuestra novela.
Imaginemos un futuro, una vez más, en el que la Tierra ya no es nada más que un planeta desolado, un estercolero atómico, víctima de la mala gestión de los humanos, la superpoblación, la polución y sobre todo las guerras, un guijarro esférico en el centro de cualquier mapa galáctico de la nueva humanidad, diseminada en diferentes planetas y sistemas, casi inabarcables en los márgenes de un imperio superado por la burocracia.
Los emigrantes que han ido colonizando con éxito esos sistemas abandonaron la Tierra hace miles de generaciones, llevando consigo sus raices, su identidad, y manteniéndolas con la tradición colonial de rebautizar sus nuevos hogares con el nombre de las ciudades que un día llenaron de gloria la boca de sus ancestros en canciones y relatos. Así pues tendremos un sistema solar de marcada herencia escocesa, con sus kilts y sus gaitas, como Nueva Caledonia; Un sistema ruso zarino, otro conocido como Levante de orígenes musulmanes, y por tanto, las religiones seguirán presentes en la humanidad futura que Niven & Pournelle nos proponen, plasmando bastante de ellos mismos en el texto y dejándose ver el plumero en toda la recreación del lore futuro que imaginaron.
Es curioso, como cada vez que voy leyendo y leyendo más ciencia ficción, veo como los escritores son incapaces de especular con que la humanidad perderá sus raices en el cosmos. Bueno, en realidad, en el llamado Condominio, que es el mapa galáctico colonizado y conocido en el universo ficticio de Pournelle que explotará no solo en LPEEPDD, si no en otros cuentos y novelas, parece haber pequeños planetas asalvajados, incivilizados, que al haber perdido sus raices, su identidad y sus tradición e historia en pequeños planetoides olvidados de la mano de Dios, han involucionado a una edad de piedra que los convierte en poblaciones agonizantes sin interés ni peligro para el imperio. Pero insisto, es muy habitual la visión de un futuro que seguirá influenciado y condicionado por la historia pasada de las naciones, y la religión, y sin ir más lejos Dune es el mejor ejemplo, ya que en la saga de la familia Herbert, la psicogenealogía de las casas feudales marca su carácter, y su destino en un delirio jodorowskyano, y también tendremos el lastre de la religión del Dios emperador y la reaparición del pueblo judío en los milenios más lejanos que pudiésemos imaginar en la galaxia.
Hasta la aparición de nuevas tendencias de cifi como por ejemplo el cyberpunk, el futuro casi siempre es imperial, feudal, soberanista y de corte medieval. ¿Acaso creen los soñadores profesionales de tungsteno que el ser humano es incapaz de desarrollar formas de gobierno ecuánimes, democráticas o republicanas? Nos están avocando al sometimiento continuo en cada novela de éxito y culto. ¿Realmente no seremos capaces como especie de innovar mejores métodos de gobierno que someternos al vasallaje de los nobles como en una techno edad media en la que el mejor destino que pueda tener uno es alistarse a la flota intergaláctica al servicio del emperador, el rey, el virey, el barón o quien sea? Bueno, por lo pronto en España no sabemos pasar unas elecciones sin sacar un presidente de gobierno desde hace unos cuantos años, ya veo, ya...no es nada halagüeño no.
Entonces, si esta gente como Niven & Pournelle, eran seleccionados por el ejército, el presidente y las fuerzas del estado para imaginar posibilidades futuras de conflicto bélico en órbita, y actualmente otros países como Francia reclutan también a sus mejores escritores de ciencia ficción para que les asesoren en la I+D del futuro... Oh, oh... Igual esta gente lleva razón y somos una especie que necesita señores y villanos. Y lo peor es que estos autores no lo ven precisamente como una distopía, si no más bien como el orden lógico y natural de la evolución de la gobernabilidad como le pasaba a heinlein en Tropas del espacio. Desde su visión es más una utopía, o lo correcto, lo óptimo. A mi no me gusta nada, pero a fin de cuentas, los periodos de estabilidad más largos de la historia humana los han garantizado los imperios. Roma, la Pax Mongola, Bizancio, la Inglaterra Victoriana, las dinastías chinas, las dinastías egipcias... La democracía parece que no arranca nunca, no se conoce un periodo de democracia milenario aún, y tiene sentido que los escritores de ciencia ficción, basándose en la experiencia global de la humanidad, vuelvan a pensar que repetiremos la experiencia.

ENCUENTROS EN LA CUARTA FASE


Y en ese escenario de sistemas y planetas nacionalistas a su servicio del emperador de la galaxia conocida, un tal Leónidas en el caso de LPEEODD, sucederá aquello que le faltaba a la humanidad para hacer temblar todos sus pilares sociales, económicos, políticos y religiosos. El contacto con seres inteligentes de otro planeta.
Si algo me gusta de LPEEODD es que no adelantaron el contacto alienígena al siglo XX, XXI, XXII, ni nada con la Casa Blanca defendiendo La Tierra ni el presidente de los EEUU uniendo a las naciones contra un enemigo común (cosa que ojo, tiene mucho sentido y sería bálsamo de fierabrás contra las crisis económicas mundiales, una guerra de la humanidad contra otra especie). No.
Resulta que el universo, el espacio, o llamémoslo como queramos los parias minúsculos que no entendemos la teoría de la relatividad, ni a Keppler ni a Newton ni a Stephen Hawking pero nos gusta fantasear con novelas de ciencia ficción y hacernos pajas sobre el futuro...bueno...el universo, negro, lleno de estrellas brillantes como puntos parpadeantes diminutos, es tan largo, que lo dicen infinito o en constante expansión. En semejante mantel, no hay que hacer muchos números para darse cuenta de que las posibilidades de encontrar a alguien más en un punto evolutivo similar o superior al nuestro, son verdaderamente complicadas, tanto como que me toque el euromillón jugando sólo a los ciegos. Así que me cuadra muchísimo, y aplaudo, la idea de que el ser humano no conozca a sus vecinos cósmicos más cercanos (que no los únicos tal vez) en 2000, 4000 ni 8000 años de evolución, si no en más desde el momento que comencemos a surcar las estrellas y adentrarnos en el jardin de los vecinos sin pedir permiso. Claro, pensándolo así, con esa metáfora, igual el vecino está sentado en su mecedora, en el porche, canturreando con al escopeta entre las manos. Nunca decidió salir a buscarnos como hicimos nosotros, sólo nos estaba esperando. Porque sabe que somos unos cotillas ansiosos que nos creemos la salsa de la creación.




El caso es que en LPEEODD, la humanidad conocerá por fin la primera especie alienígena, inteligente, de su historia. Los pajeños.
Los bautizaremos así, porque todo indica que provengan de un sistema conocido como el transaco de carbón, cuya visión desde el planeta habitado por humanos más cercano, en el cielo, crea la pareidolia celeste de un rostro humano, conocido como el Rostro de Murcheston, cuyo ojo brilló en el firmamento en algún momento, alucinando a los espectadores humanos del planeta desde el que es contemplado, dando píe a años luz de distancia y con el consecuente retraso temporal (hay que pararse a pensar en ello) a una nueva religión conocida como la Iglesia de El, que comenzó a llamar a aquél fenómeno astral o lumínico, “la paja en el ojo de Dios”.
Desde luego, es tremendo suponer que en el futuro el ser humano seguirá mirando al cielo, en busca de señales, como los habitantes de las cavernas, homínidos supersticiosos, que en el fondo nunca hemos dejado de ser pese a aprender a construir armas capaces de borrar un país del planeta. Lo llevamos en lo más hondo de nuestro ser, arraigado, siempre anhelamos algo más de lo que conocemos, damos respuestas ficticias que llamamos fe a sucesos que no sabemos explicar, y da igual que siglo sea, seguimos haciéndolo, somos una especie maldita, estúpida, visceral, sin memoria genética ni histórica de ningún tipo, siempre dispuesta a empezar de cero, a crear nuevas jerarquías, nuevas leyes, nuevas normas que suplanten las viejas y cambien las tornas de forma ridícula y momentánea en los eones que marca ya la aguja del reloj del big bang.

Pero en otro paralelísmo de hard cifi y fenómenos religiosos, como J.J. Benítez, Niven & Pournelle desarrollarán escalonadamente el por qué de ese “ojo de Dios” brillando con retraso a años luz de distancia sobre las cabezas de esos colonos espaciales en un planeta remoto, rezando a una luz que se apagó hace mucho desde donde la ven brillar. Una luz que mientras le rezan, en realidad ya no está allí. El tiempo en el espacio, es relativo. Las cosas que vemos en la bóveda celeste, ya no existen como tal. Vemos el pasado cada vez que miramos al cielo. Y ese pasado en LPEEODD estará unido a la casual aparición de una nave no identificada en la órbita cercana, en un punto de salto hiperespacial. Una nave o mejor dicho una sonda, que conoceremos más adelante como la sonda de “Eddie el loco”, que como el platillo de Rosewell podría cambiarlo todo. Una embarcación espacial no humana, con tecnología nueva, dispar, incomprensible para la mente del hombre. Un pecio a la deriva procedente de “La paja en el ojo de Dios”.

Pequeño kit kat para mencionar esa sonda de “Eddie el loco”, que recoge como homenaje o guiño la serie “La tercera ola” en el nombre o alias de uno de sus protagonístas.

Anteriormente decía que Niven & Pornuelle fueron reclutados para un plan de brainstorming de Reagan para su “guerra de las galaxias”, y la novela, en sus descripciones ficticias de posibles formas de viajar por la galaxia a largas distancias, comentan métodos como el generador de campo Langston o las velas solares, que décadas después, hoy, son teorías y prototipos muy firmes candidatos a convertirse en patentes reales de las agencias espaciales, Airbus, o el primero que las logre desarrollar con éxito, que podemos ver en documentales científicos como las más fiables apuestas para llevar al hombre al espacio exterior y comenzar la terraformación de nuevos planetas, ya que es toda una realidad absoluta, que el planeta Tierra, un día, dejará de darnos cobijo. Si no nos lo cargamos los propios habitantes, el Sol, un día, dejará de calentarnos, y para entonces, más nos vale estar reproduciéndonos lejos de aquí, como una plaga de chinches en cohetes.

Una tripulación dispar enviados por circustancias aleatorias se convertirán en nuestros protagonistas y primeros seres humanos de la historia futura en contactar con seres extraterrestres, “los pajeños”.
Y como casi todo en la historia de la humanidad, se producirá como consecuencia de errores o decisiones mal tomadas.
  • Rod, noble y burgués enrolado a la marina militar al mando de la nave McArthur, de carácter diplomático e investigador.
  • La señorita Fowless, hija de un importante político de Nueva Chicago, planeta envuelto en una rebelión, que se embarca en la Mc Arthur como refugiada política y bióloga.
  • El señor Bury, levantino mercante, magnate de la exportación e importación, que junto a su mayordomo Nahib, son “invitados” a embarcar bajo la alargada sombra de sospecha que les acusa de ser el principal instigador de la guerra civil de Nueva Chicago, y quedará bajo custodia y libertad condicional en la Mc Arthur hasta que se demuestre su inocencia o su culpabilidad.
Añadiremos otros muchos miembros de la tripulación importante según leemos, militares como el almirante Kutuzov, religiosos, científicos, y toda una serie de personajes con diferentes roles que se enfrentarán en su forma de entender el contacto extraterrestre, sus expectativas, y sus intenciones de participar en el acontecimiento humano más importante de la historia. Estos roles son muy importantes a nivel narrativo, ya que irán expandiendo nuevos horizontes, de posibles comportamientos futuros y reales del hombre con otra raza inteligente, desde los militares, los puramente económicos, los altruístas, los científicos o los espirituales.




A fin de cuentas, la tripulación de la nave Mc Arthur son como una futurista expedición de Cristobal Colón, rumbo a lo desconocido, dispuestos a descubrir cosas nunca vistas, a conocer indígenas de otro planeta con los que nadie ha hablado nunca, de los que nadie conoce su lengua, sus costumbres, su religión, su política ni su economía ni ecología. Y esa sensación de los marineros frente al infinito océano sin saber a dónde van a llegar, es una de mis favoritas que me llevo de éste libro.

SE CREE EL LADRÓN QUE TODOS SON DE SU CONDICIÓN


Sin posibilidad de caer en spoilers. ¿Cuál es la otra gran baza de ésta novela? Que “los pajeños” también contarán la fiesta de su primer contacto con los terrícolas, según la pasan. Cada especie tendrá su prisma, sus dudas, sus temores, sus secretos, sus recelos una con la otra, y sus objetivos. ¿Acaso nos creemos más inteligentes que otra especie por defecto? Así somos los humanos, siempre subestimando al rival. No voy a desvelaros el secreto de los pajeños ahora, aquí, claro que no, pero es lo más normal del mundo, que una especie inteligente y tecnológicamente avanzada que contacte con la nuestra, sea totalmente diferente a la nuestra. Si Niven & Pournelle hubiesen imaginado una neo humanidad de hombrecillos verdes con antenas, hubiese sido una decepción.
La apariencia pajeña, animal, pacífica, asimétrica, inhumana, y su eterna sonrisa etrusca nos desconcertará continuamente.
Los pajeños resultarán ser una especie simiesca, mutante, de costumbres enigmáticas indescifrables para los humanos pero envidiable nivel tecnológico, aunque no lo suficiente para haber desarrollado algo similar al campo Langston de los humanos, el invento que permite a los motores de sus naves saltar enormes distancias del espacio permitiendo a la humanidad colonizar nuevos mundos.

Son dos especies tan diferentes, la pajeña y la humana, que algún extraterrestre enloquecerá incapaz de comprender o razonar los comportamientos humanos, que igual que los suyos a nosotros, los nuestros a ellos, escapan a toda lógica cultural y ética.
Si hay algo interesante en la civilización que inventan Niven & Pournelle, es el sistema de castas, tanto en los roles de su sociedad como en lo genético de sus especímenes, convirtiéndolos en una parodia comunista (algo que vimos ya con Heinlein también) que encasilla a cada individuo a un único rol predefinido por su gobernante alienígena, incapaces de elegir otra tarea o de obrar con libertad, siempre atados a las necesidades de su especie, aunque como podéis estar imaginando, alguno de esos pajeños sacará los píes del tiesto por primera vez en su vida tras estudiar detenidamente la gran diferencia entre ellos mismos y la humanidad.
Entre esos roles alienígenas, despunta la importancia y protagonista del "mediador", un alienígena evolucionado y destinado a la única misión de ser un convincente orador capaz de lograr las necesidades de la especie sin llegar a la violencia, algo que dulcifica el carácter belicoso de los autores y abre una vía a la moraleja.
por supuesto en esa sociedad pajeña de roles encontraremos portadores, soldados, líderes, "relojeros" y toda clase de individuos catalogados y perfeccionados para realizar una única tarea en exclusiva, especialístas genéticos y culturales, toda una raza convertida en cadena de montaje biológica, cuadriculada y eficaz.

 Todas las space opera por defecto nos introducen de buenas a primeras en universos habitados por diferentes especies que conviven o guerrean. Pero un primer contacto, es un momento de diplomacia, estrategia, mentiras y conspiración por ambos bandos. No en vano recordemos que Pournelle es especialista en técnicas militares y además fue político. El thriller intraespecies está servido. La novela, consumado el contacto, girará en torno a situaciones dificiles de descifrar, misterios, verdades a medias, politiqueo, espionaje y todo lo que conlleva a dos potencias pugnando por sus propios intereses.
Un reflejo de la humanidad misma, de los conflictos entre naciones, que ocupa toda la segunda mitad de la historia, dotándola de un peso bastante más tedioso, incomodando cada nueva página, y humanizando al alienígena, que al principio era un ser nuevo y misterioso que ha escapado a cualquier teoría darwiniana para convertirlo en un extranjero dentro de un traje de Alf, con similitud a la película Enemigo mío, que contaba la turbulenta convivencia de dos náufragos espaciales de diferentes ejércitos, cuyas naves habían sido abatidas en el mismo planeta desértico, y que no les queda más remedio que entenderse para sobrevivir, pasando por encima de sus lealtades y patriotismos, como si de un estadounidense y un vietnamita fuesen en vez de un astronauta y un reptiliano. Y ya hemos dicho que Pournelle era muy pro Vietnam, y de Niven hay testimonios ambiguos al respecto de su posicionamiento bélico. Pero a ambos se les ve el plumero en toda esta larga segunda mitad del relato.
Ni los humanos quedan reflejados como tan buenos ni los pajeños como tan malos, y pese a que veremos en ellos un némesis de la humanidad, no es más que como el título profetizaba, ver la paja en el ojo ajeno, ya que los humanos tampoco obran de exquisita ética ni moral, y volveremos a la sobre explotada moraleja de que “la guerra siempre es guerra” que me encanta a mi de Brian Fargo pero que Heimlein ya esbozaba en Tropas del espacio. Además, respecto a Heimlein, creo no equivocarme, que supervisó toda la parte militar de la novela, notándose bastante su casposa y apolillada visión caballeresca de la milicia como una hermandad honorable e inmaculada de hombres dispuestos a dar su vida por el bien común, con frases que juraría haberle leído anteriormente del estilo (no cito textualmente, si no que trato de recordar al vuelo) “La guerra es la única vía que queda para conseguir la paz cuando todas las otras vías no han funcionado”.

Mientras que la primera parte de la novela es un relato de calentamiento, preparatorio, de creación de universo, la segunda parte es un encontronazo de civilizaciones.

Así que sí, en LPEEODD habrá disparos, muertes, patriotísmo, heroísmo, buenos/malos y malos/buenos, cada uno mirando al otro por el prisma que le va mejor al ojo. Y la mayor verdad de todas es que la historia la cuentan los vencedores. Un relato de colonialismo en el espacio sideral que años después tuvo su continuación, titulada El tercer brazo, y que el cartero debe estar trayéndome a casa estos días.

Y como ya nos advertía Stephen Hawking, ¿De verdad queremos contactar con extraterrestres? ¿por qué los buscamos? Es muy posible que si nos descubren, intenten esclavizarnos, como el humano ha esclavizado siempre a culturas que ha considerado tecnológicamente inferiores. ¿Qué nos haría diferentes? ¿nos creemos a caso los inventores de la sopa de ajo en la galaxia? Siempre viendo la paja en el ojo ajeno pero nunca la viga en el nuestro. Igual sería mejor quedarnos agazapados, escondidos, sin hacer ruido ni saludar a los aliens, hasta que el sol se apague y todo se termine.

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