DOS MEJOR QUE UNO, TRES SON MULTITUD
Bienvenidos mis sectarios del Tungsteno
ávidos y sedientos de sueños artificiales repletos de glitches y
pixels fantasmas, polígonos y sprites. ¿Me habéis echado de menos?
Maldición, esta pregunta es escupir hacia arriba, porque seguro que
no. Tal vez me habíais dado por muerto, victima de alguna pandilla
chatarrera en busca de órganos que vender e injertos que despiezar,
asaltado en un callejón oscuro de Chiba, borracho y desarmado. O me
habíais dado por fugado, cambiando de sexo en un quirófano barato
de un veterinario sin título en el Budayén, con un buen par de
melones y un pelucón morado despanpanante para huir del Zaibatsu y
empezar una nueva vida como R-Actriz de R-Activos para adultos en
Hong Kong. O sencillamente, que como el blog había cumplido un año
ya en Septiembre, que me había aburrido de hacerme el interesante en
un triste blog de la blogsfera, que nadie lee.
Pero nada de eso ha ocurrido, solo era
que estaba de vacaciones, bien merecidas, celebrando entre otras
cosas, ese primer año de bloggero pedante, insolente, ignorante,
cuñado, graciosillo y petardo. Sí, ese soy yo, ya me conocéis,
Pixel Van Gogh, alias el Shadow Dancer. Regreso de nueva Caledonia
enamorado de sus nubes grises de tungsteno fundido, sus viejos muros
negros y rojos de gótico victoriano steampunk, el carácter de los
descendientes de los McDonalds y los McIntosh, la melodía de la
gaita eléctrica, y la lluvia ácida de sus cielos fluorescentes.
Enamorado. Estoy por cambiar mi partida de nacimiento de Pixel Van
Gogh a Connor McMardigan, ponerme el kilt, y salir a patear cabezas
con la cara pintada de verde y blanco del Celtic. Sí. Muy motivador.
Y no
soy el único al que las tierras altas, los Glane, los loch y los Ben
debieron inspirar, porque estas vacaciones, a parte del whisky
transgénico y el haggish de ganado clonado, he podido disfrutar de
lectura. He terminado un libro, que no podía haber venido más a
cuento éstos deliciosos días de bruma y cuestas empedradas de
adoquines milenarios, y esa ha sido la paja en el ojo de
Dios (a partir de ahora en la
entrada, LPEEODD, por
agilizar), escrito por Niven & Pournelle, pareja
bien avenida en el mundo de la literatura de ciencia
ficción, que llevaron lo más
lejos posible en parsecs su mundo futuro de El condominio,
el cosmos colonizado del día de mañana. Y digo que no habría nada
más apropiado, precisamente, porque en ésta novela soñaron con el
sistema Nueva Caledonia, dentro del imperio humano de las estrellas
del mañana.
Si a
veces es complicado decidir entre dos personas cosas tan triviales
como qué canal de televisión ver, qué hacer para comer, o de
cuantas capas comprar el papel de limpiarse el culo, no me quiero
imaginar como debe ser escribir un libro entre 2, aunque éste
LPEEODD, casi que se
escribió entre 3, nuestro amigo Heinlein
metió mano por petición del dúo dinámico de los viajes espaciales
en los 70, y creo que se nota.
Comencemos
imaginándonos a Pournelle,
norteamericano, periodísta, político, multi titulado universitario,
experto en tecnología y aeronáutica... un cerebrito en toda regla,
aficionado a los juegos de rol, y las tácticas militares que llegó
a ser presidente de la Science Fiction and Fantasy Writters
of America. Su mayor lucha no
fue sin embargo las libradas por sus personajes galácticos, su
escuadrón Falkon de
mercenarios espaciales que protagonizaron varias de sus novelas, ni
la guerra de Vietnam de la que fue un gran estudioso y defensor
(colaborando con el gobierno en I+D al respecto), si no la que libró
con el cáncer con gallardía y estoicísmo, no se si encomendándose
o no, a Dios desde el catolicismo o el anglicanismo entre los que
vino y fue durante toda su vida, inquieto e incoforme, hasta su
despedida terrenal en 2017.
Niven
debió ser algo así como un niño bien, descendiente y heredero de
negocios petroleros de pingües beneficios, que no desaprovechó las
oportunidades que le dió al vida, obteniendo varios títulos
académicos como el de psicología y el de matemáticas, creador del
Mundo Anillo y El
Mundo Conocido, también
flirteó con la espada y brujería. Guionista para Star
trek y Más allá del
limite, se convirtió en un
mito de todos los fans de subculturas onanistas y adolescentes con
acné que hoy nos hacemos llamar frikis, alcanzando el rango de
leyenda viva homenajeado en videojuegos y juegos de cartas, y
elogiado por Arthur C. Clarke
como su escritor favorito.
Ambos
no trabajaron sólo juntos en varias novelas, si no que con
promiscuidad y alevosía, escribieron muchos más cuentos y novelas
con otros escritores en una orgía creativa digna de experimentar e
irrepetible. Ambos colaboraron en el plan de defensa espacial de
Ronald Reagan. Y
juntos llevaron el término o subetiqueta hard SCIFI
a un nuevo nivel de reconocimiento y valor.
GOBERNABILIDAD EN EL FUTURO OSCURO
Si
una novela es testigo de todo esto, es precisamente La paja
en el ojo de Dios de 1974. La
historia comienza precisamente con toda una declaración de
intenciones, dos marines de las fuerzas interestelares debatiendo en
una conversación en “off” el significado de la frase que alude a
la parábola bíblica de la viga en el ojo ajeno y que da título a
nuestra novela.
Imaginemos
un futuro, una vez más, en el que la Tierra ya no es nada más que
un planeta desolado, un estercolero atómico, víctima de la mala
gestión de los humanos, la superpoblación, la polución y sobre
todo las guerras, un guijarro esférico en el centro de cualquier
mapa galáctico de la nueva humanidad, diseminada en diferentes
planetas y sistemas, casi inabarcables en los márgenes de un imperio
superado por la burocracia.
Los
emigrantes que han ido colonizando con éxito esos sistemas
abandonaron la Tierra hace miles de generaciones, llevando consigo
sus raices, su identidad, y manteniéndolas con la tradición
colonial de rebautizar sus nuevos hogares con el nombre de las
ciudades que un día llenaron de gloria la boca de sus ancestros en
canciones y relatos. Así pues tendremos un sistema solar de marcada
herencia escocesa, con sus kilts y sus gaitas, como Nueva Caledonia;
Un sistema ruso zarino, otro conocido como Levante de orígenes
musulmanes, y por tanto, las religiones seguirán presentes en la
humanidad futura que Niven & Pournelle
nos proponen, plasmando bastante de ellos mismos en el texto y
dejándose ver el plumero en toda la recreación del lore
futuro que imaginaron.
Es
curioso, como cada vez que voy leyendo y leyendo más ciencia
ficción,
veo como los escritores son incapaces de especular con que la
humanidad perderá sus raices en el cosmos. Bueno, en realidad, en el
llamado Condominio,
que es el mapa galáctico colonizado y conocido en el universo
ficticio de Pournelle
que explotará no solo en LPEEPDD,
si no en otros cuentos y novelas, parece haber pequeños planetas
asalvajados, incivilizados, que al haber perdido sus raices, su
identidad y sus tradición e historia en pequeños planetoides
olvidados de la mano de Dios, han involucionado a una edad de piedra
que los convierte en poblaciones agonizantes sin interés ni peligro
para el imperio. Pero insisto, es muy habitual la visión de un
futuro que seguirá influenciado y condicionado por la historia
pasada de las naciones, y la religión, y sin ir más lejos Dune
es
el mejor ejemplo, ya que en la saga de la familia Herbert,
la psicogenealogía de las casas feudales marca su carácter, y su
destino en un delirio jodorowskyano,
y también tendremos el lastre de la religión del Dios emperador y
la reaparición del pueblo judío en los milenios más lejanos que
pudiésemos imaginar en la galaxia.
Hasta
la aparición de nuevas tendencias de cifi
como por ejemplo el cyberpunk,
el futuro casi siempre es imperial, feudal, soberanista y de corte
medieval. ¿Acaso creen los soñadores profesionales de tungsteno que
el ser humano es incapaz de desarrollar formas de gobierno ecuánimes,
democráticas o republicanas? Nos están avocando al sometimiento
continuo en cada novela de éxito y culto. ¿Realmente no seremos
capaces como especie de innovar mejores métodos de gobierno que
someternos al vasallaje de los nobles como en una techno edad media
en la que el mejor destino que pueda tener uno es alistarse a la
flota intergaláctica al servicio del emperador, el rey, el virey, el
barón o quien sea? Bueno, por lo pronto en España no sabemos pasar
unas elecciones sin sacar un presidente de gobierno desde hace unos
cuantos años, ya veo, ya...no es nada halagüeño no.
Entonces,
si esta gente como Niven
& Pournelle,
eran seleccionados por el ejército, el presidente y las fuerzas del
estado para imaginar posibilidades futuras de conflicto bélico en
órbita, y actualmente otros países como Francia reclutan también a
sus mejores escritores de ciencia
ficción
para que les asesoren en la I+D del futuro... Oh, oh... Igual esta
gente lleva razón y somos una especie que necesita señores y
villanos. Y lo peor es que estos autores no lo ven precisamente como
una distopía,
si no más bien como el orden lógico y natural de la evolución de
la gobernabilidad como le pasaba a heinlein
en Tropas del
espacio.
Desde su visión es más una utopía,
o lo correcto, lo óptimo. A mi no me gusta nada, pero a fin de
cuentas, los periodos de estabilidad más largos de la historia
humana los han garantizado los imperios. Roma, la Pax Mongola,
Bizancio, la Inglaterra Victoriana, las dinastías chinas, las
dinastías egipcias... La democracía parece que no arranca nunca, no
se conoce un periodo de democracia milenario aún, y tiene sentido
que los escritores de ciencia
ficción,
basándose en la experiencia global de la humanidad, vuelvan a pensar
que repetiremos la experiencia.
ENCUENTROS EN LA CUARTA FASE
Y
en ese escenario de sistemas y planetas nacionalistas a su servicio
del emperador de la galaxia conocida, un tal Leónidas
en el caso de LPEEODD,
sucederá aquello que le faltaba a la humanidad para hacer temblar
todos sus pilares sociales, económicos, políticos y religiosos. El
contacto con seres inteligentes de otro planeta.
Si
algo me gusta de LPEEODD
es que no adelantaron el contacto alienígena al siglo XX, XXI, XXII,
ni nada con la Casa Blanca defendiendo La Tierra ni el presidente de
los EEUU uniendo a las naciones contra un enemigo común (cosa que
ojo, tiene mucho sentido y sería bálsamo de fierabrás contra las
crisis económicas mundiales, una guerra de la humanidad contra otra
especie). No.
Resulta
que el universo, el espacio, o llamémoslo como queramos los parias
minúsculos que no entendemos la teoría de la relatividad, ni a
Keppler ni a Newton ni a Stephen Hawking pero nos gusta fantasear con
novelas de ciencia
ficción
y hacernos pajas sobre el futuro...bueno...el universo, negro, lleno
de estrellas brillantes como puntos parpadeantes diminutos, es tan
largo, que lo dicen infinito o en constante expansión. En semejante
mantel, no hay que hacer muchos números para darse cuenta de que las
posibilidades de encontrar a alguien más en un punto evolutivo
similar o superior al nuestro, son verdaderamente complicadas, tanto
como que me toque el euromillón jugando sólo a los ciegos. Así que
me cuadra muchísimo, y aplaudo, la idea de que el ser humano no
conozca a sus vecinos cósmicos más cercanos (que no los únicos tal
vez) en 2000, 4000 ni 8000 años de evolución, si no en más desde
el momento que comencemos a surcar las estrellas y adentrarnos en el
jardin de los vecinos sin pedir permiso. Claro, pensándolo así, con
esa metáfora, igual el vecino está sentado en su mecedora, en el
porche, canturreando con al escopeta entre las manos. Nunca decidió
salir a buscarnos como hicimos nosotros, sólo nos estaba esperando.
Porque sabe que somos unos cotillas ansiosos que nos creemos la salsa
de la creación.
El
caso es que en LPEEODD,
la humanidad conocerá por fin la primera especie alienígena,
inteligente, de su historia. Los pajeños.
Los
bautizaremos así, porque todo indica que provengan de un sistema
conocido como el transaco de carbón, cuya visión desde el planeta
habitado por humanos más cercano, en el cielo, crea la pareidolia
celeste de un rostro humano, conocido como el Rostro de Murcheston,
cuyo ojo brilló en el firmamento en algún momento, alucinando a los
espectadores humanos del planeta desde el que es contemplado, dando
píe a años luz de distancia y con el consecuente retraso temporal
(hay que pararse a pensar en ello) a una nueva religión conocida
como la Iglesia de El, que comenzó a llamar a aquél fenómeno
astral o lumínico, “la
paja en el ojo de Dios”.
Desde
luego, es tremendo suponer que en el futuro el ser humano seguirá
mirando al cielo, en busca de señales, como los habitantes de las
cavernas, homínidos supersticiosos, que en el fondo nunca hemos
dejado de ser pese a aprender a construir armas capaces de borrar un
país del planeta. Lo llevamos en lo más hondo de nuestro ser,
arraigado, siempre anhelamos algo más de lo que conocemos, damos
respuestas ficticias que llamamos fe a sucesos que no sabemos
explicar, y da igual que siglo sea, seguimos haciéndolo, somos una
especie maldita, estúpida, visceral, sin memoria genética ni
histórica de ningún tipo, siempre dispuesta a empezar de cero, a
crear nuevas jerarquías, nuevas leyes, nuevas normas que suplanten
las viejas y cambien las tornas de forma ridícula y momentánea en
los eones que marca ya la aguja del reloj del big bang.
Pero
en otro paralelísmo de hard
cifi y
fenómenos religiosos, como J.J.
Benítez,
Niven &
Pournelle
desarrollarán escalonadamente el por qué de ese “ojo de Dios”
brillando con retraso a años luz de distancia sobre las cabezas de
esos colonos espaciales en un planeta remoto, rezando a una luz que
se apagó hace mucho desde donde la ven brillar. Una luz que mientras
le rezan, en realidad ya no está allí. El tiempo en el espacio, es
relativo. Las cosas que vemos en la bóveda celeste, ya no existen
como tal. Vemos el pasado cada vez que miramos al cielo. Y ese pasado
en LPEEODD
estará unido a la casual aparición de una nave no identificada en
la órbita cercana, en un punto de salto hiperespacial. Una nave o
mejor dicho una sonda, que conoceremos más adelante como la sonda de
“Eddie el loco”,
que como el platillo de Rosewell podría cambiarlo todo. Una
embarcación espacial no humana, con tecnología nueva, dispar,
incomprensible para la mente del hombre. Un pecio a la deriva
procedente de “La
paja en el ojo de Dios”.
Pequeño
kit kat
para mencionar esa sonda de “Eddie
el loco”,
que recoge como homenaje o guiño la serie “La tercera ola” en el
nombre o alias de uno de sus protagonístas.
Anteriormente
decía que Niven &
Pornuelle
fueron reclutados para un plan de brainstorming
de Reagan
para su “guerra de las galaxias”, y la novela, en sus
descripciones ficticias de posibles formas de viajar por la galaxia a
largas distancias, comentan métodos como el generador de campo
Langston o las velas solares, que décadas después, hoy, son teorías
y prototipos muy firmes candidatos a convertirse en patentes reales
de las agencias espaciales, Airbus, o el primero que las logre
desarrollar con éxito, que podemos ver en documentales científicos
como las más fiables apuestas para llevar al hombre al espacio
exterior y comenzar la terraformación de nuevos planetas, ya que es
toda una realidad absoluta, que el planeta Tierra, un día, dejará
de darnos cobijo. Si no nos lo cargamos los propios habitantes, el
Sol, un día, dejará de calentarnos, y para entonces, más nos vale
estar reproduciéndonos lejos de aquí, como una plaga de chinches en
cohetes.
Una
tripulación dispar enviados por circustancias aleatorias se
convertirán en nuestros protagonistas y primeros seres humanos de la
historia futura en contactar con seres extraterrestres, “los
pajeños”.
Y
como casi todo en la historia de la humanidad, se producirá como
consecuencia de errores o decisiones mal tomadas.
- Rod, noble y burgués enrolado a la marina militar al mando de la nave McArthur, de carácter diplomático e investigador.
- La señorita Fowless, hija de un importante político de Nueva Chicago, planeta envuelto en una rebelión, que se embarca en la Mc Arthur como refugiada política y bióloga.
- El señor Bury, levantino mercante, magnate de la exportación e importación, que junto a su mayordomo Nahib, son “invitados” a embarcar bajo la alargada sombra de sospecha que les acusa de ser el principal instigador de la guerra civil de Nueva Chicago, y quedará bajo custodia y libertad condicional en la Mc Arthur hasta que se demuestre su inocencia o su culpabilidad.
Añadiremos
otros muchos miembros de la tripulación importante según leemos,
militares como el almirante Kutuzov,
religiosos, científicos, y toda una serie de personajes con
diferentes roles que se enfrentarán en su forma de entender el
contacto extraterrestre, sus expectativas, y sus intenciones de
participar en el acontecimiento humano más importante de la
historia. Estos roles son muy importantes a nivel narrativo, ya que
irán expandiendo nuevos horizontes, de posibles comportamientos
futuros y reales del hombre con otra raza inteligente, desde los
militares, los puramente económicos, los altruístas, los
científicos o los espirituales.
A
fin de cuentas, la tripulación de la nave Mc Arthur son como una
futurista expedición de Cristobal Colón, rumbo a lo desconocido,
dispuestos a descubrir cosas nunca vistas, a conocer indígenas de
otro planeta con los que nadie ha hablado nunca, de los que nadie
conoce su lengua, sus costumbres, su religión, su política ni su
economía ni ecología. Y esa sensación de los marineros frente al
infinito océano sin saber a dónde van a llegar, es una de mis
favoritas que me llevo de éste libro.
SE CREE EL LADRÓN QUE TODOS SON DE SU CONDICIÓN
Sin
posibilidad de caer en spoilers.
¿Cuál es la otra gran baza de ésta novela? Que “los pajeños”
también contarán la fiesta de su primer contacto con los
terrícolas, según la pasan. Cada especie tendrá su prisma, sus
dudas, sus temores, sus secretos, sus recelos una con la otra, y sus
objetivos. ¿Acaso nos creemos más inteligentes que otra especie por
defecto? Así somos los humanos, siempre subestimando al rival. No
voy a desvelaros el secreto de los pajeños ahora, aquí, claro que
no, pero es lo más normal del mundo, que una especie inteligente y
tecnológicamente avanzada que contacte con la nuestra, sea
totalmente diferente a la nuestra. Si Niven
& Pournelle
hubiesen imaginado una neo humanidad de hombrecillos verdes con
antenas, hubiese sido una decepción.
La
apariencia pajeña, animal, pacífica, asimétrica, inhumana, y su
eterna sonrisa etrusca nos desconcertará continuamente.
Los
pajeños resultarán ser una especie simiesca, mutante, de costumbres
enigmáticas indescifrables para los humanos pero envidiable nivel
tecnológico, aunque no lo suficiente para haber desarrollado algo
similar al campo Langston de los humanos, el invento que permite a
los motores de sus naves saltar enormes distancias del espacio
permitiendo a la humanidad colonizar nuevos mundos.
Son dos especies tan diferentes, la pajeña y la humana, que algún extraterrestre enloquecerá incapaz de comprender o razonar los comportamientos humanos, que igual que los suyos a nosotros, los nuestros a ellos, escapan a toda lógica cultural y ética.
Si hay algo interesante en la civilización que inventan Niven & Pournelle, es el sistema de castas, tanto en los roles de su sociedad como en lo genético de sus especímenes, convirtiéndolos en una parodia comunista (algo que vimos ya con Heinlein también) que encasilla a cada individuo a un único rol predefinido por su gobernante alienígena, incapaces de elegir otra tarea o de obrar con libertad, siempre atados a las necesidades de su especie, aunque como podéis estar imaginando, alguno de esos pajeños sacará los píes del tiesto por primera vez en su vida tras estudiar detenidamente la gran diferencia entre ellos mismos y la humanidad.
Entre esos roles alienígenas, despunta la importancia y protagonista del "mediador", un alienígena evolucionado y destinado a la única misión de ser un convincente orador capaz de lograr las necesidades de la especie sin llegar a la violencia, algo que dulcifica el carácter belicoso de los autores y abre una vía a la moraleja.
por supuesto en esa sociedad pajeña de roles encontraremos portadores, soldados, líderes, "relojeros" y toda clase de individuos catalogados y perfeccionados para realizar una única tarea en exclusiva, especialístas genéticos y culturales, toda una raza convertida en cadena de montaje biológica, cuadriculada y eficaz.
Son dos especies tan diferentes, la pajeña y la humana, que algún extraterrestre enloquecerá incapaz de comprender o razonar los comportamientos humanos, que igual que los suyos a nosotros, los nuestros a ellos, escapan a toda lógica cultural y ética.
Si hay algo interesante en la civilización que inventan Niven & Pournelle, es el sistema de castas, tanto en los roles de su sociedad como en lo genético de sus especímenes, convirtiéndolos en una parodia comunista (algo que vimos ya con Heinlein también) que encasilla a cada individuo a un único rol predefinido por su gobernante alienígena, incapaces de elegir otra tarea o de obrar con libertad, siempre atados a las necesidades de su especie, aunque como podéis estar imaginando, alguno de esos pajeños sacará los píes del tiesto por primera vez en su vida tras estudiar detenidamente la gran diferencia entre ellos mismos y la humanidad.
Entre esos roles alienígenas, despunta la importancia y protagonista del "mediador", un alienígena evolucionado y destinado a la única misión de ser un convincente orador capaz de lograr las necesidades de la especie sin llegar a la violencia, algo que dulcifica el carácter belicoso de los autores y abre una vía a la moraleja.
por supuesto en esa sociedad pajeña de roles encontraremos portadores, soldados, líderes, "relojeros" y toda clase de individuos catalogados y perfeccionados para realizar una única tarea en exclusiva, especialístas genéticos y culturales, toda una raza convertida en cadena de montaje biológica, cuadriculada y eficaz.
Todas las space
opera
por defecto nos introducen de buenas a primeras en universos
habitados por diferentes especies que conviven o guerrean. Pero un
primer contacto, es un momento de diplomacia, estrategia, mentiras y
conspiración por ambos bandos. No en vano recordemos que Pournelle
es especialista en técnicas militares y además fue político. El
thriller
intraespecies está servido. La novela, consumado el contacto, girará
en torno a situaciones dificiles de descifrar, misterios, verdades a
medias, politiqueo, espionaje y todo lo que conlleva a dos potencias
pugnando por sus propios intereses.
Un
reflejo de la humanidad misma, de los conflictos entre naciones, que
ocupa toda la segunda mitad de la historia, dotándola de un peso
bastante más tedioso, incomodando cada nueva página, y humanizando
al alienígena, que al principio era un ser nuevo y misterioso que ha
escapado a cualquier teoría darwiniana para convertirlo en un
extranjero dentro de un traje de Alf, con similitud a la película
Enemigo mío,
que contaba la turbulenta convivencia de dos náufragos espaciales de
diferentes ejércitos, cuyas naves habían sido abatidas en el mismo
planeta desértico, y que no les queda más remedio que entenderse
para sobrevivir, pasando por encima de sus lealtades y patriotismos,
como si de un estadounidense y un vietnamita fuesen en vez de un
astronauta y un reptiliano. Y ya hemos dicho que Pournelle
era muy pro Vietnam, y de Niven
hay testimonios ambiguos al respecto de su posicionamiento bélico.
Pero a ambos se les ve el plumero en toda esta larga segunda mitad
del relato.
Ni
los humanos quedan reflejados como tan buenos ni los pajeños como
tan malos, y pese a que veremos en ellos un némesis de la humanidad,
no es más que como el título profetizaba, ver la paja en el ojo
ajeno, ya que los humanos tampoco obran de exquisita ética ni moral,
y volveremos a la sobre explotada moraleja de que “la guerra
siempre es guerra” que me encanta a mi de Brian
Fargo
pero que Heimlein
ya esbozaba en Tropas
del espacio. Además,
respecto a Heimlein,
creo no equivocarme, que supervisó toda la parte militar de la
novela, notándose bastante su casposa y apolillada visión
caballeresca de la milicia como una hermandad honorable e inmaculada
de hombres dispuestos a dar su vida por el bien común, con frases
que juraría haberle leído anteriormente del estilo (no cito
textualmente, si no que trato de recordar al vuelo) “La guerra es
la única vía que queda para conseguir la paz cuando todas las otras
vías no han funcionado”.
Mientras
que la primera parte de la novela es un relato de calentamiento,
preparatorio, de creación de universo, la segunda parte es un
encontronazo de civilizaciones.
Así
que sí, en LPEEODD
habrá disparos, muertes, patriotísmo, heroísmo, buenos/malos y
malos/buenos, cada uno mirando al otro por el prisma que le va mejor
al ojo. Y la mayor verdad de todas es que la historia la cuentan los
vencedores. Un relato de colonialismo en el espacio sideral que años
después tuvo su continuación, titulada El
tercer brazo,
y que el cartero debe estar trayéndome a casa estos días.
Y
como ya nos advertía Stephen
Hawking,
¿De verdad queremos contactar con extraterrestres? ¿por qué los
buscamos? Es muy posible que si nos descubren, intenten
esclavizarnos, como el humano ha esclavizado siempre a culturas que
ha considerado tecnológicamente inferiores. ¿Qué nos haría
diferentes? ¿nos creemos a caso los inventores de la sopa de ajo en
la galaxia? Siempre viendo la paja en el ojo ajeno pero nunca la viga
en el nuestro. Igual sería mejor quedarnos agazapados, escondidos,
sin hacer ruido ni saludar a los aliens, hasta que el sol se apague y
todo se termine.
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