lunes, 27 de mayo de 2019

THE REPOMEN

SANIDAD Y BIENESTAR EN EL FUTURO CYBERPUNK



Hola de nuevo cowboys, lamento la ausencia, pero he estado ocupado haciendo criptomonedas para poder pagar un par de letras atrasadas que tengo de mi implante sexual Mr. Studd (marca registrada por R. Talsorian Games) si no quiero que aparezca el Repoman en mi portero digital y me corte “la coleta”. Solo pensarlo me pone los nodos de punta.
¿No sabéis quienes son los Repomen? Son demonios aumentados, asesinos perfectos y silenciosos con modales de Oxford que te piden el dinero que le debes a tu compañía médica, o recuperan el implante cibernético por las malas. En mi caso, a las malas, creo que podría vivir sin “Little Mike”, aunque me jodiese...supongo que podría hacer mis necesidades por un pequeño cateter o desviar los conductos a otros orificios en alguna clínica ilegal de Chiba. Tal vez. Pero ¿y si lo que estás pagando a plazos es un pulmón, o un riñón...o el corazón? Si dejas de pagar la letra y los Repomen se llevan tu órgano, no vas a llegar a la clínica pública más cercana, y si llegas, la cola de 8 horas no va a ir más rápido por mucho que reces, llores, grites o maldigas al paciente siguiente con un costipado o una sobredosis de dermos. Morirás en la cola del doctor Nick Riviera.

Repomen es un film de dirigido por Miguel Sapochnik, argentino – británico que para empezar su curriculum, está detrás de varios capitulos de la serie de HBO, Juego de Tronos. ¿Cómo os quedáis después de la polémica del final de la serie y todo eso frikis? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra... Pues yo, que esa serie es una patata y ya lo descubrí en la segunda temporada y R.R. Martin es un prostituto literario que se ha vendido a las majaderías de una panda de hipsters de plató para esnifar y comer animales en peligro de extinción durante su jubilación mientras nada en un búnker de dolares como el tío Gilito. O algo así. (Se nota que solo leo sus libros ¿verdad?).





A parte de esto podemos hablar poco de su trabajo para la gran pantalla (es más detrás de la dirección, en segundo plano de otras películas como Trainspotting), mencionando The dreamer y que está trabajando par el estreno de otra obra de ciencia ficción llamada Bios, abanderada por Tom Hanks.
Le debemos también el primer capitulo de la serie Altered carbon, que fue una excelente carta de presentación (venga a tirar billetes al fuego) para una serie que también se burla del libro de Morgan y que resulta ser más tibia y menos fiel capítulo a capitulo.
Osea, éste Sapochnik es uno de los enemigos públicos de todos los lectores, porque participa en cada despropósito televisivo de cada best seller de fantasía o ciencia ficción.

Colgado ese San benito, he de decir, que siendo Repomen una obra no inspirada en ninguna otra obra, si no una idea original, sí podemos hablar de una peli cyberpunk, bien construida, con un lore creíble, con medida, tino y un trasfondo crítico. Puro cyberpunk.

TANTO TIENES, TANTO VALES. CORPORACIONES Y SUS MATONES


Los Repomen son los “Recolectores” de la compañía The Union, algo así como el cobrador del frac, o mejor dicho “Embargos a domicilio” de una compañía de órganos artificiales.
La ciencia, la medicina, en el futuro cercano, podrán salvarnos la vida y alargárnosla cómodamente. ¿Un cáncer? ¿Hay que extirpar un órgano? ¿Cirrosis? No pasa nada, the Union tiene todo tipo de implantes de última generación que funcionarán mejor aún que el que teníamos. ¿Cirugía estética? ¿Para qué? Nano injertos, mejoras subcutáneas, y todo lo que se pueda imaginar a nivel nano hormonal está en las clínicas de The Union a disposición de sus pacientes.
Pero ni la vida ni la perfección son baratas, hay que hipotecarse con tu nuevo órgano, y tu vida va a depender de ello, y de tus pagos, porque si dejas de pagar, da igual que abandones el país, da igual que corras, que te des de baja de todos tus recibos... Ellos, los Repomen, te encontrarán, y la ley les ampara, te abrirán en canal, se llevarán tus injertos sin anestesia, y te dejarán tirado en la acera pidiendo socorro.
Así es el futuro, es esperanza, es bienestar, es salud, y es dinero.

Vivimos en una sociedad actual del bienestar en la que continuamente sale a debate la lucha de lo público contra lo privado. ¿debe la salud pública atender a todos los humanos, sean o no, ciudadanos legales de ese país? ¿Debe la salud pública tratar ciertas patologías de forma “gratuita”? ¿Recibe la sanidad pública suficientes presupuestos estatales? ¿Está a la altura de las espectativas tecnológicas y médicas la sanidad pública?
Bueno, pensemos, por un momento. La sanidad, en España por ejemplo, es pública, pero no es gratis, porque tenemos un IRPF en nuestras nóminas, que no se nos olvide. Está 24 horas a mi disposición como ciudadano, lo que implica que está a la mía y del resto de ciudadanos, lo que provoca listas de espera. Llegados al punto más conflictivo del que se hacen ecos algunos partidos políticos, ¿Qué es un ciudadano? ¿qué obligaciones ha de cumplir, o requisitos, para disfrutar sus privilegios?
¿y si anulamos entonces la sanidad pública y que todo el mundo pague en clínicas privadas? Eso se parece más al sistema sanitario de, por ejemplo, EEUU, que sí tiene sanidad pública, pero no recibe los fondos necesarios, y por eso la gente, paga facturas de 40 dolares por ser diagnosticado de gripe en una clínica privada.
Entraríamos en un tremendo debate político, moral y económico de los pros y los contras de lo público contra lo privado, un laberinto de propuestas sobre impuestos, y etc, etc.
Este es el debate que afronta camuflado de cienia ficción Repomen. Este y algún otro muy cyberpunk.



En la distópica sociedad del futuro próximo norteamericano, la máxima de la sanidad privada será The Union, y del mismo modo que si no pagas la hipoteca, te deshaucian, si no pagas tu intestino bio mecánico, te sacan por el culo, lo meten en una bolsa zip y la palmas. Tu intestino es propiedad de The Union hasta finalizar el préstamo.

¿Estamos llegando realmente a eso? La deshumanización es el quid de la cuestión, el abandono del juramento hipocrático, en el que salvar la vida de alguien ya no es una obligación médica vocacional, si no una clausula contractual. La vida de alguien, depende de su solvencia.
Una vez más esa alargada sombra sobre la sociedad moderna, la deshumanización, el individualismo, la religión del dinero, y el tanto tienes tanto vales.
Xcierto es, que no se nos olvide, que para que funcione el sistema capitalista, debemos consumir, para seguir generando puestos de trabajo, y hacer la rueda girar. Algunos ejes son economías subdesarrolladas explotadas, sí, pero si trabajo a cambio de dinero, y gasto ese dinero, la rueda sigue dando vueltas. Si no gasto, no da vueltas, autarquía, suprimo relaciones globales económicas exteriores, la nación se para. La economía es un delicado órgano global, para que funcione, han de funcionar el resto de naciones, el sistema, es una imitación macabra del cuerpo humano. Que revelador.
Así que la aldea global ya no tiene personas, tiene números.

DESHUMANIZACION GALOPANTE


¿No os jode ese vecino o vecina al que saludas, bien alto para que te oiga, pero ni te devuelve el saludo ni te sujeta la puerta del ascensor? Oh Dios, menos mal que en España no hay segunda enmienda. Y eso pasa en una mancomunidad de...no se... ¿200 vecinos? Si el vecino de al lado la estira, igual, ni por el olor llamaría a la policía. ¿En qué nos estamos convirtiendo? Nos encerramos en cajas de pladur y ladrillo, acinados, a casco porro, olvidando de que a apenas unos centímetros detrás del cabecero de mi cama, donde duermo y sueño, hay otro ser humano durmiendo y soñando, pero no reparo en su presencia, la conciencia de sociedad está perdida. Nos deshumanizamos.



Ray (Jude Law) y Jake (Forest Whittaker) son los “Recuperadores” número 1 de la compañía. No se les escapa ni un órgano, disfrutan de su trabajo, han deshumanizado al huésped del injerto. Ellos son buenos amigos, ganan una buena prima por cada órgano recuperado, y tienen anécdotas de cómo sus víctimas lloran y corren para escribir un libro. Son los putos números 1 de la oficina.

La deshumanización laboral, convertida en corporativismo premiado. Me recuerda (salvando las distancias) a mi exitosa etapa laboral como comercial telefónico. Mi amigo Marcos y yo eramos buenos, muy bueno, si lees esto, igual te he vendido alguno de los servicios de los que dispones ahora mismo en tu hogar. Vendíamos mucho, y cuanto más vendíamos más ganábamos, más contenta estaba la empresa, más galardones nos colgaban, nos sentíamos útiles, valorados, competentes, y dejamos de hacernos preguntas. Sólo vendíamos y queríamos firmar más y más contratos.
Cuando esos contratos, no significan la vida de alguien, tampoco hay mucho que pensar, y también contábamos nuestras llamadas entre carcajadas y risas con unas cervezas al terminar, partiéndonos el culo de cómo le habíamos hecho la cuchara al último incauto que en verdad no necesitaba lo que yo le vendía, o no le mejoraba lo que ya tenía, pero cómo había mordido el anzuelo, y ahora era cliente de mi compañía, la que pagaba mis facturas, y no de otra. ¿Qué más da? Yo vivía de eso.
Y eso es lo que significa ser un comercial, tener claro que la empresa busca el máximo beneficio al mínimo coste. Y que tal vez mi cliente no necesita lo que le quiero vender, pero yo voy a hacer que lo quiera, voy a despertarle ese deseo, o se lo voy a colar por debajo de la mesa sin que se de ni cuenta mientras lo acepta sonriente y feliz. ¿las reclamaciones después? A otro departamento donde no conozco a nadie. Nunca más vamos a volver a hablar ustéd y yo, aquí terminamos. Ustéd ha sido un número para mi nómina de este mes.
Por eso me alucina lo bien que está tratado el papel de Liev Schreiber en Repomen, que hace de comercial, firma los contratos con los pacientes necesitados de un órgano, y es tan real como satírico verle en la película, en su despacho, haciendo firmar la hipoteca del órgano a los clientes de The Unionn con una sonrisa de oreja oreja, a sabiendas de que en unos meses Ray y Jake tirarán abajo su puerta mientras su mujer cocina arroz con habichuelas y su hijo juega con cajas de poliestireno en el recibidor.

Eso sigue siendo deshumanización, la deshumanización del tú o yo, y la excusa de “la sociedad me hizo así”. El “quítate tú para ponerme yo”. Y sí, amigos, me siento parte de ese mecanismo, el capitalismo nos hace hacerlo, y son lentejas, si quieres las comes y si no las dejas.

Pero Carol ( Carice Van Hutten),  la esposa de Ray, encarna al Pepito grillo cojonero, el angelito incordioso sobre tu hombro, lleva tiempo pensando y reprochándole a su marido la manera en la que llena la nevera, paga las facturas y el colegio privado del crío. Carol, es testigo, complice silenciosa, de como su esposo Ray, mata a gente a diario para mantener la casa, hasta que se harta. Sin embargo Ray discrepa, opina que recupera material rentado a diario. Ray sólo cumple con su trabajo, recupera un objeto, no pregunta, no se cuestiona, sólo lo hace, cobra, y no mata a nadie, son los morosos los que se han buscado ese destino por no pagar, el no es la causa, sólo se considera el efecto, inevitable efecto, porque las normas son así, y para que las cosas funcionen como deben, hay que respetar las normas.
Pero que demonios ¿No te meterías en un contrato del que aún sabiendo que no podrás salir sin arruinarte, te garantizase seguir viviendo? Firmar con The Union es un capricho para quien se lo puede permitir, pero una necesidad para quien está en la cola de la sanidad pública esperando un trasplante orgánico compatible.
Ahí entra en juego lo moral.
¿Quién pone las normas? ¿Son las normas ecuánimes para todos? 



La tortilla, sin mucho spoiler, dará la vuelta cuando Ray sufre un accidente laboral cuando trata de recuperar un órgano de su músico favorito T-Bone (RZA) que ha dejado de pagar las letras. Ser el fan número uno de T-Bone no le hace a Ray ni plantearse por un sólo instante no rajarle como un cochino sobre la alfombra para recuperar una propiedad de The Union, un momento brillante de la película, ejemplo claro de la deshumanización y el corporativismo. Pero en una ridícula pirueta del karma, como todo en la vida, ese trabajo tan fácil y tan emotivo para Ray (está a punto de matar a su ídolo musical) se tuerce.
The Union, sin consultar con Ray, salva su vida, le implanta uno de sus órganos de nueva tecnología, y entonces Ray pasa a ser propiedad de la corporación. Su vida ya tiene precio, y dueños. Podríamos decir que el cazador, ahora es el conejo, se invierten las tornas, y por ende, si quiere que su órgano siga dentro de sus costillas, más le vale seguir currando a destajo para que su nómina cubra las facturas del implante.
Es entonces cuando por primera vez Ray se hará preguntas, descubrirá la empatía y se convertirá en un antisistema. Y hasta ahí voy a leer para no spoilear.
El empleado perfecto, se convertirá en el enemigo peligroso. Ray contra The Union, contra sí mismo, su pasado, su antigua vida, y contra el sistema.

La película derrocha acidez, acción, crítica, ambos actores principales están soberbios y firman un film muy, muy aceptable para la escasa oferta cyberpunk hollywoodiense que cumpla con las principalespremisas del género, sin maquillarlo todo de neón, coches voladores ni hologramas, y centrándose en el punk, en la lucha contra el sistema, la crítica, personajes turbios, etc.
Un ejemplo de cómo la vida perfecta, sin hacerse demasiadas preguntas de por qué es perfecta, da un giro que te pone sobre el otro plato de la balanza y te obliga a actuar por primera vez desde hace mucho.
Cumpliendo con las directrices más ortodoxas del cyberpunk, Ray no elige cambiar su vida, se ve obligado en contra de su voluntad a ello. Porque Ray sólo era un psicópata útil, un egoista, un ambicioso, que de la noche a la mañana, deja de ser el ojito derecho de la corporación y es perseguido, moviéndose en barrena por los bajos fondos para seguir respirando un día más.
Venganza, zaibatsus, desigualdad social, el valor real de la amistad, dinero, implantes mecánicos, incluso algo de software virtual, Repomen cumple con los imprescindibles del cyberpunk, con nota, y con un final buenísimo que no os podéis perder.


martes, 14 de mayo de 2019

BIONICO DE MIKE LIGHTWOOD


MANUAL PARA CYBORGS ADOLESCENTES


Aquí estoy de nuevo, recién teletransportado desde mi estación portátil de realidad virtual hasta el mismo ciberespacio para sacar conclusiones de una obra literaria, jóven, y en conclusión adelantada, para jóvenes.

¿Por qué digo esto? Bueno, vamos al tomate. Hoy me apetece quitarme de en medio Biónico, una obra de Mike Lightwood, editada por Dolmen.
¿Mike Lightwood? No lo conocía, pero estaba ansioso de lectura y ciencia ficción y en muchas ocasiones, a parte de conseguir clásicos impresos en vetustos tomos conseguidos en viejas tiendas o el mercado de segunda mano, también me dejo caer por mi category killer literaria habitual y me hago con alguna novedad. En aquél momento, las novedades, o no me convencían mucho, o las que sí lo hacían ya habían caído en mis garras con anterioridad. Así que vi un tomo de peso standard, un buen puñado de hojas, con una portada que aunque el hábito no hace al fraile, pues bueno, tenía un punto cómic bastante dudoso, pero me dejé engañar por sus rascacielos en tonos industriales, podría albergar una distopía con pizcas cyberpunk, me imaginé, entre eso y el título, Biónico.

Además, Dolmen es una editorial de la que tengo un buen porrón de tomos en casa, principalmente de su colección Z (Zombie), de la que su número de referencias es inabarcable pero he leído muchos, con una sensación similar a lo que pudiese ser un empate técnico, ya que de 4 sagas que he completado, 2 me han parecido muy buenas, y las otras 2 , mediocres, insulsas o viéndome en la obligación de hacer honor a la verdad y teniendo en cuenta que es una opinión subjetiva, a mi, siendo valiente en una era de correctismos políticos y formalidades exacerbadas... Que leches...malos..MA-LOS. Oye y punto.
De las que no me gustaron no voy a hacer mención, no es necesario y no son los protagonistas de hoy, pero de los que sí, pues me lleno la boca de gozo mencionando el inicio de Carlos Sisí con Los caminantes ( Ahora en Minotauro) y de Victor Z. Blazquez con los cuatro volúmenes de El cuarto jinete. Sagas de pandemia zombie bien construidas, con personajes que acabas queriendo, con sorpresas, y con lo que a uno le gusta de un libro vaya. Cierto es, que siendo pejilguero, el desarrollo de la saga los caminantes en Minotauro pues da un giro cuanto menos extraño, muy de ciencia ficción, que trata de vivir en armonía con el terror, y que a mi... me comenzó a agriar la historia y ahí estoy a la espera del nuevo tomo o incluso de la adaptación televisiva que ha firmado el autor, pero desde que el título pasa de Dolmen a minotauro, sea casualidad o no, a mi, me va un poco en picado, y que nos e enfade el señor Sisí, que por aquí sigo leyendo otras de sus obras, aunque al final me está pareciendo una lotería el disfrutar de sus títulos.
Pero bueno, que yo confiaba en Dolmen, y pensé que éste libro firmado por el desconocido, aún para mi, Mike Lightwood, podría ser una agradable sorpresa.

Parece ser un sevillano (llamado civilmente Miguel Trujillo), muy joven (de los 90), con oficio de traductor, que al momento de editar ésta novela, ya había editado otras dos, sin conocer en qué marco de género podríamos ubicarlas. A parte, buceando la deep web, sorteando todo tipo de software peligroso y rompiendo algún hielo negro, descubro algún detalle más de su vida personal, que desvelaremos más tarde a cuento del examen de su obra y que encaja a la perfección con el tipo de novela que acababa de leer entonces.



LA DISTOPIA DE NUNCA ACABAR


La novela en cuestión nos ubica en un futuro Neo Londres, que mama de la teta de la distopía más clásica y conservadora, a lo Orwell o Huxley. A priori eso no significa que sea malo, debería ser bueno, pero ni una cosa ni otra, sencillamente lo calificaría de repetitivo, monótono...cansino.
Pero bueno, en el nuevo Reino Unido del futuro cercano, la sociedad vive aislada del resto del mundo. Disfrutan de una sociedad utópica, correcta, repleta de avances tecnológicos para la vida cotidiana, a salvo de la barbarie bélica del resto del globo. Inglaterra es la única nación superviviente de un tremendo conflicto internacional, y la población es sabedora de los esfuerzos del gobierno por mantener su calidad de vida y su paz, ya que constantemente están amenazados por el resto de enemigos de la patria.

Comenzamos el pastiche cifi con “el enemigo invisible” y “la manipulación de información”. Son dos clásicos imperecederos, que si bien, pueden seguir funcionando, para ello, necesitan ser correctamente manufacturados, y a mi humilde gusto de don nadie que tiene un blog en internet (cosa que puede hacer cualquiera, no soy especial, un gurú ni un catedrático) en el caso de Biónico, el tema se trata de una forma que si bien no es poco diestra, tampoco aporta nada a la idea que hemos visto una vez y otra vez en otras películas y libros.
A modo de reflejo social, puedo comprar que la obra explota e hincha la imagen británica de su eterno aislamiento con el resto de Europa, propiciado pro su identidad insular a lo largo de la historia conocida, y que a modo jocoso podemos retorcer con sus costumbres incoherentes como al de conducir por el otro lado o pagar en una moneda diferente a la del resto de Europa. Cuando se escribió ésta obra, aún nos e había votado el Brexit, pero si algo hay que reconocerle al lore del libro, es que toda esa “paranoia” neo británica expuesta, refleja crítica y satíricamente bien, esa idiosincrasia inglesa de pequeño ombligo de Europa, con permiso de los franceses; Y sus nuevas y polémicas políticas de migración y proteccionismo nacional, cuando su nación ha sido una nación más migrante que los gallegos.

En esa burbuja británica de engaño y bienestar, vive nuestro protagonista, Shane, un jovencito escolar, niño pijo de alta alcurnia ya que es el hijo del equivalente distópico a Primer Ministro. No ve mucho a su padre, porque claro, es un hombre muy ocupado, pero aunque no recibe mucho cariño no le falta de nada y su mayordomo robótico le hace compañía. Ahí el autor le da esa pizquita asimoviana y dramática al personaje, que también hemos visto ya muchas veces.

De aquí en adelante, sin spoilers, Shane sufrirá unas circustancias inesperadas, que le harán protagonista inesperado, de una búsqueda de la verdad, que le obligarán a tomar decisiones importantes, y una evolución de sí mismo y su descubrimiento como persona.
Una novela juvenil cifi de manual, que mi librería me coloca entre Philip K. Dick y Clarke a traición. Muy mal, porque no es su sitio, hay que cambiarla de mueble, y quizás la culpa de que haya leído algo que no cubre mis inquietudes es de mi librería, o de la editorial, y no del autor, porque seguramente el autor, es consciente de lo que ha escrito y lo ha escrito a sabiendas.
Este libro debe estar en el mueble de literatura juvenil. Y si las tiendas o la editorial consideran que solo porque el libro incluye alguna tórrida escena edulcorada de romance sexual adolescente, ya debe estar en un están de ciencia ficcion que incluya cyberpunk o hard cifi y donde los pollaviejas y puretas buscamos algo que nos llene, gente responsable de ésto, váyanse a cagar a la vía.

La obra puede servir de trampolín a un quinceañero para aficionarse a la cifi, y creo que ese es su cometido, e incluso que así lo concibió el autor, pero no es para mi. Igual, sí es para tí, lector del blog, si lo que buscas es una aventura distópica light, con adolescentes en búsqueda de su identidad en pleno proceso de maduración personal, que van haciéndose bola de nieve a medida que ruedan hacia una conspiración social y política de altos vuelos , alcanzandose nuevas cuotas de libertad y justicia humana. Una odisea paladinesca, en la que un muchacho dudará de cómo hacer lo correcto hasta hacerlo. Pero ya.
Para mi, sin embargo, es un argumento constante en el best seller y el taquillazo, que me aporta más bien poco ya y que no sólo bebe de lso clásicos como Mundo feliz o 1984, si no que estiramos el chicle por todas esas otras obras mainstream como la saga divergente, los juegos del hambre, la isla, in time, e incluso otros títulos underground que por snobismo se ganan el favor del público gafapástico como la sobrevalorada moon. Y así suma y sigue.



CIBER SEXO


Lo malo no es que no aporta nada nuevo al género, y que es un libro terriblemente predecible, del que vas adivinando todo lo que va a pasar con 10 páginas de antelación, si no que para un tipo con unos cuantos libros de ciencia ficción en la mochila y rondando los 40 como yo, el libro rechina a cada página. Porque no sólo es el refrito de ideas y conceptos repetidos anteriormente en la cifi, y ojo, que vivimos en 2019, que está todo inventado, que tampoco pido que cada libro que se edita sea una obra maestra y su autor un genio, no, no pido eso y no sólo es eso... Es que el libro, bajo su ciencia ficción crítica con los regímenes de gobierno que mienten y engañan a su población, es una excusa para la ayuda de orientación sexual en adolescentes, que yo, no necesito.

Neo Londres es una jaula de oro, encierra a su población, pero sin embargo, su población, vive bien, confortablemente, y les gobiernan laxamente, con libertades de todo tipo, de las que el libro hace especial ímpetu en las sexuales e individuales (religiosas, étnicas, etc...). Parece una sociedad tolerante, una utopía. Por otro lado, el gobierno británico de la novela, miente a su población, y los controla, pero les va soltando la cuerda para que la soga no ahogue y estén cómodos con ella al cuello. Me confunde un poco la intención de reclamar tolerancia y libertad dentro de un régimen.
De todas esas libertades, Mike Lightwood, se deleita en las de la sexualidad. Veamos más acerca de ello.

Cuando lo leí, pensé, “Bueno, vaya manual de sexualidad teen que se ha marcado el autor en una historia sosa y aburrida de cifi” , pero una vez me preparo para escribir mi patético artículo de amateur (porque no me creo Umbral), y busco info del autor, como anunciaba al principio, hay partes de su personalidad y sus actividades, que me hacen entender con mayor profundidad su obra. Y eso es así, vida y obra van por separado, pero cuando conocemos cosas de una y otra, atamos cabos, porque siempre queda una pincelada de nuestra alma en nuestra obra aunque no sea nuestra intención. Y Miguel Trujillo, es un coach juvenil en temas sexuales, y activista del colectivo LGTB. Yo no lo sabía cuando leí el libro, y me es absolutamente indiferente (que siempre llegará el típico paladín de la moral moderna a apuntarme con el dedo de homófobo y de yo que se), pero ahora entiendo ciertos hincapíes en su obra, y me reafirmo, en que es una obra juvenil o adolescente.

¿Que por qué?

Primero, su forma de tratar los romances, es muy de ponerse en la piel del novato, y no hablo del escritor, aunque no me guste demasiado su técnica, si no de los personajes. Chicos y chicas jovenes, con dudas, miedos e inseguridades. Un poco Al salir de clase.
Por otra parte de agradecer, no saca a nadie “del armario”, ya que en la sociedad de Neo Londres, la sexualidad ya no es un tema interesante ni tabú, y la bisexualidad es naturalmente aceptada de forma lógica. Esto, a nivel utópico y futurista, me parece fabuloso, soy el primero que opina que el ano no es patrimonio homosexual (como aquél que dice, refrán acuñado por mi) y que cada persona ha de disfrutar su sexualidad como le plazca, con los únicos límites que la otra persona (o personas, nunca animales, que ellos no saben decir ni sí ni no) mayor de edad (esa es otra, ojo que os veo venir, la infancia es lo más sagrado) o en su sano juicio permita y consienta.
Hecho este alegato, en la ficticia Neo Londres, existen una suerte de “picaderos públicos”, en la calle, algo así como retretes públicos, donde cuando alguien quiere echar un caliqueño, paga, entra, y tiene su media horita o lo que sea, para darse un filetazo. Muy moderno, pero si se me permite el sentido del humor, y si no también, un poco “cuarto oscuro” friendly así por las buenas ¿no? Ojo que no lo se, soy un viejo verde hetero, y mi deprabación está obsoleta. A mi es un detalle de la novela, que me sobra, que me produce hasta risa, y que no le veo el interés. El gancho sexual está de más, sobretodo cuando es tan tibio.
Respecto a eso mismo de su tibiedad sexual, el trato literario en el tema romántico y sexual entre personas de igual sexo, me llama la atención que al final del libro, el autor, agradece y muestra su cariño y gratitud a una serie de amistades y consejeros en temas de sexualidad variada que le orientaron a la hora de reproducir sus ficticias escenas de encuentros.
A ver... a ver... yo veo bien que se abogue por la visualización, o es más, yo abogo por la normalización absoluta, es decir, lograr que a nadie le importe un pimiento lo que cada uno hace con su cuerpo en la intimidad, que no sea una pregunta necesaria entre personas nunca más, que no marque la forma en la que tengamos que tratarnos unos a otros, y así lo vivo yo, y entonces me es innecesario una clase de sexualidad camuflada de cifi. Normalidad es la que me ofrecía AlecEffinger con su obra maestra de la trilogía de MaridAudran, en la que la diversidad, sin explicaciones, tutoriales ni consejos, pasaba por un bereber alcohólico no musulmán que estaba locamente enamorado de una mujer transexual. En aquella obra, a parte de la variedad implícita sin hacer política ni apología de colectivos, en la que la novia de Marid fuese transexual era lo de menos. Ella ya era una mujer, y es que, eso sí es futurista, y no Biónico, porque cuando una mujer ya es mujer, me da igual que haya sido hombre anteriormente y el apellido “transexual” sobra, es una mujer. Como ejemplo de normalización, digo.
Y a ver, que hay otras muchas variantes de sexualidad, que quizás, para el neófito como yo, que como dirían Def Con Dos, “a pesar de todo sigo siendo heterosexual”, pueden resultarme confusas, pero siendo muy sincero, me importan un bledo.
Los seres humanos, seamos como seamos y disfrutemos como disfrutemos, no tenemos manual de instrucciones, no podemos convertirnos en clichés con patas, no espero que un homosexual, sólo por homosexual, deba comportarse con pluma y siguiendo los tópicos que la mayoría demanda, ¡No!. Me defrauda profundamente la explicación final del autor de pedir consejo a expertos en el mundo LGTB para crear personajes creibles de diferentes gustos sexuales. Cada personaje ficticio, es como el autor quiera que sea, no como una sociación o comité de expertos sugiere que deben ser por su normalización. Puedes pedir consejo a un experto científico o a un obrero especializado, si queires hacer una novela verosímil que ronda sobre algo que no dominas. Pero cada ser humano real es único, y no atiende a leyes exactas, así que los personajes de ficción, deben ser más únicos y extraordinarios todavía, para que si cabe, nos inspiren a los aburridos mortales que los leemos.
No puedes darme un personaje soso, plano y predecible según los cánones del rebaño, sea gay, pastafari o fan de Star treck. Nos define como actuamos, no como nos etiquetamos, sobran análisis.



Y esto es lo que más me ha defraudado de la novela, no su argumento sobado, su carencia de sorpresas, su técnica rutilante, ni su lore recalentado en microondas. No. Si no que para tratar de servir de guía sexual ficticia ( no es un libro de autoayuda ni de coaching, es ciencia ficción, ojo, no se me malinterprete) no me descubre nada, si no que me repite lo que ya hace la sociedad actual, ni con más ni con menos tolerancia, porque la tolerancia está dentro de mí, está naturalizada. Y sí, entiendo que otras personas no lo ven así, que aún sigue habiendo discriminación, pero yo no necesitaba leer esto, no me ha descubierto nada, aunque quizás otras personas sí.

Y como decía, está bien para adolescentes, que están absorbiendo cosas en ese salto de trampolín que es la niñez a la pseudo madurez (porque con 18 años nadie es maduro, y con 30 el 90% de las veces tampoco), puede ser un buen libro, divertido, que descubra a la juventud tanto la ciencia ficción como que les normalice las relaciones sexuales de forma integral. Pero a mi, el libro, no me ha enseñado nada. Lo siento. No te enfades conmigo Mike, soy un don nadie de internet, pero como diría Tony Montana “Solo tengo mi palabra y mis pelotas”, y no me podía morder la lengua después de haber pagado por tu libro.
Sigue en tu labor, que es muy digna, ánimo, yo no soy crítico, solo un gilipuertas más de la red que normaliza mucho todo, tal vez porque mi juventud ha sido lo que otros llamarían rara, y a lo mejor, por eso, nada me escandaliza.
Punk aint dead.
Desconectando..........

PD: Las ilustraciones de los personajes al final del libro, en calidad fanzine, por no decir, parte de atrás del cuaderno de matemáticas, me mataron.

lunes, 6 de mayo de 2019

EL FIN EN VIÑETAS - I: HOKUTO NO KEN


EL PUÑO DE LA ESTRELLA DEL NORTE


Estos plácidos días libres que el techno sindicato de obreros especializados nos ha dado a los residentes de Ciudad Capital, los he pasado en el yermo, en las ruinas de un rascacielos devorado por dunas, donde he podido desconectar de la realidad y dedicarme a leer y broncearme bajo el abrasador sol radioactivo antes de volver a la colonia industrial 32-Z donde realizo mis funciones de eutanasia tele asistida a civiles deprimidos en cabinas de Happy Death Co.
A veces recojo algún ECU de las cenizas que barro de la cabina y me da para unos dermos de sinte nicotina, yo lo llamo, propina.

El caso es que he podido darme un atracón de un cómic que llevaba mucho tiempo queriendo rememorar, y uso este verbo, porque ya tuve contactos dispersos con el protagonista de nuestra entrada de hoy, un tipo llamado Kenshiro. El héroe de El puño de la estrella del norte, un título rococó que podemos acortar usando el original, Hokuto No Ken.



Hokuto es una obra manga firmada por Tetsuo Hara y Buronson (Yoshiyuki Okamura), que irrumpe en el mercado nipón en 1983 en la prestigiosa editorial Jump, y se convierte desde ese momento en el éxito de ambos artistas, dibujante y guionista.
Aquí en España, como he comentado en alguna ocasión, recuerdo cuando llegaron las primeras cintas VHS a tiendas de cómics (tuve la suerte de crecer en un barrio repleto de algunas de las más famosas a nivel nacional) y las primeras colecciones impresas traducidas al castellano y maquetadas de izquierda a derechas, y Hokuto era una de ellas. Todos mis amigos (algunos más mayores con algo más de solvencia) comenzaron a comprar aquellas cintas y tebeos, y a mi me llagaban prestadas de rebote, o las veíamos y leíamos en comuna. Pude comprobar en mi entorno que los ingredientes imprescindibles para el éxito entre la muchachada española de aquellos principios de los 90 en aquellas publicaciones, eran, la sangre, las hostias y alguna teta furtiva.
No en vano, las televisiones autonómicas ya habían hecho su avanzadilla previa con Caballeros del Zodiaco. Y de hecho, las similitudes de aquella historia con las de Hokuto me parecen más que notables e iremos viendo por qué.

Hokuto ofrecía exactamente aquellos ingredientes del éxito, ni más, ni menos, y yo tras el OVA que circuló desde entonces, y algún videojuego que me he trinchado, he querido leer por primera vez los tomos originales, y lamentablemente, no he encontrado ni una sola diferencia a lo que recordaba de mis púberes escarceos con la obra. Ni una sola sorpresa. Pese a ello, el clásico de la ciencia ficción ultraviolenta japonesa, ofrece algunas anécdotas a tener en cuenta.

KUNG FU POSTATÓMICO


Me encuentro ante 27 tomos de unas 200 páginas (arriba o abajo) cada uno, todo un reto. Pero confío en un ritmo ascendente que me envuelva y me genere adicción viñeta a viñeta. A medida que machaco páginas, 400, 600, 800, 1000...2000...me desespero porque nada cambia y me encuentro en una rueda de jaula de roedor sin poder salir, sudando y sudando para hacerla rodar más rápido a ver si llego a alguna parte, pero otra vez vuelvo a encontrarme lo mismo que hace 10 tomos.

Kenshiro es un especialista de artes marciales solitario, que recorre el desolado páramo postnuclear que nuestros gobiernos han dejado como recuerdo de la tercera guerra mundial. Nos lo presentan como un loco enamorado dispuesto a vengar la muerte de su amor verdadero, Yuria, que fue asesinada a manos de quien fue su mejor amigo, Shin. Su corazón arde desesperado sediento de rencor. Y como heredero de una increíble técnica de kung fú milenaria, está dispuesto a vencer en duelo a su antiguo “hermano” en un combate sin igual. Y de aquí en adelante, hecha la sinopsis, no hay spoilers, como siempre, tranquilos en Tungsteno Dreams.

Hay que reconocer ya en el planteamiento ciertos puntos de vista clásicos, shakespirianos incluso, que son toda una declaración de intenciones. La premisa cumple con los requisitos más refritos del romanticísmo y los duelos victorianos, una historia decimonónica de dolor insuperable, locura y destrucción, un drama de manual que cambia los duelos a pistola en un cementerio a las cinco de la madrugada, por peleas a puño descubierto en ciudades en ruinas cubiertas de dunas radioactivas.
Estos combates, si se caracterizan por algo en Hokuto, es por estar llenos de florituras, aspavientos y poses inverosímiles, que son preludio junto con el grito de guerra que da nombre a la técnica que vamos a presenciar (la patada de las garzas carmesíes, el puño del colmillo del lobo, y mamarrachadas semejantes), de un golpe mortal capaz de rebanar un torso humano entero a mano descubierta, y bañar todo de sangre.



EL ESTILO VIEJA ESCUELA


Antes hablábamos de Caballeros del Zodiaco, y aquí tenemos una de las primeras similitudes, que no la única, y vamos a desarrollarlo. Caballeros (o Saint Seya que es su título original), obra de Kurumada, se estrena en la misma editorial que Hokuto en el 1986, a posteriori de Hokuto. Por lo que deduzco, así valientemente, sin ningún estudio plausible a mis espaldas más que la percepción de la que hago gala, que caballeros bebe directamente de Hokuto, influenciándose no solo en las teatrales técnicas de combate, sus posturitas y los mortíferos resultados, si no en otras características muy notables.
Por ejemplo el estilo. Hokuto no es el típico manga posterior a los 90 que todos, incluso los neófitos como yo, tenemos en mente cuando pensamos en el cómic japonés. No hay ojos enormes, no hay momentos cómicos que caricaturizan más aún o incluso deforman a nuestros personajes por un par de viñetas, no hay medidas corporales no armónicas como caderas diminutas y senos gigantescos desparramándose en escotes, no. El estilo de Hokuto, para un ignorante como yo, parece más occidental que oriental, englobándose en ese arte mangaka old school que aún no había conquistado el resto del globo (o al menos nuestra España) con Chicho terremoto o Bola de dragón, y del que podemos ir persiguiendo sus eslabones desde los 80 hasta el presente con la evolución mediática del anime y manga y su exportación, en otros títulos como Heidi, Ulises 31Caballeros u Oliver y Benji (Capitán Tsubasa), siendo testigos de como poco a poco la tendencia artística del mercado manga viraba a los clichés que hoy conocemos.
De los rostros adróginos y asexuados a los ojos grandes y las curvas imposibles. Tetsuo Hara dibuja personajes finos, esbeltos, de una plausible corrección anatómica que peca de escorzos imposibles y medidas tan estilizadas que guiñan al arte clásico de El Greco (no es broma).
Sus personajes femeninos no están hiper sexualizados, mientras que sí lo están bastante más los masculinos, que cuando no son gigantescos gargantúas punk o neo bárbaros y scavengers, cuando Hara quiere acentuar el protagonismo de un nuevo personaje importante en la trama, se le ve el plumero de cómo prácticamente copia la anatomía ideal del propio kenshiro, o dibuja un nuevo y bello mancebo bien esculpido en gimnasio a caballo entre el arte griego y el póster de guateque gay, con unas ambiguas características andróginas que vuelven a repetirse en los luchadores de Caballeros del Zodiaco, en la que a veces, no sabíamos si el combatiente era un chico o una chica y su nombre oriental poco común en España tampoco ayudaba a descifrarlo.
El propio rostro de nuestro protagonista, Kenshiro, es un rostro triste, inmutable, de cejas gruesas y pocos registros, a lo Chuck Norris, Steven Seagal o Charles Bronson añadiendo un toque de humor pero que no va muy desencaminado ya que lo que nunca se les pidió a éstos actores míticos del género justiciero, es que interpretasen mayor emoción que el dolor o el odio, lo demás era apretar gatillos y repartir mamporros, y es lo que se le pide a Kenshiro, y es ése el rol que cumple, el de justiciero impasible.



LLANERO O SAMURAI SOLITARIO Y ANTICUADO


El sino de Kenshiro en la obra de Hokuto es el de ir deshumanizándose a medida que mata más y más enemigos, página tras página. Una máquina de matar, solemne, sin remordimientos, que en el fondo es la coraza de un corazón bondadoso, la generosidad en persona. Un Jesucristo mega violento del yermo atompunk. Recorre el mundo en ruinas, sin destino claro, salvando a los débiles y asesinando villanos, el profeta del kung fú.

Número tras número eso es lo único que ocurre, y por eso la colección me hastía y no la considero una obra ni imprescindible ni recomendada para el rastreador de historias y ciencia ficción. La excusa del yermo postapocalíptico es sólo una excusa de ambientación para poder copiar la estética de Mad Max, otra vez presente en todas mis entradas del cercano futuro cataclísmico; Pero es que el propio Tetsuo Hara ha reconocido la increible influencia ejercida en él por la saga de Miller. Desde las hordas de punkis motorizadas hasta el propio atuendo de kenshiro, todo apesta a Mad Max. Y si Hokuton es una obra que yo recomendase a alguien por algún motivo, es precisamente por su lore y todos los guiños que encontramso en sus viñetas y poco más. Ni el guión, ni el argumento, ni las inexistentes tramas, ni la profundidad de los personajes.... nada brilla en ese aspecto en la obra. Es su dibujo, sus detalles en cada scavenger, en cada neo bárbaro, y en el mundo del “mañana mañana” lo único que salva la colección a mi humilde y soberbia opinión. Pero no la salva lo suficiente como para llegar a terminarme los 27 tomos.


Uno de los personajes del manga, comparado con Mad Max
Son clavados.

Aún así, la ascensión de la obra al podio de los clásicos, se va consolidando a medida que escribo renglones, por nuevos motivos que siguen sin tener nada que ver con su cansina y repetitiva historia. Otro de ellos es la similitud que le encuentro con La espada salvaje de Conan. El estilo de dibujo, los desiertos, los bárbaros, la violencia y el hilo conductor de ambos personajes. Conan, en unos 70 tomos de unas 90 páginas cada uno, llega a una a un nuevo pueblo o a su taberna, Conan le hecha el ojo a una mujer, Conan se mete en líos, Conan mata mucho y violentamente sin apenas recibir ni un solo rasguño, Conan roba oro, fornica, y se marcha a otro pueblo.
Kenshiro llega a un nuevo pueblo en ruinas habitado por débiles supervivientes, Kenshiro entra en el bar del pueblo (siempre con un aire de Saloon del lejano oeste muy perceptible), llegan las pandillas motorizadas a matar, saquear y violar, kenshiro se encabrona, Kenshiro mata a todo kiske sin recibir ni un golpe, kenshiro se va a otro pueblo en busca de un adversario digno, un nuevo némesis.
Y así una vez y otra vez en ambas colecciones y ambos se han convertido en iconos populares sin darnos jamás ni una sola sorpresa en el guión. El colmo de la monotonía. Y aún así, son leyendas. No hay ciencia exacta para el éxito, no hace falta ser R.R.Martin para llevarte el gato el agua.

Y en esas, Kenshiro, no parará de viajar por el yermo repartiendo golpes mortales, encarnando el cliché del que ya hemos hablado alguna vez del “Llanero solitario / Ronin”, el vagabundo misterioso y solitario, capaz de derrotar a un ejército apache él solo con su revolver o a una legión del Shogún con su katana, a cambio de una sonrisa y un plato de estofado, que nunca duerme en el mismo lugar, que enamora a la hija del alcalde pero que no la tocará ni con un palo, sólo pro el respeto que le profesa a la humanidad y porque no hay sitio para el amor en su destrozado corazón de lobo solitario.
Hay que destacar, explotado este rol, que en Hokuto, la mujer desempeña un papel tristemente infravalorado, anticuado incluso para los 80, machista, asumiendo un rol de doncella en apuros, de sexo débil u objeto a recuperar, rehén, y todo eso que nos han metido a jeringuilla décadas atrás con todas las historias de justicia callejera como en el videojuego Double Dragon sin ir más lejos. A la chica hay que rescatarla a hostias contra una banda de cachudos tatuados con chupa de cuero y pelos de colores. Ese es el espíritu de Hokuto
Insisto en que es un pastiche absoluto de trasnochadas historias heróicas y paladinescas del príncipe azul desenamorado que ha de rescatar a la princesa llorona del dragón o el brujo lividinoso. Muy en la línea de obras de siglos pasados como El Reino de la Noche ahora que caigo escribiendo esto. Infumable para el siglo XXI, pero hay que hacer el esfuerzo de entender lo que habría en la cabeza de William Hope, que a su vez fue fuente de inspiración de generaciones posteriores como el papá de Conan, Robert E. Howard. Deduzco que Buronson es de ésta escuela post romántica y casposa.

Sin tener muy claro si lo siguiente que detecto, es fruto precisamente de la micro misoginia de la obra, o todo lo contrario en un progresista ejercicio de visibilización y normalización homosexual ochentera, lo que sí hay entre lineas son amistades y camaraderías masculinas, que traspasan la línea de la amistad y la admiración hasta alcanzar el punto de amor y deseo. Nunca de forma explicita, Hokuto podría catalogarse, pese a sus camiones cisterna de sangre en viñeta, de shonen, o lo que es lo mismo, obra manga juvenil que exalta la camaradería adolescente y los sentimientos románticos y amorosos, ya que su forma de abordar los temas “adultos” es inexistente, no hay nada formal tras las venganzas, ni los desamores de la historia. Todo es sumamente plano, pueril, estúpido incluso. Ocurre por ocurrir, sin transfondo.

Llegados a éste punto, que no se me olvide revindicar la tremenda importancia de los viejos cuentos de artes marciales, porque como decía antes (o como llevo diciendo todo el artículo más bien), el lore atompunk no es más que un capricho, o una excusa, y en realidad Hokuto es una historia shaolin, la historia del luchador definitivo, del maestro de todas las artes derrotando a los maestros del resto de artes, porque ya nada tiene ni nada desea excepto eso. La mierda que le flipa a Tarantino ya sabéis.
Si miramos bien las viñetas, Kenshiro es mitad Mel Gibson en Mad Max, mitad Bruce Lee. Y es innegable.
Hokuto no tiene nada de ciencia ficción, es una historia interminable de kung fú.

EL ENGAÑO Y LAS CONSECUENCIAS


Bueno, llegados a tan realista y triste conclusión, ¿qué hago entonces escribiendo de Hokuto en un blog de ciencia ficción si no hay de eso pro ningún sitio? Me la han metido doblada, pero ni tan mal.

Tenía ganas de descubrirlo pro mi mismo después de mis encuentros anteriores y no concluyentes con la saga.

Porque el largometraje de anime, era un tostón que solo entretenía cuando llovía sangre y los tsubos explotaban en un confeti de órganos y piel muerta tras los golpes de dedo de kenshiro.



Y porque los videojuegos, numerosos desde la propia Mega Drive con el título Last Battle (no incluye el título original de la serie para no pagar derechos) hasta las nuevas generaciones, no aportan mucho más que unas cuantas tollinas mal dadas en escenarios aburridos a hordas de enemigos clónicos.
Porque los títulos que estrenaron en Xbox360, no aportaban nada más que eso, fases aburridas e interminables repletas de enemigos clónicos, que producían somnolencia hasta que llegábamos al jefe de fase, que ese sí que representaba un reto y unos largos minutos de tensa diversión y agujetas en los dedos. El único aliciente a seguir ejecutando combos con los botones era precisamente el de conseguir nuevos combos desbloqueables con los que estallar cabezas en la siguiente fase.

Aunque ésta sea mi opinión, dejo claro una vez más, que Hokuto es un mito popular, y para muestra un botón. Más de 25 videojuegos editados desde los 80 para master sistem, nintendo famicom, mega drive, play station, game boy, nintendo DS, o xbox. E inclusive una live action movie de 1995.

Y con lo que me gustan los videojuegos y las películas, podría continuar enrollándome con ese campo, pero creo que hasta aquí vale, para una obra post apocalíptica, que nada tiene de cifi, y que no voy a ser capaz de leer entera en meses y posiblemente abandone a la mitad, donde me he quedado ya.
Un saludo, y no me odiéis por mi opinión, solo yo me responsabilizo de ser así de cenizo.