READY PLAYER ONE
Este 2018 se estrenaba en el cine una
de las adaptaciones literarias de ciencia ficción más esperadas por
el fandom, Ready Player One, un libro, que he tenido en
mis manos docenas de ocasiones, con esos marcianitos pixelados del
Space Invaders en la cubierta, y que por alguna extraña
corazonada o intuición, tal vez equivocada, nunca llegué a pasar
por caja registradora de mi librería habitual.
Así que me lanzo a una piscina con
agua hasta la mitad, y espero no romperme la crisma al sumergirme,
porque a diferencia de otras películas y novelas que he
descuartizado en el blog, ésta novela no se qué tal está, y sólo
me he formado una opinión de la película. A ver... teniendo en
cuenta de que escribir de CIFI en mi blog, es un hobby
apasionante pero nada más, tampoco debo exigirme profesionalidades
ni obligaciones al respecto, pero sí que me gusta tratar las cosas
con el debido respeto.
Tras una prospección virtual, como la
que cualquier fisgón podría llevar a cabo en su buscador favorito,
lo poco que se del libro es que está firmado por Ernest Cline
en 2011, y que su sinopsis resume cómo en un distópico futuro
próximo, la sociedad una vez más se ha venido abajo, y los
ciudadanos de clase baja y pocos recursos eluden su realidad
cotidiana gracias a una vida virtual alternativa y los videojuegos
que ofrece una servidor virtual conocido como Oasis.
Ubicados en el contexto, Wade Owen,
de nickname Parzibal, algo así como un influencer
del futuro, un gamer profesional de renombre, que en su vida
normal fuera de la realidad virtual es un Carpanta más como
el resto de la población, se decide a ganar un concurso póstumo,
postulado por el difunto programador de Oasis, un freak
de los 80, cacho de nerd, llamado Ogden Morrow al que
los usuarios adoran y veneran. El reto o concurso en sí, para quien
sea capaz de resolverlo en la basta red de realidades y videojuegos
que ofrece Oasis, se trata nada más y nada menos que de la
jugosísima herencia del Oasis , su administración y sus
beneficios.
Ante semejante pelotazo, Parzibal
se pone manos a la obra, involucrándose ya en una trama (No
spoiler) que le situará entre 2 bandos, un bando
revolucionario y otro corporativo. Y hasta aquí voy a leer.
Creo que cuando me termine mi actual
lectura, un Rudy Rucker
titulado El Hacker y las Hormigas, que por cierto se me está
haciendo un poco bola, igual me animo y me hago por fin con Ready
Player One. Pero no quería dejar pasar la oportunidad de
compartir mis impresiones del film, que luego se me olvida y
entremezcla en mi quijotesca cabeza cyberpunk y no se
si hablo de Ready Player One, de Johnny Mnemonic o de
Blade Runner.
SPIELBERG
La adaptación hollywoodiense
había creado expectación previa al estreno por un motivo principal
que siempre es sinónimo de espectáculo y, o, calidad, Steven
Spielberg.¿Qué puedo decir de éste genio sin dedicarle un
monográfico? En pocas líneas, productor, director, guionista,
responsable de E.T. El Extraterrestre, Minority Report,
Inteligencia Artificial, La guerra de los Mundos (remake), Super
8, y otros títulos a parte de la CIFI como Tiburón,
La Lista de Schindler, Parque Jurásico, Los Goonies, Poltergheist
e Indiana Jones.
No necesito explayarme más de momento
en su curriculum, pero sí añadiré lo que me suscita ver su firma
en una película, y es que, añadir el nombre de Spielberg a
un film, es una incógnita que engancha, porque del mismo modo que
parece un fan de la ficción, lo intenta ser también del drama
histórico, arriesgando a dramatizar segmentos de la historia como el
caso de la Segunda Guerra Mundial, ya no solo con La Lista si
no con El Imperio del Sol Naciente; la era colonial
norteamericana con Amistad; El Color Púrpura, Lincoln...
Y pese a que el despliegue de medios, vestuario, fotografía, y toda
la inmersión es siempre espectacular, no tanto tal vez la veracidad
de la recreación histórica, que pese a todo, siempre queda relegada
a un segundo plano ante las historias personales de los
protagonistas, que absorben como un agujero negro toda nuestra
atención. Entonces cuando oigo que Spielberg tiene algo que
ver con una película, lo primerísimo que pienso en sus mayores
virtudes, fantasía y espectáculo visual. Y en Ready Player One,
es lo único que yo, a nivel personal, he encontrado.
La película es un continuo ejercicio
de maestría en efectos especiales CG, todo por ordenador. Incluso la
mayor parte de la película, los protagonistas, son suplantados por
sus avatares virtuales en Oasis, sin interpretar ni dar la
cara, cosa que atendiendo al guión es normal, no es una queja, si no
un hecho, y esto en ocasiones me traía a la memoria el visionado de
la película Final Fantasy, que a nivel digital era magnífica,
pero un tostón incomprensible.
Parzibal, es interpretado por
Tye Sherindan, que lejos de parecerme un actorazo, pero
tampoco un paquete, pues ahí está. Le recordaremos de otras cintas
como X Men, el Arbol de la Vida, y poco más si no eres un
cinéfilo experimentado y no te consideras más que un Stalker
como yo. Porque realmente, leo más que películas veo.
Concluyen el reparto principal Olivia
Cooke (con un curriculum breve del que apenas he visionado nada)
y entre otros Letitia Wright, chica Marvel.
La verdad es que es un reparto joven,
de carreras poco dilatadas, pero es que la película quizás no
necesite otra cosa, ni más ni menos, que precisamente eso, sangre
joven, fresca, natural, para una distopía cuya mitad está rodada en
digital, interpretada con avatares, y cuyos diálogos y líneas
interpretativas no profundizan mucho más de una nueva obra de
ciencia ficción adolescente o juvenil, con tiernas proclamas
revolucionarias a cerca de la libertad y la heroicidad al más puro
estilo Divergente o Los Juegos del Hambre. Que no los
descalifico ni mucho menos, pero carecen del tinte crudo y miserable
de mis amadas obras cyberpunk. En ese tipo de obra CIFI
todo es como más bello, más agradecido, esperas un final feliz,
mientras que en el dark future, los personajes son holgazanes,
egoístas, politoxicómanos, imprevisibles e indomables sin ninguna
intención de arreglar el mundo aunque acaben haciéndolo.
De hecho, el nickname de
Parzibal, supongo o voy a imaginar por mi mismo sin ninguna
otra base argumentada por terceros, de que es ya bastante paladinesco
como para ser toda una declaración de intenciones por parte de
Ernest Cline, de que nos encontramos desde el primer momento
delante de un héroe por pulir.
OASIS Y LA REALIDAD VIRTUAL
El protagonismo del entorno en la
película es abrumador, vemos la película para ver la realidad
virtual desarrollada por el equipo bajo las ordenes de Spielberg,
queremos ver Oasis, ese es el verdadero protagonista. Y Oasis,
pese al currazo que se han pegado los diseñadores y el equipo de
efectos digitales, pues no aporta nada nuevo al genero de la ciencia
ficción, y pese a ser un espectáculo sensorial para el espectador,
si profundizo en las raíces de las realidades virtuales en el
género, de lo primero que me acuerdo al ver la pelicula es de La
Calle del Metaverso en la novela Snowcrash, y de
Hiro Protagonist y su avatar ninja que podrían ser los
predecesores de Wade Owen y Parzibal. ¿Habrán leído
Cline o Spielberg Snowcrash? Seguro que sí, pero oye,
es 2018, todo está inventado, a los mediocres sólo nos queda
reinterpretar, y no digo con esto que Spielberg sea mediocre, no me mal interpretéis, que os imagino afilando cuchillos. Pero si nos ponemos a hacer memoria, hay tantas obras con realidades virtuales
como colores y sabores, y en el blog ya he tanteado el tema en su
superficie con Ubik, arañando en torno a la obra, otras como
Matrix o Nivel 13. De repente añadiría las realidades
virtuales creadas por A.M. En No tengo boca pero debo
gritar, o El cortador de césped, y otras obras de
carácter no tan relevante, o más underground.
Por no hablar de otras películas en las que la acción principal y su nudo narrativo pasan por el chino de un videojuego, como Juegos de Guerra, Tron o Starfighter, que no es nuevo ésto de crear un universo alternativo dentro de un videojuego, o que el jugar a un videojuego genere otras consecuencias épicas.
Por no hablar de otras películas en las que la acción principal y su nudo narrativo pasan por el chino de un videojuego, como Juegos de Guerra, Tron o Starfighter, que no es nuevo ésto de crear un universo alternativo dentro de un videojuego, o que el jugar a un videojuego genere otras consecuencias épicas.
La realidad virtual y las dobles vidas
gracias al uso de avatares está muy trillado, es difícil que
alguien aporte algo nuevo al género, y con eso me refería a la mediocridad del concepto o la idea, habría que ser un auténtico
genio o visionario para lograr cambiar el juego de las realidades virtuales en la CIFI, siendo redundante, y lo deseo con ansia, incluso, ya con los aportes de obras como Avatar
o Los sustitutos, que se centra en el uso de avatares en el mundo físico o "real".
La vieja y maleada idea de trasplantar nuestro
yo a otro cuerpo.
Volviendo a Oasis, otro de los
principales atractivos que la peli ha ofrecido es precisamente
aprovechar el exceso de metraje digital para crear una continua oda a
la cultura del videojuego actual, el retro, y la subcultura digital
de los 80. Ahí es donde Spielberg se marca un golazo
aglutinando a uno de los targets objetivos más numerosos del
mundo, los jugadores de videojuegos. Sí, ahí estamos, marginados
desde los 80, tratados como una subespecie social infantil, freaks,
nerds, asociados a la imagen colectiva del adolescente con
acné, braquets, bolígrafos en el bolsillo de la pechera, que gasta
chistes acerca de lenguaje C++ y el Basic, que nunca tuvo pareja en
el baile de graduación. Esos somos nosotros, nerds, freaks
y jugadores de videojuegos de todo el mundo, qué maravillosa visión.
Spielberg con Ready Player One, nos devuelve la
dignidad, nos convierte en trend, nos transforma en atractivos
héroes de la cultura pop y de repente hasta el quaterback del equipo
universitario que nos daba tollinas, al ver Ready Player One,
grita con fuerza “Yo también juego World Of Warcraft y soy un
gnomo alquimista de nivel 23!!” O, el hype, la moda,
molar, lo cool, que gran herramienta en manos de los
reputados, y que arma inerte y descargada de munición en manos de
los marginados. Que sociedad más estúpida. En fin.
Que sí, que la peli no para de
provocarnos orgasmos nostálgicos a los jugones, con el asunto de la
Atari, los easter eggs, y todo tipo de avatares sacados
de videojuegos tanto clásicos como actuales, porque Spielberg
no es tonto, y sabe que si quiere que su película sea atemporal y
convenza a todas las generaciones, hay que meter avatares del Halo
y el Fortnite, aparte de los del Castlevania y el
Metroid, la peli ha de ser disfrutada por todos y todas, y ni
un sólo espectador que haya jugado un videojuego antes, puede
abandonar la sala sin haber dicho “Eh mira, allí está Kid
Chamaleon!”.
Muy guay todo sí, especialmente la
Holy Bomb de Worms 2 (Aaaaaleluyaaahhh).
Pero ahora, analizándolo con calma, no
nos dejemos llevar por la euforia.... Rompe Ralph también es
un homenaje guapísimo al mundo de los videojuegos, y nadie la ha
tildado aún de obra maestra... Y de Pixel mejor me callo,
porque menudo bodrio.
Fandom en general, lamento
sospechar que ésto es tan sencillo como que Hollywood
envejece, y los críos que eran como nosotros y veían Los Goonies
de Spielberg, han crecido, han encontrado curro en Los
Angeles, y ante la duda y la falta de ideas, su nostalgia les lleva a
actualizar clásicos que activan sus glándulas de dopamina, como por
ejemplo Rampage. Y ojo, digo todo esto, desde el punto de
vista de quien no ha leído el libro, no se si Ernest Clide
hace tanto hincapié en sus renglones, sobre personajes de
videojuegos propiedad de Sony, Nintendo o Sega, que
casi parezcan las páginas finales de venta por correo de la
Micromanía, repletas de caratulas con todos los videojuegos
habidos y por haber.
¿Así que con qué resumo mi
experiencia tras ver la película Ready Player One? Que es un
pasatiempo de dos horas y pico, que se me hizo larga, que no es más
que un capricho onanista de nostalgia, un bonito homenaje al mundo
del videojuego, que necesitaba dignificación y reconocimiento como
una de las industrias más boyantes y con mejores guionistas,
artistas y diseñadores del mundo, y poco más, porque no añade
absolutamente ningún punto de vista nuevo a la ciencia ficción. Que
soy más de Rompe Ralph.
Gracias por aguantarme y ojalá tengáis
opiniones diferentes, porque de opiniones diferentes, es de dónde
salen las mejores ideas y los puntos en común. Hasta la próxima.
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