miércoles, 21 de agosto de 2019

RIDDICK



EN LA OSCURIDAD DE LA NOCHE


Vaya día en la fábrica, esos malditos robots dando órdenes todo el día, como deseo que un día uno de esos cerebros de cable se equivoque y todo salte por los aires.
Al fin me quito el mono azul del trabajo, y me pongo mi mono negro de ninja, paro en el 24 horas de la esquina, paso por encima de un par de “nómadas” que duermen en el soportal (en verdad son mendigos, pero no les culpo por querer salvaguardar el poco honor y humanidad que les queda por llamarse a sí mismo nómadas), y cruzo la puerta de la tienda. Suena una melodía oriental que no reconozco cuando accedo, hologramas de estúpidos dibujos animados japoneses me saludan y me sonríen en mi campo de visión. Cruzo el pasillo de la izquierda, dejo atrás a esa mujer embarazada que está llenando el colchón del carrito del crío con botes de encurtidos y mahonesa, a Cha Laoh no le va a gustar eso, pero no la puedo culpar, ¿quién coño en su sano juicio pagaría 5 €cus por un bote de pepinillos? Nos están matando poco a poco, trabajos de mierda, comida de mierda, casas de mierda...Mi abuelo me dijo una vez que todo comenzó a principios del SXXI, lo llamaban crísis, pero que tras 30 años de aquella “crísis”, nada mejoró y la gente comenzó a llamar a esto... Area de confort. Me cago en su puta madre...área de alkanfort lo llamaría yo.
Agarro una litrona sin cebada, 100% labo-safe dice la rubia tehutona de la etiqueta, y un cubo de fideos instantáneos, llego a la mesa de Cha, que está como siempre flipado con su stem jugando a esas mierdas de críos. Su robot cajero me lee los códigos de los productos, me pide mis 9 es y me imprime una bolsa desechable. Cuando voy saliendo oigo el ruido de un bote de pepinillos romperse, no es mi movida, la avaricia rompe el saco.
Subo las escaleras del megabloque y ahí están mis dos compañeros de piso, que bien se llevan los zoquetes, uno estudió ingeniería bionaval aplicada y el otro se doctoró en ciencias sociales del yagaísmo, tienen entre 42 y 47 tacos, uno curra con un uniforme de marinero en una cervecería folclórica y el otro es un divorciado arruinado por la pensión que acepta trabajos esporádicos en una agencia de seguridad privada de las afueras. Area de confort.
Entro en mi habitación y enciendo la holopantalla de viejo fósforo verde, por fin, yo, mi cerveza, mis fideos, y la noche.
Joder si fuese un ninja de verdad podría moverme en la noche como un fantasma, como un gato de callejón sifilítico, y podría verlo todo, como con unos injertos oculares de Nextgen, en infrarojo, o en infravioleta, o en infra color que me diese la gana, pero no tengo esa pasta.
Una vez escuché el rumor, de un tipo que en una cárcel de esas en las que nadie vuelve a ver la luz del sol, a cambio de 20 cigarrillos, sobornó al cirujano de la prisión para que le pusiese unos nuevos globos oculares que le daban esa visión nocturna tan flipante. El tipo se llamaba Riddick.
Richard B. Riddick para ser exactos. Aunque creo que su verdadero nombre era Vin Diesel.



En 1998 (veintiún años se dicen pronto) se estrenaba una cinta arriesgada, experimental, de bajo presupuesto, que trató de sorprender inspirada claramente por otras obras de diferentes géneros de terror, slasher o survives angustiosos, en un universo de ciencia ficción.
La película venía firmada por David Twohy (director y guionista involucrado en casposos clásicos denostados como Water World, Critters 2 o G.I. Jane), Ken Wheat, Jim Wheat y el propio protagonista Vin Diesel (que aún no había entrado al Olympo de los blockbusters con Fast N Furious que vendría 3 años después) en un delirio personal que a todas luces no pasaría de capricho y de suponer un infructuoso desembolse económico para los osados emprendededores. Algo se escapó a su control.

RIDDICK, UN NUEVO ANTIHEROE: PITCH BLACK


Recuerdo por aquél entonces, cuando con los colegas siempre intentábamos ver películas no comerciales, alternativas, que nos contasen cosas que no fuesen las mismas que estábamos hartos de ver. No es que fuésemos unos intelectuales cinéfilos, no, pero sí una panda de apalancados con más de un vicio y con ganas de salirnos del camino principal, aunque no supiésemos que el camino secundario, el terciario y hasta el cuaternario en verdad los ha trazado la misma mano y nada es tan especial en sus paisajes como nos pensábamos. Más de lo mismo. Pero allí estábamos, litronas, ceniceros llenos y Cube, Brazil, Los Monthy Python, Pi, Robert Rodríguez, Kevin Smith, Kids, etc. Y un día le tocó a Pitch Black. Y nos moló.
Esos veintiún años después (o algo menos seguro con el jetlag del videoclub y tal), tras haber encontrado a Riddick docenas de veces, en canales del TDT a deshoras, intentando caer en las redes de Morfeo y no haberle dado ni una sola oportunidad real ninguna de esa docena de veces, me digno a darme el capricho de conocer mejor al calvo de las gafas negras. Y he de admitir que es un descubrimiento, que me hace darme cuenta de algunas cosas.

La primera cosa, es precisamente cómo ha pasado el tiempo, dos décadas que se notan muchísimo en la primera de las aventuras de Riddick, Pitch Black, una película en la que se nota la falta de dolares, cosa que nunca me importa cuando me siento frente a la pantalla con predisposición a ver una historia diferente que me secuestre durante unas dos horas, pero hay que decirlo así tal cual. Y muy posiblemente esa falta de pasta en su realización, ese Diesel con una tonelada menos de músculo y sin haber adquirido aún el viciado don de doble filo de sobreactuar cada personaje hasta el extremo en su ineludible papel de macho alfa simpaticote, o máquina de matar con buen corazón, y la idea de “película de supervivencia” al desuso, son lo que la convirtieron en una pequeña cinta de culto underground que corría de boca en boca y que consolidó la franquicia.
El tipo que ve en la oscuridad en un planeta que es de noche dónde viven unos bichos tope de chungos.
Eso era Pitch Black, y pese a sus estúpidas tramas visuales, sus filtros, sus repeticiones visuales, y el incómodo monocromatismo contínuo que pasaba del azul fantasmagórico al naranja marciano en cada secuencia, funcionó mejor de lo que sus creadores hubiesen imaginado, contra todo pronóstico.

Podría surfear la wikipedia, y Google para sacar datos de la película, de su rodaje, entrevistas a Vin Diesel, seguro que podría, pero me voy a limitar a analizarla desde mi ignorante punto de vista, sin más, que tampoco va a ser menos, porque hay tela que planchar.



Pitch Black nos presenta una nave civil de largo recorrido, con 40 variopintos pasajeros hibernando en sus clásicas ya cápsulas de suelo criogénico o lo que sea. Una nave de un diseño industrial, una bonita maqueta digna de cualquier otro clásico del cine de ciencia ficción a la altura de los diseños de O'bannon, surcando el espacio, promete.
Un predicador islámico del siglo XXVIII, junto a sus pupilos, que aporta un extraño toque galáctico con regustillo a Dune, y que da ese toque exótico y profético del futuro que nos espera y que hemos visto en otros siglos venideros imaginados por otros autores como la evolución étnico, religiosa y social de La paja en el ojo de Dios. Ese factor humanista que nos avisa de que, lo sentimos mucho humanidad, sois como sois y tenéis costumbres que no erradicaréis ni en el futuro más lejano, y la religión es una de ellas. Un must de la cifi sin ninguna duda, la religión y los viajes galácticos. Y eso aporta cierta seriedad de manual, doctrina o interés de buen hacer en los responsables de la película.
Añadimos al pasaje de abordo un gañán contrabandista de manual, en cuanto le vemos interactuar un par de veces sabemos que morirá pronto, como el quaterback en Camp Crystal Lake o el fumeta de Elm Street. Ese es nuestro contrabandista.
El menor sin tutores legales. Los pilotos. Un agente de la ley que transporta un reo, un peligroso reo por el que cobrar una jugosa recompensa en su destino.
Y como debía ser, unos meteoritos fastidian la travesía, la nave ha de aterrizar forzosamente en un planeta extraño, y los supervivientes a la colisión deberán cooperar, superar sus diferencias y buscar la manera de regresar a la órbita.

El preso peligroso es nuestro Riddick, pinta de asesino, rapado, tipo de pocas palabras, frío y calculador. Acababa de nacer un antihéroe en la pantalla.
Mientras se ponen de acuerdo y se organizan, descubrirán que el planeta donde han chocado es muy hostil, un hábitat extremo, desértico, con poca agua, elevadas temperaturas, y ni un puesto civilizado cerca ni una triste colonia. Mientras lo exploran discutiendo si Riddick ha de ser entregado a la justicia sin perdón o si de es en realidad la persona más apta y capacitada para sacarles de semejante entuerto, encontrarán una antigua estación geológica y los moradores nativos del planeta, unos encantandores depredadores alados que interpretarán al asesino en serie de éste slasher de ciencia ficción que gracias a Dios no se corta un pelo con el gore de serie Z en las muertes que irán sufriendo los miembros del grupo incapaces de tomar las decisiones correctas para sobrevivir.
Porque la película es una survival movie en toda regla, un grupo desavenido, con pocos recursos, en inferioridad ante un planeta hostil de ecología depredadora con una oscura y larga noche provocada por el eclipse de sus 3 soles cada 22 años, y qué mala suerte, han aterrizado de emergencia en el planeta adecuado, el día justo para conocer la fauna autóctona nocturna.
Como en 30 Días de oscuridad si no fuese porque Pitch Black es anterior, la oscuridad nocturna es el desencadenante del exterminio de protagonistas.
Hay mucho de Alien el octavo pasajero en Pitch Black, la estética futurista post cyberpunk, industrial, wasteland y underground, los espacios cerrados, la oscuridad, las criaturas, y que nadie oirá sus gritos en un planeta desértico y deshabitado. Mucho, o así lo veo yo. De hecho, me atrevería a decir que Pitch Black es un homenaje mal enfocado de Alien, de mal gusto pero hecho con amor, porque no, no hay comparación posible entre ambas por mucho que queramos maquillar Pitch Black y ser generosos con ella. Pero el intento, se le ve el plumero creo yo.

Con que ese ostentoso Alien de serie Z que cambiaba a la diosa Ripley por un cachudo de pocas palabras capaz de ver en la oscuridad, consiguió lo que quería y se hizo un huequito en el cine independiente de ciencia ficción y terror.
Y ahora que lo menciono, sí, Riddick ve en la oscuridad, creí dejarlo claro al principio, pero es el detalle que le da ventaja sobre el resto de la camarilla en un planeta de noche interminable. Bueno, eso, y que está mazado, es silencioso, rápido, mortífero, y presume de un agudizado instinto animal latente en su cerebro, lo que le distingue de los humanos normales.
Tan tópico como original en su planteamiento.

UNA BROMA DE MAL GUSTO: LAS CRONICAS


Así que tras aquella extraña peli de videoclub y programación autonómica nocturna, llegó en 2003 su continuación, Las crónicas de Riddick, y sólo puedo preguntarme ¿por qué? ¿era necesario? Riddick no se merecía esa ofensa. Hicieron del asesino un personaje indigno.
No se si Vin Diesel quiso retomar el personaje que en realidad siempre quiso ser porque es su forma de revindicar “Yo también cree un héroe”, porque es su “bebé”, su ojito derecho, o sencillamente porque alguien le convenció que debía dilapidar las montañas de benjamins que había amasado hasta entonces con una bolsa del Ikea llena de blockbusters. Pero el caso es que ocurrió, Riddick tuvo una secuela.
Se nota que Vin Diesel echó billetes a ésta segunda parte, se mejoró el vestuario, los decorados, el número de extras y participantes, y se liaron la manta a la cabeza con una space opera barata, de manual, que no aportaba nada de nada al género, sin terror, sin sangre, con armas láser y ejércitos tiránicos que encarnan al mal en al galaxia con armaduras neo medievales y toda esa basura épica que estábamos hartos de ver y que no pintaba nada ene l universo de Riddick.
Riddick sigue siendo un prófugo de la justicia solitario, que termina en un planeta de corte medievalista engañado por uno de los supervivientes de Pitch Black con los que trabó cierta amistad o camaradería. Ese pobre planeta está siendo invdido por un terrible ejército cósmico de una raza llamada los necrófilos (es que es para reírse hombre) cuyo líder, un “Lord Mariscal” y marqués de chorrapelada, ha obtenido los mesiánicos poderes de robar el alma a sus víctimas tras haber sobrevivido a un viaje por el subuniverso. Tremenda subbasura sin jugo ni originalidad ni sentido ninguno.
Entiendo el interés o las ganas de endiosar a Riddick, de ampliar las miras de un antihéroe de ciencia ficción capaz de recorrer diferentes galaxias y vivir nuevas y violentas aventuras. Vale que quisieran elevar al bribón de Riddick de vulgar criminal a … elegido salvador de la galaxia y único superviviente de una raza alienígena llamada los furyanos, pero... ¿así de golpe? ¿De una entrega a otra? Convirtieron al asesino frío y calculador en un cachudo socarrón, la película de survival terror en una comedia familiar de acción, el lore underground y axfisiante del futuro oscuro y desesperanzado en planetas de Stargate la teleserie con un Darth Vader de pacotilla y un ejército de memos con armadura negra y armamento ridículo de lásers y bolas de energía a medio camino de la magia de fantasía y la space opera menos innovadora.



Que desastre de píes a cabeza. La evolución de Riddick y de los personajes que repiten papel de Pitch Black en ésta segunda entrega, es irreal, inconcebible y vergonzosa.
Las piruetas de Riddik triplican su efecto gravítico, y parece que estemos ante un híbrido de Flash Gordon y XXX.
Y por si fuera poco, debieron de volver a contratar al fan de Lazarov de Pitch Black que jugaba borracho con los filtros, los zooms y los cambios de luz, obteniendo como resultado un montón de dinero quemado en el fuego.

Supongo que el batacazo debió de ser de aupa, y si me equivoco, pues debo ser un ingenuo. Pero Vin no se dio por vencido. Riddick debe suponer para él como ese romance tóxico que te hace sentir como un patán pero que no puedes dejar de perseguir, no se da por vencido, está obsesionado y empeñado en hacer de Riddick algo más que aquél personaje carismático y duro que creó en Pitch Black, pero lo viste de tirolés y lo manda así al primer día de instituto con Las crónicas de Riddik, creándole un trauma insalvable hasta que pase por completo su adolescencia y haga nuevas amistades universitarias desde el completo anonimato.

RIDDICK, TÚ ANTES MOLABAS


Y en 2013, Riddick es el título homónimo, de lo que sin esperanza ninguna he terminado por calificar la mejor de las tres.
Supongo que Vin encontró a un amigo de verdad, uno de esos que no es un lameculos de Hollywood, alguna persona con sentido de la vergüenza y valor que le debió de decir eso de “Vin, Riddick antes molaba”.
Y le removió algo por dentro. Me lo imagino soñando con esa frase dormido y despierto, al personaje ficticio de Riddick devorándole la conciencia, culpándole, “tú me mataste, y yo te quería” en una espiral de voces con eco dentro de su cabeza, hasta que tomó las riendas del antihéroe de nuevo.
Y así Riddick volvió a ser una hoguera de biruta, pero en esta ocasión, el humo de la fogata hizo bonitas nubes con volutas de colores. Por fin un reparto con un mínimo de gancho, Batista, Moyá, unos buenos efectos visuales, especiales y un CGI más que decente sin ser Star Wars, y sobre todo, recuperando todo lo que nos gustó de Pitch Black.
Un planeta hostil, un elenco limitadito de personajes encerrados en el mismo ecosistema, como una novela de asesinatos “cluedo” de Agatha christie, pero en suelo extraterrestre, sin escapatoria,una película de “cacería” que si bien Pitch Black opino se inspiró en Alien, a ésta Riddick le veo mucho de Depredador, asumiendo Diesel el papel de cazador despiadado.
Riddick vuelve a ser un andrajoso sansón pelado con estética wasteland, como sus perseguidores a sueldo, que está empeñado en recuperar su “lado animal” con una faceta a lo “Frank de la jungla” galáctico, que en lo que parece un intento claro de la producción de reconciliarlo con el público y la crítica, no vuelve a hacer especial hincapíe en que en realidad es alienígena y no humano (aunque un alienígena llamado Richard, no se yo, se les fue de las manos en Las crónicas, sin duda), recuperan el Riddick oríginal, añadiéndole un par de ases en la manga, pero matando silenciosamente el héroe de acción espacial “marveliano” de la anterior entrega. Parece todo muy premeditado e intencionado.
Loq ue se dejó en la bolsa de cosas viejas de Pitch Black en ésta ocasión fue el terror, ni un intento, por pobre que fuese, nada, se acabó ese enfoque.
Pero funciona, es como reinterpretar Pitch Black, que ya no volverá a tener aquella frescura, nunca más, no volverá a sorprender como entonces, pero los factores metereológicos y las condiciones naturales adversas volverán a obligar a perseguidores y perseguido a ponerse de acuerdo para salir de ese agujero de planeta con una fauna nada amigable.
Se repetían todas las características de éxito de la personalidad de Pitch Black, incluso volvíamos a ver un poquito de sangre, e incluso un par de tetillas, vaya, vaya Vin, ¡que canteo! ¡Qué film más duro! ¡Waoww!.
Bromas a parte, se agradece de nuevo la crudeza, aunque sin spoilers, Riddick peca de payaso en ocasiones innecesarias que nos recuerdan, que nunca volverá a ser lo que fue en Pitch Black, pero que la menos queda esperanza.



SUB UNIVERSO EXPANDIDO


Y digo que debe quedar esperanza porque Vin Diesel sigue dándole vuelta al torno Perico, y no para el tipo, anunciando que habrá una cuarta entrega del asesino calvorota de la visión nocturna.
Por mi parte si sigue en la línea original “modernizada” (por decir algo) y le quita un par de tópicos bárbaros al antihéroe humanizándolo un poco, y bajándolo del podio de los semidioses, creo que podremos disfrutar de una buena película de acción, aunque echemos de menos una pizca de terror y slasher.

Hay Riddick para rato. ¿Cómo ha podido calar un personaje tan plano? Un saco de músculos y clichés de taquillazo. Supongo que su estética, esas gafas negras, ya son un icono. Pero no nso engañemos, releyendo lo expresado, son los planetas inhóspitos y mortales en los que aterriza los verdaderos protagonistas de sus historias, y si pretenden devolverle a los combates de naves espaciales y las culturas futuro renacentistas, seguramente, muera como una caricatura de sí mismo a las órdenes del ratón Mickey.
¿Acaso es cierto aquello de que nada es como al primera vez? Bueno, en verdad, nada suele ser como la primera vez de algo, aveces precisamente la primera vez es la peor de todas, pero Riddick no es un ejemplo de ésto. ¿Será capaz de sorprendernos de nuevo alguna vez? ¿De hacernos pensar que estamos viendo algo que el resto de la gente se está perdiendo y deberían ver? ¿O me sentiré como con Las crónicas, el único idiota que lo ha visto entero?
Yo que se, pero lo sabremos si Dios quiere y anda pasa, y mientras tanto, hay 2 novelas de Riddick, videojuegos y cintas de animación que ir descubriendo juntos hasta la cuarta súper producción del asesino de los ojos blancos. Porque yo no he catado ninguna de estas obras alternativas que completan el universo de Riddick, y mi Xbox360 sigue funcionando como hace 10 años, aunque no espero gran cosa y si lo juego seguro que acabo haciendo de tripas corazón por puro fandom.



Buenas noches, y sintonizad vuestros chips para soñar tungsteno.
Gracias.

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