jueves, 6 de junio de 2019

TRANSMETROPOLITAN


CYBERPUNK DE LOS 90


¡Despertad asquerosos lectores! … Perdón....perdón... que me he dejado llevar. Tal vez ya sólo con eso algunos sepáis ya de que vamos a hablar. Y si aún no os suena de nada esa frase, tal vez si os digo que antes de empezar os recomiendo bajar al filipino de la esquina de la 5 con al avenida 30 a por un bucket de ojos de delfín barbacoa, ¿os recuerda a algo?. ¿No? Ohh... ¿Cómo que no? No le mentáis a la pata de silla de la verdad, porque se va a enfadar mucho...

¿Aún no? Entonces es que no habéis leido aún transmetropolitan, porque si lo hubiéseis hecho, recordaríais al instante todos esos guiños, o mejor dicho, burdas imitaciones del único Spider Jerusalem.
Desde más o menos hace un año, me lancé a la lectura de la colección completa de Transmetropolitan, cómic cyberpunk editado en Vértigo (DC) en España. Y desde entonces, he disfrutado como un enano cada vez que abría una de sus malditas páginas. Ha sido una experiencia inolvidable, cruda, cruel, histriónica y muy, muy divertida. Una delicia que entra directa al podium junto a otras obras magnas como por ejemplo, Akira. Sí, sí, no tienen nada que ver, excepto el oscuro futuro distópico, corrupto y superficial, pero estando cada una en un polo opuesto del cyberpunk, tienen que compartir podio a fecha de hoy en mi palmarés de emociones entintadas.

Así de claro lo digo, 5 estrellas sobre 5, y es sólo mi opinión, pero ¡oh!, cual importantes son las opiniones en Transmetropolitan. Opiniones que se convierten en verdades irrefutables, violentas, incómodas.



EL ARTE DEL INSULTO


Warren Ellis a.k.a. “Stalin”, alias “Internet Jesus”, apodado “Love Swami”, es el responsable del ácido universo del futuro cercano de Transmetropolitan. Creador británico metido hasta el cuello en el mundo del cómic, los guiones, la novela y el videojuego, vomita parte de sí mismo y moldea el grumo hediondo a manos descubiertas, como Dios con Adán, y crea a su imágen y semejanza al protagonista de la serie, Spider Jerusalem. Un personaje tan despreciable, esperpéntico, y egoísta, como idealista, justiciero, ladino y afilado. Un periodista vocacional, que lleva la noticia en las venas (o más bien en su testículo periodístico), vive y muere por la noticia, la verdad, y disfruta arruinando la vida de los “malvados” con la palabra. Un anti héroe con principio de Tourette, gañán, violento, drogadicto, misójino, pero paladinesco, con pelotas, ejecutor implacable, filántropo y sociópata. ¿Cómo es posible juntar semejantes adjetivos en una sola persona? Ficción es la respuesta. No creo que exista alguien tan íntegro y desequilibrado como Spider jerusalem en la vida real, y he conocido a muchos desequilibrados, creédme, pero ninguno era tan legal.
Supongo, que Warren Ellis, extrapola en su personaje, sus defectos y sus virtudes, junto con los del periodismo actual y su falta de ética y de vocación, y le añade su característico sentido del humor soéz y grosero con el que tanto comulgo.
Comulgo tanto con ese estúpido sentido del humor, que antes de adorar a Kartman de Southpark cuando comenzaron su emisión televisiva en castellano, mis amigos y yo, cuando ya habíamos pasado la raya decente de alcohol y narcóticos blandos, explotábamos en llantos con los más surrealistas e hirientes insultos unos con otros, donde las madres, hermanas, y las peores y más obscenas abominaciones escatológicas tenían cabida sin compasión ni rencor, hasta conseguir el premio de la carcajada grupal más larga, expulsando calimocho o vodka con naranja por la nariz como el chorro de una ballena en el mar. “El arte del insulto” lo llamábamos, y en ocasiones, cuando recibíamos compañía espontánea en busca de un cubata furtivo en vía pública, u otros placeres de la nocturnidad adolescente, y no era de nuestro agrado o terminaba por agotarnos su presencia nod eseada, poníamos fin a la situación con lo que bautizamos como “El 10 segundos”, que lejos de ser una tunda violenta, era como el pasillo del famoso juego infantil “Mosca”, pero verbal, todos contra el anónimo durante 10 segundos, hasta que pillaba la indirecta de que su presencia no era grata ni un minuto más.

Sí, es una anécdota infantil, rídicula, propia de una edad del pavo de lo más estúpida, de perfil bajo, pero es la verdad. Y la cuento porque me parece una de las mejores formas de ilustrar por qué la incontinencia verbal de Spider Jerusalem me hace tantísima gracia. Pero qué demonios, me crié a duelo de espada en Isla Mêlee, ¿cómo no iba a hacerme gracia?

Lo políticamente incorrecto, la mala educación, la provocación, la diarrea oral, a fin de cuentas, ya era practicada por Góngora y Quevedo elevándolo a la categoría de arte, y Spider Jerusalem, se hubiese merendado a los dos genios.
El buen gusto del humor queda totalmente en entredicho si te ríes con Transmetropolitan, y en una época de la pseudo corrección obligatoria, el “bien quedismo” (Que no el “buenismo” al que alude constantemente iker Jiménez ni de lejos) y la sonrisa de cara a la galería, Transmetropolitan es una delicia adulta y no el chocolate puro sin azúcar de Coronado. Es punk, controversia, sorna y cachondeo, es reírse de la sociedad como Sid Vicious.

SPIDER JERUSALEM CONTRA EL MUNDO


Con ese espíritu anti todo y omni hater, hasta los cojones de todo y tras haber trasteado con otras obras cyberpunk como Juez Dredd, en 1997 Ellis pare Transmetropolitan en la antigua Helix, junto a la mano de Darick Robertson a la ilustración. La ciencia ficción, una vez más, en el caballo de troya, de una cadena de críticas sociales agudas y venenosas. Se convierte en el pastel hueco que lleva la striper dentro, na stripper armada con una Mac 10 en cada mano y un cinturón de explosivo plástico a la cintura.

En una colección de cómics, larga pero conclusa, que cierran un círculo, se agradece un principio, un fenomenal desarrollo siempre coherente con algún entremés para refrescar, y un final de campanazo. Y nos presentan a Spider, un eremita moderno, desaseado, excéntrico, un perfecto loco de la colina, que recibe la llamada que necesita, una de trabajo, que le devuelve a su fuente de inspiración, su musa, su amor tóxico, La ciudad. Un diario quiere las columnas de la vieja leyenda de la prensa, Spider jerusalem estaba de vuelta.



La ciudad es un ecosistema surrealista que exacerva todo lo malo de nuestras megalópolis actuales con el filtro cyberpunk más gamberro posible, en la onda de Neal Stephenson, grunge, bromista, chiflado, vergonzoso. Cada viñeta que Spider recorre las avenidas frente a sex shops de realidad virtual, restaurantes de comida rápida que sirven bocados de especies en peligro de extinción, y patrullas de policia holgazaneando, ha de abrirse paso contra la corriente humana y pseudohumana más heterogénea jamás imaginada en una distopía urbana. Moda imposible de vestir, metamorfosis estéticas, implantes cibernéticos, crestas de neón, híbridos genéticos, seres gaseosos... cada ilustración callejera es un placer de “¿Dónde está wally?” en la que perdernos un rato con una cervecita en la mano, leer los grafitis, mirar las pegatinas en las marquesinas, observar las expresiones de prostitutas mutantes y vagabundos, y despegar con la imaginación. Un horror vacui repleto de guiños, muy común en otras obras de inspiración cyberpunk como la de Josángonzález.

LA VERDAD, DAVID CONTRA GOLIATH


En ese enorme agujero de corrupción, deshumanización y desesperación, Spider buscará la noticia en los bajos fondos. Spider no es un paparatzzi amarillo, bueno, un poco amarillo sí, pero desaprueba el periodismo fácil, se caga en el periodísmo “vendido”, encarna la realidad de informar con mayúsculas, y lo hace de forma independiente. Aquí baja el primer soldado griego del enorme equino de madera, el periodismo, la información, la verdad.
En una sociedad actual en la que la desinformación, la corrupción periodística y la falta de objetividad son un escándalo constante que nos resbala y al que no le damos la debida importancia. Primero de nuestros errores evolucionado en Transmetropolitan, que nos vaticina un futuro desesperante, superficial, vacío, carente de valores, inmoral, precisamente por la falta de interés demostrada hoy en los valores de nuestra sociedad real.
La guerra informativa, los medios chaqueteros, y el opio informativo, el “pan y circo” de la selección informativa no hiriente o enfocada hacia la alarma social para conseguir fines de manipulación de masas que beneficien a los entes oscuros que mueven los hilos. Esos son los enemigos de Spider, los falsos ídolos a derrocar. Spider es la información alternativa, el periodista asesinado en un conflicto bélico, el informante independiente desacreditado por los gobiernos y criminalizado. Spider es wikileaks. Es imparable. Es la verdad.
Y no todo el mundo presta atención a la verdad, la verdad tiene trampas que esquivar, la verdad es un rumor que tiene que ganarse la categoría de auténtica, la verdad es desprestigiada, y muchas veces la verdad pasa por mentira, cuando quienes no quieren que salga a la luz consiguen convencer al resto de que no es cierta, de que es basura engañosa. Qué difícil es distinguir hoy la verdad, un ejercicio que requiere tiempo, reflexión, interés, investigación... ¿Alguna vez hemos conocido la verdad? ¿Cómo la distinguimos? La felicidad es la ignorancia, la verdad sólo nos dará problemas. 99 problemas.
Transmetropolitan nos va a hacer pensar en eso.

Como inquisidor de la verdadera palabra, Spider Jerusalem, cargará contra falsos profetas, enemigos de la verdad, periodístas comprados, líderes de sectas, policías corruptos, funcionarios, y el enemigo supremo de la verdad, el presidente.
¿Hace falta a caso mencionar que no hay mayor mentiroso que un político? Bueno, un vendedor telefónico tal vez... un abogado... pero no, no, un político es peor, sin duda.
Pero un político es poderoso, tiene dinero, tiene policía, tiene abogados, tiene fiscales, tiene CEO's de grandes compañías, tiene medios privados de información y propaganda. ¿Qué podría hacer un periodista esmirriado, adicto, esquizofrénico contra el presidente? ¿Quién iba a creerle? Pues esa es la meta de Spider, derrocar el gobierno de la mentira, hacer pública la verdad, desenmascarar al peor de todos los criminales, el gobernante. Desde los bajos fondos, tirando de la madeja hasta llegar a la casa Blanca.
Extorsiones, asesinatos, cajas B, sobresueldos, chantajes, prostitución, mercado negro, todo ha de ser contado, y para que se convierta en verdad, ha de ser probado. Son las pruebas lo que acreditan una declaración. No va a ser fácil, pero Spider no va a estar sólo.
Sus asquerosas ayudantes Channon y Selena, y su editor Royce, serán sus principales apoyos.
No es fácil trabajar con Spider, es inapropiado, hiriente, suele estar ebrio, es violento, desaseado, tiránico y déspota. Pero es el único con las pelotas para morir pro la verdad. Y la verdad, no es baladí, es alto premio, es lo único capaz de convertir a un saco de huesos y pellejo andante de una gran ciudad en humano de nuevo. Es una meta noble, es una droga, la más poderosa. Y Spider logrará inocularles la verdad a cada uno de ellos y ellas, insuflándoles vocación periodística.
Todos odian a Spider, viejo y puto loco, pero Spider es único, irrepetible, es adictivo, no puedes dejar de escucharle sin sentir que lleva razón, que es el único en el mundo que te va a contar las cosas como son, sin pelos en la lengua, sin paños calientes, sin empatia, pero es lo que cualquiera necesita en una sociedad superficial y deshumanizada para volver a sentir miedo, para volver a respirar, para volver a sentirse vivos... la verdad. Nos guste o no. Sin formalidades.



MIEDO Y ASCO EN LA CIUDAD


La fauna de La ciudad, nos va a presentar híbridos genéticos medio humanos medio “alien gris”, agrupados en una secta religiosa, cuyo líder, una ex estrella de la música pasada de moda, esclaviza sexualmente a sus feligresas y vacía los bolsillos de sus feligreses. Un croché directo a la religión.
Conoceremos policías corruptos, racistas y homófobos.
Seremos testigos de levantamientos sociales, disturbios nacidos en los ghettos y barrios más pobres, oprimidos y desfavorecidos. Nos contarán cómo una bala perdida puede atravesar las paredes de las casas baratas y matar a un niño sin que a nadie le importe y la investigación no llegue nunca a ninguna parte, total, ¿a quién le importa un muerto de hambre menos?.
Estaremos a punto de soltar la lágrima cuando Spider entreviste a varios niños prostitutos para redactar su columna o blog.
Veremos a perros del gobierno sin nombre ni identidad, ejecutar a individuos poderosos que atenten contra sus intereses, cuyos asesinatos coparán las portadas de los noticiarios con el titular de “trágico accidente en extrañas circustancias”. Como un espía muriendo de polonio.
Las historias que nos va a traer Transmetropolitan no son broma, aunque Spider nos haga reir. Pero poco cachondeo. El mundo es...asqueroso, y las drogas, el alcohol y los chistes indecorosos sólo adornan con algo de purpurina la mierda que tenemos delante, que no se nos olvide.

Las columnas de Spider, son poesía periodística, y podemos disfrutarla en casi todos los números, incluyendo un par de números especiales, que en vez de viñetas, recopilan una serie de láminas de diferentes artistas, acompañadas del texto de Spider, salido de la cabeza de Ellis. No hay desperdicio en sus líneas, van a removernos por dentro.



Podría estar horas y horas, escribiendo sobre Transmetropolitan, desmenuzando sus ataques contra la sociedad, citando las mejores frases de Spider o afirmando todo lo que otras obras posteriores le deben (por ejemplo, hay mucho de Transmetropolitan en la ya revisada TokyoGhost, ya que las adicciones televisivas y tecnológicas también aparecerán en la colección de Vértigo) y sacando otras muchas conclusiones que consideraría spoiler y que por eso no quiero tratar. Pero lo mejor que podéis hacer, es dejar de perder el tiempo leyendo Tungsteno Dreams, y empezar ya con ésta obra magna, indispensable e imprescindible, para todo fan del cómic, la ciencia ficción y sobre todo el cyberpunk.

Gracias

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