lunes, 25 de marzo de 2019

UPGRADE, TRANSHUMANISMO Y CYBERPUNK


EXPECTATIVAS Y AUMENTOS


Tras unos días demasiado atareados que me han impedido escribir a mi ritmo habitual, y me han obligado a tirar de algún refrito anterior, estoy ya al 100% tras la resaca científica de Aviador Dro y sus obreros especializados de anoche. Tal vez haga una entrada sobre tan maravillosa fiesta con mensajes CIFI y ritmos electrónicos y punk.

Hoy le trincho a una de las películas que mas hype me habían generado las redes sociales. Continuamente encontraba referencias, opiniones, la mayoria de ellas aduladoras, y yo mordiéndome las uñas. 

¿Dónde lo han visto? ¿Si no la estrenan en cines? ¿Como accedo a ella?

El título es Upgrade, y finalmente, di con ella. Y aquí estoy hoy, para aguar la fiesta con mis opiniones al respecto.



No se si soy un quisquilloso o un pedante por naturaleza, pero mi capacidad de autocrítica me hace reconocer que algo de eso tengo, y se que algunos de mis mejores amigos, de los que mejor y más me conocen, no dudarían ni un momento en señalarme con el dedo en una explosión de carcajadas si les preguntase esto mismo. Mirarme al espejo es una actividad suficientemente positiva para entenderme a mi mismo tanto como mi entorno. La pedantería es uno de mis defectos más entrañables, un rasgo de mi personalidad, algo por lo que se me quiere aunque parezca imposible.
Siempre digo que lo que mejor se hacer en ésta vida, y no siempre lo he explotado debidamente para ganarme el jornal (aunque algunas épocas sí lo conseguí), es el palique, la verborrea, hablar es lo que mejor se me da, soy un charlatán, un Ronaldhino del verbo. Comunicar me pone.
Y me lío, me lío, y a veces soy una caricatura de mí mismo. Felix Rodriguez ha llegado a llamarme alguno, porque siempre tengo que contar un montón de cosas que sólo serían útiles en Saber y Ganar, y los premios en ese concurso son muy rácanos, no iba a hacerme rico con ello, no es Pasapalabra. Así que vaya birria de don me tocó el día de las habilidades especiales.
Os espera un pequeño coñazo al respecto, así que si queréis hacer un FWD, y sudar de mis tribulaciones personales, pasad al subencabezado de la entrada. Pero creo que la CIFI precisamente, tiene que generar esas comidas de tarro, extrapolando la ficción a la realidad.

Reirme de mi mismo, me ayuda a relajarme un poco en ésta vorágine social que es la vida, y ayuda a no tomarme tan en serio nada, a no valorar mi opinión más que la de otra persona, a ser humilde, así que no me toméis por un catedrático de nada ni un gurú, ni un provocador. Solo opino libremente, en confianza, porque si venís a leer esto, es porque ya somos cómplices de algo. Pues no es grande la red como para que hayáis acabado leyendo esto, ¿o no?. Y si os estoy poniendo la cabeza como el Sputnik, pues F5 y a otra cosa.
Considero que tengo la virtud de quitarle plomo a las cosas y convertir casi cualquier drama en algo jocoso. Así que voy a diferir de casi todo lo que leí previamente a cerca de Upgrade antes de verla. Sí, soy ese tipo de tocapelotas.

El primer fenómeno a tocar tras visionar Upgrade, es precisamente, el conflicto de la expectación creada. Hacer una crítica a cerca de cualquier manifestación artística, como el cine (literatura, videojuego, música, etc...) requiere de sensibilidad pero no estrictamente requiere de talento académico. Considero que el arte genera impresiones meramente subjetivas, y me estoy metiendo en un embolao de los gordos aunque parezca que no, un debate milenario. Cada individuo, según su sensibilidad y según los conocimientos técnicos obtenidos al respecto, va a entender o sacar diferentes conclusiones que otro. Pero no hace falta que nadie nos haya dado un carné, diploma o título honorífico para poder opinar. De hecho, considero como muy patria la tradición de opinar sin tener ni puñetera idea, es un tópico español sin duda alguna.

Vivimos en una era de sobreinformación, de estímulo contínuo, la radio, la tele, la prensa, y por supuesto las redes sociales, internet y sus infinitas herramientas, youtube, twitter, instagram, blogger, tumblr, et, etc. Sin querer vamos a toparnos con reviews, opiniones, sugerencias, calificaciones de casi cualquier cosa a diario. Una nueva serie, un nuevo libro, una nueva película, política, deporte, ¡todo!. Para salir vírgen de éste cuarto oscuro y lujurioso de la información, sin sugestionarnos y sin crearnos prejuicios adquiridos, hay que tener las cosas muy claras, o mudarse a una cueva en el monte. Sin mencionar el spoiler claro...eso ya es lo peor que nos puede pasar, tropezar con alguna persona que nos destripe la peli desde su preestreno. Que mala gente, merecemos la extinción.

Estamos sometidos a la información de terceros de manera continua, por culpa de nuestra voluntad de participar en el ciber circo de las relaciones humanas digitales, de formar círculos y compartir opiniones y puntos de vista, que nos inflan de certeza pero que no valen ni una pizca más que las de cualquier otro, siempre que conformen una verdad, y no sea una mentira.
Es un debate absolutamente cyberpunk, el poner sobre la mesa la realidad de como nos influimos los unos a los otros. Yo, por ejemplo, navego, surfeo la gran ola de datos, testeo los contenidos de otros individuos conectados, hasta que cercioro que puedo dar credibilidad a sus opiniones. Confío en criterios de personas anónimas que no conozco, considerándolos “aptos”. Busco personas, con aficiones o intereses comunes, para intercambiar percepciones, mantenerme informado, y aprender. Les doy mi voto porque sus contenidos me enriquecen, por su forma de dominar la dialéctica y su manejo del diálogo o prosa, que me encandila, o por lo que sea, pero si al final termino tomando en serio sus criterios, yo me genero unas expectativas, que pueden ser mayores incluso de lo que el comunicador me ha querido dar a entender, total, cada uno agarramos el mensaje al vuelo y lo retorcemos como nos da la gana y más cómodo nos entra por el orificio favorito. Pura percepción.

Rigor y criterio vaya, como ese podcast que tanto me entretiene, que habla de aficiones que comparto con ellos, y que se ha convertido en uno de mis “influencers” por decirlo de algún modo acorde con los tiempos digitales que nos ha tocado descubrir, de los que yo acabo, en mayor o menor medida, tomando nota y que me empuja a ver algunas películas, jugar algunos juegos, o leer algunas obras, que tal vez, si no les hubiese prestado atención, no me hubiesen interesado nunca, o lo hubiesen hecho en otro momento. Y eso que su título, no es para tomárselo precisamente en serio, intencionadamente. Y quizás, ese sea uno de los motivos, por los que me los creo más que a otros comunicadores. En fin, cada uno tiene sus necesidades.



El caso es que sea quien sea, quien me da ese empujón, ya me ha creado unas expectativas, insisto. Y esas expectativas, luego, pueden convertirse en un handycap si me quedo sin combustible a medio vuelo, y caigo en picado. Y no es culpa de ellos, es culpa mía por entrar al trapo. Que le saque entonces, las pegas, que no le han sacado esas personas en las que puse mi confianza en sus manos (menudo drama), no se si es un defecto o una virtud, insolencia, ignorancia, atrevimiento o soberbia...pero creo que es precisamente eso del criterio. Porque el criterio, por más que queramos acotarlo en estándares, y ponerle mínimos y máximos técnicos, sigue siendo subjetivo. Que le preguntasen a Warhol al respecto del valor del arte, una vez más, para que mintiese una vez más y se descojonase de todos.
Las numerosas opiniones diferentes, construidas sobre hechos fehacientes, conforman la realidad, que es múltiple y nunca singular.

Vaya momento ¿eh? Me ha poseído Kierkegard durante un rato. Ya me quito el moodie de las novelas de Marid Audrán escritas por Alec Effinger, y vuelvo a ser el palurdo de siempre. Y es lo que tiene la CIFI y las nuevas tecnologías, debate. Nuevos horizontes.

Todo este tostón para resumir que Upgrade, me ha defraudado enormemente, y apenas superaría la nota de un suficiente en mi colegio privado y bilingüe de opinión, donde todas las obras que entran, tienen que vestir mi uniforme a cuadros, porque para eso soy yo el director del centro, y punto. Es mi opinión. Pero aún así, por gusto propio y regocijo personal, voy a explayarme y a dar los motivos de por qué saco esa conclusión de la película CIFI – Cyberpunk del 2019.

VENGANZA, CHIPS PRODIGIOSOS Y EL PELIGRO DE LA TECNOLOGIA




Leigh Wanell firma la dirección de la cinta de ciencia ficción distópica en un futuro muy próximo. Actor, guionista y director australiano, mete el hocico en un montón de títulos de los que poder sentirse orgulloso como Saw, que reinventó el trhiller de terror; O Insidious, que aparentaba ser capaz de renovar el fenómeno poltergheist y quedaba a medio gas, con alguna novedad agarrada con pinzas, pero resultona. Pero como chupacámaras no le gana cualquiera, con cameos y papeles interpretativos en películas de otros como la taquillera Aquaman, y sus propias entregas de Saw.

En el reparto, trae en el papel protagonista a un tipo que parece compartir ADN con Tom Hardy, pero que se llama Logan Marshall-Green que se ha dejado ver en títulos interesantes como Prometheus, Spiderman Homecoming o la insulsa The Invitation.
Compartirá pantalla con Betty Gabriel, Harrison Gilbertson, y Benedict Hardie.



Upgrade es un título cyberpunk, que tras no parar de leer maravillas sobre ella como indicaba antes, esperaba algo que reventase la neo moda del neón y los chips como la última Blade Runner, Ghost In the Shell, o la recientísima Alita. Que carecen todas de un elaborado ejercicio imaginativo, pero resuelven satisfactoriamente sin excepción. Pero no. Me encontré con una película de bajo o medio presupuesto, que aunque resuelve correctamente en recursos distópicos que nos consiguen transportar a un futuro cercano con sus diseños de mobiliario, su arquitectura y sus vehículos futuristas, aspira a ser una orgullosa película de acción con trasfondo CIFI que empieza igual que termina, simplona, mediocre.
Y no es malo ser mediocre, yo soy un mediocre de manual, y sobrevivo felizmente. Mediocre implica ser suficiente, en ningún caso insuficiente, es un aprovado por definición, pero en ningún caso excepcional. Y ya habéis leido la introducción al respecto de las expectativas y el hype, confiaba en encontrarme un soplo de aire fresco, una historia de autor divertida, con chicha a parte de acción.

Logan interpreta a Grey, un mecánico chapadao a la antigua, que se gana la vida reparando vehículos “históricos”, manchándose las manos de aceite y grasa, un artesano en una cercana era mecanizada, robotizada. Es feliz en su casa con jardín, con su pareja, Cortez, que tiene un buen puesto de trabajo adminstrativo en una mega corp tipicamente cyberpunk, y que es una mujer contemporánea de su década, tecnodependiente.
La tecnofobia del protagonista, Grey, debería de aportar un plus al personaje, ofreciendo algo que no es habitual en los protagonistas de éste tipo de historias technoir, pero si sois aficionados al género como yo, esto no es nuevo ya a estas alturas. El perfil del retrogrado que reniega de la tecnología y desconfía de sus ventajas en un futuro cercano es recurrente en el género. Asimov en la saga de los Robots nos presentaba grupos denominados “medievalistas” en contra del imparable progreso tecnológico.
Respecto al temor a ese progreso, imparable, diario en nuestra sociedad actual y de camino hacia la ficción, si son convincentes los argumentos adjudicados al prota en la película, alegando los mismos argumentos que hoy podemos oír en la sociedad actual.

La tecnología quita trabajos” o “ningún robot sabe hacer lo que yo hago”

Esto es ya el presente. Sólo hay que ver el temor de muchos sectores laborales actuales a perder su caduca hegemonía frente a las nuevas opciones que los sistemas tecnológicos ofrecen. El telemarketing, la atención al cliente en ventanilla, el taxi contra los VTC y sus servicios APP, los servicios de entrega a domicilio, nada de eso existía antes, lo ha traido la tecnología, y es una realidad que mueve miles de puestos de trabajo de los que dependen familias enteras.
¿Es la tecnología una amenaza? Ese es el quid de la película, pero no se para ahí, en el debate moral, social o filosófico, no eso quedará en un segundo plano, mientras el desarrollo de la historia trata de convertirse en una trepidante aventura de acción, y digo, intenta.
Pero no abandonemos todavía lo interesante que subyace en la rutina de la película. ¿es en verdad una amenaza social? ¿O cuando se cierra una puerta, se abren otras dos? ¿Debió tener miedo la cadena de videoclubs Blockbuster en su momento, antes de la llegada de HBO y Netflix? Lo que es una realidad, es que el mundo gira, el humano inventa, y el mercado cambia, y tratar de echar el ancla es un error que se paga caro. El coche al principio necesitaba caballos, luego agua y carbón, después combustibles fósiles, y hoy en día lo mueve una pila. ¿han dejado de existir coches? No.
El ser humano debe saber adaptarse a los tiempos que él mismo crea. No podemos ser víctimas de nuestro propio ingenio.

Pero hay que hilar muy fino para quedarse con esa moraleja de éste film de venganza y muerte gratuita iluminada por neón.
La perfecta vida de Grey se torcerá, todo al traste, aparentemente por mala suerte, por estar en el sitio erróneo en le momento erróneo, pero claro, es tan, tan obvio mientras el metraje avanza, de que hay gato encerrado, que no puedo considerar este dato como spoiler, si no como aprte de una sinopsis muy sesgada e inevitable. El paraíso de Grey se convierte en infierno, se quedará minusvalido, y se someterá voluntariamente a una novedosa operación, asumiendo el papel de conejillo de indias humano, para alojar en su columna vertebral un nuevo chip o microprocesador biotécnico que le devolverá la movilidad, y no solo eso, lo convertirá en un nuevo humano, el siguiente paso en la evolución, el transhumano, el hominido 2.0., mejorado y aumentado, más rápido, más listo, más fuerte. Una máquina de matar de carne y hueso. Y de ahí en adelante empiezan las tollinas.



El punto de que Grey quede sentado en una silla de ruedas, tampoco aporta novedad alguna para un fan del género, aunque sí algun momento de humor negro que se agradece, como la escena del bar de delincuentes, ya veréis. 
Recordemos Mute, de la que ya he bloggeado, en la que el prota era un barman mudo, que no desea recuperar la voz artificialmente por motivos religiosos, casi tan respetables como al adversión a la tecnología de Grey en Upgrade. También podemos recordar el libro El sueño del rey rojo, novela cyberpunk patria en la que el protagonista es un hacker sentado en una silla de ruedas, pese a que podría mejorarse bionicamente y volver a caminar. O por ejemplo uno de los personajes principales de la saga de los Mendigos de Nancy Kress, que en un futuro perfecto, también queda postrado a una silla de ruedas, cosa que no le frena en su megalómano desarrollo intelectual. Y los casos que me dejaré en el tintero y que aún no conozco.
Entonces, afirmamos, Upgrade no aporta absolutamente nada nuevo al género.
¿Es acaso imprescindible para que una obra sea buena, que aporte algo nuevo al género? No, no lo es, pero yo lo hubiese agradecido, y repito, la expectativa ya me había marcado a fuego como una vaca tejana.

De ahí en adelante, se desenmaraña un diminuto guión conspiranóico, con sorpresas más que evidentes, fáciles de adivinar. Me vi en el sofá adelantándome al guión continuamente, qué chasco. Y ni siquiera las coreografías de combate me hicieron dar un salto del cheslón. Sangre abundante, y combates entre aumentados, al trote tras el único objetivo de la venganza, al margen de la ley.
Y eso es Upgrade sin desvelar nada de lo poco que puede sorprender y que merece la pena ser visto. Hasta aquí voy a leer.
Malditas expectativas, voy a conseguir que dejéis de leerme si sigo así.

Pero tranquilos, vosotros compartís vuestra percepción, y yo por eso, no voy a retiraros mi credibilidad. ¿Qué hay más enriquecedor que la discrepancia constructiva? Espero nadie se sintiese aludido ni ofendido, porque soy tan participe de la sobreinformación como todos los demás. ¿A ver que hago en éste blog si no? Despellejar subjetivamente cada obra de ciencia ficción que pasa por mis manos. Y estaréis de acuerdo o no, muchas veces, y a veces os crearé una expectativa, que después, ojalá, vosotros destrocéis después también. La especie debe fluir. Que no pare la CIFI.
¡Traigo el tungsteno barato, oiga!

Además, reconozco que soy un friki demente y un devorador de cyberpunk, lo que me pone mucho más complicado sorprenderme con Upgrade. La vi, y me pareció haberla visto antes una docena de veces, o tal vez no verla, si no haberla leído o jugado y en verdad incluso haberla imaginado. Eso me pasa por ansioso.
Decir que la película es mala, sería mentir. Pero decir que es muy buena, también. Es el tipo de película que echan pasada la medianoche en uno de los canales del TDT sintonizados al final de la lista, que te alegra el insomnio y te salva la noche. Y si la veis siendo un poquito menos versados que yo (y no me intento tirar el pisto, al César lo que es del César, que mis horas he invertido), igual reluce más, y os acordáis de mis ancestros haciendo pitar mis oidos.
Así que ánimo, que tengo tapones. A disfrutar el cyberpunk que es lo bonito y lo que nos une y reúne aquí.

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