lunes, 27 de mayo de 2019

THE REPOMEN

SANIDAD Y BIENESTAR EN EL FUTURO CYBERPUNK



Hola de nuevo cowboys, lamento la ausencia, pero he estado ocupado haciendo criptomonedas para poder pagar un par de letras atrasadas que tengo de mi implante sexual Mr. Studd (marca registrada por R. Talsorian Games) si no quiero que aparezca el Repoman en mi portero digital y me corte “la coleta”. Solo pensarlo me pone los nodos de punta.
¿No sabéis quienes son los Repomen? Son demonios aumentados, asesinos perfectos y silenciosos con modales de Oxford que te piden el dinero que le debes a tu compañía médica, o recuperan el implante cibernético por las malas. En mi caso, a las malas, creo que podría vivir sin “Little Mike”, aunque me jodiese...supongo que podría hacer mis necesidades por un pequeño cateter o desviar los conductos a otros orificios en alguna clínica ilegal de Chiba. Tal vez. Pero ¿y si lo que estás pagando a plazos es un pulmón, o un riñón...o el corazón? Si dejas de pagar la letra y los Repomen se llevan tu órgano, no vas a llegar a la clínica pública más cercana, y si llegas, la cola de 8 horas no va a ir más rápido por mucho que reces, llores, grites o maldigas al paciente siguiente con un costipado o una sobredosis de dermos. Morirás en la cola del doctor Nick Riviera.

Repomen es un film de dirigido por Miguel Sapochnik, argentino – británico que para empezar su curriculum, está detrás de varios capitulos de la serie de HBO, Juego de Tronos. ¿Cómo os quedáis después de la polémica del final de la serie y todo eso frikis? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra... Pues yo, que esa serie es una patata y ya lo descubrí en la segunda temporada y R.R. Martin es un prostituto literario que se ha vendido a las majaderías de una panda de hipsters de plató para esnifar y comer animales en peligro de extinción durante su jubilación mientras nada en un búnker de dolares como el tío Gilito. O algo así. (Se nota que solo leo sus libros ¿verdad?).





A parte de esto podemos hablar poco de su trabajo para la gran pantalla (es más detrás de la dirección, en segundo plano de otras películas como Trainspotting), mencionando The dreamer y que está trabajando par el estreno de otra obra de ciencia ficción llamada Bios, abanderada por Tom Hanks.
Le debemos también el primer capitulo de la serie Altered carbon, que fue una excelente carta de presentación (venga a tirar billetes al fuego) para una serie que también se burla del libro de Morgan y que resulta ser más tibia y menos fiel capítulo a capitulo.
Osea, éste Sapochnik es uno de los enemigos públicos de todos los lectores, porque participa en cada despropósito televisivo de cada best seller de fantasía o ciencia ficción.

Colgado ese San benito, he de decir, que siendo Repomen una obra no inspirada en ninguna otra obra, si no una idea original, sí podemos hablar de una peli cyberpunk, bien construida, con un lore creíble, con medida, tino y un trasfondo crítico. Puro cyberpunk.

TANTO TIENES, TANTO VALES. CORPORACIONES Y SUS MATONES


Los Repomen son los “Recolectores” de la compañía The Union, algo así como el cobrador del frac, o mejor dicho “Embargos a domicilio” de una compañía de órganos artificiales.
La ciencia, la medicina, en el futuro cercano, podrán salvarnos la vida y alargárnosla cómodamente. ¿Un cáncer? ¿Hay que extirpar un órgano? ¿Cirrosis? No pasa nada, the Union tiene todo tipo de implantes de última generación que funcionarán mejor aún que el que teníamos. ¿Cirugía estética? ¿Para qué? Nano injertos, mejoras subcutáneas, y todo lo que se pueda imaginar a nivel nano hormonal está en las clínicas de The Union a disposición de sus pacientes.
Pero ni la vida ni la perfección son baratas, hay que hipotecarse con tu nuevo órgano, y tu vida va a depender de ello, y de tus pagos, porque si dejas de pagar, da igual que abandones el país, da igual que corras, que te des de baja de todos tus recibos... Ellos, los Repomen, te encontrarán, y la ley les ampara, te abrirán en canal, se llevarán tus injertos sin anestesia, y te dejarán tirado en la acera pidiendo socorro.
Así es el futuro, es esperanza, es bienestar, es salud, y es dinero.

Vivimos en una sociedad actual del bienestar en la que continuamente sale a debate la lucha de lo público contra lo privado. ¿debe la salud pública atender a todos los humanos, sean o no, ciudadanos legales de ese país? ¿Debe la salud pública tratar ciertas patologías de forma “gratuita”? ¿Recibe la sanidad pública suficientes presupuestos estatales? ¿Está a la altura de las espectativas tecnológicas y médicas la sanidad pública?
Bueno, pensemos, por un momento. La sanidad, en España por ejemplo, es pública, pero no es gratis, porque tenemos un IRPF en nuestras nóminas, que no se nos olvide. Está 24 horas a mi disposición como ciudadano, lo que implica que está a la mía y del resto de ciudadanos, lo que provoca listas de espera. Llegados al punto más conflictivo del que se hacen ecos algunos partidos políticos, ¿Qué es un ciudadano? ¿qué obligaciones ha de cumplir, o requisitos, para disfrutar sus privilegios?
¿y si anulamos entonces la sanidad pública y que todo el mundo pague en clínicas privadas? Eso se parece más al sistema sanitario de, por ejemplo, EEUU, que sí tiene sanidad pública, pero no recibe los fondos necesarios, y por eso la gente, paga facturas de 40 dolares por ser diagnosticado de gripe en una clínica privada.
Entraríamos en un tremendo debate político, moral y económico de los pros y los contras de lo público contra lo privado, un laberinto de propuestas sobre impuestos, y etc, etc.
Este es el debate que afronta camuflado de cienia ficción Repomen. Este y algún otro muy cyberpunk.



En la distópica sociedad del futuro próximo norteamericano, la máxima de la sanidad privada será The Union, y del mismo modo que si no pagas la hipoteca, te deshaucian, si no pagas tu intestino bio mecánico, te sacan por el culo, lo meten en una bolsa zip y la palmas. Tu intestino es propiedad de The Union hasta finalizar el préstamo.

¿Estamos llegando realmente a eso? La deshumanización es el quid de la cuestión, el abandono del juramento hipocrático, en el que salvar la vida de alguien ya no es una obligación médica vocacional, si no una clausula contractual. La vida de alguien, depende de su solvencia.
Una vez más esa alargada sombra sobre la sociedad moderna, la deshumanización, el individualismo, la religión del dinero, y el tanto tienes tanto vales.
Xcierto es, que no se nos olvide, que para que funcione el sistema capitalista, debemos consumir, para seguir generando puestos de trabajo, y hacer la rueda girar. Algunos ejes son economías subdesarrolladas explotadas, sí, pero si trabajo a cambio de dinero, y gasto ese dinero, la rueda sigue dando vueltas. Si no gasto, no da vueltas, autarquía, suprimo relaciones globales económicas exteriores, la nación se para. La economía es un delicado órgano global, para que funcione, han de funcionar el resto de naciones, el sistema, es una imitación macabra del cuerpo humano. Que revelador.
Así que la aldea global ya no tiene personas, tiene números.

DESHUMANIZACION GALOPANTE


¿No os jode ese vecino o vecina al que saludas, bien alto para que te oiga, pero ni te devuelve el saludo ni te sujeta la puerta del ascensor? Oh Dios, menos mal que en España no hay segunda enmienda. Y eso pasa en una mancomunidad de...no se... ¿200 vecinos? Si el vecino de al lado la estira, igual, ni por el olor llamaría a la policía. ¿En qué nos estamos convirtiendo? Nos encerramos en cajas de pladur y ladrillo, acinados, a casco porro, olvidando de que a apenas unos centímetros detrás del cabecero de mi cama, donde duermo y sueño, hay otro ser humano durmiendo y soñando, pero no reparo en su presencia, la conciencia de sociedad está perdida. Nos deshumanizamos.



Ray (Jude Law) y Jake (Forest Whittaker) son los “Recuperadores” número 1 de la compañía. No se les escapa ni un órgano, disfrutan de su trabajo, han deshumanizado al huésped del injerto. Ellos son buenos amigos, ganan una buena prima por cada órgano recuperado, y tienen anécdotas de cómo sus víctimas lloran y corren para escribir un libro. Son los putos números 1 de la oficina.

La deshumanización laboral, convertida en corporativismo premiado. Me recuerda (salvando las distancias) a mi exitosa etapa laboral como comercial telefónico. Mi amigo Marcos y yo eramos buenos, muy bueno, si lees esto, igual te he vendido alguno de los servicios de los que dispones ahora mismo en tu hogar. Vendíamos mucho, y cuanto más vendíamos más ganábamos, más contenta estaba la empresa, más galardones nos colgaban, nos sentíamos útiles, valorados, competentes, y dejamos de hacernos preguntas. Sólo vendíamos y queríamos firmar más y más contratos.
Cuando esos contratos, no significan la vida de alguien, tampoco hay mucho que pensar, y también contábamos nuestras llamadas entre carcajadas y risas con unas cervezas al terminar, partiéndonos el culo de cómo le habíamos hecho la cuchara al último incauto que en verdad no necesitaba lo que yo le vendía, o no le mejoraba lo que ya tenía, pero cómo había mordido el anzuelo, y ahora era cliente de mi compañía, la que pagaba mis facturas, y no de otra. ¿Qué más da? Yo vivía de eso.
Y eso es lo que significa ser un comercial, tener claro que la empresa busca el máximo beneficio al mínimo coste. Y que tal vez mi cliente no necesita lo que le quiero vender, pero yo voy a hacer que lo quiera, voy a despertarle ese deseo, o se lo voy a colar por debajo de la mesa sin que se de ni cuenta mientras lo acepta sonriente y feliz. ¿las reclamaciones después? A otro departamento donde no conozco a nadie. Nunca más vamos a volver a hablar ustéd y yo, aquí terminamos. Ustéd ha sido un número para mi nómina de este mes.
Por eso me alucina lo bien que está tratado el papel de Liev Schreiber en Repomen, que hace de comercial, firma los contratos con los pacientes necesitados de un órgano, y es tan real como satírico verle en la película, en su despacho, haciendo firmar la hipoteca del órgano a los clientes de The Unionn con una sonrisa de oreja oreja, a sabiendas de que en unos meses Ray y Jake tirarán abajo su puerta mientras su mujer cocina arroz con habichuelas y su hijo juega con cajas de poliestireno en el recibidor.

Eso sigue siendo deshumanización, la deshumanización del tú o yo, y la excusa de “la sociedad me hizo así”. El “quítate tú para ponerme yo”. Y sí, amigos, me siento parte de ese mecanismo, el capitalismo nos hace hacerlo, y son lentejas, si quieres las comes y si no las dejas.

Pero Carol ( Carice Van Hutten),  la esposa de Ray, encarna al Pepito grillo cojonero, el angelito incordioso sobre tu hombro, lleva tiempo pensando y reprochándole a su marido la manera en la que llena la nevera, paga las facturas y el colegio privado del crío. Carol, es testigo, complice silenciosa, de como su esposo Ray, mata a gente a diario para mantener la casa, hasta que se harta. Sin embargo Ray discrepa, opina que recupera material rentado a diario. Ray sólo cumple con su trabajo, recupera un objeto, no pregunta, no se cuestiona, sólo lo hace, cobra, y no mata a nadie, son los morosos los que se han buscado ese destino por no pagar, el no es la causa, sólo se considera el efecto, inevitable efecto, porque las normas son así, y para que las cosas funcionen como deben, hay que respetar las normas.
Pero que demonios ¿No te meterías en un contrato del que aún sabiendo que no podrás salir sin arruinarte, te garantizase seguir viviendo? Firmar con The Union es un capricho para quien se lo puede permitir, pero una necesidad para quien está en la cola de la sanidad pública esperando un trasplante orgánico compatible.
Ahí entra en juego lo moral.
¿Quién pone las normas? ¿Son las normas ecuánimes para todos? 



La tortilla, sin mucho spoiler, dará la vuelta cuando Ray sufre un accidente laboral cuando trata de recuperar un órgano de su músico favorito T-Bone (RZA) que ha dejado de pagar las letras. Ser el fan número uno de T-Bone no le hace a Ray ni plantearse por un sólo instante no rajarle como un cochino sobre la alfombra para recuperar una propiedad de The Union, un momento brillante de la película, ejemplo claro de la deshumanización y el corporativismo. Pero en una ridícula pirueta del karma, como todo en la vida, ese trabajo tan fácil y tan emotivo para Ray (está a punto de matar a su ídolo musical) se tuerce.
The Union, sin consultar con Ray, salva su vida, le implanta uno de sus órganos de nueva tecnología, y entonces Ray pasa a ser propiedad de la corporación. Su vida ya tiene precio, y dueños. Podríamos decir que el cazador, ahora es el conejo, se invierten las tornas, y por ende, si quiere que su órgano siga dentro de sus costillas, más le vale seguir currando a destajo para que su nómina cubra las facturas del implante.
Es entonces cuando por primera vez Ray se hará preguntas, descubrirá la empatía y se convertirá en un antisistema. Y hasta ahí voy a leer para no spoilear.
El empleado perfecto, se convertirá en el enemigo peligroso. Ray contra The Union, contra sí mismo, su pasado, su antigua vida, y contra el sistema.

La película derrocha acidez, acción, crítica, ambos actores principales están soberbios y firman un film muy, muy aceptable para la escasa oferta cyberpunk hollywoodiense que cumpla con las principalespremisas del género, sin maquillarlo todo de neón, coches voladores ni hologramas, y centrándose en el punk, en la lucha contra el sistema, la crítica, personajes turbios, etc.
Un ejemplo de cómo la vida perfecta, sin hacerse demasiadas preguntas de por qué es perfecta, da un giro que te pone sobre el otro plato de la balanza y te obliga a actuar por primera vez desde hace mucho.
Cumpliendo con las directrices más ortodoxas del cyberpunk, Ray no elige cambiar su vida, se ve obligado en contra de su voluntad a ello. Porque Ray sólo era un psicópata útil, un egoista, un ambicioso, que de la noche a la mañana, deja de ser el ojito derecho de la corporación y es perseguido, moviéndose en barrena por los bajos fondos para seguir respirando un día más.
Venganza, zaibatsus, desigualdad social, el valor real de la amistad, dinero, implantes mecánicos, incluso algo de software virtual, Repomen cumple con los imprescindibles del cyberpunk, con nota, y con un final buenísimo que no os podéis perder.


3 comentarios:

  1. Creo relevante mencionar Repo Man (1984) y Repo! The Genetic Opera (2008) antecedentes directos. La primera de ambas cintas aunque solo comparta su esencia. Y el musical con una presentación ciertamente mas barroca pero muchos elementos comunes con la que aqui se presenta.

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    1. Cifu, acabas de darme unos títulos que debo ver entonces!! De la del 84 sabía de su existencia, pero lo de la ópera genética y el musical, ni idea tenía. Gracias!!

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